La Acción Católica General de la Diócesis de SegorbeCastellón, como asociación laical creada para la evangelización de las personas y de las realidades en las que está inmersa la parroquia, se presenta como un instrumento adecuado para el desarrollo de un laicado articulado en la vida parroquial. Así, este pasado fin de semana han celebrado su asamblea de final de curso en la ermita de la Virgen de Gracia de Vila-real.
Tras la acogida de los participantes tuvo lugar la oración de la mañana a lo que siguió un balance de las principales actividades celebradas durante el presente curso pastoral en el que la realidad el Primer Anuncio ha estado muy presente. A este balance general siguió el realizado por los responsables de los sectores de adultos e infancia, responsable de economía.
La realidad del Primer Anuncio estuvo muy presente en el resto de la jornada, en el que se pudieron escuchar varios testimonios de los Encuentros Cuatro40, que se han organizado por primera vez en nuestra Diócesis en el presente curso pastoral. Los frutos de estos encuentros se empiezan a observar tras los encuentros postreiores que se han ido celebrando en diferentes parroquias.
La jornada finalizó con la celebración de la Eucaristía y una comida fraterna que materializó la riqueza de compartir la fe en comunidad.
La Hermandad Obrera de Acción Católica celebró ayer una jornada de convivencia, celebración y reflexión, que estuvo abierta a todos los que quisieron participar.
Los miembros de HOAC, como organización de trabajadores y trabajadoras cristianos, tienen como objetivo extender en nuestra sociedad y en nuestra Iglesia la conciencia de la necesidad de cuidar el trabajo, para cuidar la vida de las personas, de las familias y de la sociedad.
Su máxima, tal como dice el Papa Francisco, implica concienciarnos a todos que, para cuidar la vida necesitamos cuidar el trabajo, la dignidad que el trabajo tiene y da, porque el trabajo no es solo un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal, para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y en definitiva para vivir como pueblo.
Mons. Casimiro López LLorente preside la Solemnidad del Corpus Christi en Segorbe
La Santa Iglesia Catedral de Segorbe acogió ayer tarde con toda Solemnidad la Santa Misa que antecedía a la procesión que más tarde recorrería las calles de la capital del Alto Palancia. El Señor, presente en el Santísimo Sacramento del Altar era venerado públicamente ensalzando su presencia viva y real entre nosotros.
El Obispo de Segorbe-Castellón presidía la Santa Misa, acompañado del Cabildo Catedral. D. Federico Caudé, así como por una representación de sacerdotes concelebrantes, diáconos y seminaristas. Como ocurriera el sábado en Castellón, especial protagonismo tuvieron también las niñas y niños de Primera Comunión que junto a sus catequistas ocupaban los primeros bancos, seguidos de sus padres y el resto de los fieles.
También las principales autoridades políticas, civiles y militares se sumaron a la celebración en la que D. Casimiro, a partir de la liturgia de la Palabra puso el énfasis en el memorial de la pasión, muerte y resurrección del Señor que «que bajo las especies dle pan y del vino se entrega a todo hombre como alimento y bebida de salvación», dijo, de forma que la solemnidad del Corpus Christi, «nos ayuda a crecer en la conciencia del lugar central que corresponde a la Eucaristía en nuestra vida como cristianos, como comunidad eclesial y en nuestra historia».
Describió la Eucaristía como «memorial, comunión y presencia» porque conmemoramos «el sacrificio redentor de Jesús en la cruz que actualizamos de modo incruento en cada Santa Misa» donde «el Señor mismo se nos da en comida de salvación», y «presencia real, permanente y sustancial bajo la apariencia de pan de Cristo resucitado entre nosotros».
El amor de Dios
El sacramento eucarístico fue el hilo conductor de una homilía en la que «el amor de Dios» estuvo muy presente pues «es el mayor signo del amor de Dios hacia todos los hombres, manifestado de una vez para siempre en el sacrificio redentor de Cristo en la cruz que nos descubre el verdadero rostro de Dios».
