Los catequistas y los sacerdotes de todas las parroquias del Arciprestazgo nº 14 “San Vicente Ferrer” de Llucena celebraron, el pasado viernes, una Vigilia de Oración.
Es la tercera vez que se celebra, coincidiendo con el fin del año litúrgico y el comienzo del Tiempo de Adviento. Los dos primeros encuentros se llevaron a cabo en la parroquia de La Asunción de Nuestra Señora de Llucena y este último se ha realizado en la parroquia de San Mateo Evangelista de Figueroles. En la celebración, presidida por mosen Juanvi Vaquerizo, hubo una reflexión en torno a la parábola de las diez vírgenes (las necias y las prudentes) que nos cuenta el Evangelio.
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Después tuvieron un rato de oración ante el Santísimo Sacramento y realizaron el gesto de encender velas en una alcuza de aceite. También hubo unas preces especiales, en las que se puso en manos del Señor toda la labor de transmisión de la fe de los niños y jóvenes de estas 13 parroquias que conforman el arciprestazgo.
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La Vigilia concluyó con un ágape fraterno en el que intercambiaron experiencias y opiniones.
La Basílica de Ntra. Sra. del Lledó ha acogido esta mañana la Eucaristía en la que nuestro Obispo D. Casimiro ha enviado a los catequistas y ha entregado la Missio Canónica a los profesores de Religión y Moral Católica.
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Entre los sacerdotes concelebrantes se encontraba el Prior de la Basílica, D. Joaquín Guillamón; y el Delegado diocesano para la Enseñanza y de Catequesis, D. Juan Agost, que ha organizado la celebración. Ha estado acompañada, en la parte musical, por la Coral Barreros, interpretada, al órgano, por Augusto Belau.
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Ha tenido lugar en el templo dedicado a la patrona de la ciudad de Castellón por la celebración del Año Jubilar Mariano por el centenario de la Coronación de la Mare de Déu del Lledó, teniendo ocasión, profesores y catequistas, de encomendarse a la Lledonera en su misión.
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Ha acudido una amplia representación de aquellos que catequizan en las parroquias o enseñan en los colegios e institutos de la Diócesis, que comprometidos con la fe de la Iglesia y fieles a la vocación cristiana, responden al Señor y afrontan la tarea que Él pone en sus manos, de llevarle a los demás.
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Han acudido para ser “enviados por Cristo a través de la Iglesia y del Ministerio Apostólico que reside en vuestro Obispo – ha recordado D. Casimiro – viviendo en Cristo, unidos en comunión con la Iglesia”. “Lo que hacemos esta mañana aquí es hacer visible que somos Iglesia del Señor, unidos en comunión afectiva y efectiva con el Obispo, para salir a la misión”.
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D. Casimiro ha recordado la Jornada de Inicio de Curso Pastoral, el pasado 16 de septiembre, como un día de alegría y como un don de Dios para toda la Iglesia de Segorbe-Castellón. Del mismo modo, la Jornada Diocesana del Primer Anuncio, que celebraremos el próximo 11 de noviembre en el Ágora de Betxí, “espero que también lo sea de fiesta, de alegría y de dejarse tocar por el Espíritu para salir esperanzados a la misión”.
“El Señor, a través de la Iglesia diocesana nos envía al Primer Anuncio – ha recordado- : Dios te ama, Cristo Jesús ha dado su vida, ha resucitado y viene para que te dejes sanar, curar y salvar por Él”. “Y nosotros, como catequistas, como profesores de Religión, como sacerdotes, como Obispo, habitualmente tenemos la tentación de pensar que esto solo va para los que escuchan”, ha advertido el Obispo. “Nosotros somos los primeros destinatarios del Primer Anuncio, que hemos de sentirnos amados, salvados y curados por el Señor, en nuestra vida personal y en la tarea que cada uno tenemos”.
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También, D. Casimiro ha recordado la necesidad de crear en la Diócesis y en las parroquias una cultura vocacional. “Estamos todos llamados en primer lugar a la vida cristiana, y después unos como sacerdotes, otros como consagrados, otros como casados. Dejémonos encontrar por la gracia del Señor, para que se avive nuestra fe”.
