Obispos de Segorbe-Castellón
Mons. Juan Antonio Reig Pla
Obispo de Segorbe-Castellón de 1996 a 2005
Nace el 7 de julio de 1947 en Cocentaina (Alicante), Diócesis de Valencia. Cursó estudios eclesiásticos en el Seminario Mayor de Valencia, donde obtuvo el Bachillerato en Teología en 1970. Es Licenciado en Sagrada Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca (1973) y Doctor en Teología Moral por la Pontificia Universidad Lateranense de Roma (1978). Fue ordenado sacerdote en Valencia el 8 de julio de 1971.
De nuevo en Valencia fue Prefecto de Filosofía en el Seminario Mayor de Moncada y Rector del Seminario Mayor La Inmaculada, Vicario Episcopal de la zona Alcoy-Onteniente. En 1989 fue nombrado canónigo Penitenciario de la Catedral de Valencia y Delegado Episcopal de Pastoral Familiar desde 1990.
Además, de 1991 a 1996, fue Presidente de la Comisión Diocesana para la Defensa de la Vida, Consiliario del Instituto Social Empresarial del Arzobispado de Valencia y experto de la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida. Es, desde 1994, Vicepresidente-Decano del Pontificio Instituto Juan Pablo II para Estudios sobre el Matrimonio y la Familia (Sección Española). Fue socio fundador de la Sociedad Valenciana de Bioética, de 1994 a 1996.
Su episcopado en la Diócesis de Segorbe-Castellón se caracterizó por la formación e incremento de las vocaciones sacerdotales, la formación a los docentes y catequistas, creando el Instituto de Ciencias Religiosas, la activación de la presencia del seglar con la celebración del Primer Congreso Diocesano de Apostolado Seglar y, fundamentalmente, su incidencia en los aspectos relacionados con la Vida, el Matrimonio y la Familia. Fue presidente de la Subcomisión Episcopal de Pastoral Familiar y Defensa de la Vida. Y además, durante su gobierno en la diócesis, se consagró la Iglesia Concatedral de Santa María de Castellón de la Plana.
Mons. José María Cases Deordal
Obispo de Segorbe-Castellón de 1972 a 1996
Nació en Santa Eulalia de Riuprimer (Barcelona) el 26 de diciembre de 1919 y falleció el 21 de abril de 2002 en Figureres. Licenciado en Teología y en Historia de la Iglesia por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, fue ordenado sacerdote en Girona, en 1943. En esta Diócesis desarrolló su labor pastoral hasta 1972. Fue profesor del seminario diocesano de Girona, así como Director del Museo diocesano y Consiliario diocesano de la Juventud de Acción Católica.
En 1972 fue nombrado Obispo de Segorbe-Castellón, sede en la que permaneció hasta 1996. En la Conferencia Episcopal Española fue miembro de la Comisión Mixta de Obispos y Superiores Mayores y de las Comisiones Episcopales del Clero y Misiones y Cooperación entre las Iglesias.
Durante su episcopado reestructuró la diócesis en vicarías territoriales y reordenó los arciprestazgos. Creó nuevas parroquias en las localidades industriales con gran crecimiento demográfico y equipos de atención en los núcleos del interior con fuerte despoblación. Impulsó la finalización de las obras de Santa María la Mayor de Castellón de la Plana y creó los Grupos de Oración (GOA), al tiempo que potenció la pastoral de los enfermos y de las personas mayores.
José Pont y Gol
Obispo de Segorbe-Castellón de 1951 a 1970
Nació en Bellpuig el 9 de abril de 1951 y falleció en Solsona el 4 de octubre de 1995. Estudió en el seminario de Solsona y fue ordenado sacerdote el 22 de marzo de 1931. Posteriormente se doctoró en teología en Roma. En la diócesis de Solsona fue profesor del seminario, canónigo Doctoral de la catedral, y designado Secretario de Cámara y Canciller del Obispado por el obispo Vicente Enrique y Tarancón.
Su episcopado en la Diócesis de Segorbe-Castellón se caracterizó por las reformas administrativas territoriales que, en 1960, dieron origen a la nueva diócesis de Segorbe-Castellón y al cambio de título de sus prelados. Fue secretario de la Comisión Episcopal de Caritas Española. Participó en las sesiones del Concilio Vaticano II, que compaginó con las reformas de la nueva diócesis resultante de la agregación de localidades y cleros. Esto supuso que en los primeros años se dedicara a la visita pastoral minuciosa del territorio. Creó el Seminario Mayor de Castellón de la Plana e inauguró la Casa de Espiritualidad de Bechí.