D. Casimiro recordó también que la Eucaristía «es el sacramento de la nueva y eterna alianza de Dios con la humanidad en Cristo» pues el cuerpo entregado y la sangre derramada de Cristo son un nuevo y definitivo pacto entre Dios y la humanidad. Una entrega, recordó el Obispo, que es única «para la reconciliación de la humanidad con Dios y que la actualizamos de modo ininterrumpido en cada Santa Misa para que el amor de Dios alcance a todos en todos los tiempos». En esta alianza definitiva «instaura una relación radicalmente nueva de Dios con los hombres; una relación de amor y de comunión de vida establecida por Jesucristo» quien durante su vida, advirtió D. Casimiro, «no tuvo otro fin que darnos a conocer y comunicarnos el misterio de Dios que es amor, comunión de vida y de amor infinito en sí mismo».
Eucaristía: centro de la vida de la Iglesia
El Obispo se refirió también a la Eucaristía como centro de la vida de la Iglesia, de todo cristiano y de toda comunidad cristiana, «fuente de la que nos nutrimos y, a la vez, cima hacia la que caminamos que está destinada a ser «fermento de la unidad de Dios con los hombres y de estos entre sí». La Iglesia nace y se renueva en cada Eucaristía y sin «la participación plena en este sacramento, la fe y la vida de todo cristiano languidecen, se apagan y terminan muriendo».
Exhortó a participar de una manera activa y plena en cada Eucaristía «para perseverar y existir como discípulos del Señor y no ser cristianos de ocasión que han dejado de ser sal en la tierra y luz en el mundo, que se han mundanizado». Del mismo modo invitó a «la fraternidad participando de la Eucaristía de la que brota el mandamiento nuevo del amor: amaos los unos a los otros, como yo os he amado».
Llamados a la caridad
D. Casimiro recordó también que coincidiendo con el Corpus Christi celebramos el Día de la Caridad. Dejándonos empapar del amor de Dios «todos estamos llamados a vivirlo de tal modo que a todos llegue porque a todos está destinado».
Se refirió al lema de la Semana de la Caridad este año y «abrir caminos de esperanza siendo cristianos «llamados a ser la comunidad de los que se conmueven ante la necesidad de los demás que siguen los pasos de Jesús y se implican en la atención de los más desfavorecidos». Todos los que en la comunión comparten el amor de Cristo «son enviados a ser sus testigos».
Finalmente exhortó a «contemplar su amor supremo, participando de Él y dejándonos moldear para ser testigos comprometidos de su amor en el mundo».
«Seamos sembradores de amor, de perdón y de reconciliación»
La Concatedral de Santa María, en Castellón, acogió ayer tarde la celebración de la fiesta del Corpus Christi con la celebración de la Santa Misa que estuvo presidida por Mons. Casimiro López Llorente y concelebrada por el Deán de la Concatedral y párroco de Santa María, D. Miguel Simón; y por el Vicario de Pastoral, D. Miguel Abril, así como por el conjunto de párrocos de la ciudad que se sumaron a esta celebración conjunta y acompañaron a los catequistas y niños de Primera Comunión de sus respectivas parroquias. También lo hicieron las autoridades políticas, policiales y militares de la ciudad, con la alcaldesa Dª. Begoña Carrasco a la cabeza.
La liturgia de la Palabra dio paso a la homilía del Obispo que dirigió, principalmente, a las niñas y niños de Primera Comunión que, junto a sus catequistas, padres y familiares, tuvieron un papel destacado en la celebración. D. Casimiro hizo una catequesis sobre la Eucaristía poniendo el broche final a la formación que han recibido como paso previo. Así explicó cómo tras la lectura de la Palabra alza el Evangelio en señal de «bendición al Pueblo de Dios que recibe la Palabra de Dios aquí y ahora».
Recordó que lo más importante de la celebración de la Eucaristía es rememorar la última cena de Jesús con sus apóstoles en la que «toma el pan, lo bendice, lo parte y dice tomad y comed esto es mi Cuerpo; tomad y bebed esta es mi sangre». Con esta bendición, continuó D. Casimiro, «instituyó la Eucaristía y pidió que así lo hicieran siempre en memoria suya».
