D. Casimiro preside la Eucaristía en la XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada en nuestra Diócesis
La Basílica de Nuestra Señora de Lledó acogió ayer tarde la celebración de la Eucaristía en la XXIX Jornada Mundial de la Vida Consagrada que estuvo presidida por Mons. Casimiro López Llorente, Obispo de Segorbe-Castellón.

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Bajo el lema “Peregrinos y sembradores de esperanza”, la Jornada quiso poner el acento en las personas que, a través de la consagración, dedican su vida por completo a Cristo, destacando la belleza de la vocación, más en el contexto de este Año Santo que la Iglesia nos llama a todos a ser «peregrinos y sembradores de esperanza». Un camino hacia Dios propio de todos los bautizados y que anticipa los dones celestiales en la peregrinación.

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El encuentro con Jesucristo Eucaristía unió a religiosos, religiosas y fieles que se congregaron para dar gracias a Dios por la vocación de quienes han consagrado su vida a Él y a su servicio en la Iglesia.

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Encuentro, consagración y esperanza
Durante la homilía, el Obispo destacó tres pilares fundamentales que guían la vida consagrada: encuentro, consagración y esperanza. “Dios nos bendice con su Palabra, una Palabra viva que sigue hablándonos aquí y ahora”, afirmó, invitando a los presentes a vivir un encuentro permanente con Cristo, ya que solo en Él se encuentra el verdadero sentido de la vocación y la misión cristiana.

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Mons. Casimiro López Llorente recordó que esta jornada coincide con la festividad de la Presentación del Señor, también conocida como la fiesta de la Candelaria, un momento en el que María y José llevaron al Niño Jesús al Templo, ofreciendo su vida a Dios. «Es un día en el que recordamos nuestra propia consagración y renovamos nuestro compromiso de vivir en fidelidad a la llamada del Señor», afirmó el Obispo.

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El Obispo subrayó la importancia de la consagración como entrega total a Dios. «Jesús se ofreció al Padre por nuestra redención, y así también vosotros, consagrados y consagradas, sois llamados a vivir con radicalidad evangélica en pobreza, castidad y obediencia, como testimonio vivo del Reino de Dios», expresó.

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Asimismo, abordó el desafío de la esperanza en el mundo actual, destacando que la vida consagrada está llamada a ser luz en medio de las dificultades. «Vivimos tiempos de incertidumbre, con crisis de vocaciones y comunidades envejecidas, pero nuestra confianza debe estar puesta en el Señor. Hemos de ser promotores de esperanza para tantos que han perdido la fe o viven en la oscuridad de la desesperanza», alentó.

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En este sentido, animó a los consagrados a seguir siendo signos de esperanza en sus comunidades y en la sociedad, especialmente ante los jóvenes, los enfermos, los pobres y los que sufren, y recordando las palabras del Papa Francisco, les exhortó «a ser testigos de la esperanza que no defrauda, y que tiene nombre: Jesús», subrayó.

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La celebración concluyó con la renovación de los votos religiosos por parte de los consagrados presentes y con la oración a la Virgen del Lledó, patrona de Castellón, pidiéndole que siga acompañando y protegiendo a todos los que han entregado su vida a Dios.

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Con este encuentro, la Diócesis de Segorbe-Castellón reafirma su compromiso de oración y apoyo a la vida consagrada, una vocación esencial para la Iglesia y para el mundo, testimonio vivo del amor y la entrega total a Dios y a los hermanos.

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