Obispos de Segorbe
Francisco Sancho (1577-1578), fue el primer obispo de la diócesis segorbina separada de Albarracín. Natural de Morella, procedía de la diócesis salmantina donde había sido decano de la facultad de Teología y era canónigo de Escritura en su catedral. Teólogo de gran prestigio había sido comisionado por Felipe II a Roma para el proceso del arzobispo toledano Carranza. Se enfrentó con el cabildo por el rechazo de este a las Bulas de división de la diócesis.
Gil Ruiz de Lihori (1579-1583), natural de Gandesa y arcediano de Culla en la catedral de Tortosa. Tuvo que hacer frente a los pleitos no resueltos por la división diocesana. Martín de Salvatierra (1583-1592), natural de Vitoria, había sido promotor fiscal de la Inquisición e inquisidor de Valencia, promovido a obispo de Albarracín en 1578. Convocó sínodo en 1586. En su episcopado tuvo muchos pleitos en los que debió intervenir la nunciatura, por ello pasó largo tiempo en Madrid. Fue trasladado a Ciudad Rodrigo en 1592.
Juan Bautista Pérez (1592-1597), natural de Valencia, era canónigo bibliotecario de Toledo, y como secretario del cardenal Quiroga trabajó en la compilación de los concilios espanoles. A su llegada examinó todos los problemas pendientes y, tras ello, celebró sínodo diocesano. Llegó a un acuerdo con el cabildo en la aplicación de la bula de Gregorio XIII, que solucionaba los problemas de residencia capitular, con lo que el nuncio apostólico fijó la fecha de 1 de noviembre, festividad de Todos los Santos, de 1593 para iniciar el nuevo derecho capitular regido por la Bula «In eminente» de Clemente VIII. Posteriormente abordó el problema de la catequesis de los moriscos o nuevos convertidos, proponiendo un plan de nuevas parroquias, y reclamó a los cartujos la jurisdicción de la Cueva Santa.
Feliciano de Figueroa (1599-1609), natural de Bornos en Sevilla, fue familiar del Patriarca Ribera, con quien trabajó en la reforma del catecismo para los nuevos convertidos. Desarrolló la erección de parroquias planteada por su antecesor en los lugares de moriscos, con graves contradicciones por parte de los prebendados eclesiásticos y los senores territoriales, que habían de ceder o aportar las rentas. Intentó fundar en Segorbe para monjas dominicas un convento en San Martín, a partir del antiguo beaterio.
Pedro Ginés de Casanova (1610-1635), natural de Valencia, fue provisor de Albarracín y después catedrático y paborde de la universidad y catedral de Valencia y Vicario General del arzobispo Ribera. Ya obispo en Segorbe fue designado comisionado para la causa de canonización de San Pascual Baylón. Visitó la diócesis y reorganizó las parroquias después de la expulsión de los moriscos. Celebró sínodo diocesano. Fundó en Segorbe el convento de San Martín, que habitaron las agustinas descalzas, y en cuya iglesia trabajaron en su decoración los pintores Ribalta y Espinosa. Su episcopado fue tiempo de nuevas fundaciones religiosas en la diócesis. Construyó la nueva capilla del sacramento en la Catedral y se vio involucrado en los sucesos del proceso de santidad del padre Simón.
Juan Bautista Pellicer (1636-1638), natural de Valencia y formado en el entorno del Patriarca Ribera. Las cuestiones protocolarias, propias de aquellos tiempos, se le plantearon nada más llegar a la diócesis. Visitó la diócesis, entre 1636 y 1637, y reformó las cuestiones administrativas de la Cueva Santa.
Diego Serrano (1639-1652), nacido en Chillón (Córdoba), fue general de la orden mercedaria, y obispo de Solsona antes de su traslado a Segorbe. Realizó sínodo en 1645. Su preocupación mariana le llevó a organizar el Santuario de la Cueva Santa, nombrando capellanes y realizando obras de ampliación., y estableció el rezo del rosario en la catedral. La peste azotó la ciudad episcopal durante este pontificado y los mercedarios se establecieron en Segorbe ocupando la iglesia de Santa Ana.