Memorial, banquete y presencia
Tres palabras sonaron con fuerza en el mensaje que nuestro Obispo trasladó a los más pequeños. Memorial, banquete y presencia. De esta forma explicó que la Eucaristía «no es un mero recuerdo, sino un memorial que actualiza, cada vez que celebramos la Santa Misa, lo que ocurrió en la última cena» y cada vez que se repite es el mismo Jesús quien a través del Obispo o sacerdote lo hace en conmemoración suya. «Ese es el mandato para actualizar el memorial de la última cena» dijo D. Casimiro, y que anticipa lo que ocurriría después al ser entregado a la Cruz derramando su sangre.
Por ello la Eucaristía «es el memorial del misterio pascual, de su muerte y resurrección para que todo el que crea en Él tenga vida eterna» sellando una nueva alianza que «es un pacto de comunión de Dios, que es amor, con toda la humanidad». Desde entonces, «el pecado y la muerte han sido vencidos y brota la esperanza para toda la humanidad».
El Señor se nos da cuando comulgamos, continuó el Obispo, «porque el pan se ha convertido en su cuerpo y el vino en su sangre». Se refirió así a la comunión como banquete y «como alimento necesario para todos los cristianos» recordando su primera comunión y animándolos «a que no sea la última y a hacerlo con fe, creyendo de verdad que es el Cuerpo de Jesús», que se hace presente en nosotros.
Él nos atrae hacía sí mismo para formar junto a Él un mismo Cuerpo. En este sentido explicó que «la Eucaristía no puede faltar en la vida de un cristiano que quiera vivir de verdad como un creyente y como un testigo del Señor». Si faltase la Eucaristía, «la Iglesia dejaría de existir», advirtió. Participando del amor de Dios a través de la Eucaristía «genera una fraternidad entre nosotros para que seamos testigos de su amor en el mundo».
«Día de la Caridad»
El amor que recibimos al participar de la Eucaristía es un amor para compartir «con aquellos que no tienen, con los pobres de pan, de cultura de Dios, con los destruidos, con las personas viven en soledad, que están enfermas, que necesitan nuestro acompañamiento». Se refirió así a la celebración del «Día de la Caridad» y al mandamiento del amor: «amaos los unos a los otros como yo os he amado». Y así es como se nos da el mismo Jesús en la cruz, afirmó, «hasta el final, derramando hasta la última gota de su sangre para darnos la vida».
Para terminar, Mons. Casimiro López Llorente exhortó a los presentes «a ser sembradores de amor de perdón y de reconciliación». La cruz, dijo D. Casimiro como en otras tantas ocasiones, «no tiene una denominación histórica, sino que es el signo puro de reconciliación».
La presencia del Señor a la que hizo alusión el Obispo durante la homilía, fue real en el transcurso de la procesión por las principales calles de la ciudad para, como él mismo había dicho durante la homilía «ofrecer a nuestra sociedad y al mundo, el amor de Dios que está presente en Cristo Eucaristía». Siendo así, «hemos de adorarlo para que contemplando el amor de Dios, nos dejemos llenar de ese amor, nos dejemos transformar por Él para, allí donde estemos, seamos testigos del amor de Dios para el mundo».
Y así fue pues los fieles de la ciudad se rindieron a la grandiosidad del Señor que bendijo a su paso a cuántos le alababan con cánticos, oraciones y postrándose ante Él. Representantes de las principales Cofradías, así como asociaciones y movimientos se sumaron a la procesión solemne que culminó de nuevo en la Concatedral con la bendición final.
Con el inicio del mes de junio se renuevan las intenciones de oración que propone el Papa Francisco y la Conferencia Episcopal Española. El Santo Padre dirige su intención por los que huyen de su país: “Oremos para que los migrantes que huyen de las guerras o del hambre, obligados a viajes llenos de peligro y violencia, encuentren aceptación y nuevas oportunidades de vida en sus países de acogida”.
