La Diócesis celebra a San Juan de Ávila

El Presidente de la Conferencia Episcopal Española, Mons. Argüello, ofreció una charla sobre la Encíclica «Dilexit nos»

Coincidiendo con este tiempo de oración de la Iglesia Universal por el nuevo pontífice, León XIV, la Diócesis de Segorbe-Castellón celebró ayer a San Juan de Ávila, Patrono del clero secular español.

El encuentro comenzó a las 10.30 de la mañana con la acogida en el Seminario Diocesano de Segorbe. A continuación Mons. Luis Argüello, Arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, ofreció una profunda meditación inspirada sobre la reciente encíclica del Papa Francisco Dilexit nos, que está centrada en el amor humano y divino del Corazón de Jesús. El prelado subrayó que el corazón es el lugar donde verdaderamente se juega la vida del discípulo de Cristo.

“No se puede navegar por la superficie”, advirtió Mons. Argüello, “porque la apariencia y la mentira solo ofrecen vacío. Es en el corazón donde todo se decide”. Recurriendo al episodio de los discípulos de Emaús, recordó la exclamación que brota de la experiencia del encuentro con Cristo resucitado: “¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino?” (cf. Lc 24,32).

El arzobispo insistió en que el corazón es el lugar de la sinceridad, donde no se puede engañar y donde se percibe la verdadera acción de Dios. Invitó al clero a cultivar una vida interior profunda, capaz de acoger la Palabra con verdad, para no caer en el activismo ni en un servicio pastoral superficial.

Peregrinación en el Jubileo de la Esperanza

Coincidiendo con la celebración del Jubileo de la Esperanza, el clero diocesano, junto a nuestro Obispo y pastor y el Arzobispo de Valladolid recorrieron, en peregrinación, la distancia que separa el Seminario diocesano de la Catedral-Basílica de Segorbe, que es templo Jubilar. Allí D. Casimiro presidió una Eucaristía de acción de gracias, en la que se honró la figura de San Juan de Ávila y se celebraron las bodas sacerdotales de cinco presbíteros.

Durante la homilia, el Obispo hizo memoria agradecida de un sacerdote que, con su vida, doctrina y celo pastoral, dejó una huella imborrable en la espiritualidad y en la reforma eclesial del siglo XVI. De su profunda conversión a su predicación incansable, formador de sacerdotes y consejero espiritual de santos como Santa Teresa de Jesús o San Juan de Dios.

Su sabiduría y testimonio lo hicieron merecedor del título de Doctor de la Iglesia, concedido por Benedicto XVI en 2012. De entre sus virtudes, cabe destacar, la caridad pastoral que lo llevó a entregar su vida por la conversión de las almas y la renovación del clero; la humildad, al saberse instrumento en manos de Dios, sin buscar honores ni reconocimientos; el celo evangelizador que lo impulsó a predicar con ardor apostólico y claridad doctrinal; la profunda vida interior alimentada por la oración y la Eucaristía, desde donde brotaba su capacidad de discernimiento y su profundidad teológica; y la obediencia a la Iglesia.

Su fiesta es una ocasión para recordar que el sacerdote está llamado a ser hombre de Dios y pastor del pueblo, con un corazón configurado con el de Cristo. San Juan de Ávila sigue siendo hoy referente y estímulo para todos los presbíteros que, en medio de una sociedad secularizada, desean vivir su vocación con fidelidad, alegría y radicalidad evangélica.

D. Casimiro también tuvo palabras de agradecimiento a Dios «por los años de servicio fiel y entregado a Dios en su Iglesia» de los sacerdotes que este año celebran sus bodas de oro sacerdotales de D. Vicente Hernández (sacerdote operario en al Residencia ‘Mosén Sol’ de Alquerías del Niño Perdido), y de plata, D. José Manuel Beltrán Albalat, D. Carlos Dolz Boix, D. Vicente Pascual Esteller Costa y D. Miguel P. León Padilla, a quienes se regaló una estola a cada uno.

Tras la Eucaristía, se celebró una comida, brindándose como oportunidad para fortalecer la alegría y la fraternidad sacerdotal, en un día en que la Iglesia Universal acogía al nuevo Papa, León XIV.