El viernes pasado, el grupo de oración La Inmaculada de la parroquia de la Sagrada Familia de Castellón, acompañados por el párroco, Miguel Abril, celebró un retiro-convivencia en la ermita de san Vicente Ferrer de l´Alcora.
Un año más nos disponemos a celebrar el Domund, la Jornada Mundial de las Misiones. Convocada por el Papa, es un día en que, de un modo especial, la Iglesia universal reza por los misioneros y organiza una colecta para colaborar con ellos. Se celebra sin interrupción desde 1926 en todo el mundo, siempre el penúltimo domingo de octubre, el mes de las misiones.
Este año, la coronación del Mes Misionero será el próximo domingo, 18 de octubre, Jornada que lleva por lema «Aquí estoy, envíame» (Is. 6,8). La misión tiene, desde su origen, la dinámica del envío. El Padre envía al Hijo y al Espíritu Santo, y Jesús envía a sus discípulos a anunciar el Evangelio a todas las gentes.
Toda la historia de la Iglesia se ha tejido con envíos de misioneros que, desde sus comunidades de origen, han salido a anunciar a Cristo con obras y palabras, formando nuevas comunidades. A través de ellos, la Iglesia puede presentar la Buena Noticia en todo el mundo y estar con los que más sufren, también durante estos tiempos de pandemia.
“La Iglesia continúa la misión de Jesús en la historia y nos envía por doquier para que, a través de nuestro testimonio de fe y el anuncio del Evangelio, Dios siga manifestando su amor y pueda tocar y transformar corazones, mentes, cuerpos, sociedades y culturas, en todo lugar y tiempo”.
(Mensaje del Papa Francisco para la Jornada)
OMP y los Territorios de Misión:
El DOmingoMUNDial de las misiones está organizado por Obras Misionales Pontificias (OMP), el instrumento oficial de la Iglesia que se encarga del sostenimiento de los Territorios de Misión. Es la red mundial que, en nombre del Papa, sostiene la misión y a las jóvenes iglesias con la oración y la caridad. Son el instrumento que tiene la Iglesia para hacernos conscientes a todos los bautizados de que todos somos misioneros.
Los Territorios de Misión, son aquellas zonas del mundo donde la misión de la Iglesia se encuentra con serias dificultades para seguir adelante por falta de medios personales y económicos:
Hay 1.115 Territorios de Misión.
Representan un tercio de las diócesis del mundo.
Casi la mitad de la población mundial vive en los Territorios de Misión (44,82%).
En las misiones se celebra uno de cada tres bautismos del mundo.
Un sacerdote en un Territorio de Misión atiende a más del doble de habitantes que otro sacerdote de la Iglesia Universal.
La Iglesia tiene una gran capilaridad: llega a las aldeas más remotas.
Más de la mitad de las escuelas de la Iglesia Católica están en las misiones: allí hay 119.200 escuelas.
El 26% del trabajo social de la Iglesia universal se desarrolla en los Territorios de Misión: allí hay 26.898 instituciones sociales (hospitales, orfanatos, residencias de ancianos…).
En los últimos 30 años, la Iglesia ha abierto de media 2 instituciones sociales y 6 instituciones educativas al día en las misiones.
“Dios continúa buscando a quién enviar al mundo y a cada pueblo, para testimoniar su amor, su salvación del pecado y la muerte, su liberación del mal”.
(Mensaje del Papa Francisco para la Jornada)
Misioneros en tiempos de coronavirus
Sabiendo que son muchos más, desde aquí queremos recordar a aquellos misioneros que pertenecen o tienen relación con nuestra diócesis, y de los que nos hemos hecho eco, sobre todo durante el confinamiento, para dar a conocer su situación y para que nos dieran una palabra de luz y de esperanza desde la fe. Han sido:
Luisa Herrera, misionera en Israel; Álex Díaz, sacerdote misionero en India; Magdalena Vicent, misionera en Japón; Lucas Blanch, sacerdote en Colombia; María Castell, misionera en Estonia; Constancia Silvestre, misionera en Burkina Faso; Mons. D. Luis Capilla, en Suiza; la familia Tortosa Rubert, misioneros en Hungría; y la familia Rubio Millán, misioneros en Ucrania.
