Palabras de Mons. Casimiro López en la Jornada por la Vida
La Virgen Peregrina de los Desamparados acoge la oración por la vida de la Diócesis en la Basílica de Lledó
Ayer tarde, la ciudad de Castellón acogía a la Mare de Déu dels Desamparats coincidiendo con la Jornada Diocesana por la Vida. Además, la celebración de ayer coincidía, en el calendario litúrgico, con la Anunciación del Señor, día de la concepción de la Virgen María, a nueve meses de dar a luz al Unigénito, el Hijo de Dios, el Salvador.
No en vano, la Iglesia celebra en este día la Jornada en defensa de la Vida teniendo como modelo a María, concebida sin pecado original, pura y sin mancha, y elegida por Dios para ser la Madre de su hijo. Tal día como ayer, hace más de dos mil años, todo cambió gracias al «SÍ» de María.
Así lo hizo constar Mons. Casimiro López Llorente, durante la Eucaristía previa a la Vigilia de Oración poniendo a María como modelo en su lucha contra el pecado y la tentación. Ejemplo de santidad y pureza, que llevó a cabo la voluntad de Dios a pesar de las dificultades y desafíos que tuvo que enfrentar.
A las 20h de la tarde daba comienzo la Vigilia de Oración por la Vida que, organizada por la Delegación Diocesana para la Familia y la Defensa de la Vida, unió en torno al rezo del Santo Rosario a diferentes movimientos, asociaciones y fieles.
Cada uno de los Misterios del Rosario estuvo precedido de la correspondiente meditación por parte de representantes de los grupos participantes: Equipos de nuestra Señora , Comunidad de las Bienaventuranzas, grupos de matrimonios, las Hernanas de la S. F. de Nazaret, representantes de 40dias por la Vida, y también de Pro vida. En la Vigilia también participó la Pastoral de la Salud.
Primer Misterio: LA ENCARNACIÓN DEL HIJO DE DIOS.
“Concebirás y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús” Lc. 1, 31
María se turbó con las palabras del Ángel, pero a su vez se fio, y se regocijó por cumplir la voluntad de Dios. Acogió en su seno al Salvador, como toda criatura, que desde el mismo instante de su concepción es una nueva vida creada por Dios, a su imagen y semejanza, creada por amor y para amar.
Eliminar una vida humana, un embrión o feto, es una grave equivocación, nunca es solución para un problema. Las leyes que promueven el aborto, son injustas, puesto que no amparan ningún bien, lo que hacen es legalizar la muerte de personas indefensas e inocentes. El hombre no puede decidir, por sí mismo, quién puede vivir y quién no, no podemos suplantar el acto amoroso de Dios que nos dice: “Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que nacieses te tenía consagrado” (Jr.1,5).
Se rezó, por intercesión de María, para que el Espíritu nos enseñe el valor sagrado de la vida humana desde el instante de su concepción; que las madres gestantes acojan con generosidad la vida naciente y encuentren los medios necesarios para superar aquellas dificultades que encuentren; que los sanitarios cuiden cada vida puesta a su cuidado y tengan la fortaleza de objetar en conciencia para no convertirse en cooperadores de la muerte; que los gobernantes dicten leyes que protejan la vida humana; y que la Iglesia, nuestra Madre, cumpla con libertad su misión de promover el evangelio de la vida.
2º Misterio: LA VISITACIÓN DE NUESTRA SEÑORA A SU PRIMA SANTA ISABEL
“María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludo a Isabel.” Lc. 1, 39-40
Muchas veces las personas tienes que salir de su tierra, por necesidad, por voluntad de conseguir unas mejores condiciones para su familia, para evitar poner en peligro sus vidas, porque son perseguidos. Los inmigrantes y refugiados, deben ser cuidados y acogidos, como hermanos, respetando la propia dignidad vital que nos hace iguales. Como dice el Papa Francisco: “La guerra es el suicidio de la humanidad, porque mata el corazón. La guerra viene del odio, de la envidia, del deseo de poder”, la guerra no soluciona ningún problema, sino que genera sufrimiento y miseria.
La oración, por intercesión de María, se elevó para que nos enseñe a acoger y acompañar a aquellos hermanos que huyen de sus tierras por las presiones políticas, jurídicas, económicas o bélicas; que buscan en una nueva tierra óptimas condiciones de desarrollo; que la prueba a la que se ven sometidos sea superada con la alegría de una buena acogida; que sus ansias de justicia y libertad se vean colmadas con la pronta reconciliación y la paz verdadera; que se ponga fin a todas las causas que obligan a estos traslados, que el Espíritu Santo conquiste los corazones de aquellos que tienen el poder para parar el terrorismo, las guerras, las persecuciones y sean capaces de dialogar y velar por el bien de quienes sufren.
