Con el inicio del mes de junio se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por los que huyen de su país: “Oremos para que los migrantes que huyen de las guerras o del hambre, obligados a viajes llenos de peligro y violencia, encuentren aceptación y nuevas oportunidades de vida en sus países de acogida”.
En su discurso a los participantes en un encuentro organizado por la “Fraterna Domus” de Sacrofano, Francisco decía lo siguiente:
La acogida es una expresión del amor, de ese dinamismo de apertura que nos impulsa a poner la atención en el otro, a buscar lo mejor para su vida (cf. FT, 91-94) y que en su pureza está la caridad infundida por Dios. En la medida en que está impregnada por esta actitud de apertura y acogida, una sociedad se vuelve capaz de integrar a todos sus miembros, incluso a aquellos que por diversas razones son “extranjeros existenciales” o “exiliados ocultos”, como a veces, por ejemplo, se encuentran las personas con discapacidad o los ancianos (cf. FT, 97-98). Sobre este aspecto del amor la referencia fundamental es la primera Encíclica de Benedicto XVI Deus caritas est (25 de diciembre de 2005).
El segundo pasaje que os propongo de Fratelli tutti es el número 141. Lo cito completo: «La verdadera calidad de los distintos países del mundo se mide por esta capacidad de pensar no sólo como país, sino también como familia humana, y esto se prueba especialmente en las épocas críticas. Los nacionalismos cerrados expresan en definitiva esta incapacidad de gratuidad, el error de creer que pueden desarrollarse al margen de la ruina de los demás y que cerrándose al resto estarán más protegidos. El inmigrante es visto como un usurpador que no ofrece nada. Así, se llega a pensar ingenuamente que los pobres son peligrosos o inútiles y que los poderosos son generosos benefactores. Sólo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro». Estamos en el capítulo cuarto, titulado «Un corazón abierto al mundo entero», ahí donde se habla de la «gratuidad que acoge» (cf. nn. 139-141). El aspecto de la gratuidad es esencial para generar fraternidad y amistad social. Para vosotros subrayo la última frase: «Sólo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro» (n. 141). La acogida gratuita. A menudo se habla de la aportación que los migrantes dan o pueden dar a las sociedades que los acogen. Esto es verdad y es importante. Pero el criterio fundamental no está en la utilidad de la persona, sino en el valor en sí que esta representa. El otro merece ser acogido no tanto por lo que tiene, o que puede tener, o que puede dar, sino por lo que es.
Siempre me ha llamado la atención, en el Antiguo Testamento, la recurrencia —en los profetas, en los Libros históricos— de las tres personas por las que se debe tener una atención especial: la viuda, el huérfano y el migrante. Y se repite en el Deuteronomio, en el Éxodo —en el Éxodo no tanto, pero en el Deuteronomio— en el Levítico se repite esto: la atención, el cuidado por las viudas, por los migrantes, por los huérfanos. Es recurrente. Por ejemplo: “si tú estás segando, no pases otra vez: lo que se queda ahí, que sobra ahí, déjalo para la viuda, el huérfano, el migrante”. Siempre está esto. Es importante retomar esta tradición de la acogida, del modo de acoger a aquellos que no tienen y que viven una situación difícil.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por los padres cristianos, para que fieles a los compromisos que adquirieron en el bautismo de sus hijos, sepan transmitirles la fe y hacer de sus hogares auténticas iglesias domésticas, abiertos generosamente a las necesidades de todos.”
Una familia cristiana es una ‘iglesia doméstica’ (LG 11), o una iglesia en pequeño, como decía San Juan Crisóstomo. Es y vive como una comunidad de fe, de esperanza y de amor; una comunidad donde se comparte, se ama, se trabaja, se crea esperanza, se vive y se transmite la fe. La familia comparte con Dios creador la obra de procrear y educar a los hijos. En ella se vive la comunión entre las personas, al igual que Dios Trino y la Iglesia y hay entrega desinteresada por el otro. Se comparten penas y alegrías. Se comprenden las dificultades, las limitaciones y los esfuerzos de sus miembros; se convive dialogando, comiendo o saliendo juntos.