Francisco Gabaldá (1652-1660), natural de Cabanes, entonces diócesis de Tortosa, era fraile jerónimo de San Miguel de los Reyes, en Valencia. En su época se trajo el cuerpo de San Antimo y empezó a edificarse la Iglesia de la Companía en 1653. El obispo hizo una concordia con los capitulares acerca de las canonjías, que fue aprobada por el Papa Alejandro VII en 1659. Igualmente se concordó con el duque de Segorbe el protocolo de la Catedral. Extremadamente crédulo tuvo problemas con la Inquisición. A su muerte fue nombrado sucesor el filipense Domingo Sarrió, beneficiado de la catedral de Valencia, que no aceptó.
Anastasio Vives de Rocamora (1661-1672), natural de Orihuela, religioso de la orden del Carmen fue prior del convento de Valencia. Celebró sínodo en 1668. Bendijo la nueva iglesia de los jesuitas y sufragó la portada mayor y el retablo del Carmen de la catedral. El duque de Segorbe mandó desde Roma el cuerpo de San Félix mártir que se venera en la catedral. La muerte violenta de dos canónigos curados y su edad precipitaron su renuncia a la sede, retirándose al convento de carmelitas de Onda donde falleció.
José Sánchez (1673-1679), natural de Valencia, mercedario predicador provincial y general de su orden, calificador del Santo Oficio y del consejo de la Suprema Inquisición consagrado para Ampurias en Cerdena, fue trasladado a Segorbe en 1673. Intentó la puesta en funcionamiento del seminario conciliar. Fue designado, posteriormente, arzobispo de Tarragona.
Crisóstomo Royo de Castellví (1680-1691), natural de Valencia, catedrático de Teología en su universidad, había sido visitador de la diócesis en tiempos del obispo Vives Rocamora. Solucionó los problemas de ceremonial y protocolo con concordias. Trasladó e instauró distintas fiestas de santos incluida la dedicación de la catedral, que de mayo pasó a octubre.
Antonio Ferrer y Mila (1692-1707), natural de Valencia, nombrado en 1692. Procuró la concordia en todos los asuntos. En su época en Segorbe se construyó por la cofradía de la Santísima Trinidad la nueva iglesia barroca de Santa Ana y se renovó el presbiterio de la Catedral. Su vinculación austracista en la guerra de Sucesión le llevó a oficiar la celebración y tomar, en ausencia del arzobispo refugiado en Madrid, el juramento del archiduque don Carlos en la Catedral de Valencia. A su muerte, los austracistas propusieron como obispo al capuchino valenciano fray José Zurita, que no tomó posesión.
Rodrigo Marín Rubio (1708-1714), natural de Tíjola en Almería, era maestrescuela de la catedral de Granada, de cuya universidad había sido catedrático y rector. En 1708, tras tomar posesión del obispado, procedió a excomulgar a los partidarios del archiduque don Carlos, abriendo proceso a varios curas que los auxiliaban, lo que provocó el que no pudiese visitar la diócesis, por miedo a las partidas de migueletes. En 1714 fue nombrado obispo de Jaén.
Diego Munoz Baquerizo (1714-1730), natural de Pinto, colegial de Salamanca e inquisidor en varias provincias. En su pontificado prosiguieron las situaciones derivadas de la guerra y hubo problemas de disciplina cívico-eclesiástica y gran pobreza en los pueblos. Realizó un censo diocesano, de cuyos datos se puede concluir la importancia de las distintas parroquias tanto por el número de personal como por el de las rentas. Tuvo distintos pleitos con los canónigos, resueltos por la Nunciatura.
Francisco de Cepeda y Guerrero (1731-1748), natural de Cádiz, estudió en Sevilla de donde fue juez eclesiástico y canciller, posteriormente canónigo de Cádiz y visitador de la diócesis. En su episcopado arregló el Santuario de la Cueva Santa y, en 1734, el Papa Clemente XII mandó que las canonjías que tenían el beneficio de párrocos de la ciudad y la de doctoral y penitenciario fuesen de obligada residencia. Puso el archivo de la catedral en la torre encima de la sala capitular, donde estuvo hasta la guerra civil de 1936, y realizó un nuevo censo de la diócesis en 1747.