Tercer Misterio: EL NACIMIENTO DEL HIJO DE DIOS EN BELÉN
“Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él” Lc. 2, 14
Ayer hace 28 años promulgaba, San Juan Pablo II, la Encíclica Evangelium Vitae, allí nos decía: “el suicidio es siempre moralmente inaceptable (…). La tradición de la Iglesia siempre lo ha rechazado como decisión gravemente mala.(…) el suicidio, bajo el punto de vista objetivo, es un acto gravemente inmoral, porque comporta el rechazo del amor a sí mismo y la renuncia a los deberes de justicia y de caridad. (…) constituye un rechazo de la soberanía absoluta de Dios sobre la vida y sobre la muerte”. ¡Cuánta desolación y tristeza debe pasar por las mentes de aquellos que no ven otra salida más allá de la muerte y deciden suicidarse!. Y ese dolor, se extiende a los familiares y seres queridos, que dejan huella de desolación difícil de borrar, por no haberse dado cuenta de la gravedad de la situación y por ello no haber sido capaces de evitar el desastre.
Se oró, por intercesión de María, por los familiares y amigos de las personas que se han suicidado para que contemplando a Cristo recién nacido, reciban el consuelo y la paz en medio de su dolor; que nuestros jóvenes no vean como salida a su situación, por difícil que sea, el suicidio, sino que nos encuentren abiertos a colaborar y encontrar soluciones a los problemas que les afectan y que no saben como superar; que aquellos que se encuentren en situaciones vitales que no saben como resolver, en la oscuridad, en la tribulación, que la misericordia de Dios les guié a una solución asumible y que encuentren la paz sin necesidad de morir.
4º Misterio: LA PRESENTACIÓN DEL NIÑO JESÚS EN EL TEMPLO.
“Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: ”Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido…” Lc. 2, 28-29
En nuestra sociedad se está empezando a desvirtuar el papel de las personas mayores, estos molestan, se reformula su papel y su importancia, son apartados en muchas ocasiones de los entornos familiares, separados de los suyos. Debemos poner en valor estas vidas, que nos han dado la nuestra, puesto que con su cooperación generosa y fiel en la obra divina nos han transmitido la vida que hemos recibido. Su contribución vital en los ámbitos social y eclesial es fundamental e insustituible, por lo que deben tener un papel protagonista, donde su voz sea escuchada y respetada. Simeón, anciano justo y piadoso, alcanzó su plenitud al tener en sus manos a Jesús, su vida cumplió su finalidad con ello, que nuestros mayores acojan con la misma gratitud el fin de sus días, y que sus familiares estén preparados para vivir esta mudanza de este mundo con la esperanza de un reencuentro en la eternidad.
Se elevó oración, por intercesión de María, para que acojamos a los mayores como tesoros de experiencia y sabiduría, para que ayuden a los jóvenes a mirar el futuro con esperanza y responsabilidad; que las familias tengan el suficiente apoyo, y en su caso, ayudas, para prestar un cuidado adecuado a los ancianos, para que sean atendidos cuidando su dignidad humana; que llegados al fin de sus días sus familiares lo vivan desde la esperanza y no desde la desesperación.
5º Misterio: EL NIÑO PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO.
“Al tercer día, lo hallaron en el Templo en medio de los doctores de la Ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas” Lc. 2, 47-47.
El papa Benedicto XVI subrayó la necesidad de tener “valor para decir con claridad que la eutanasia es una falsa solución al drama del sufrimiento, una solución que no es digna del hombre. La verdadera respuesta no puede ser la de provocar la muerte, por dulce que sea, sino testimoniar el amor que ayuda a afrontar el dolor y la agonía de modo humano”. Es moralmente inaceptable, cualquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa poniendo fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas.
Por intercesión de María, se rezó para obtener las fuerzas necesarias para ofrecer el sufrimiento de la enfermedad; que las leyes no impongan ni ofrezcan como derecho y solución la muerte que sólo Dios puede decidir; que valoremos nuestra vida como un don del que no podemos disponer; que los sanitarios no colaboren poniendo fin a la vida humana; que los cuidados paliativos no se conviertan en un ensañamiento terapéutico ni en una eutanasia encubierta; que obremos rectamente al dictar nuestro testamento vital para llegado el momento se actúe en consecuencia con nuestra voluntad.
