El colegio de Ntra. Sra. de la Consolación de Castellón acogerá la Eucaristía de clausura del Año Jubilar con motivo del centenario del nacimiento de sor María Teresa González Justo, religiosa de la congregación que fue declarada Sierva de Dios como Venerable por el Papa san Juan Pablo II en 1992. Será el próximo miércoles, día 12 de octubre, a las 12 h.
Nació en Quintanar de la Orden, (Toledo) el 11 de febrero de 1921 en el seno de una familia católica. A los 15 años quedó huérfana de padre, ya que murió mártir por la fe en la Guerra Civil. Durante 7 meses visitó en la cárcel al asesino de su padre, y le llevaba comida y el perdón de Dios todos los días, como un gesto de caridad y de amor misericordioso.
A los 20 años descubre la vocación de entrega total al Señor y a los hermanos siendo Hermana de la Consolación. Hace su primera profesión en 1943 y es enviada a trabajar al Colegio de la Consolación en Burriana, luego a servir a los enfermos tuberculosos en el Sanatorio de Vila Real, donde permanecerá hasta 1953.
En este campo apostólico despliega todo su amor a Dios, que fortalece en la oración, y lo entregará sin descanso a los enfermos, en un amor que se hace servicio total, en una caridad que no conoce fronteras, viendo en ellos al mismo Dios. Exclamaba: “Dios mío, ¡cuánto amo a mis hermanos, es que en ellos estás Tú!”.
El día 12 de octubre de 1967, festividad de la Virgen del Pilar, moría María Teresa a causa de un cáncer en el Sanatorio de la Magdalena de Castellón de la Plana. Tenía 46 años. Vivió y entregó su vida al cuidado de los enfermos tuberculosos durante 24 años, pasó como un ángel de paz, siempre con una sonrisa en los labios, olvidada de sí y no buscando otra cosa que “la gloria de Dios y el bien de los hermanos”, como su Madre Fundadora, Santa María Rosa Molas.
En septiembre de 1981 se introdujo la causa de beatificación y canonización de sor María Teresa González Justo en la Diócesis de Segorbe-Castellón. El 13 de junio de 1992, el Papa san Juan Pablo II, ratificaba el decreto de reconocimiento de las virtudes heroicas de la Sierva de Dios como venerable. Sus restos mortales descansan en la capilla del Colegio de Nuestra Señora de la Consolación de Castellón, donde pueden ser visitados. La causa sigue abierta a la espera del milagro necesario para su beatificación.
Las religiosas de la comunidad del Convento de Carmelitas Descalzas de Caudiel reeligieron ayer a la Priora, la Hna. Rosa Rivera Ortiz (Madre Regina del Carmelo), habiendo vencido el periodo para el que fue elegida.
La nueva elección se realizó según la regla y constituciones de las Carmelitas Descalzas, aceptando la Priora el cargo ante el Obispo, D. Casimiro López Llorente; y el Visitador Episcopal, D. Joaquín Guillamón.
En la homilía de la Eucaristía que celebraron, el Obispo exhortó a la comunidad de Carmelitas a “acudir siempre a la Santa Misa, centro de nuestra vida y de nuestra misión”, y les indicó tres cualidades, tres dones a cultivar por la comunidad y en la vida de todo cristiano: la unidad, la complementariedad y la caridad.
En la Iglesia, todos los cristianos estamos llamados a formar un solo cuerpo, una sola comunidad, indicó, pues vivimos unidos a Cristo, “que es la cabeza, el que une, el que salva, el que alienta, el que da la vida”. Además, cada miembro de este cuerpo tiene su importancia, su valor, cada uno con sus dones, “todos somos diferentes pero complementarios”.
Por otra parte, también en el contexto de la celebración del Año Jubilar diocesano, animó al crecimiento en la caridad, en “el amor a Dios y a los hermanos”, señalando que los mayores dones sin la caridad no son nada y cómo esta misma caridad es el mejor camino para llegar a Dios y a los demás, y puso como ejemplo a Santa Teresa del Niño Jesús: «En el corazón de la Iglesia yo seré el amor».
Cabe recordar que en octubre del pasado año se llevaron a cabo distintos actos con el fin de celebrar el 350 Aniversario del Convento de Ntra. Sra. de Gracia y de San José.
Las Hermanas de la Sagrada Familia de Nazaret, en Benicàssim, estrenan este nuevo curso con el lanzamiento de su nueva página web. El carisma de la congregación, fundada en el año 1875 en Roma por la beata Franciszka Siedliska, es imitar a la Sagrada Familia, siento testigos y difundiendo el amor de Dios mediante una entrega total al servicio de la Iglesia, especialmente a la misión por la familia.