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“Seamos personas de fe”, ha exhortado, “siempre dispuestos a dar razón de nuestra fe, de nuestra esperanza, a confesar a Cristo Jesús Vivo ante los catequizandos y ante los alumnos”. “El Señor nos llama a no escondernos, a confesarle con el testimonio de vida y con la Palabra, también en un contexto adverso”. Pero para ello necesitáis “de la oración de todos y la fuerza del Espíritu, sabiendo que Él está presente, os da la fuerza, os fortalece, y os da la palabra adecuada para saber testimoniar a Cristo Jesús”.
La Delegación diocesana para la Catequesis y el Catecumenado ha realizado una invitación especial a todos los catequistas de la Diócesis, a participar en la Jornada Diocesana del Primer Anuncio, que tendrá lugar el sábado 11 de noviembre en el Ágora de Betxí.
Lo ha hecho con un vídeo, de manos del sacerdote y profesor D. Luis María Salazar, de la Diócesis de Jaén, que será el encargado de la ponencia “Primer Anuncio persona a persona”, en la que hablará del cambio de paradigma en el que nos encontramos, pasando de una pastoral de mantenimiento a una de Primer Anuncio, ya que cada vez son más las personas que no conocen o no se han encontrado aún con el Señor.
Para poder participar es necesario inscribirse a través del siguiente enlace (plazo máximo de inscripción el día 30 de octubre):
El pasado sábado, día 25 de febrero, en el transcurso del VI Encuentro Diocesano de Jóvenes, celebrado en Segorbe, un nutrido grupo de catequistas acompañantes de los jóvenes tuvieron un encuentro de oración y reflexión sobre los frutos que el Jubileo Diocesano para la catequesis.
Según explica el Delegado diocesano para la Catequesis y el Catecumenado, D. Juan Agost, “esta segunda catequesis, como la celebrada en la Jornada de la Infancia Misionera el mes pasado, nos ha ayudado a comprender mejor la necesidad de avanzar en el proceso de la Iniciación Cristiana en clave catecumenal, de la acogida y acompañamiento de los adolescentes y jóvenes en el seno de nuestras comunidades parroquiales y movimientos, así como de la importancia de una adecuada propuesta del Primer Anuncio del Evangelio también en las familias de los niños y jóvenes. Porque la Alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús”.
Fue un encuentro muy enriquecedor, “del que salimos con el aliento del Espíritu para avanzar en la gracia de la conversión personal que el Jubileo nos ofrece, intensificando nuestro anuncio y testimonio gozoso del Señor Resucitado en nuestra vida diaria”, concluye.
El salón de actos del Seminario Mater Dei de Castellón ha sido el escenario donde se han llevado a cabo las Jornadas de Formación dedicadas a los sacerdotes, diáconos, religiosos y seglares de nuestra diócesis. Y de modo especial, a catequistas, a profesores cristianos y de religión y a estudiantes. Unas jornadas que comenzaron en enero del 2020, y que tras la pandemia han vuelto a retomarse.
En la invitación para participar en las mismas el propio Obispo, D. Casimiro; señalaba que “corren tiempos recios para poder vivir como comunidad de ´discípulos misioneros´ del Señor y para la misión evangelizadora. En este contexto nos cuesta encontrar caminos para llevar al encuentro con Jesucristo y para ofrecer el Evangelio al hombre y mujer de hoy” y por eso animaba a través de estas dos jornadas a “volver nuestra mirada al Señor resucitado y a la acción del Espíritu Santo, presentes en nuestra Iglesia”.
Por eso la necesidad de profundizar y conocer lo que Jesús quiere de nosotros como Iglesia diocesana, para amarla más y ser fieles a la misión que Él nos ha confiado. En esa línea D. Casimiro indicó que “cada uno de nosotros debería sentir la necesidad de formación para ser fieles hoy a la misión que el Señor nos ha confiado como Iglesia suya”.