También nos gustaría recordar a José Miguel Celma, misionero en Indonesia, Chile, Argentina y Uruguay, fallecido el mes pasado a causa del Covid-19.
¿Qué tienen todos ellos en común?, una llamada de Dios, a la que todos respondieron: “Aquí estoy, envíame”.
Que el Covid-19 no frene tu donativo
El Domund se enfrenta este año a una situación difícil por la pandemia, y desde Obras Misionales Pontificias se anima a que la situación sanitaria no obstaculice el donativo de aquellos que quieran participar en la misión de la Iglesia. Se puede colaborar de muchas formas:
Por Bizum: 00500
Por transferencia: Destinatario. Obras Misionales Pontificias – ES32 0049 5117 2821 1009 4950
“La celebración del Domund significa reafirmar cómo la oración, la reflexión y la ayuda material de sus ofrendas son oportunidades para participar activamente en la misión de Jesús en su Iglesia”.
(Mensaje del Papa Francisco para la Jornada)
Lee AQUÍ el mensaje del Papa para la Jornada Mundial de las Misiones 2020
Nos disponemos a celebrar el próximo domingo, 18 de octubre, la Jornada Mundial de las Misiones, el Domund, bajo el lema “Aquí estoy, mándame” (Is 6,8). Este año, marcado por el dolor, el temor y la incertidumbre que en todo el mundo está causando la pandemia de la Covid-19, el camino misionero queda iluminado por la frase del lema, tomada del relato de la vocación del profeta Isaías. Es la respuesta siempre nueva a la pregunta del Señor: “¿A quién enviaré?” (ibíd.). Esta llamada viene del corazón de Dios, de su Amor misericordioso que interpela a nuestra Iglesia y a cada bautizado personalmente. Dios nos invita a ser misioneros de su Amor, mostrado y ofrecido en Jesucristo. Jesús nos llama especialmente en esta situación a salir de nosotros mismos por amor a Dios y al prójimo para compartir, servir e interceder.
“En el sacrificio de la cruz, -escribe el Papa en su Mensaje- donde se cumple la misión de Jesús, Dios revela que su amor es para todos y cada uno de nosotros. Y nos pide nuestra disponibilidad personal para ser enviados, porque Él es Amor en un movimiento perenne de misión, siempre saliendo de sí mismo para dar vida. Por amor a los hombres, Dios Padre envió a su Hijo Jesús (cf. Jn 3,16). Jesús es el Misionero del Padre: su Persona y su obra están en total obediencia a la voluntad del Padre (cf. Jn 4,34; 6,38; 8,12-30; Hb 10,5-10). A su vez, Jesús, crucificado y resucitado por nosotros, nos atrae en su movimiento de amor; con su propio Espíritu, que anima a la Iglesia, nos hace discípulos de Cristo y nos envía en misión al mundo y a todos los pueblos”.
Jesucristo mismo es la encarnación, revelación y realización más perfecta del amor de Dios en la historia humana. Quien se encuentra personalmente con Cristo resucitado, vivo y presente, escucha su pregunta y acoge su propuesta a compartir su misión de llevar el amor de Dios a todos los hombres y mujeres; el misionero sabe que Jesús “camina con él, habla con él, respira con él. Percibe a Jesús vivo con él en medio de la tarea misionera” (Francisco, EG 266).