“Rogamos a nuestros fieles, a la sociedad en general y a la comunidad política, que reflexionen una vez más y asuman el compromiso de cooperar y trabajar juntos para que toda vida humana sea protegida y custodiada como un don de Dios, dotado de la más alta dignidad”
Responsables de distintas confesiones religiosas presentes en el territorio diocesano, han firmado esta mañana una “Declaración Interconfesional e Interreligiosa sobre la Dignidad de la Vida Humana”. El acto estaba organizado por la Delegación diocesana para las Relaciones Interconfesionales y el Diálogo Interreligioso junto a la Delegación para la Familia y Defensa de la Vida.
Se trata de la exhortación que representantes pertenecientes a distintas confesiones religiosas, unidos en la defensa de la vida, de la dignidad humana y de los derechos humanos, especialmente de los más vulnerables, han dirigido a los fieles, a la sociedad en general y a la comunidad política por medio de una Declaración Interreligiosa sobre la dignidad de la vida humana.
En el texto, el representante del Centro Islámico de Castellón, de la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Rumanía, de la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Moscú, de la Iglesia Greco-Católica de Ucrania, de la Iglesia Evangélica y de la Iglesia Católica, observan con preocupación creciente cómo desde hace décadas, en España “se vienen promoviendo y aprobando leyes en las que, en algunos casos, la vida humana queda gravemente desprotegida, legislando no solo contra los principios del Creador, sino también contra el más esencial de los derechos humanos: el derecho a la vida”.
La inviolable dignidad de toda vida humana
Afirman asimismo que “la vida es un don de Dios para el conjunto de la creación y de la humanidad» y que la “dignidad humana no depende de sus circunstancias vitales ni del consenso social, sino que es una cualidad intrínseca de todo ser humano, cuyos derechos han de ser respetados siempre”. Por tanto, precisan, “toda vida humana, en su inviolable dignidad, debe ser protegida desde el principio hasta el fin”.
El respeto de la vida es signo de progreso de una sociedad
“El respeto a la dignidad de la vida de todo ser humano y sus derechos fundamentales, especialmente de los más débiles, son signos del progreso y la prosperidad de una sociedad y no puede considerarse que dicho respeto sea un retroceso o sea contrario a la libertad”, observan en otro de los puntos de la Declaración. Conscientes de que existen situaciones complejas y de aparentes “conflictos de derechos, que son difíciles de resolver”, señalan que “profundos dilemas éticos y morales no pueden resolverse de forma genérica con el sacrificio de uno de los derechos fundamentales afectados (en este caso, el derecho a la vida) haciendo prevalecer el otro”.
La Declaración lleva la firma de D. Hamed Ahmed, en representación del Imán D. Abdeslam el Ghzaoui, Centro Islámico de Castellón; del Reverendo Padre Aurelian Gheorghe Stoica, de la Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Rumanía; del Reverendo Padre Sergiy Prosandeev, Iglesia Ortodoxa del Patriarcado de Moscú; del Reverendo Padre Sergiy Znak, Iglesia Greco-Católica de Ucrania; del Pastor D. Francisco Hilario, Centro Cristiano de Castellón, Iglesia Evangélica; y Monseñor D. Casimiro López Llorente, Iglesia Católica, Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón.
“La vida humana no está lo suficientemente protegida”
“La defensa de la vida y de la dignidad humana es un buen signo de lo que nos une”, ha dicho el Obispo de la Diócesis, que ha lamentado el reciente aval, por parte del Tribunal Constitucional, de las leyes del aborto y de la eutanasia. También la entrada en vigor de la nueva ley del aborto, que amplía, todavía más, la desprotección de las vidas más indefensas.
“Todo ello pone de manifiesto que la vida humana no está lo suficientemente cuidada, acogida y protegida”, ha subrayado D. Casimiro, lo que también debería interrogarnos a todos, “desde la razón y desde la fe, sea cual sea, porque Dios Padre y Creador nos interpela”, y “debemos cuidar y proteger en todo momento la vida humana, como un gran don, desde su concepción hasta su muerte natural”.
Del mismo modo, ha mostrado su preocupación por la sostenibilidad del sistema de pensiones, para lo que ha planteado, como parte de la solución, la necesidad de implementar medidas para favorecer la natalidad. Por último, el Obispo ha exhortado a participar en la Jornada Diocesana por la Vida, que tendrá lugar mañana sábado día 25 de marzo en la Basílica de Nuestra Señora del Lledó, y en la que contaremos con la visita de la Virgen Peregrina de los Desamparados, Patrona de la Comunidad Valenciana.