Con este fin se programaron las charlas que sobre la Iglesia y bajo el título “Fieles a la misión del Señor ante el actual cambio de época” impartió los días 6 y 7 de febrero, el Doctor Raúl Orozco Ruano, profesor de la Universidad Eclesiástica de San Dámaso de Madrid. El ponente hizo una introducción sobre el momento histórico actual y señaló que estamos llamados a tener una mirada de fe sobre el tiempo no como kronos (sin trama ni forma) sino como verdadero kairos (sello sacramental). Y citando al Papa Francisco señaló que “no estamos viviendo simplemente una época de cambios, sino un cambio de época. Por tanto, estamos en uno de esos momentos en que los cambios no son más lineales, sino de profunda transformación”.
Por eso advirtió de que hay dos peligros que debemos evitar: la recepción acrítica de la cultura y el rechazo fideísta de un diálogo verdadero con la cultura contemporánea. Y animó a que el creyente “interprete la situación histórica a través del discernimiento evangélico” (tan fundamental para el análisis teológico-pastoral del ejercicio y la espiritualidad del ministerio del sacramento del orden y los planes de formación sacerdotal). Y remitió a que “la crisis que padecemos en la vida presbiteral está provocada por los cambios profundos que se han dado en la sociedad”. Todo este cambio de época supone una transformación en los paradigmas de pensamiento. Y entre otras transformaciones la consecuencia histórica desemboca en la aparición del nihilismo, en donde el hombre ilustrado es sustituido por el Tolle Mensch u hombre loco de Nietzsche. Y por consiguiente señaló que con la muerte de Dios llega la desaparición del orden metafísico, axiológico y moral; así como el debilitamiento del sujeto en la era post-humanista.
Todo ello nos lleva a una crisis de la paternidad que se transmite en una dificultad cultural para transmitir la fe y en una crisis de la sacramentalidad. Llegando a privatizar la religión. “Los cristianos deben participar en la sociedad como sujetos activos que se hacen presentes en la plaza pública como testigos sacramentales de un encuentro con una Persona que es la Verdad” afirmaba con rotundidad Raúl Orozco, señalando esta actitud como una propuesta de respuesta cristiana ante el cambio de época. Siendo así testigos de una Verdad viviente y personal. Y destacó que “no hay lugar para el cristianismo anónimo o privado en el encuentro con Cristo”. Así la presencia cristiana en la sociedad permite devolverle al tiempo su sello sacramental. Por eso uno de los retos para los ministros ordenados en un cambio de época es encontrar en la configuración con Cristo Hijo-Siervo el sentido y la forma concreta de su representación sacramental de Cristo Cabeza-Pastor. Y concluyó señalando que “la actitud fundamental está en la permanente conversión personal al amor de Dios”.
El Obispo D. Casimiro dirigió unas palabras para concluir las jornadas de formación en las que recordó que “estos dos días también promueven la fraternidad y nos ayudan a crecer en la unidad. Y a superar nuestras mundanidades”.
El encuentro se produjo tras la comida celebrada en el Encuentro Diocesano de la Infancia Misionera
El pasado fin de semana, aprovechando el Encuentro Diocesano de la Infancia Misionera, D. Casimiro mantuvo un encuentro con los catequistas de la Diócesis de Segorbe-Castellón. Fue tras la comida fraternal, en una sala polivalente del Seminario Diocesano de Segorbe, mientras compartían un café y unas pastas.
Tal como ha confirmado el Delegado Diocesano de Catequesis y Catecumenado, D. Juan Agost, fue una «café-quesis en la que participaron más de sesenta catequistas». Durante el encuentro, tras la invocación al Espíritu Santo y la oración jubilar, D. Casimiro invitó a los catequistas «a acoger los frutos que el presente Jubileo Diocesano ha de producir en nuestra catequesis, comenzando por la profunda conversión personal, que se ha de manifestar en el gozo de la fe y el sentido de pertenencia y comunión eclesial, a nivel parroquial y diocesano, para que sea posible la conversión pastoral que el Señor nos pide».