El misionero sale de sí mismo para ir al encuentro de todos, especialmente de los más pobres, enfermos y necesitados, y mostrarles con palabras y obras a Dios, que es compasivo y misericordioso, cercano y providente. Con su vida entregada al Señor, el misionero sirve a los hombres y les revela la alegría que produce ser y saberse amados por Dios. Por medio de los misioneros, la cercanía y el amor de Dios alcanzan a cada persona allá donde se encuentra. El amor es la identidad de Dios que ofrece y da a todo aquel que lo acoge amor, perdón, reconciliación, luz, vida, esperanza y salvación. El amor es también la identidad de la Iglesia, hogar donde cada persona puede y debe sentirse acogida, amada y alentada a vivir desde el amor de Dios manifestado en Cristo; y es también la identidad del misionero, que acompaña a las personas, compartiendo su día a día en sus alegrías y en sus penas.
La misión nace de un amor apasionado por Jesús y que se convierte en un amor apasionado por todo hombre y mujer. Quien contempla a Jesús crucificado, reconoce todo el amor, que nace del corazón traspasado de Cristo, y que está destinado a la humanidad entera. El misionero descubre que Jesús le quiere tomar como instrumento para llegar cada vez más cerca de su pueblo amado y de todos aquellos que lo buscan con corazón sincero.
El día del Domund es una ocasión privilegiada para que todos los integrantes del Pueblo de Dios tomemos conciencia de la permanente validez y la urgencia del mandato misionero de Jesús: “Id por todo el mundo y anunciad el Evangelio a toda creatura”. Un mandato y un envío que valen para todos los cristianos. La Iglesia, toda comunidad cristiana y todos los cristianos hemos sido convocados para ser enviados, para salir al mundo y ser testigos con obras y palabras de la Buena Noticia del Amor de Dios.
Esta Jornada debe servir también para renovar nuestro recuerdo agradecido por los misioneros, para orar por ellos y ofrecerles nuestra ayuda generosa: los misioneros, siguiendo la llamada del Señor, lo han dejado todo y entregan su vida para que la Buena Nueva del Amor de Dios resuene en todos los continentes. Son muchas y, en algunos casos extremas las carencias y necesidades materiales de los misioneros en el cumplimiento de su tarea evangelizadora y promotora del desarrollo integral de las personas, en especial de los más pobres. Seamos generosos en la colecta de este día. Sigamos rezando al Señor para que suscite en nuestra Iglesia nuevas vocaciones para la misión, entre nosotros y en los países llamados de misión: para que no falten nunca misioneros, testigos del Amor de Dios.
El 14 de julio la Congregación para la Doctrina de la Fe difundió el documento «Samaritanus Bonus, sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida». El 4 de octubre el Obispo, D Casimiro López Llorente, afirmaba en su carta dominical que «el tema del final de la vida humana está de nuevo en el primer plano de la actualidad», y exhortaba a «administrar siempre a los enfermos en condiciones críticas y/o terminales los cuidados básicos de la alimentación y de la hidratación. Además hemos de ofrecerles los cuidados paliativos, que tienen como objetivo aliviar los sufrimientos en la fase final de la enfermedad y de asegurar al paciente un adecuado acompañamiento humano, afectivo y espiritual».
La comunidad peruana de nuestra diócesis comienza hoy, y hasta el 17 de octubre, la novena en honor al Señor de los Milagros.
Bajo la organización del Secretariado de Migraciones, suelen participar las dos Hermandades de Castellón, una ubicada en la parroquia de Santo Tomás de Villanueva, y la otra en la parroquia de El Salvador, cerca de un millar de personas en total.
Se reunirán todos los días a las 19 horas en la parroquia de Santo Tomás para celebrar la Eucaristía y rezar la novena. Y aunque en esta ocasión no es posible realizar la tradicional procesión por el barrio de la parroquia, el domingo 18 celebrarán la festividad con la Santa Misa.
Por otra parte, el sábado 24 está previsto realizar una visita a la Basílica de la Mare de Deu del Lledó, donde también celebrarán una Eucaristía.