El próximo sábado, 25 de marzo, celebramos la Solemnidad de la Encarnación del Hijo de Dios en el seno virginal de María, es decir, el inicio de su vida humana. El Verbo de Dios asumió nuestra naturaleza humana para sanarla y llevarla a su plenitud. Concebido en el seno virginal de la Virgen María por obra del Espíritu Santo, el Hijo de Dios se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado. “El Hijo de Dios, con su encarnación, se ha unido, en cierto modo, con todo hombre”, nos dice el Concilio Vaticano II (GS 22), mostrándonos así el valor incomparable de cada vida humana.
Ya la sola razón es suficiente para que todo hombre y mujer, creyente o no creyente, abierto sinceramente a la verdad y el bien, pueda reconocer el valor sagrado e inviolable de cualquier vida humana. Si además lo miramos desde la fe, la encarnación revela a la humanidad no sólo el amor infinito de Dios que “tanto amó al mundo que dio a su Hijo único” (Jn 3, 16), sino también el valor incomparable de cada vida y persona humana. Por ello, de modo particular los creyentes en Cristo debemos acoger, cuidar, defender y promover el don precioso de toda vida humana desde su concepción hasta su muerte natural, siempre e independientemente de cualquier circunstancia o condición.
Esto es lo que nos recuerda la Jornada por la Vida que celebramos también el 25 de marzo. Es una jornada dedicada a orar por la vida, para que toda vida humana sea acogida, protegida y respetada por todos, para tomar conciencia del valor de toda vida humana y para invitar a todos a acompañar cada vida humana en todas las fases de su existencia, desde su concepción hasta su muerte natural, aumentando los cuidados cuando la vida es más vulnerable: en el seno de la madre, en la enfermedad, en la ancianidad o en la hora de la muerte.
Ya el Concilio Vaticano II, en una página de dramática actualidad, denunció los numerosos delitos y atentados contra la vida humana; entre otros, los homicidios, los genocidios, el aborto, la eutanasia y el mismo suicidio voluntario, o todo lo que viola la integridad y la dignidad de la persona humana (cf. GS 27). Por su actualidad nos fijaremos en el cuidado de la vida a su inicio.
Acaba de entrar en vigor la nueva ley del aborto, llamado eufemísticamente “de la interrupción voluntaria del embarazo”. Va en contra de la realidad hablar de interrupción, cuando en verdad ya no se puede continuar el embarazo pues se elimina el embrión o el feto. Los conocimientos sobre el ADN, las ecografías 3D, 4D y 5D permiten afirmar que existe una nueva vida en el seno de una mujer embarazada desde la concepción. El aborto sigue siendo “un crimen abominable” de un ser humano totalmente indefenso, como enseñó el Concilio Vaticano II (cf. GS 51).
No se puede hablar de un ‘derecho al aborto’, pues no es un bien lo que se persigue, sino un mal; habría que hablar de un “derecho a matar’, aunque lo revistamos con un lenguaje que oculte la realidad y anestesie las conciencias. En consecuencia las leyes que promueven y amplían este presunto “derecho al aborto” son absolutamente injustas e inicuas porque no solo no amparan ningún bien, sino que legalizan la muerte de personas inocentes e indefensas. Hablar de un supuesto “derecho a decidir sobre el propio cuerpo” es una falacia, pues los conocimientos citados indican que los embriones o fetos, aún estando en el seno de la mujer, son seres humanos distintos a ella. Eliminar una vida humana no puede ser solución para las madres que afrontan, muchas veces en soledad, un embarazo no deseado. Iniciativas a favor de la vida o de las mujeres embarazadas, propias o ajenas como las que ofrece la asociación civil ‘Provida’ o la acción internacional ‘40 días por la vida’, que rezan y no acosan a nadie, tendrán siempre nuestro apoyo.
Esta Jornada nos llama a todos los cristianos y a todas las personas de buena voluntad a implicarnos por crear una cultura de la vida en la que toda vida humana sea acogida con amor, gratitud y alegría frente a una mentalidad anticoncepcionista y antinatalista; una cultura de la vida en la que toda vida humana sea respetada desde su concepción hasta su muerte natural frente a una mentalidad abortista y eutanásica; y una cultura en la que la vida humana sea cuidada en todo momento, sobre todo cuando es más frágil e indefensa, cuidando al que sufre o está necesitado, al anciano o al moribundo.
Trabajemos para que se recupere entre nosotros el sentido de la maternidad y de la fecundidad como el gran don de Dios a la mujer, que la dignifica, y como un servicio impagable e impagado a la sociedad. Ofrezcamos los medios que eviten que cualquier mujer embarazada vea en el aborto la solución a sus problemas y a sus angustias.