En palabras de D. Juan Agost, el Obispo quiso transmitir «que el gozo de crecer en la Comunión y la gracia que el Año Jubilar nos está haciendo experimentar, nos impulse a salir a la Misión», pues es necesario «caminar juntos, aunados por el impulso del Espíritu Santo, saliendo al encuentro de nuestros niños y sus familias y acompañarles al encuentro personal con el Señor, que tanto nos ama».
Este primer anuncio gozoso de la fe ha de renovar nuestras comunidades, nuestra mentalidad y nuestro corazón, para ser una Iglesia acogedora que reciba con gozo y acompañe a muchos hermanos a abrir el corazón a la Buena Noticia de Jesús, creciendo juntos en la vida abundante que el Señor nos regala.
En este cambio de época en el que crece la imposición de ideologías y antropologías sesgadas, necesitamos tomar conciencia y responder a la llamada que el Señor nos hace a ser de verdad creyentes, discípulos y testigos de Jesús, invitando a todos, con sencillez y gozosa determinación, a la experiencia del encuentro con su persona, que nos salva. Por último, el Obispo invitó a todos «a la participación activa en la preparación del próximo Plan de Pastoral, presentando las propias aportaciones a través de los cauces de participación de los consejos pastorales parroquiales y de arciprestazgo».
Tras la intervención de D. Casimiro, el Delegado Diocesano para la Catequesis ofreció unas pistas para constatar la necesidad del Primer Anuncio en nuestra pastoral ordinaria, y alentar a vivir la oportunidad de gracia que continuará tras el presente Año Jubilar en las propuestas del Plan de Pastoral que se está fraguando.
La Delegación Diocesana para el Primer Anuncio, la Catequesis y el Catecumenado agradece, muy especialmente a todos los voluntarios que prepararon la acogida y el desarrollo de este sencillo encuentro, que, en sus palabras, «nos hizo crecer a todos en gozo y esperanza para vivir con fruto nuestra misión como catequistas».
Alrededor de 30 catequistas del Arciprestazgo “Nuestra Señora Virgen de la Misericordia” (Burriana), se han reunido esta semana para participar en un Encuentro de Formación, organizado por la Delegación diocesana para la Catequesis y el Catecumenado.
Han sido dos sesiones que se han celebrado en los salones parroquiales de María Auxiliadora, Burriana, dirigidas por el Delegado diocesano, D. Juan Agost, y en la que también ha participado el párroco, el salesiano D. José Gómez.
En la primera de ellas, los catequistas hablaron de los frutos que esperan del Año Jubilar diocesano para la catequesis, interrogándose por lo que el Señor les pone en el corazón, por lo que espera Él de ellos en su misión. Algunas de las respuestas fueron proponer a los niños y jóvenes un encuentro profundo del Señor, también a los padres, deseando una mayor implicación en la transmisión de la fe por parte de las familias.
Para ello realizaron una revisión del magisterio de los últimos Papas, concretamente desde San Juan Pablo II, pasando por Benedicto XVI, hasta Francisco. Y realizaron un análisis de un problema que D. Casimiro menciona en su Carta Pastoral con motivo del Jubileo: la existencia de cierto desaliento, desesperanza, acedia y tibieza; para lo que es necesario la urgente «conversión pastoral y misionera de toda nuestra Iglesia».
En la segunda sesión se centraron en el Primer Anuncio, en su significado, contenido e importancia para el primer encuentro de las personas con Jesucristo. Para ello revisaron las palabras del papa Francisco en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium: “Cuando a este primer anuncio se le llama «primero», eso no significa que está al comienzo y después se olvida o se reemplaza por otros contenidos que lo superan. Es el primero en un sentido cualitativo, porque es el anuncio principal, ese que siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y ese que siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra”.
También los nuevos métodos de evangelización, en el momento actual, y una conferencia de Mons. Fisichella sobre el Primer Anuncio, en la que, situada dentro de las Jornadas Nacionales de Apostolado Seglar, analizaba su importancia y prioridad pastoral en el actual contexto social.