La familia cristiana escucha la Palabra de Dios, sus miembros oran juntos y juntos participan en la Eucaristía los domingos en su comunidad parroquial, ‘familia de familias’. En la familia se aprende a rezar en los momentos de alegría y de dificultad. Al igual que Jesús y la Iglesia, la familia cristiana anuncia la Buena Nueva: en primer lugar, a sus hijos y a miembros, y luego en su entorno y más allá del mismo. Por eso la familia cristiana también es misionera y siente el deseo anunciar el Evangelio y transmitir el amor de Dios a otras personas. La familia cristiana se pone al servicio de la caridad, especialmente hacia los más necesitados. Cuando el Espíritu de Dios vive en la familia, no se queda ni se cierra en sí misma. Es testimonio de vida con la palabra y el ejemplo.
Los padres sois los primeros educadores y evangelizadores de los hijos. En virtud del sacramento del matrimonio, los padres cristianos sois los primeros responsables de la transmisión de la fe a vuestros hijos mediante el testimonio de vida, mediante la escucha de la Palabra de Dios y la oración en familia, mediante vuestra inserción en la vida de la Iglesia en la propia parroquia y vuestro compromiso en la iniciación cristiana de vuestros hijos. Hablad a vuestros hijos de Dios y de Jesús. Ningún otro anuncio es tan importante para su vida. Introducid a vuestros hijos en su misterio a través de la celebración litúrgica y la oración familiar.
«La oración en la vida y ministerio del sacerdote» fue el tema de las Jornadas nacionales de vicarios y delegados diocesanos para el clero, que se celebraron del 27 al 29 de mayo en Madrid, y en las que participó el Vicario Episcopal para el Clero de la Diócesis de Segorbe-Castellón, D. Marc Estela.
La presentación de las mismas corrió a cargo de Mons. Jesús Pulido Arriero, presidente de la Comisión Episcopal para el Clero y Seminarios; y de Mons. Jesús Vidal Chamorro, presidente de la Subcomisión de Seminarios.
La oración en la vida y ministerio del sacerdote
El catedrático emérito de Misionología en la Pontificia Universidad Urbaniana y Director emérito del Centro Internacional de Animación Misionera (Roma), Juan Esquerda Bifet, ofreció la primera y segunda ponencia sobre «La oración del sacerdote. Oración sacerdotal e intercesora de Jesús». En la primera, este tema fue expuesto desde la participación por la vocación cristiana y en la segunda, la participación por la vocación al ministerio ordenado.
El martes 28 siguió el mismo ponente ofreciendo dos temas más sobre la oración del sacerdote en relación con el ministerio de la palabra y en el ministerio de la guía espiritual de la comunidad cristiana.
Por su parte, el profesor de la universidad de Navarra, Félix María Arocena, expuso otros dos aspectos temáticos «Hacia una vivencia teologal de la celebración eucarística» e «Interrogar y escuchar a los símbolos y gestos eucarísticos».
Finalmente, las siguientes ponencias fueron abordadas por Alejandro Pérez Verdugo, delegado de liturgia de la diócesis de Málaga, profesor en el Centro Superior de Estudios Teológicos, además de consultor técnico y asesor permanente del Secretariado de la Comisión Episcopal para la Liturgia, quien explicó «La liturgia de las Horas en la espiritualidad presbiteral» y «Orar las Horas en la vida del sacerdote diocesano».
Ayer dieron comienzo en Madrid las Jornadas Nacionales de Delegados diocesanos de Misiones y Asamblea Nacional de Directores diocesanos de las Obras Misionales Pontificias, con el lema “Cooperación espiritual: oración, primera obra misionera”. En ella está participando el Delegado diocesano para las Misiones de Segorbe-Castellón, D. Salvador Prades.
Como la mayor parte de las actividades organizadas durante este curso, tanto por la Comisión Episcopal para las Misiones como por las Obras Misionales Pontificias, durante este curso también esta cita está girando en torno a la oración y la cooperación espiritual, siguiendo la propuesta del Papa Francisco que ha querido que este año 2024, “que precede al acontecimiento del Jubileo, pueda dedicarse a una gran ‘sinfonía’ de oración; ante todo, para recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharlo y adorarlo”. Como ha recordado el Papa en algunas ocasiones “la oración es la primera obra misional”.