Coincidiendo con la visita de la Virgen Peregrina de los Desamparados
La Diócesis de Segorbe-Castellón, a través de la Delegación Diocesana para la Familia y la Defensa de la Vida ha convocado la celebración de la Jornada por la Vida que tendrá lugar el sábado 25 de marzo en la Basílica de Nuestra Señora del Lledó.
La celebración coincide con la visita de la Virgen Peregrina de los Desamparados, Patrona de la Comunidad Valenciana, que está recorriendo diferentes puntos del territorio valenciano con motivo de la celebración del centenario de su coronación.
Así pues, el sábado 25 de marzo, a las 18.00 h, tendrá lugar la bienvenida de la Virgen a la Basílica de la Patrona de Castellón donde, a las 18.30 h, se celebrará una Eucaristía que estará presidida por el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente. La jornada concluirá con una Vigilia de oración cuya intención principal será la defensa de la vida desde su concepción hasta su fin natural.
Proteger y preservar la vida humana supone poner en valor la dignidad de la persona, otorgando la máxima importancia a que cada persona es única y valiosa y se nos es otorgado el derecho fundamental de la vida, tal como se reconoce en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Este derecho incluye la protección de la vida desde su inicio hasta su fin natural, sin discriminación alguna.
La defensa de la vida se deriva de su valor intrínseco y del derecho fundamental que tiene cada persona a la vida. Es por ello, que para reforzar la convocatoria, la Diócesis de Segorbe-Castellón ha promovido un vídeo que pone en valor el proceso de desarrollo que se inicia desde la concepción y que culmina con el nacimiento. El feto se desarrolla de manera constante y progresiva, adquiriendo características y funciones propias, pudiéndose reconocer como un ser humano en desarrollo que tiene los mismos derechos a la vida y a la protección que cualquier otro ser humano.
En el vídeo promocional de la Jornada por la Vida, se aprecia este desarrollo, mostrando también la realidad de los más de 90.000 abortos que supusieron en España, en 2022, la negación del derecho fundamental a la vida.
Nuestro Obispo, D. Casimiro, dirige hoy una carta a todos los sacerdotes de la Diócesis de Segorbe-Castellón con motivo de la próxima celebración de las “24 horas para el Señor”, durante el viernes y sábado que la tercera semana de Cuaresma, tal y como pide Francisco en Misericordiae Vultus, ocasión propicia para vivir el Sacramento de la Reconciliación en el contexto de la adoración eucarística.
Como todos los años, la Diócesis «acoge cordialmente esta hermosa iniciativa, que tanto bien hace a cuantos participan en ella y a nuestra Iglesia diocesana», indica el Obispo, pero teniendo en cuenta que la ciudad de Castellón celebra las Fiestas de la Magdalena, las fechas de la celebración de las “24 horas para el Señor” en la Diócesis serán las siguientes:
En la ciudad de Castellón: viernes 24 al sábado 25 de marzo en la iglesia de La Sangre.
En el resto de la Diócesis: del viernes 17 al sábado 18 de marzo.
D. Casimiro pide que, en esta ocasión, tengamos presente la paz y la vida humana en nuestra adoración al Santísimo. Sobre todo, ante la situación en Ucrania y en otras partes del mundo, conflictos y guerras que tantas muertes, sufrimiento y destrucción están causando; pero también teniendo presente la Jornada por la Vida que celebraremos el día 25 de marzo, con el fin de orar para que todos sepamos acoger y cuidar de toda vida humana.
Con el lema “Acoger y cuidar la vida, don de Dios”, la Iglesia celebra hoy, solemnidad de la Anunciación del Señor, la Jornada por la Vida, con la que se conmemora «el misterio más excelso de nuestra fe, la encarnación del Hijo de Dios», como recuerdan los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida en su mensaje para este día.
Celebramos el “Sí” de una mujer, de María, que cambió la historia de la humanidad, concibiendo desde aquel momento a Jesús y convirtiéndose en protectora del Niño que un día nacería y salvaría con amor al mundo. Desde aquel momento María tuvo en su vientre a Jesús, no a los tres meses o cuando el embrión tenía forma humana, sino desde el momento de la concepción. He aquí una razón más por la que la Iglesia defiende al bebé desde el primer instante de su vida.
Además, durante toda su vida, la Virgen fue capaz de afrontar con fortaleza todas las dificultades y sufrimientos que se le presentaron: dio a luz a Jesús en un establo, no dudó en afrontar un duro viaje y huir a Egipto para proteger a su hijo recién nacido, pero sobre todo estuvo siempre junto a Él, incluso cuando lo abandonaron los discípulos, y tuvo que ver como lo maltrataron y lo crucificaron. Supo acoger y cuidar la vida, don de Dios.