En este sentido, alguna de las respuestas fue la importancia de la experiencia cristiana y del mejor testimonio de vida, tanto personal como comunitario, que hable a los demás con amor y humildad de Jesucristo como Hijo de Dios y Salvador de la humanidad, e invitando a establecer una primera o una renovada relación personal con Él.
Durante los meses de noviembre y diciembre se ha desarrollado, en los salones parroquiales de Santa María, Castellón, el curso de formación para catequistas bajo el título «Taller de discípulos misioneros».
A través de una relectura del libro de Hechos de los Apóstoles, los treinta participantes de este taller, procedentes de distintas parroquias de Castellón, Vila-real, La Vall d’Uixó y Burriana, han ido reviviendo la experiencia de fe de la primera comunidad cristiana, al tiempo que reflexionando y descubriendo claves para renovar su ministerio como catequistas al servicio de la Nueva Evangelización a la que la Iglesia les convoca.
Tanto en las seis sesiones en vivo, como a través de la conexión on-line o por YouTube, “hemos podido saborear la alegría con la que el Espíritu Santo nos impulsa y renueva nuestras vidas con su Amor”, ha explicado el Delegado diocesano para la Catequesis y el Catecumenado, D. Juan Agost, “para perseverar en la oración, la enseñanza de los Apóstoles, la comunión y la vida sacramental de la Iglesia, y vivir el testimonio cristiano y el anuncio primordial del Evangelio de Jesús, Dios que nos ama y nos salva”.
Este taller se desarrollará de nuevo en Segorbe, en el Seminario Menor, en el mes de marzo de 2023: sábados 11, 18 y 25, de 10 a 12 h.
Desde la Delegación para la Catequesis “queremos agradecer el esfuerzo de los participantes en el taller, y la ayuda y exquisita acogida de la parroquia de Santa María, que nos ha facilitado enormemente el desarrollo de estas sesiones de formación”.
Los catequistas y los sacerdotes de todas las parroquias del Arciprestazgo nº 14 “San Vicente Ferrer” de Llucena celebraron, la semana pasada, una Vigilia de Oración.
Es la segunda vez que se celebra, coincidiendo con el fin del año litúrgico y el comienzo del Tiempo de Adviento, en la parroquia de La Asunción de Ntra. Sra. de Lucena del Cid, y estuvo presidida por D. Juan Agost, Delegado diocesano para la Catequesis y el Catecumenado.
Tuvieron un rato de oración ante el Santísimo Sacramento, pero también realizaron el gesto de encender velas alrededor de la paloma, símbolo muy antiguo que aparece en el libro del Génesis, representando la paz que tanto necesitamos, y la reconciliación tras el diluvio universal.
También hubo unas preces especiales, en las que se puso en manos del Señor toda la labor de transmisión de la fe de los niños y jóvenes de estas 13 parroquias que conforman el arciprestazgo. Además, las monjas de la residencia Hogar Madre Rosa Ojeda de l´Alcora se encargaron de varios cantos.
Tras ello, el Arcipreste, D. José Aparici, animó a los catequistas en la labor de ayudar a las familias de niños y jóvenes en la transmisión de la fe y del mensaje del Evangelio. La Vigilia concluyó con un ágape fraterno en el que intercambiaron experiencias y opiniones.
Al inicio del curso pastoral, todos los años convoco como Obispo diocesano a los catequistas y profesores de religión para enviarlos a catequizar en las parroquias o comunidades eclesiales o a enseñar la religión y la moral católica en la escuela de iniciativa pública o social, concertada o no concertada. Este envío tiene lugar en una celebración de la Eucaristía, que es la fuente y cima de la vida y de la misión de toda la Iglesia. De este modo, catequistas y profesores de religión adquieren una conciencia más viva de que es Jesús mismo quien los envía a través de su Iglesia a catequizar y a enseñar en su nombre. En esta ocasión lo haremos con la celebración del Año Jubilar diocesano.