La nueva página, www.hermanasnazaret.es, incorpora varios apartados, entre los que destaca su actividad apostólica entre los niños, los jóvenes, las familias y los mayores. Además, entre otros datos de interés ofrece información sobre el carisma y la misión de la Congregación, sobre la fundadora, y mártires.
También acerca de la capilla, en la que ofrecen la oportunidad de participar en la adoración vespertina diaria del Santísimo Sacramento, así como un lugar para realizar retiros y para jornadas de formación.
Las hermanas Clarisas del Convento de La Vall d’Uixó acogieron, el pasado 4 de julio, la imagen de la Virgen peregrina de la Cueva Santa que permanecerá en la casa hasta el próximo domingo, 10 de julio.
Este peregrinaje de la Virgen se ha organizado desde la Delegación diocesana para la Vida Consagrada con motivo del Año Jubilar Diocesano. De esta forma, las hermanas podrán venerar la imagen de la que es Patrona de nuestra Diócesis, así como orar ante Ella pidiendo su intercesión ante las peticiones de oración que se reciben en los Conventos.
Relación de visitas de la Virgen a los Monasterios de la Diócesis:
del 4 al 10 de julio: Clarisas de Vall d’Uixó
del 11 al 17 de julio: Esclavas de Castelló
del 18 al 24 de julio: Carmelitas de Alquerías
24 de julio: Hermanas del Cristo del Hospital de Vila-real
del 25 al 31 de julio: Clarisas de Vila-reaL
del 1 al 7 de agosto: Fraternidad de la Paz de Castelló
Las ocho religiosas de la comunidad del Monasterio de San José de las Carmelitas Descalzas de Castellón han elegido esta mañana a la nueva Priora, la Hna. Mª Soledad Ortigosa. Lo será por un periodo de tres años, habiendo vencido el periodo para el que fue elegida su antecesora, la Hna. Ana María Ortigosa.
Después de la celebración de la Eucaristía, presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro, se han reunido las ocho hermanas para realizar la elección de la nueva Priora, un acto al que también ha asistido el Visitador Episcopal, D. Joaquín Guillamón.
En la homilía, el Obispo ha exhortado a la comunidad de Carmelitas a acudir a Dios, “a afianzar nuestra fe en Dios y a poner la confianza en Él”, ante las dificultades y ante la falta de vocaciones a la vida consagrada, al sacerdocio y al matrimonio, pues es “un Dios que nunca nos abandona”.
“Cristo Jesús ha resucitado, nos ha enviado su Espíritu, y Él sigue presente en nuestra Iglesia – les decía – y está en nosotros acoger esa presencia y ese aliento que nos da para seguir caminando según la vocación que cada uno hemos recibido, para cumplir con la misión que Él nos ha confiado”.
También ha animado a las hermanas a vivir con alegría, “la alegría de saberse siempre amados por Dios, nunca abandonados por Él, y esa es la razón de nuestra paz, de nuestra alegría y de nuestra esperanza”. “Una monja triste es una triste monja, y un cristiano triste es un triste cristiano”, añadía.
Este domingo, fiesta de la Santísima Trinidad, celebramos la Jornada ‘Pro Orantibus’, es decir, la Jornada por los que oran. Es un día para recordar con cariño a los monjes y monjas de vida contemplativa y para orar especialmente por ellos, que a diario rezan por nosotros en sus monasterios y conventos. Les queremos mostrar de este modo nuestra estima y gratitud. Y pedimos a Dios que suscite en nuestros jóvenes y en nuestras jóvenes vocaciones a la vida consagrada contemplativa, para que nuestros monasterios no se vean abocados a cerrar. Por falta de vocaciones, en nuestra Diócesis se han tenido que cerrar cinco monasterios de monjas en los últimos años.
Ante esta realidad hay que afirmar una vez más que los monasterios de vida contemplativa son y siguen siendo necesarios; y hoy, si cabe, lo son más que nunca. Cierto que hay quien no entiende su razón de ser ni el modo de vida de los monjes y monjas de clausura. Pero nuestra sociedad y también nuestra Iglesia necesitan lámparas en el camino que nos remitan a Dios y que nos ayuden a volver la mirada a Dios, al Dios Uno y Trino, que es Amor, la fuente y el manantial inagotable del amor.
Somos testigos y –muchas veces- víctimas de un contexto secularizado, que está marcando profundamente el corazón del hombre y de la mujer de hoy. Vivimos inmersos en un contexto que pretende entender el hombre, la sociedad y la historia como si Dios no existiera. Se propugna que la persona humana, su vida y su dignidad, su trabajo y sus relaciones, la educación, el matrimonio y la familia, la cultura, la economía y la organización de la sociedad se conciban sin referencia alguna a Dios. El hombre se ha convertido en absoluto y se ha creado sus propios dioses: el poder y el tener, el prestigio y el disfrute, el progreso sin meta. Dios es ignorado, cuando no rechazado, como Señor de la existencia humana, como su origen, su guía y su meta. Marginar a Dios es la tentación permanente del hombre que pretende ser dios al margen de Dios. Lo religioso y, especialmente, lo cristiano son silenciados o ridiculizados. Con frecuencia se hostiga a los católicos o se los combate abiertamente, cuando Dios, Cristo Jesús y su Evangelio incomodan las posiciones y cuestionan las libertades sin verdad y sin ética que defienden un estilo de vida sin Dios.