Los obispos de la Subcomisión explican que María es la puerta que nos ha abierto todos los tesoros de la redención. Y puntualizan, «en este sentido acoger la vida humana es el comienzo de la salvación, porque supone acoger el primer don de Dios, fundamento de todos los dones de la salvación; de ahí el empeño de la Iglesia en defender el don de la vida humana desde su concepción hasta su muerte natural, puesto que cada vida es un don de Dios y está llamada a alcanzar la plenitud del amor».
Por eso, «acoger y cuidar cada vida, especialmente en los momentos en los que la persona es más vulnerable, se convierte así en signo de apertura a todos los dones de Dios y testimonio de humanidad; lo que implica también custodiar la dignidad de la vida humana, luchando por erradicar situaciones en las que es puesta en riesgo: esclavitud, trata, cárceles inhumanas, guerras, delincuencia, maltrato».
Es lamentable y doloroso que se permita jurídicamente y se promueva la eliminación de la vida por criterios económicos o utilitarios, alegando “humanidad” y desde el emotivismo. Sin embargo, «lo cierto es que acabar con una vida humana es lo más contrario a la verdadera humanidad». En esta situación, la Iglesia hace una llamada a acoger y cuidar la vida, principalmente la que se encuentra en una situación de mayor vulnerabilidad, como es el caso de los concebidos no nacidos o de los más enfermos o ancianos.
Se nos exhorta a los cristianos a ser centinelas del Evangelio de la vida, testigos de su belleza como don de Dios, y vigilar para salvaguardarla de cualquier atentado o manipulación. Ser «centinela» implica según los obispos, «tomar conciencia de la necesidad de formarnos y de formar a las generaciones más jóvenes para conocer y comprender la verdad del hombre, creado por Dios, llamado a amar y ser amado en plenitud. De ahí la importancia de una correcta formación de la afectividad y la sexualidad, como elementos constitutivos del ser humano que definen su identidad».
El Delegado diocesano para la Pastoral de la Familia y Defensa de la Vida, D. Luis Oliver, ha indicado que éste, a causa de la destrucción y la muerte que estamos viendo en Ucrania, es un momento especial para acoger y proteger toda vida humana, que es a lo que estamos llamados todos, más aún los cristianos. Y ante este drama, con la estremecedora destrucción de la vida, debemos cuidar toda vida, tanto la física como la interior, pues hay quien muere físicamente a causa de las bombas, pero también hay quien muere interiormente a causa de la indiferencia, del olvido y de la falta de amor y caridad.
Carta pastoral al Pueblo de Dios de Segorbe-Castellón
Queridos diocesanos todos: sacerdotes, diáconos, religiosos/as y seglares.
El próximo día 25 de junio entrará ya en vigor la ley de la eutanasia. Esta ley se ha tramitado por vía de urgencia, sin necesidad social para ello, sin debate ni diálogo público, sin consulta al Consejo de Estado ni al Comité de Bioética de España y aprovechando el estado de alarma a causa de la pandemia. Este hecho es especialmente grave, pues la ley instaura una ruptura moral, un cambio en los fines del Estado -que de defensor de la vida pasa a ser responsable de la muerte infligida- y un cambio en el objetivo fundamental de la profesión médica llamada a curar y nunca a provocar intencionadamente la muerte. Esta ley aplica e impone la visión antropológica y cultural de los sistemas de poder dominantes hoy en el mundo.
Recordemos que la eutanasia o el suicidio asistido es siempre una forma de homicidio. En sentido propio, por eutanasia se entiende toda acción u omisión que por su naturaleza y en la intención causa la muerte de un ser humano con el fin de evitarle sufrimientos, bien a petición de éste, bien porque otros consideran que su vida ya no merece ser vivida ni mantenida. La Iglesia católica considera ‘como enseñanza definitiva’ que la eutanasia es un crimen, una grave violación de la ley de Dios y un atentado a la dignidad de la persona. Toda cooperación formal o material inmediata a tal acto es un pecado grave contra la vida humana. Cosa distinta a la eutanasia es aquella acción u omisión que no causa la muerte por si misma o por la intención, como son la administración adecuada de calmantes, aunque puedan acortar la vida, o la renuncia a terapias desproporcionadas, que retrasan indebidamente la muerte.