El saludo de acogida fue ofrecido por Mons. Joseba Segura, Presidente de la Comisión Episcopal para las Misiones y Cooperación con las Iglesias. Seguidamente, tuvo lugar la conferencia inaugural sobre “La espiritualidad en el pueblo de Dios”, a cargo del presidente de la Conferencia Episcopal Española, Mons. Luis Argüello. Por la tarde, el misionero de Mariannhill, Lino Herrero, contó su testimonio de vida en misión.
Hoy, martes 21 de mayo, el director espiritual de Infancia y Juventud de la Archidiócesis de Madrid, Luis Melchor Sánchez, ha hablado de la Pastoral de Jóvenes para la misión. Posteriormente, se celebrará una Mesa Redonda a cerca de “Cómo suscitar una espiritualidad misionera en los jóvenes”. Los participantes, además, se reunirán para trabajar por grupos en diferentes temáticas con una puesta en común de ellas. Se afrontarán al final del día diversos asuntos de interés pastoral: Coordinadora de Asociaciones de Laicos Misioneros (CALM), la Plataforma Supergesto, y otras instituciones vinculadas a la Comisión Episcopal para las Misiones.
Ya el miércoles, 22 de mayo, tendrá lugar la elección de los miembros de los Secretariados y Consejos. Con la presentación de la Memoria de las Obras Misionales Pontificias y la Campaña del Domund finalizará este encuentro misionero.
Puedes consultar el programa de las jornadas aquí.
Hoy, solemnidad de la Ascensión del Señor, se celebra la 58º Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. «Inteligencia artificial y sabiduría del corazón: para una comunicación plenamente humana» es el tema que propone el Santo Padre para la Jornada de este año.
En su mensaje destaca cómo la inteligencia artificial está modificando radicalmente la información y la comunicación, y plantea si la inteligencia artificial acabará construyendo «nuevas castas basadas en el dominio de la información» o si, por el contrario, traerá «más igualdad promoviendo una información correcta».
También, los obispos de la Comisión Episcopal para las comunicaciones sociales han escrito un mensaje con motivo de esta Jornada Mundial. En el texto invitan a reflexionar sobre una revolución de calado: la de la inteligencia artificial. Por un lado, en lo que atañe a la dignidad humana, ya que, afecta a las personas y debe tener al ser humano y su dignidad en el centro. Por otro, sobre su repercusión en el ámbito de la comunicación. Un campo, en el que puede ser una oportunidad, pero también un riesgo.
Inciden en poner al ser humano en el centro de la comunicación: «la inteligencia artificial debe de ser liberada de sesgos ideológicos, políticos, de eficiencia económica, que expulsan al ser humano del centro de la actividad de comunicación», aseguran.
En este sentido, destacan: «El sesgo de humanidad es el único indispensable en una inteligencia artificial socialmente responsable, al servicio de la dignidad del hombre y de nuestro tiempo».
Los obispos también señalan que «toda comunicación es, de manera especial en ese tiempo, uno de los elementos claves para la fortaleza de las democracias. Por eso, es preciso proteger este derecho constitucional a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión, de los poderes económicos y políticos, que tantas veces desean limitarlo».
Con el inicio del mes de mayo se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por la formación de religiosas, religiosos y seminaristas: “Oremos para que las religiosas, los religiosos y los seminaristas crezcan en su camino vocacional a través de una formación humana, pastoral, espiritual y comunitaria, que les lleve a ser testigos creíbles del Evangelio”.
2. […] Como tuve ocasión de destacar: «Buscar superar este divorcio entre teología y pastoral, entre fe y vida, ha sido precisamente uno de los principales aportes del Concilio Vaticano II. Me animo a decir que ha revolucionado en cierta medida el estatuto de la teología, la manera de hacer y del pensar creyente» (…)
3. Ha llegado el momento en el que los estudios eclesiásticos reciban esa renovación sabia y valiente que se requiere para una transformación misionera de una Iglesia «en salida» desde ese rico patrimonio de profundización y orientación, que ha sido confrontado y enriquecido —por así decir— «sobre el terreno» del esfuerzo perseverante de la mediación cultural y social del Evangelio, que ha sido realizada a su vez por el Pueblo de Dios en los distintos continentes y en diálogo con las diversas culturas.