Pero el silenciamiento de Dios, de su voz y de su providencia sabia y amorosa abre el camino a una vida humana y a una sociedad sin rumbo y sin sentido; poco a poco se abre el camino a proyectos que acortan el horizonte y se cierran en intereses al servicio de ideologías de distinto tipo. El silenciamiento de Dios en nuestra cultura está llevando al ocaso de la dignidad humana. Reducido el hombre a su dimensión material e intramundana, expoliado de su profundidad espiritual, eliminada su referencia a Dios, se inicia la muerte del hombre.
En este contexto, los monasterios y conventos dedicados a la contemplación, formados por mujeres o por hombres, son para la sociedad y la Iglesia faros luminosos, y para la Iglesia motivo de acción de gracias a Dios y una fuente de gracias celestiales. Con su vida y su misión, sus miembros imitan a Cristo orando en el monte, testimonian el señorío de Dios sobre la historia y anticipan la gloria futura. En la soledad y el silencio, mediante la escucha de la Palabra de Dios, el ejercicio del culto divino, la ascesis personal, la oración, la mortificación y la comunión en el amor fraterno, orientan toda su vida y actividad a la contemplación de Dios. Ofrecen así a la comunidad eclesial un singular testimonio del amor de la Iglesia por su Señor y contribuyen al crecimiento de la comunión y de la misión del Pueblo de Dios.
Los pilares básicos de su existencia son la escucha, la conversión y la comunión. Los monjes y monjas de clausura lo han dejado todo para contemplar al Señor se convierten en testigos de la Luz en medio del mundo y del Pueblo de Dios. Son como lámparas en el camino que llevan a lo más importante, a lo único decisivo, a la realidad por excelencia, a Dios mismo. Nada hace ensanchar el corazón humano tanto como la consideración de que Dios es el único bien (Sal 16, 2).
La vida contemplativa tiene mucho que decir hoy. Es una forma de vida que dirige nuestra mirada al manantial del ser y de la vida, a la comunión con Dios y los hermanos, al núcleo de la misión de la Iglesia. Y es también un servicio sagrado a los hombres, porque todo hombre lleva en lo más íntimo de su corazón la nostalgia de la máxima felicidad, la nostalgia de Dios.
En el contexto de la celebración del Año Jubilar Diocesano con motivo del 775º Aniversario de la Creación de la Sede episcopal en Segorbe, las monjas contemplativas de la Diócesis de Segorbe-Castellón celebraron ayer un encuentro con el Obispo, D. Casimiro en el que se tuvo muy presente la Jornada Pro Orantibus que la Iglesia Católica celebra este domingo.
Así, una representación de las congregaciones de las Clarisas, Agustinas, Carmelitas y de la Fraternidad de la Paz, vivieron una jornada en la que obtuvieron la indulgencia plenaria y ganaron el Jubileo.
Dentro del programa que se organizó, en el que estuvieron acompañadas por el Delegado diocesano para la Vida Consagrada, D. Joaquín Guillamón, mantuvieron una reunión con D. Casimiro en la que pudieron departir animadamente sobre aspectos que les son comunes. Se les entregó la «Carta Pastoral» de nuestro Obispo así como el «Libro del Peregrino» que la Diócesis ha editado con motivo del Año Jubilar Diocesano.
La misma Catedral fue el escenario donde D. David Montolio, Dr. en Arte y miembro de la Delegación diocesana de Patrimonio, impartió la Conferencia Histórica que bajo el título «Segobricensis 775º Aniversario en el contexto del devenir histórico del Pueblo de Dios en la Diócesis de Segorbe-Castellón» se presentó como una oportunidad para hacer memoria agradecida del pasado favoreciendo la conversión personal y comunitaria, y asumir el compromiso misionero.
A partir de toda la documentación mostrada, referenciada y explicada, las monjas contemplativas de nuestra Diócesis pudieron comprobar el ser, el hacer y la misión de la Iglesia diocesana a lo largo de estos casi ocho siglos de historia. También, previo al peregrinaje hacia la Puerta Santa, visitaron el Museo Catedralicio y contemplaron, a través de las obras de arte, la esencia propia que conforma la Santa Iglesia Catedral Basílica como conjunto de un espacio de culto neoclásico.