En su discurso a los participantes en un encuentro organizado por la “Fraterna Domus” de Sacrofano, Francisco decía lo siguiente:
La acogida es una expresión del amor, de ese dinamismo de apertura que nos impulsa a poner la atención en el otro, a buscar lo mejor para su vida (cf. FT, 91-94) y que en su pureza está la caridad infundida por Dios. En la medida en que está impregnada por esta actitud de apertura y acogida, una sociedad se vuelve capaz de integrar a todos sus miembros, incluso a aquellos que por diversas razones son “extranjeros existenciales” o “exiliados ocultos”, como a veces, por ejemplo, se encuentran las personas con discapacidad o los ancianos (cf. FT, 97-98). Sobre este aspecto del amor la referencia fundamental es la primera Encíclica de Benedicto XVI Deus caritas est (25 de diciembre de 2005).
El segundo pasaje que os propongo de Fratelli tutti es el número 141. Lo cito completo: «La verdadera calidad de los distintos países del mundo se mide por esta capacidad de pensar no sólo como país, sino también como familia humana, y esto se prueba especialmente en las épocas críticas. Los nacionalismos cerrados expresan en definitiva esta incapacidad de gratuidad, el error de creer que pueden desarrollarse al margen de la ruina de los demás y que cerrándose al resto estarán más protegidos. El inmigrante es visto como un usurpador que no ofrece nada. Así, se llega a pensar ingenuamente que los pobres son peligrosos o inútiles y que los poderosos son generosos benefactores. Sólo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro». Estamos en el capítulo cuarto, titulado «Un corazón abierto al mundo entero», ahí donde se habla de la «gratuidad que acoge» (cf. nn. 139-141). El aspecto de la gratuidad es esencial para generar fraternidad y amistad social. Para vosotros subrayo la última frase: «Sólo una cultura social y política que incorpore la acogida gratuita podrá tener futuro» (n. 141). La acogida gratuita. A menudo se habla de la aportación que los migrantes dan o pueden dar a las sociedades que los acogen. Esto es verdad y es importante. Pero el criterio fundamental no está en la utilidad de la persona, sino en el valor en sí que esta representa. El otro merece ser acogido no tanto por lo que tiene, o que puede tener, o que puede dar, sino por lo que es.
Siempre me ha llamado la atención, en el Antiguo Testamento, la recurrencia —en los profetas, en los Libros históricos— de las tres personas por las que se debe tener una atención especial: la viuda, el huérfano y el migrante. Y se repite en el Deuteronomio, en el Éxodo —en el Éxodo no tanto, pero en el Deuteronomio— en el Levítico se repite esto: la atención, el cuidado por las viudas, por los migrantes, por los huérfanos. Es recurrente. Por ejemplo: “si tú estás segando, no pases otra vez: lo que se queda ahí, que sobra ahí, déjalo para la viuda, el huérfano, el migrante”. Siempre está esto. Es importante retomar esta tradición de la acogida, del modo de acoger a aquellos que no tienen y que viven una situación difícil.
Por otra parte, la intención de oración de la Conferencia Episcopal Española, por la que también reza la Red Mundial de Oración del Papa, es “por los padres cristianos, para que fieles a los compromisos que adquirieron en el bautismo de sus hijos, sepan transmitirles la fe y hacer de sus hogares auténticas iglesias domésticas, abiertos generosamente a las necesidades de todos.”
Una familia cristiana es una ‘iglesia doméstica’ (LG 11), o una iglesia en pequeño, como decía San Juan Crisóstomo. Es y vive como una comunidad de fe, de esperanza y de amor; una comunidad donde se comparte, se ama, se trabaja, se crea esperanza, se vive y se transmite la fe. La familia comparte con Dios creador la obra de procrear y educar a los hijos. En ella se vive la comunión entre las personas, al igual que Dios Trino y la Iglesia y hay entrega desinteresada por el otro. Se comparten penas y alegrías. Se comprenden las dificultades, las limitaciones y los esfuerzos de sus miembros; se convive dialogando, comiendo o saliendo juntos.