En efecto, la tarea urgente en nuestro tiempo consiste en que todo el Pueblo de Dios se prepare a emprender «con espíritu» una nueva etapa de la evangelización. Esto requiere «un proceso decidido de discernimiento, purificación y reforma». Y, dentro de ese proceso, la renovación adecuada del sistema de los estudios eclesiásticos está llamada a jugar un papel estratégico. De hecho, estos estudios no deben sólo ofrecer lugares e itinerarios para la formación cualificada de los presbíteros, de las personas consagradas y de laicos comprometidos, sino que constituyen una especie de laboratorio cultural providencial, en el que la Iglesia se ejercita en la interpretación de la performance de la realidad que brota del acontecimiento de Jesucristo y que se alimenta de los dones de Sabiduría y de Ciencia, con los que el Espíritu Santo enriquece en diversas formas a todo el Pueblo de Dios: desde el sensus fidei fidelium hasta el magisterio de los Pastores, desde el carisma de los profetas hasta el de los doctores y teólogos.
Y esto tiene un valor indispensable para una Iglesia «en salida», puesto que hoy no vivimos sólo una época de cambios sino un verdadero cambio de época, que está marcado por una «crisis antropológica» y «socio-ambiental» de ámbito global, en la que encontramos cada día más «síntomas de un punto de quiebre, a causa de la gran velocidad de los cambios y de la degradación, que se manifiestan tanto en catástrofes naturales regionales como en crisis sociales o incluso financieras». Se trata, en definitiva, de «cambiar el modelo de desarrollo global» y «redefinir el progreso»: «El problema es que no disponemos todavía de la cultura necesaria para enfrentar esta crisis y hace falta construir liderazgos que marquen caminos».
Esta enorme e impostergable tarea requiere, en el ámbito cultural de la formación académica y de la investigación científica, el compromiso generoso y convergente que lleve hacia un cambio radical de paradigma, más aún —me atrevo a decir— hacia «una valiente revolución cultural». En este empeño, la red mundial de las Universidades y Facultades eclesiásticas está llamada a llevar la aportación decisiva de la levadura, de la sal y de la luz del Evangelio de Jesucristo y de la Tradición viva de la Iglesia, que está siempre abierta a nuevos escenarios y a nuevas propuestas.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por quienes viven su espiritualidad cristiana ayudados por la piedad popular, para que acogiendo la Palabra de Dios con fe y humildad, a ejemplo de María, crezcan en el conocimiento de la fe y la vivan con coherencia.”
La religiosidad popular es expresión de la búsqueda de Dios y de la fe cristiana de un pueblo de acuerdo con su idiosincrasia y su historia. Pablo VI escribió que “refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pueden conocer” (EN 48). Surge de la apertura a la Trascendencia, a Dios, propia de toda persona humana. En el ser humano y en los pueblos existe un hondo sentido de lo sagrado, que se expresa de diversas maneras, según las vivencias y la cultura propia del pueblo. La llamamos “popular” porque mediante ella el pueblo de Dios expresa su fe según los rasgos de la cultura propia de cada lugar; es una fe que se hecho cultura. En su origen es una expresión pública y compartida de la fe cristiana. Mediante ella el pueblo cristiano llano vive y expresa su relación con Dios, con la Virgen y con los Santos. Su fuente se encuentra en la presencia viva y activa del Espíritu de Dios en el organismo eclesial. Las formas auténticas de piedad popular son fruto del Espíritu Santo y deben ser consideradas como expresiones de la piedad de la Iglesia (Catecismo, 1674).
La religiosidad popular tiene, sin embargo, sus límites. Como todas las realidades cristianas no siempre está exenta de errores o desviaciones. A veces se puede quedar en un sentimiento pasajero o en lo superficial, y quedar vaciada de su verdadero sentido y fin. La piedad popular necesita también ser evangelizada, “para que la fe que expresa, llegue a ser un acto cada vez más maduro y auténtico” (Juan Pablo II).
Tanto la Conferencia Episcopal Española como la Diócesis de Segorbe-Castellón dan a conocer los datos de la campaña de la Renta del año 2023, que corresponde al ejercicio fiscal de 2022.