Francisco Cuartero y Lumbreras (1748-1751), natural de Tabuenca, diócesis de Tarazona, colegial en el de Aragón y en San Ildefonso de Alcalá, catedrático de Alcalá, confesor de la Encarnación de Madrid, penitenciario, gobernador y visitador en León. Redujo las fiestas de precepto. Insistió en la instrucción y la ensenanza de la Doctrina Cristiana. Reguló la confesión y la comunión pascual, así como la predicación; también las colectas de las distintas cofradías y las formas de vida y costumbres de los clérigos, actuando ya como un obispo reformista ilustrado.
Pedro Fernández Velarde (1751-1757), nacido en Cortes en la diócesis salmantina, Maestrescuela de su catedral. Intervino en los problemas de la Hermandad de beneficiados y los canónigos e hizo una información sobre la diócesis para la aplicación del concordato de 1753. Ante una plaga de langostas que afectaban a la diócesis expandió el culto a San Gregorio Ostiense protector contra la langosta.
Blas de Arganda (1758-1770), natural de Arganda, miembro de la orden jerónima y prior de El Escorial. Su gobierno se desarrolló durante el reinado de Carlos III, interviniendo en todos los ajustes ilustrados, como el de la reducción de beneficios. Ante la expulsión de los jesuitas, a la cual fue favorable, y en aplicación de las instrucciones de la curia romana, negoció con los albaceas de la herencia del deán Durango la aplicación de dichas rentas para la fundación del Seminario Conciliar, con sede en el colegio de los jesuitas de Segorbe ahora vacío, lo que fue aceptado aunque el seminario no se pudo erigir hasta el siguiente pontificado.
Alonso Cano (1770-1780), fraile trinitario, teólogo de Su Majestad y calificador del Santo Oficio. Miembro de la Real Academia de la Historia. Puso en funcionamiento el Seminario Conciliar y la Biblioteca Pública instalada en el Palacio Episcopal. Procedió a la reducción de beneficios, dotó a las parroquias de menos recursos y propició instituciones de apoyo a los labradores. En materia de costumbres intentó la reforma de las fiestas, evitando la mezcla con actos profanos, singularmente en la cuestión de las corridas de toros, y la ostentación de las cofradías. Patrocinó la nueva construcción de la iglesia parroquial de Sot, modelo que posteriormente en sus decoraciones se imitó en otros edificios eclesiásticos, y en la catedral procedió a la reforma del coro.
Lorenzo Lay Anzano (1781), anteriormente obispo de Albarracín, tomó posesión en marzo y falleció en julio del mismo año.
Lorenzo Gómez de Ahedo (1784-1809), Auditor y Decano de la Rota de Madrid. Consolidó el seminario, trasladó el hospital a la Casa de Misericordia que había construido en las afueras, así como el cementerio que abandonó los patios de la catedral. Perteneciente al círculo de los ilustrados, colaboró con el botánico Cavanilles, incorporó los fondos de la biblioteca capitular a la del seminario y propició la ordenación moderna de los documentos del archivo capitular. En temas sociales y económicos, impulsó la introducción de nuevos cultivos que ayudasen a los labradores y el establecimiento de industrias artesanales. En su pontificado se reconstruyó la catedral con el templo actual neoclásico, según las tendencias academicistas, y otras dependencias.
Lorenzo Alaguero (1815-1816), ocupó la sede tras un largo paréntesis de vacante en los anos de la guerra de Independencia. Natural de Valladolid, pertenecía a la orden jerónima y era obispo de Jaca desde 1803. Su trabajo se dedicó a la reorganización de la diócesis tras la guerra, organizando las conferencias morales para el clero y examinando a los eclesiásticos.
Francisco de la Duena y Cisneros (1817-1821), canónigo doctoral y catedrático de Salamanca, era obispo de Urgel. Reactivó las conferencias morales, apoyó la ensenanza del catecismo y formó una junta de caridad, mejorando las rentas del hospital. Ausentado de la diócesis por enfermedad, retornó a la misma en 1820 apoyando las ideas políticas de los gobiernos progresistas, tanto en la supresión de conventos como en el entusiasmo por la Constitución. A su muerte fue electo para cubrir la vacante Vicente Ramos, que no llegó a ser consagrado, pues al término del trienio liberal no fue admitido en la ordenación episcopal.