La familia cristiana escucha la Palabra de Dios, sus miembros oran juntos y juntos participan en la Eucaristía los domingos en su comunidad parroquial, ‘familia de familias’. En la familia se aprende a rezar en los momentos de alegría y de dificultad. Al igual que Jesús y la Iglesia, la familia cristiana anuncia la Buena Nueva: en primer lugar, a sus hijos y a miembros, y luego en su entorno y más allá del mismo. Por eso la familia cristiana también es misionera y siente el deseo anunciar el Evangelio y transmitir el amor de Dios a otras personas. La familia cristiana se pone al servicio de la caridad, especialmente hacia los más necesitados. Cuando el Espíritu de Dios vive en la familia, no se queda ni se cierra en sí misma. Es testimonio de vida con la palabra y el ejemplo.
Los padres sois los primeros educadores y evangelizadores de los hijos. En virtud del sacramento del matrimonio, los padres cristianos sois los primeros responsables de la transmisión de la fe a vuestros hijos mediante el testimonio de vida, mediante la escucha de la Palabra de Dios y la oración en familia, mediante vuestra inserción en la vida de la Iglesia en la propia parroquia y vuestro compromiso en la iniciación cristiana de vuestros hijos. Hablad a vuestros hijos de Dios y de Jesús. Ningún otro anuncio es tan importante para su vida. Introducid a vuestros hijos en su misterio a través de la celebración litúrgica y la oración familiar.
Este Domingo celebramos la fiesta del Corpus Christi, que ha venido precedida y preparada en nuestra Iglesia diocesana por la “Semana de la Caridad”. En el centro de esta fiesta está la Eucaristía, el sacramento del amor; en ella, Cristo Jesús nos ha dejado el memorial de su entrega total en la cruz por amor a toda la humanidad, el mismo Jesús se nos da en comida como el Pan de la Vida y se queda presente entre nosotros para que, en adoración, contemplemos su amor supremo y nos dejemos empapar de él.
La Eucaristía es vital para todo cristiano y para toda comunidad cristiana; es la cima hacia la que caminan y la fuente de la que se nutren. Sin la participación plena y fructuosa en la Eucaristía, la fe y vida cristianas languidecen, se apagan y mueren. En la Eucaristía, el Señor mismo nos invita a su mesa y se nos da Él mismo en su Cuerpo partido y repartido. Al comulgar el Cuerpo de Cristo, el Señor nos atrae hacia sí, nos une consigo y nos transforma; al comulgar el mismo Pan, se alcanza la comunión de unos con otros. La Eucaristía crea y recrea la comunidad y la fraternidad cristiana que, como el verdadero amor, es expansiva y no conoce fronteras.
La Eucaristía tiene por ello unas exigencias concretas para cada comunidad eclesial y para cada cristiano; en ella está enraizado el mandamiento nuevo del amor. Cada comunidad eclesial y cada cristiano estamos llamados a ser testigos del amor de Cristo, que celebramos y del que participamos en la Eucaristía, para que este amor llegue a todos. El amor celebrado ha de convertirse en un amor vivido.
El día del Corpus salimos en procesión por nuestras calles acompañando a Jesus, en el sacramento de la Eucaristía. Con ello manifestamos nuestra fe en que Jesús está realmente presente en la Eucaristía y que camina con nosotros en nuestra vida diaria. De este modo hacemos nuestra la voluntad de Jesus de acercarse a todos para que el amor que Él nos da entre en nuestros hogares y transforme nuestra relación con los demás. Unidos a Cristo Jesus, que nos alimenta con su Cuerpo y su Sangre en la Eucaristía, podemos establecer una nueva relación con las personas que están a nuestro alrededor. La participación en la Eucaristía nos va configurando con Jesús y va cambiando nuestro corazón para que veamos a los demás con la mirada de Cristo.