En la eutanasia y en el suicidio asistido están en juego la dignidad de la persona y el don de la vida. Todos tenemos la experiencia de que la vida nos ha sido dada. La vida es un don sagrado e inviolable. Desde su concepción hasta su muerte natural, toda vida humana ha de ser acogida, respetada y protegida por todos, incluido el Estado. Tampoco una mayoría de votos legitima para disponer de la vida de las personas. Las leyes que legalizan la eutanasia y el suicidio asistido son, pues, gravemente injustas. Nadie es dueño absoluto de la vida; ni existe un derecho a disponer de la propia vida.
Por todo ello no nos puede ser indiferente a nadie ni menos aún a los cristianos la entrada en vigor de esta ley. ¿Qué podemos hacer? En primer lugar hemos de seguir rezando por la vida humana, de forma especial los días 17 de cada mes, para que el Señor inspire a nuestros gobernantes medidas que acojan, respeten y promuevan el cuidado de toda vida humana. Frente a una ‘cultura de la muerte’ hemos de seguir trabajando para promover en nuestra sociedad la cultura de la vida.
Además hemos de urgir a nuestros gobernantes que legislen sobre los cuidados paliativos para todos –también para los menos favorecidos- y que pongan los medios humanos y económicos para este fin. No hay enfermos ‘incuidables’. Los cuidados paliativos ayudan a vivir la enfermedad grave con un acompañamiento integral a los enfermos y a sus familias; alivian el dolor, consuelan y ofrecen la esperanza que surge de la fe y da sentido a toda vida humana. No siempre se puede garantizar la curación, pero siempre debemos cuidar al enfermo. Los cuidados paliativos son la expresión más auténtica de la atención humana y cristiana de los enfermos.
Y, en tercer lugar podemos formalizar personalmente el Documento de Voluntades Anticipadas (conocido como Testamento Vital) y difundirlo entre nuestros conocidos. Nuestra Diócesis ha preparado un modelo de Documento que se ha enviado a todas las parroquias, a las que pido que se impliquen en su difusión y que ayuden a formalizarlo.
En este Documento, una persona con capacidad legal suficiente manifiesta libremente las actuaciones médicas que deben tenerse en cuenta cuando se encuentre en una situación en la que no pueda expresar su voluntad debido a la propia enfermedad, a un accidente o a la vejez. En él, el interesado manifiesta que quiere que, llegado el caso, le sean administrados los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos, pero que no se le apliquen medios desproporcionados ni menos aún la eutanasia. Además incluye la voluntad de tener una atención espiritual así como el nombramiento de un representante legal encargado de velar por el cumplimiento de lo dispuesto en el mismo.
Para que el Documento tenga valor jurídico y sea de obligado cumplimiento por todos, una vez rellenado, debe ser firmado personalmente por el interesado y por dos testigos, y ha de inscribirse en el registro de voluntades anticipadas de la Generalitat. Así se libera a los familiares del peso de tomar decisiones por el enfermo en situaciones tan difíciles.
Os animo a todos, especialmente a nuestros mayores y enfermos, a hacer el Documento de Voluntades Anticipadas. Se trata de garantizar nuestra voluntad de que no se nos apliquen la eutanasia ni medios desproporcionados, y de que se respete en todo momento nuestra dignidad personal hasta la muerte natural. La vida humana es digna siempre; tiene su origen y su destino en Dios. Trabajemos por la vida.
Mañana, 25 de marzo, celebraremos la Jornada por la Vida, este año bajo el lema «Custodios de la vida». El objetivo de esta jornada es explicar que la vida es un bien fundamental para el hombre, sin el cual no cabe la existencia ni el disfrute de los demás bienes.
Los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida realizan una atenta mirada a la sociedad actual con el avance de la cultura de la muerte, ante la reciente aprobación de Ley que despenaliza la eutanasia y que regula su procedimiento, la cual entrará en vigor dentro de tres meses.
Sobre la implantación de la cultura del descarte de vidas humanas, algo lamentable y doloroso, explican “como en nuestra actualidad muchos erigen como criterios determinantes para evaluar si una vida merece la pena ser vivida o no la salud, el bienestar o la utilidad. Desde esta mentalidad, se plantea descartar aquellas vidas que no cumplen con estos parámetros”.
Ante esta situación, reflexionan sobre cuál debe ser la respuesta de los cristianos en este momento histórico, que no debe ser caer “en el derrotismo al pensar que esto no tiene solución o que no hay marcha atrás”, ni “vivir con los brazos cruzados en un constante espíritu de queja”. Ante esta cultura de la muerte, «debemos ser custodios de la vida» porque, como afirmaba San Juan Pablo II, «la vida es siempre un bien».
Tal y como explican, para ello nos invitan a fijar nuestra mirada en San José. “En el contexto del Año de San José, convocado por el papa Francisco, queremos poner nuestra mirada en este gran santo para aprender a ser custodios de la vida”, ya que es quien recibe la misión de custodiar y proteger a María y al bebé que lleva en sus entrañas.