Julián Sanz Polanco (1825-1837), natural de Campo Real (Toledo), realizó estudios en El Escorial y Alcalá, era párroco de Fuencarral cuando fue nombrado obispo. Se aplicó en la reforma del clero y del pueblo cristiano tras los desórdenes de la guerra. A su muerte se inició una larga vacante que duró once anos, nombrándose en 1845 administrador apostólico al obispo de Barbastro don Jaime Fort y Puig.
Domingo Canubio y Alberto (1848-1864), nacido en Jerez de la Frontera y miembro de la orden de dominicos, profesor de teología y filosofía en Sevilla, y director del Instituto de Jerez. Fomentó la religiosidad popular con el mes de María, las jornadas de la Virgen y las Siete Palabras. Procuró aumentar el número de clérigos en la diócesis. No admitía intromisiones de la autoridad civil y pregonó personalmente en 1854 el dogma de la Inmaculada Concepción por las calles de la ciudad de Segorbe, siendo el primer lugar donde se hizo público en Espana. De carácter caritativo, acogiendo a cuantos se acercaban al palacio, durante la epidemia de cólera ayudó personalmente a los afectados.
Joaquín Hernández y Herrero (1865-1868), natural de la aldea de las Eras de Alpuente (Valencia), profesor de la Universidad de Valencia y penitenciario de la Catedral, y obispo de Badajoz. Reorganizó la diócesis en sus arciprestazgos y parroquias. Propuso como patrón de la diócesis a San José.
José Luis Montagut (1868-1875), natural de Albaida (Valencia), canónigo magistral de Valencia y obispo de Oviedo. Su obispado fueron tiempos de crisis por la repercusión que en la diócesis tuvo el juramento de la Constitución exigido al clero y negado por éste, la legislación sobre el matrimonios civil y el estallido de la guerra carlista de 1873-1874.
Mariano Miguel Gómez (1875-1881), natural de Cervera de Pisuerga (Palencia). Estudió derecho y teología en Valladolid, canónigo lectoral en Segovia y Valladolid, y rector del seminario de la ciudad. Publicó el edicto para cubrir las parroquias vacantes creadas por su antecesor el obispo Hernández. Fomentó la ensenanza de la doctrina cristiana los domingos y días festivos, el rosario, la frecuencia del sacramento de la penitencia, las conferencia morales y litúrgicas de los sacerdotes, y el decoro de los sacerdotes y los edificios eclesiásticos. Fue posteriormente nombrado obispo de Vitoria.
Francisco de Asís Aguilar y Serrat (1881-1899), natural de Manlleú, profesor del seminario de Vic, director del Colegio Mayor Santo Tomás y el de Estudios Católicos en Madrid, y rector del seminario de Córdoba. Seguidor de las ideas del padre Antonio María Claret, impulsó instituciones de formación del clero y de catequistas, de ensenanaza y de asistencia social. Promovió, según el modelo cordobés, instituciones sociales como la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Segorbe, y fundó la hermandad de sufragios del clero. Publicista, periodista y escritor, inició el boletín eclesiástico de la diócesis y publicó el Episcopologium Segobricense del obispo Pérez y la obra Noticias de Segorbe y de su Obispado. Escribió cartas pastorales sobre liturgia, constitución de la Iglesia, indefectibilidad de la Iglesia, y el derecho de la Iglesia a opinar en la política, participando en la polémica antilaicista de fines del siglo XIX.
Manuel María Cerero y Soler (1900-1907), nacido en San Juan de Puerto Rico, su formación religiosa se desarrolló en Cádiz, donde fue capellán de la Santa Cueva hasta su designación como profesor de Moral y vicerrector del Seminario, y tras su estancia como Secretario de Cámara en Tuy retorna a Cádiz como rector y profesor de San Pablo, siendo nombrado canónigo Penitenciario de su catedral. Escribió pastorales sobre el santo rosario, la cuaresma y celebró la venida del siglo XX con una gran vigilia en la Catedral. Celebró el jubileo del cincuentenario de la proclamación del dogma de la Inmaculada y reformó el calendario diocesano.
Antonio María Massanet y Verd (1908-1911), nacido en Palma de Mallorca, en su diócesis fue Visitador de comunidades religiosas y profesor del Seminario en las materias de matemáticas, metafísica, lógica y ontología. Habiendo declinado la Sede Almeriense fue nombrado un ano más tarde para Segorbe. Impulsó la reforma del canto litúrgico, según las directrices del papa Pío X, y organizó misiones dirigidas por los padres jesuitas y franciscanos. Impulsor de instituciones en el ámbito del movimiento social católico y de cofradías y asociaciones para seglares.