El Señor de los Milagros
Tras varios milagros relacionados con terremotos, el Señor de los Milagros, imagen venerada por peruanos y extranjeros en el Perú, es una de las procesiones más multitudinarias de la fe católica en el mundo. Los Papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, dieron su bendición a la Imagen que portaron los hermanos de la Hermandad del Señor de los Milagros de Roma. En todo el mundo, la comunidad peruana y muchos devotos de diferentes nacionalidades a este Cristo, lo sacan en procesión durante el mes de octubre.
Himno al Señor de los Milagros
Señor de los Milagros
a ti venimos con devoción
tus fieles devotos
a implorar tu bendición. (bis)
Faro que guías da a nuestras almas
la fe, esperanza, la caridad.
Tu amor divino nos ilumine,
nos haga dignos de tu bondad.
Con paso firme de buen cristiano
hagamos grande nuestro País,
y unidos todos con una fuerza
te suplicamos nos des tu luz.
Señor de los Milagros
a ti venimos en procesión
tus fieles devotos
a implorar tu bendición.
La parroquia de la Sagrada Familia, en Castellón, es franciscana. Desde inicio del siglo XX albergó a la comunidad de capuchinos, que continuaron haciéndose cargo de la pastoral cuando en los años 40 se convirtió en parroquia. Esa herencia franciscana sigue a pesar que en 2012, después de 109 años, la comunidad se retiró de la ciudad. Una muestra es la solemnidad con la que se celebra cada año la festividad de San Francisco, el 4 de octubre.
La medicina paliativa no está suficientemente contemplada en la organización sanitaria española, y sería deseable que los poderes públicos reconocieran con mayor sensibilidad esa necesidad y la impulsaran decisivamente. Se asienta básicamente en el reconocimiento de la triple realidad que configura el proceso de la muerte inminente en la sociedad actual: un paciente en situación terminal con dolor físico y sufrimiento psíquico, espiritual, social; una familia angustiada que no acaba de saber gestionar la situación y sufre por el ser querido; y un personal sanitario educado fundamentalmente para luchar contra la muerte y afrontar y paliar el dolor y el sufrimiento.
En las Unidades de Cuidados Paliativos, que son áreas asistenciales incluidas física y funcionalmente en los hospitales, se proporciona una atención integral al paciente terminal. Un equipo de profesionales asiste a estos enfermos en la fase final de su enfermedad, con el objetivo de mejorar la calidad de su vida en este trance último, atendiendo todas las necesidades físicas, psíquicas, sociales y espirituales del paciente y de su familia. Todas las acciones de la medicina paliativa van encaminadas a mantener y, en lo posible, aumentar, el sosiego del paciente y de su familia.
El lunes pasado se celebró, en el Palacio Arzobispal de Valencia, la primera reunión ordinaria del curso de los obispos de la Provincia Eclesiástica Valentina, integrada por las tres Diócesis de la Comunidad Valenciana y de las Islas Baleares.
En ella se trataron temas relevantes, como el valor de la vida, la libertad de educación y el sostenimiento de la Iglesia, y estuvo presidida por el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares.
Participó nuestro Obispo, Casimiro López Llorente; así como los obispos de Orihuela-Alicante, Jesús Murgui; de Mallorca, Sebastià Taltavull; de Menorca, Francesc Conesa; el sacerdote Vicente Ribas, administrador diocesano del Obispado de Ibiza; los obispos auxiliares de Valencia, Esteban Escudero, Javier Salinas, Arturo Ros y Vicente Juan Segura; además del vicario general de Valencia, Vicente Fontestad.
71020. Es un número de dorsal hecho con la fecha de la Jornada por el Trabajo Decente. Las entidades convocantes promueven que se recorra una distancia y se envíe foto y metros – o kilómetros – hechos. El objetivo es mostrar que se está en marcha por unas relaciones laborales que tengan a la persona en el centro con dignidad. Este es el núcleo del llamamiento que ha hecho el Obispo, D. Casimiro López Llorente, a los diversos actores sociales: “Que se unan para que nadie quede excluido y que toda persona encuentre las condiciones necesarias para poder desarrollarse según la imagen que Dios ha impreso en cada uno de nosotros”.
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