El Delegado diocesano de Pastoral Familiar y de la Vida, Luis Oliver, ha indicado que con esta Jornada “se nos alienta a cuidar y a custodiar la vida de todas las personas y en todas sus fases”, como la vida humana naciente, de las madres gestantes, de los niños que sufren, de los jóvenes, de los recién casados, de los matrimonios, de los pobres, de los enfermos y de los mayores. “Cómo lo podemos hacer?, pues dándoles la Vida en mayúsculas”, explica, pues la Iglesia no abandona a nadie, acompaña y reconforta, ilumina y aporta esperanza al que sufre.
Jornada de oración por la Vida
Por otra parte, los obispos también agradecen todas aquellas iniciativas que tienen como objetivo promover la cultura de la vida. Como es el caso de la exhortación de nuestro Obispo, D. Casimiro, a rezar todos los días, pero “de forma especial los días 17 de cada mes, para que el Señor inspire a nuestros gobernantes leyes que respeten y promuevan el cuidado de la vida humana”.
Cuidados paliativos
O del tríptico sobre los cuidados paliativos que ha editado nuestra Diócesis, en colaboración con el Observatorio de Bioética de la Universidad Católica de Valencia, recogiendo con riguroso detalle cómo conservar el valor y la dignidad de la vida humana en cualquier condición, y con el objetivo de informar respecto a la posibilidad de comprometerse con la «terapia de la dignidad», tal y como asegura el Papa Francisco, alimentando, como cristianos, «el amor y el respeto por la vida».
Testamento Vital
Cabe recordar también el documento de Ángel Olmos, colaborador de la Delegación Diocesana de Familia y Vida, sobre la conveniencia de otorgar documento de voluntades anticipadas (conocido como Testamento Vital) ante la aprobación de la Ley Orgánica de Regulación de la Eutanasia.
COF Domus Familiae
Es importante tener en cuenta el trabajo de todos los profesionales, especialistas y voluntarios del Centro de Orientación Familiar Domus Familiae (COF), siendo una auténtica ayuda efectiva a los matrimonios y a las familias, como un servicio especializado de atención integral a los problemas familiares en todas sus dimensiones.
Son orientadores familiares, psicólogos, sexólogos, médicos, juristas, y sacerdotes, etc… que realizan un trabajo de asesoramiento, consulta, terapia y prevención a nivel personal, matrimonial y familiar en situaciones de dificultad o en crisis. Están en la calle Estatut 2, entresuelo izquierdo, de Castellón, o también es posible contactar con ellos en el teléfono 964723472 o en cofsegorbecastellon@planalfa.es
Hogar Nazareth
Es el proyecto diocesano, gestionado por la Comunidad de las Bienaventuranzas, que desde el año 2017 acoge a jóvenes madres solteras. Es un hogar semi-tutelado con capacidad para tres unidades familiares, en el que se ofrece acompañamiento y los recursos necesarios para aprender a vivir esta nueva etapa creciendo en autonomía y fe. Es posible contactar con ellos en el teléfono 647854915 o en hogarnazareth@obsegorbecastellon.org.
Adoración y Rosario por la vida
La parroquia de Santo Tomás de Benicàssim celebrará una Adoración y Rosario por la vida bajo el título “Cristo te llama, Cristo te espera”. Tiene lugar todos los meses, y en esta ocasión se celebrará en la Capilla del Carmen el próximo sábado, 27 de marzo, a las 18 h.
Retiro de Cuaresma para familias
También este próximo sábado, en el Seminario Mater Dei, a partir de las 11.30. se celebrará un retiro de Cuaresma para familias, organizado por la Delegación Diocesana de Familia y Vida, en el que habrá actividades paralelas para los matrimonios y sus hijos. Para inscribirse es necesario remitir una solicitud a: pastoralfamiliar@obsegorbecastellon.org
ORACIÓN
Padre de la vida, Señor de la historia, que prometiste a tu siervo David una descendencia salida de sus entrañas y que, en José, hombre justo, cumpliste tu palabra.
Te damos gracias por la vida de aquel que pusiste al frente de tu familia para que haciendo las veces de padre cuidara a tu Hijo unigénito, concebido por obra del Espíritu Santo en las entrañas de María Virgen.
Infúndenos tu gracia para que, por intercesión de san José, seamos custodios de la vida humana.
Danos entrañas de misericordia hacia nuestros hermanos más vulnerables que sienten dificultad para afrontar su vida o la de los que tienen a su cuidado.
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