Datos de la CEE
El número total de declaraciones a favor de la Iglesia fue de 7.631.143, lo que supone un aumento de 209.218 con respecto a la Renta de 2022. Este dato confirma que el número de declaraciones no solo se mantuvo, sino que se obtuvieron asignaciones procedentes de nuevos declarantes.
Gracias a estos declarantes, el importe total asignado a favor de la Iglesia Católica ascendió a 358.793.580 euros. Si se compara esta cantidad con la liquidación provisional del año anterior, la cantidad aumentó en 38 millones de euros, lo que supone un aumento del 11,9% frente al 8,5% del año anterior.
Datos de la Diócesis de Segorbe-Castellón
En Diócesis de Segorbe-Castellón, el número de declaraciones a favor de la Iglesia fue de 97.520, lo que supuso un 30,59 % de contribuyentes que eligieron destinar a la Iglesia el 0,7% de sus impuestos. Gracias a ellos, el importe total asignado a favor de la Iglesia fue de 4.037.266 €.
10 razones para marcar la ‘X’ de la Iglesia
1. Es una forma sencilla de colaborar con la Iglesia ya que no supone trámites engorrosos, basta con marcar una ‘X’ en la casilla de la Iglesia. Si hemos recibido el borrador en casa, se debe comprobar que la casilla aparece marcada; de lo contrario, modificarlo es muy sencillo.
2. No te costará nada, porque no te van a cobrar más por la declaración al marcarla ni te van a devolver menos.
3. Demuestra el compromiso a la Iglesia y a la actividad que realiza.
4. Es de las pocas cosas que podemos decidir sobre nuestros impuestos. Es decir, si la dejamos en blanco, es el Estado el que decide por nosotros sobre esa pequeña cantidad de dinero.
5. Demostramos a la sociedad que son muchos los que valoran la labor que realiza la Iglesia. El perfil de las personas que marcan la ‘X’ de la Iglesia es muy diverso. Todos forman parte de la comunidad Xtantos.
6. Marcando la ‘X’ se ayuda a sostener a la Iglesia en el desarrollo de sus actividades: mantenimiento del clero, anuncio del evangelio, vivencia de la fe y una inmensa labor asistencial que desarrolla en España y en todo el mundo.
7. Supone decir “sí” a la libertad religiosa, garantizada en la Constitución española y a su ejercicio pleno y efectivo en una sociedad plural y democrática.
8. Es una decisión libre y democrática que no perjudica a nadie. Se pueden marcar simultáneamente las casillas de la Iglesia católica y la de fines sociales.
9. Es el dinero mejor invertido. En la Memoria Anual de Actividades de la Iglesia, cada año se puede conocer en qué emplea ésta sus recursos.
10. Para los no católicos o no practicantes, marcar la casilla supone también reconocer el papel que la Iglesia tiene en la sociedad española, especialmente con los más necesitados en este tiempo de dificultad.
En relación al Plan presentado ayer por el ministro de la Presidencia, la Conferencia Episcopal Española (CEE) quiere señalar que:
La acción que la Iglesia viene desarrollando frente a los abusos sexuales coincide, en buena parte, con los cinco ejes de acción que este plan propone. La Iglesia trabaja ya en la línea de la acogida, la atención y la reparación de las víctimas, la prevención de los abusos, la formación de las personas y la sensibilización de la sociedad.
En relación al plan presentado, la CEE considera que, ciertamente, son valiosas aquellas medidas que se refieren a todas las víctimas y en ese aspecto trabaja y trabajará también la Iglesia, con la experiencia que ella misma puede aportar para acoger a todos los que han sufrido y sufren esta lacra.
Por otra parte, no se pueden plantear unas medidas de reparación que, siguiendo el informe del Defensor del Pueblo, dejarían fuera a 9 de cada diez víctimas. La Iglesia no puede aceptar un plan que discrimina a la mayoría de las víctimas de abusos sexuales.
El texto presentado parte de un juicio condenatorio de toda la Iglesia, realizado sin ningún tipo de garantía jurídica, un señalamiento público y discriminatorio por parte del Estado. Al centrarse sólo en la Iglesia católica, aborda únicamente una parte del problema. Es un análisis parcial y oculta un problema social de enormes dimensiones.