La Eucaristía estuvo presidida por el Obispo, D. Casimiro, quien durante la homilía hizo referencia al objetivo de la peregrinación de las hermanas, que no es otro que «dejarnos purificarnos por el Señor para ser lo que estamos llamados a ser: signo e instrumento visible de la presencia de Dios en nuestro mundo», siendo ésta la razón de la Iglesia diocesana.
En este Año Jubilar, dijo D. Casimiro, «queremos dar gracias a Dios por esta historia de fe y de acción de Dios en nosotros porque nuestra Iglesia es, ante todo, un don de Dios». En este sentido, exhortó a vivir y sentir a nuestra Iglesia, «más allá del territorio, de la historia y de los cambios» que se han venido produciendo a lo largo de estos siglos, «somos el pueblo elegido de Dios para hacerle presente a Él, a su Misericordia y a su amor».
Este Año Jubilar, prosiguió, «nos llama a dejarnos convertir y evitar todo aquello que nos impide vivir la comunión con Dios y la comunión con ,los hermanos». Dejándonos renovar por el Espíritu del Señor, resaltó el Obispo, para que siendo dóciles a sus interpelaciones, nos vayamos dejando purificar alegrando los corazones».
En su predicación no fue ajeno a las dificultades que, en algunas circunstancias , como la falta de vocaciones «nos apagan y nos agobian, pero hay que vivir nuestra vocación de consagradas contemplativas, de sacerdotes y de cristianos para recuperar así la vida de nuestra Iglesia».
La fuente es «Cristo Jesús – dijo el Obispo – que nos une y nos reúne en torno a la mesa de la Eucaristía que nos lanza a la misión», haciendo así hincapié en el lema de este año jubilar «creciendo en la comunión para salir a la misión».
Esa misma es la encomienda que el mismo Jesús hizo a los Apóstoles y que ayer se recordó a través de la proclamación de la Palabra, en la que D. Casimiro puso el acento de su predicación y que no es ajena a la vida en los conventos pues la comunión lo es primero «con Dios, vuestro esposo, porque así es como se mantendrá viva la llama de la fe y de la gracia que el Señor insertó en cada uno de nosotros el día de nuestro Bautismo» y eso, prosiguió, «será la fuente de comunión entre las hermanas».
En este sentido, hizo alusión también a la dificultad que, en algunas ocasiones, supone la comunión fraterna día a día pero esa es la llamada del Señor para ser signos visibles de su presencia porque de lo contrario nos quedaríamos a medio camino. A partir de la intimidad con Dios desde la oración y la contemplación, las exhortó a «vivir la comunión desde la fraternidad con los demás porque la comunión es la expresión sincera de que estamos unidos a Cristo».
Nos debemos dejar purificar, convertir y renovar en nuestra vida y también en la tarea pastoral que cada uno tenemos porque como Iglesia, resaltó D. Casimiro, «no vivimos para nosotros mismos sabiendo que somos mediación, en colaboración con Jesucristo, para que la salvación y la renovación llegue a toda la humanidad».
La Eucaristía sirvió también para elevar petición por las vocación y «orar por los que oran» recordando así la Jornada Pro Orantibus que la Iglesia celebra mañana domingo.
Al finalizar también pudieron contemplar la Exposición Histórica «Germen y Diseño» que está ublicada en el interior de la Catedral Basílica de Segorbe y que incluye diversos elementos que han ido construyendo nuestra Diócesis. De esta forma pudieron ver y conocer la narración y el sentido de cómo la Palabra ha sido acogida, difundida y realizada a lo largo de la comunión diocesana durante siglos.
Ayer, solemnidad de Pentecostés, nuestro Obispo presidió la Eucaristía con las religiosas de la CONFER en la parroquia de San José Obrero de Castellón. “El Espíritu Santo nos enseña y nos empuja a amar, es el maestro interior que nos enseña el camino de la vida, Jesucristo”, dijo en la homilía.
Se hace presente lo que vivieron los apóstoles de Jesús, explicó D. Casimiro, que estando en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos reciben el Espíritu Santo, desvaneciéndose los miedos, y “su corazón se llenó de alegría”. Ello “es fruto del encuentro con el Señor resucitado por la fuerza del Espíritu”, “Él nos enseñan a seguir a Jesús”.
Él es el que nos hace profesar que Jesús es el Señor, señaló. “Acojamos al Espíritu Santo – exhortó – seamos dóciles a sus enseñanzas”. Jesús nos envía su Espíritu para ser discípulos misioneros, para compartir la Buena Noticia de su amor, para salir y darle a conocer a los demás. Además, este Año Jubilar es un tiempo de especial efusión del Espíritu Santo para nuestra conversión, “estamos llamados a dejarnos purificar”, “para que sane nuestros corazones, nuestras comunidades, nuestra Iglesia”.
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