La celebración y adoración de la Eucaristía, de un lado, y las obras de caridad, por el otro, están íntimamente unidas; la una lleva a la otra. Ante la Eucaristía hemos de recordar las palabras de Jesus: “Dadles vosotros de comer” (Lc 9,13). Por ello, el día del Corpus celebramos el Día de la Caridad para que el amor de Cristo Jesús llegue a través de nosotros a todos, en especial a los excluidos de nuestra sociedad, de modo que todos puedan formar parte de la nueva fraternidad creada por el Jesús. Quien en la comunión participa del amor de Cristo es enviado a ser su testigo compartiendo su pan, su dinero, su tiempo y su vida con el que está a su lado y con el que está necesitado no sólo de pan sino también de Dios y de su amor: con los enfermos, los pobres y los mayores abandonados, con los marginados y excluidos, con los reclusos, emigrantes o parados. Como reza el lema del Día de la Caridad de este año: “Allí donde nos necesitas, abrimos caminos a la esperanza”. Los cristianos estamos llamados a ser la comunidad de los conmovidos, que siguen los pasos de Jesús y se implican en la atención de los más desfavorecidos.
El amor de Cristo, presente en la Eucaristía, nos capacita y nos apremia a una caridad efectiva y comprometida con todos los necesitados. La caridad no puede faltar en la vida y misión de nuestra Iglesia diocesana, de las parroquias y de todos los cristianos. Aunque pensemos que podemos aportar poco, Jesús siempre puede acrecentar nuestra generosidad, nuestra entrega y nuestro amor. “Dadles vosotros de comer”, nos dice hoy Jesús a sus discípulos. Nadie puede quedar excluido de nuestro amor, porque nadie está excluido del amor de Dios, manifestado y ofrecido en Cristo-Eucaristía.
Un modo concreto de expresar nuestro compromiso en el amor es ser generosos en la Colecta de Cáritas en este día. Hemos de redoblar nuestro esfuerzo y compromiso en favor de todos los excluidos de nuestra sociedad y del mundo entero, para que llegue a todos el amor del Señor a través de nuestros gestos de amor. Gracias a todos por vuestra generosidad y por vuestra entrega.
La ceremonia ha estado presidida por Mons. Casimiro López Llorente y se ha celebrado esta mañana en la Iglesia del Convento de las Hermanas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada de Castellón. La Santa Misa ha estado concelebrada por el visitador para la Vida Contemplativa, D. Joaquín Guillamón y por el Secretario, D. Ángel Cumbicos.
La hermana Irma Yolanda ha estado acompañada por las hermanas de la Congregación de Castellón, así como por la Madre General y la superiora de la comunidad.
Tras la liturgia de la Palabra, que precisamente hoy nos recordaba la Visitación de la Virgen María a su prima Isabel, D. Casimiro ha dado gracias a Dios proclamando «la grandeza del Señor hacia tu persona -ha dicho dirigiéndose a la Hermana – y a través de tu persona, hacia nuestra Iglesia y a vuestra congregación, porque Dios está grande en tu persona para todos nosotros».
D. Casimiro ha repasado la llamada a la vocación de la hermana a la vida consagrada y contemplativa según el carisma de la Congregación de las Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Inmaculada y recordando el Magníficat ha expresado «la alegría del Espíritu en Dios mi salvador porque ha mirado la humildad de su esclava». Una alegría que brota, ha dicho aludiendo al Papa Francisco, «de sentirse y saberse siempre amados y que sin Dios nada somos, tal como expresó la Virgen».
Ella, ha dicho el Obispo, «es la esclava del Señor por excelencia y sabe que sin Dios nada es, todo es fruto de su gracia y de su amor». Por ello ha dado gracias a Dios por la Hermana Irma Yolanda que «es motivo de esperanza para nuestra Iglesia que ve cómo una joven como tú, está dispuesta a acoger la vocación de Dios y consagrarse de por vida para vivir, consagrada a Él y, en Él al servicio de toda la Iglesia, al servicio de la comunidad y de tu congregación».