Luis Amigó y Ferrer (1913-1934), nacido en Masamagrell (Valencia), sus primeros tiempos se relacionaron con la orden capuchina, donde profesó, y posteriormente creaba, en 1895, la congregación de Terciarios Capuchinos para la atención de la infancia y juventud marginada. Su pontificado en Segorbe se caracterizó por un fuerte protagonismo social, la organización y atención de las parroquias y del santuario de la Cueva Santa, preocupación por los bienes culturales restableciendo la plaza de canónigo archivero y creando el museo diocesano y, fundamentalmente, el impulso de movimientos juveniles y una labor de magisterio centrada en la difusión de la doctrina a través de cartas pastorales y publicación de obras impresas, en las que incide sobre la devoción mariana, el culto eucarístico y la acción social en los necesitados.
Miguel Serra Sucarrats (1936), nacido en Olot, fue profesor en el seminario de Gerona y canónigo en Tarragona, diócesis en la que ocupó el puesto de Vicario General del cardenal Vidal y Barraquer hasta su consagración como obispo de Canarias (1923). Trasladado a la sede de Segorbe, vacante durante un largo tiempo, tomó posesión en junio de 1936, siendo detenido y encarcelado al inicio de la Guerra Civil y martirizado en Vall d’Uxó el 9 de agosto de dicho ano.
Prudencio Melo y Alcalde (1939-1944), administrador apostólico de Segorbe. Finalizada la guerra civil fue nombrado administrador de la diócesis el arzobispo de Valencia, dedicando sus esfuerzo a la reconstrucción diocesana y a proveerla de clero. En aquellos primeros anos se compartió con Valencia las directrices diocesanas.
Ramón Sanahuja y Marcé (1944-1950), nacido en Baneras (Tarragona), doctor en Teología, Derecho Canónico y Filosofía, era arcipreste de Tarrasa cuando fue electo obispo de Segorbe, con lo que se restauraba tras la Guerra Civil la continuidad apostólica en la sede. Durante sus anos en la diócesis se preocupó de la reconstrucción de la catedral, el seminario y las múltiples parroquias afectadas por las secuelas de la guerra, así como sobre la presencia de clero en las poblaciones. Reorganiza la vida asociativa de los laicos, impulsando fundamentalmente la Acción Católica, y escribe diversas cartas pastorales en las que destaca la necesidad de la moral cristiana y de la penitencia, al tiempo que la caridad fraterna en los momentos que se viven.
Sacado de Historia de las diócesis espanolas: LA IGLESIA DE SEGORBE-CASTELLÓN. COORDINACIÓN: Pedro Saborit Badenes; AUTORES: Magín Arroyas Serrano. David Montolío Torán. Pedro Saborit Badenes. Segorbe, 2005. Editorial: BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS, Proyecto «Flórez 2000».
FLÓREZ, E., Espana Sagrada, Tomo VIII (Madrid 1860) 110-116.
«Los obispos de Segorbe Albarracín en la conquista del reino de Valencia. Identificación de un obispo desconocido, D. Pedro Ginés ?1215-1223?», en X Congreso Historia de la Corona de Aragón (Zaragoza 1979) 365-401.
Obispos de Segorbe y Albarracín
Fernando (1173), Prior de la orden de Santiago que no tomó posesión del obispado pues murió antes de la consagración.
Martín (1173-1210), consagrado por el arzobispo toledano de cuya sede era canónigo. En su pontificado, en el ano 1200 se consagró como catedral la iglesia de El Salvador de Albarracín y el arzobispo dio las primeras constituciones u ordenaciones de la Iglesia Segobricense, distribuyendo los diezmos y oblaciones entre obispo y cabildo, según la costumbre de la iglesia toledana.
Gil (1210-1212), citado por Llorens Raga en base al episcopologio manuscrito de Albarracín, en el que consta que fundó una capellanía en la catedral de El Salvador. No tenemos otra información sobre su figura, salvo la referencia a su aniversario recogida en el Episcopologio Segobricense de Juan Bautista Pérez.
Pedro Ginés (1215-1223), citado por Vicente Castell Mahiques.
