Sacerdotes según el corazón de Cristo
Queridos diocesanos:
En el centro del Corpus Christi, que celebramos este domingo, está la Eucaristía, que “contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua y Pan de Vida” (PO 5). La Eucaristía es vital para la Iglesia; es la fuente de la que nos nutrimos y la cima a la que caminamos para vivir el día a día de modo que el amor de Dios, ofrecido en Cristo, llegue a todos. Sin la Eucaristía no hay Iglesia; y sin la Iglesia y sin sacerdotes no hay Eucaristía. Por ello hemos de dar gracias a Dios por el don de dos nuevos sacerdotes, “porque eterna es su misericordia”, que ordenaré el próximo sábado.
Dios, que es eternamente fiel, ha prometido que no faltarán pastores a su Iglesia: “Os daré pastores según mi corazón” (Jr 3,15). Y el ‘corazón’ de Dios se nos ha revelado plenamente en el Corazón de Cristo, el Buen Pastor; un Corazón que sigue hoy teniendo compasión de las muchedumbres y dándoles el pan de la verdad, del amor y de la vida (cf. Mc 6, 30 ss.), y desea palpitar en los corazones de los sacerdotes para que sean pastores en su nombre y persona (cf. PDV 82).