«Alégrate llena de gracia»
D. Casimiro ha puesto el acento en el pasaje evangélico de La Anunciación para enfatizar en el amor de Dios que se ha hecho presente en la celebración. Así ha explicado que la vocación nace del amor de Dios y que Él es signo y presencia en nuestras vidas.
«Tu vocación y la bendición que hoy vas a recibir son muestra del amor de Dios». Se ha referido a la vocación temprana de la hermana Irma Yolanda que, con apenas 17 años sintió la llamada y ya con 18 ingresó en el Convento en su Guatemala natal hasta su traslado a España donde ha madurado la vocación con la formación y, pasando por el aspirantado, el noviciado y los votos simples «hoy consagras de por vida tu existencia al Señor para desposarte con Él y vivir como verdadera esposa suya todos los días de tu vida».
«Me sedujiste Señor»
Dios nos ha creado por amor y a través de la iniciativa amorosa de Dios, ha dicho el Obispo, «te ha concedido la gracia de responder a su llamada y te concederá la gracia para que vivas siempre tu consagración con una eternidad gozosa, libre y total de ti misma para entregarte al Señor».
Le ha exhortado a tener siempre presente la historia de Dios para con ella y a recordar a todas las personas que Él ha ido poniendo en su camino para dar una respuesta afirmativa y hacerlo con generosidad, con gratuidad y humildad: «vive unida a Cristo, tu Esposo y Señor, a un Cristo que se hace especialmente presente en la Eucaristía, donde está el manantial de nuestra respuesta al amor de Dios».
Los jóvenes con inquietud misionera podrán “engancharse” a la misión a través de la nueva aplicación móvil de Supergesto. De una forma sencilla, podrán acceder a vídeos, podcast y artículos en permanente actualización pensados para ellos, que les muevan a dar el paso a la misión en la vida real. “Sería muy bonito que a través de este proyecto muchos jóvenes puedan llegar a la misión”.
Pablo de Mergelina ha hecho varias experiencias misioneras de verano con su novia en Etiopía y Albania con las Misioneras de la Caridad. El curso que viene se casarán, y serán enviados como familia misionera a Tanzania. Desde el pasado mes de septiembre es director de la plataforma para jóvenes de Obras Misionales Pontificias (OMP) Supergesto –heredera de la tradicional revista en papel-. Y su entusiasmo por la misión le ha empujado a llevar la plataforma a otro nivel, más allá de la web y las redes sociales. Nace así la nueva App de Supergesto, con el deseo de que la misión esté siempre presente en los dispositivos móviles de sus contemporáneos.
Elaborada por jóvenes para jóvenes, la aplicación está dividida en tres grandes secciones. La primera, para leer: noticias misioneras, recomendaciones culturales, firmas invitadas… La segunda, para ver vídeos: todos los programas de Misioneros por el Mundo, tertulias quincenales, entrevistas a misioneros, testimonios de jóvenes… Y por último, una sección de podcast que acercan de forma breve y amena historias de misioneros, anécdotas, e incluso píldoras de formación.
Se trata de un paso más en la estrategia digital de esta publicación, que pretende acercar la misión de la Iglesia a los jóvenes. Pero su pretensión supera lo digital: el objetivo último es llevar a los jóvenes a tener experiencia real de misión. “Queremos que den un paso más. Que no se queden en el sofá con el móvil”, explica Pablo de Mergelina. Y por ello, la aplicación cuenta con una sección en la que los jóvenes podrán conocer los grupos misioneros que hay en sus diócesis, para pasar de la vida digital a la real.
Cuando Pablo se vaya, asumirá el timón de Supergesto Carlos de Arteaga. “Seguro que hay un montón de jóvenes que no se han planteado en su vida que se pueden ir a la misión, y a lo mejor el Señor les está llamando”, explica este joven de 23 años. “Sería muy bonito que a través de este proyecto puedan llegar a ello”. Y para eso es fundamental adaptarse al lenguaje de los jóvenes. “A lo mejor un contenido denso no llega, pero pequeñas píldoras, mensajes que despierten el interés, pueden hacer que los jóvenes quieran saber más”, concluye.