Domingo (1223-1234), al inicio de su pontificado recibió del Senor de Albarracín el tercio de los frutos de las vinas y la iglesia de Bejís. Aprobó nuevas constituciones sobre distribución de diezmos, que confirmaban las del arzobispo Martín López de 1200.
Guillermo (1235-1237), fue el obispo a quien el rey Zeyt Abu Zeyt le concedió la jurisdicción espiritual de sus tierras en el entorno de la ciudad de Segorbe. La citada donación sirvió de fundamento a posteriores pretensiones de ensanchar los dominios del obispado, que nunca tuvieron éxito.
Ximeno (1237-??), conocido también por Simón. En nombre de su metropolitano toma posesión de la ciudad reconquistada de Valencia, celebrando la primera misa. En su época surgieron los primeros problemas en torno a la delimitación del territorio de la diócesis y se adquiere la localidad de Tramacastiel para la mensa episcopal a la que se anade el lugar de Navajas donado por el Rey.
Pedro García, Gil, Ginés (1246-1259), se posesiona de Segorbe en 1247 y procede a la erección de la catedral. En 1259 la Santa Sede dictamina la unión de las diócesis de Segorbe y Albarracín.
Martín Álvarez (1260-1264), durante su episcopado la bula «Petitio Vestra» de Alejandro IV une definitivamente las iglesias de Segorbe y Santa María de Albarracín, mientras que los diezmos tanto de Segorbe como de Altura pasaron a ser parte de los bienes del deán valentino y sus iglesias incorporadas por el obispo valenciano fray Andrés de Albalat a la misma dignidad.
Pedro Garcés (1265-1272) era monje cisterciense. Intentó recuperar la ciudad de Segorbe y las rentas de su iglesia, que detentaba el deán de Valencia. Recuperó los diezmos de Castielfabib para el prior parroquial. Fue a Roma y murió en Anguita, diócesis de Segovia, sin haber recuperado la ciudad.
Pedro Jiménez de Segura (1273-1277), elegido por el Cabildo y bien relacionado con la corte, marchó militarmente sobre Segorbe, Jérica, Pina y El Toro, y posteriormente se desplazó al Concilio de Lyon en 1274. Habiendo reclamado todas las partes ante el Papa por la situación de la diócesis, esta fue puesta bajo la custodia del obispo de Tortosa. En 1277 los jueces árbitros asignaron para el obispado la ciudad de Segorbe, Altura, Castellnovo y Bejís, dejando los otros pueblos en litigio para Valencia. El obispo quiso marchar a Roma para defender su causa, pero murió en Teruel el 31 de octubre de 1277.
Miguel Sánchez (1278-1288), elegido por el Cabildo no pudo gobernar la diócesis pues otro candidato -fray Pedro Costa-, con el apoyo del rey don Pedro de Aragón ocupó la sede, teniéndose que refugiar en Castilla donde murió.
Aparicio (1288-1300), era natural de Atienza en Castilla. Expulsó al obispo intruso y dedicó sus esfuerzos a recuperar la estabilidad de la sede y a procurar retomar las pérdidas ocurridas durante el pontificado anterior, particularmente en lo que se refería a los bienes eclesiásticos y a sus rentas.
Antonio Muñoz (1302-1318), doctor en cánones y catedrático de Salamanca, canónigo de Segorbe, en su pontificado se concedieron estatutos sobre distribución de las rentas entre los prebendados y se promovieron diversos pleitos para la restitución de los derechos diocesanos.
Sancho d’Ull (1319-1356), fraile de la orden carmelitana. Prosiguió el litigio por la recuperación de los territorios diocesanos contra sus vecinos de Valencia y Tortosa. En 1323 ganó un pleito contra las órdenes militares de Montesa y Calatrava, que se vieron obligadas a retornar los diezmos de Ademuz, Castielfabib y Bejís. El mismo anos se trasladó a Avinón, consiguiendo que el obispado de Valencia renunciara a la propiedad de las iglesias despojadas, de las que se tomó posesión entre 1355 y 1357. Controló la administración del obispado mediante dos sínodos, celebrados en 1320 y 1323 en las catedrales de Albarracín y Segorbe respectivamente, destinando un tercio de los diezmos de las parroquias para la fábrica de ambas catedrales y demás iglesias. Murió en Avinón en 1356, siendo posteriormente sus restos trasladados a la catedral de Segorbe donde fue enterrado en la capilla de las Once Mil Vírgenes, fundada y mandada construir por él mismo.