El Jubileo es un tiempo de gracia de Dios para la conversión y la renovación personal y comunitaria, pastoral y misionera de toda nuestra Iglesia; es un tiempo “para crecer en comunión y salir a la misión”. Todos los cristianos, por el bautismo y la confirmación, estamos llamados por el mismo Jesus a ser discípulos misioneros suyos; es decir a creer en Él y a vivir unidos a Él, como el sarmiento a la Vid, a seguir sus huellas y sus palabras, y a anunciar el Evangelio de palabra y por el testimonio de vida, allá donde nos encontremos, como nos recuerda el Papa Francisco. Si todos los diocesanos estamos invitados a acoger la gracia jubilar, más si cabe, lo estamos quienes tenemos una vocación y misión especial en la Iglesia: los pastores para el ministerio pastoral, los catequistas para acompañar el proceso de la iniciación cristiana de niños, jóvenes o adultos o en el neocatecumenado de adultos ya bautizados; los profesores de religión y moral católica para la transmisión de la fe y moral de la Iglesia; y los profesores cristianos para ser discípulos misioneros del Señor y del Evangelio por la palabra y el testimonio de vida en el ejercicio de su tarea educativa.
Los catequistas y profesores de religión participan de un modo especial del ministerio de la Palabra que Jesús confía a sus Apóstoles. Y unos y otros desempeñan su tarea en ámbitos distintos, pero complementarios y necesarios en el proceso unitario de la iniciación cristiana y de la trasmisión de la fe a niños, adolescentes y jóvenes.
El gesto del envío nos conecta y une con el mismo Jesús. Los Apóstoles recibieron un día de Cristo Jesús la misión de proclamar con su autoridad el Evangelio: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15), les dijo. Esta misión específica se continúa en la Iglesia en el ministerio apostólico de los Obispos. Y los catequistas y profesores de religión son enviados para cooperar en este ministerio y misión apostólicos y hacerlo en nombre de la Iglesia.
Por ello, como en el caso de los Apóstoles, quien es enviado a la misión ha de ser, antes de nada, un discípulo incondicional del Señor Jesús, para dar testimonio de lo que ha visto, oído y vivido; es decir, ha de creer, amar y seguir a Jesucristo, a quien ha de anunciar y de quien procede toda misión en la Iglesia. Como a los Apóstoles en su momento, Jesús invita a catequistas y profesores de religión a estar con Él, a intimar con Él, a conocerlo, a amarlo para ser enviados a catequizar y enseñar. Este es fundamento y la fuente toda acción catequética y toda de la clase de religión. Aquí radica la necesidad de la formación inicial y permanente de catequistas y profesores de religión. Este debe ser el alimento de su tarea diaria, de sus preocupaciones, de sus anhelos y de sus esperanzas. Esta es la fuerza para su dedicación y entrega a catequizandos y alumnos.
Todos necesitamos crecer en la comunión con el Señor y entre nosotros para sabernos y sentirnos Iglesia diocesana, para fortalecer nuestra vinculación afectiva y efectiva con nuestra Iglesia diocesana y para salir a la misión. El encuentro con el Señor con quienes compartimos la misma fe y misión nos ayuda a recuperar la alegria en la tarea y nos alienta en la misión. Celebrar juntos el Jubileo reavivará nuestra fe en la presencia del Señor Resucitado en medio de nosotros y abrirá nuestros corazones a la acción del Espíritu Santo para acometer con esperanza la tarea que Jesús a través de su Iglesia nos encomienda.
Vivimos tiempos recios, como diría Santa Teresa. Los catequistas y los profesores de religión no lo tienen fácil en su tarea ante la increencia y la indiferencia religiosa ambiental, la despreocupación de muchos padres, la falta de interés de catequizandos y alumnos o las trabas legislativas y administrativas. Ante ello puede que surja la tentación del desaliento. Pero no tengamos miedo. Jesús nos dice: “Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 21). No estamos solos: el Señor resucitado nos acompaña, conforta y alienta por la fuerza del Espíritu Santo, la protección de la Virgen de la Cueva Santa y la cercanía de la comunidad de nuestra Iglesia diocesana.
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