La aplicación de Supergesto es gratuita y está disponible en las plataformas habituales Apple Store y Google Play. Los influencers Carlota Valenzuela (@finisterrejerusalen) y Carlos Taracena (@carlos_taracena) han participado en el vídeo promocional, que anima a los jóvenes a descargarse esta aplicación para que “no sean misioneros solamente en verano o cuando se van”, sino que “cada vez que enciendan el móvil recuerden que son enviados”.
Supergesto, creatividad al servicio de la misión, como pide el Papa
El lanzamiento de esta aplicación coincide en el tiempo con la audiencia que el Papa tuvo el pasado sábado con los directores de OMP de todo el mundo, a los que les animó a seguir adelante con la misión de la Iglesia con comunión, creatividad y tenacidad. Ante este nuevo proyecto, resuenan con fuerza las palabras del Papa “¡no nos dejemos robar nuestra libertad creativa misionera!”.
Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón ha celebrado , en el marco de la Semana de la Caridad, el Día del Donante, en agradecimiento a todas esas personas implicadas y comprometidas con un estilo de vida, que, con sus donaciones periódicas o puntuales, o dedicando parte de su tiempo, ayudan a transformar nuestro modelo de convivencia haciéndolo más justo, solidario, fraterno.
En este acto de transparencia y rendición de cuentas, que se ha celebrado, en el Teatre del Raval Rafa Lloret, se ha presentado a los donantes de la entidad la memoria de Cáritas Diocesana del año 2023.
Esta jornada de agradecimiento, que cuenta con la colaboración de la concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Castellón, estuvo presentada por la periodista Ana Rosa Sanfeliu, contempló la actuación solidaria y altruista del grupo castellonense Jacaranda, que ofreció un entrañable concierto, con una selección de sus mejores boleros, y también se porcedió a la entrega de premios del concurso fotográfico “Cuidando la Creación”.
“La elegancia hecha bolero”
El grupo músico vocal castellonense Jacaranda fue fundado en el año 1984 bajo la original denominación de Unidad Móvil, adaptando en 1994 su nombre actual.
Entre los galardones recibidos a lo largo de su amplia trayectoria destaca que 8 veces han ganado el certamen Rosa d’Or. También han sido reconocidos, entre otros, con los premios “9 de Març”, “Bacalo Maravillao” y, el más reciente, “Voladoret d’Or 2024”.
Jacaranda, con 90.000 suscriptores en YouTube y 35 millones de visualizaciones de sus vídeos, cuenta con 5 discos en el mercado y está formado por Germán Romero, Agustín Martínez, Carlos Balfagó, Chema Parreño, Dani Iturralde, Juan Luis Fortaner, Paco Nomdedeu y José Iturralde.
Entrega de premios
También en este Día del Donante se entregaron los premios del ConcursoFotográfico “Cuidando la Creación” que han recaído en Alejandro Albiol, Verónica Alessandra Brokke y Bibiana Campos, en las respectivas categorías Infantil, Joven y Adulto.
Las fotografías premiadas, junto con una selección del total de obras presentadas, se pueden contemplar, y adquirir para la acción social de Cáritas, en la exposición que se encuentra, hasta este fin de semana, en el centro de Castellón de El Corte Inglés.
“Allí donde nos necesitas, abrimos camino a la esperanza”
Desde el pasado 24 de mayo, y teniendo como eje central la festividad del Corpus Christi, Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón celebra la Semana de la Caridad, uno de los momentos más significativos durante todo el año para recordar y poner en valor la acción social que realiza Cáritas.
El lema de este año de la Semana de la Caridad es “Allí donde nos necesitas, abrimos camino de la esperanza”.
La Semana de la Caridad ha incluido la tradicional cuestación en diferentes poblaciones, la Vigilia de Oración en Burriana, el gesto solidario, la presentación de la Memoria 2023 y este Día del Donante.
Culminará con las Misas y Procesiones del Corpus, el sábado en Castellón y el domingo en Segorbe.
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