Además, esta regulación cuestiona el principio de igualdad y de universalidad que debe tener todo proceso que afecta a derechos fundamentales. La Iglesia va por delante en la acogida de las víctimas, en la formación para la prevención y en su reparación. Son los poderes públicos los que deben desarrollar medidas oportunas en esta labor de proteger a los menores en tantos ámbitos de su competencia.
La CEE ya adelantó al ministro Bolaños su valoración crítica sobre este plan al fijarse sólo en la Iglesia católica. También le manifestó su disposición a colaborar en los ámbitos de su responsabilidad y competencia, pero siempre en la medida en que aborde el problema en su conjunto.
En todo caso, la Iglesia mantiene su compromiso de continuar con la acogida a todas las víctimas de abusos sexuales, para acompañarlas y repararlas.
Hoy se abre el plazo para para que los contribuyentes puedan presentar su renta y finalizará el uno de julio. “Un viaje Por Tantos” es el lema de la campaña Xtantos 2024.
“Un viaje Por Tantos”
Se trata de una nueva iniciativa que, durante cinco días, ha permitido a 15 personas que no marcaban la X en su declaración de la renta conocer seis iniciativas de la labor social y espiritual de la Iglesia en Guadalajara, Alcalá de Henares, Segovia, Madrid, Getafe y Toledo. En el caso de esta experiencia, el 73% de las personas que no marcaban la X en su declaración de la renta han cambiado de opinión al conocer de cerca la realidad de la Iglesia.
Ahora, estos “viajeros Por Tantos” son los protagonistas de la campaña para que todo el mundo pueda ver a través de sus testimonios lo que puede suponer una simple X para millones de personas, como se recoge en la página web de la campaña: www.unviajeportantos.es
Del “viaje Por Tantos” al “viaje de la X”
Toda esta realidad de la Iglesia no sería posible sin otro viaje, el de la X, que también tiene seis paradas.
Comienza con la decisión de marcar la X a favor de la Iglesia en tu declaración de la Renta.
En el campo 105 de la declaración de la renta. Al marcar la casilla de la Iglesia, se destina el 0,7% de la cuota íntegra de la declaración.
Repartosolidario. La recaudación de la casilla de la Iglesia llega a la Conferencia Episcopal Española, que la reparte por todo el territorio con mecanismos de solidaridad para que llegue a las zonas con menos recursos.
Al servicio de los demás. Son las propias diócesis las que ponen el dinero en funcionamiento para sostener el clero, anunciar la buena noticia del evangelio, fomentar la vivencia de la fe y desarrollar la inmensa labor asistencial de la Iglesia en España y en todo el mundo.
Ayuda efectiva y afectiva. En el año 2023, más de 8,7 millones de personas marcaron la casilla de la Iglesia, sumando 358.793.580 millones de euros que han permitido ayudar a más de cuatro millones de personas y regalar esperanza en un tiempo especialmente difícil.
La sexta y última parada son las ¡Gracias! con las que la Iglesia agradece a todos aquellos que marcan la ‘X’, con independencia de sus creencias, porque, entre todos, logramos construir una sociedad mejor. #SomosIglesia24Siete.
La campaña en siete claves
Es absolutamente gratis, porque no me van a cobrar más por mi declaración al marcarla ni me van a devolver menos.
Es una decisión libre y democrática, que no perjudica a nadie. Se pueden marcar simultáneamente las casillas de la Iglesia católica y de otros fines de interés social.
Es de las pocas cosas que podemos decidir sobre nuestros impuestos. Es decir, si la dejamos en blanco, es el Estado el que decide por nosotros sobre esa pequeña cantidad (el 0,7% de nuestros impuestos).
Ayuda a sostener las actividades de la Iglesia: mantener al clero, el anuncio del Evangelio, la vivencia de la fe y la inmensa labor asistencial que desarrolla en España y en todo el mundo.
Es una forma sencilla de colaborar con la Iglesia, basta con marcar la casilla 105 al hacer la declaración.
Para los no católicos o no practicantes, marcar la casilla supone también reconocer el papel que la Iglesia tiene en la sociedad española, especialmente con los más necesitados en este tiempo de dificultad.
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