Elías de Perigueux (1357-1363), primero de los obispos que es nombrado por el Papa. Francés de origen y miembro de la curia de Avinón, estableció vicarios perpetuos en diversas localidades y creó oficios en la catedral. Celebró sínodo diocesano en 1358, en el que se ordenaba, entre otros asuntos, el uso de birretes por los clérigos en las iglesias.
Juan de Barcelona (1363-1370), su residencia en Segorbe se retraso un tiempo por la presencia de las tropas castellanas. Ordenó que se trajesen los documentos que el obispo Sancho d’Ull envió a Avinón por los diversos procesos planteados y celebró sínodo en 1367, en el que se concedían diversas indulgencias y se redacta un breve catecismo para ensenanza de los ninos.
Inigo de Vallterra (1370-1387), miembro de una importante saga familiar de origen navarro-aragonés, arcediano de la catedral de Burgos y posiblemente canónigo en Segorbe, en 1370 es nombrado obispo de Segorbe, cargo que ocupó tras ser anteriormente obispo de Girona, de donde pasó en 1387 a ser arzobispo de Tarragona. Personaje de indudable influencia política, en 1381 firmó los estatutos que regulaban la administración de fábrica del templo catedralicio de Segorbe y la constitución que abolía la masa común en las rentas canonicales. En 1385, en su presencia y junto a los obispos de Huesca, Candia, Dolia y del infante don Martín, se hizo el acta de donación de unos terrenos en el término de Altura para la fundación de la que sería la cartuja de Valldecrist. Ya arzobispo de Tarragona, regresó en noviembre de 1401 a Segorbe para consagrar la cartuja, fundando y dotando de importantes rentas la capilla prioral del Salvador eregida junto a la catedral bajo el patronato familiar de los Vallterra.
Diego de Heredia (1387-1400), suprimió el oficio de la Prepositura y con sus rentas se pagaron diversos oficios como el maestro de gramática, el maestro de canto y el médico, surgiendo la administración de Prepositura. Pleiteó con la orden de Montesa para recuperar las rentas de los frutos que esta se negaba a pagar por los antiguos lugares pertenecientes al Temple. En su pontificado se inició la devoción a la Virgen de Gracia. Fue partidario de Benedicto XIII o el papa Luna.
Francesc Riquer o Regner (1400-1409), franciscano que llegó a Segorbe tras haber sido obispo de Huesca (1385-1393) y Vic(1393-1400). En 1401 concurrió a la consagración de la cartuja de Valldecrist y en 1402 fundó dos capillas en el claustro de la catedral segorbina, la de las santas Clara y Eulalia y la de San Antonio Abad y San Antonio de Padua. Reunió en un Libro de Constituciones todos los privilegios y derechos concedidos a la sede desde el siglo XIII.
Juan de Tahuste (1410-1427), franciscano y obispo de Huesca desde 1403, fue nombrado para la diócesis segobricense por mandato de Benedicto XIII, el Papa Luna. Jugó un papel destacado en el Compromiso de Caspe. En 1412 consiguió la devolución de derechos sobre los diezmos de algunas de las poblaciones de su diócesis. En 1415 autorizó que los franciscanos empezaran la construcción de un pequeno convento en los terrenos del antiguo eremitorio de San Blas. Fiel a Benedicto XIII durante los concilios de Pisa (1409) y Constanza (1414-1418), renunció a su obediencia en 1416 por orden del rey Fernando de Aragón. En la catedral de Segorbe promovió la construcción del aula capitular, con un préstamo de la Cartuja de Grenoble. En 1417 celebró sínodo. En 1426 nombró coadjutor a Francesc d’Aguiló, canónigo de Mallorca. Murió en 1427 y cuando sus restos fueron posteriormente hallados, en 1608, se colocaron en un sepulcro sobre la puerta del aula capitular.
Francisco Aguilón (1428-1437), celebró sínodo en 1428 del que se desconoce su contenido y continuó las obras del aula capitular.
Jaime Gilard (1438-1445), nombrado por elección del Cabildo, mientras que el papa Eugenio IV designaba a Gilberto Pardo de la Casta, la disputa se resolvió a favor de Gilard, quien no residió nunca en la diócesis y, finalmente, fue nombrado obispo de Barcelona.
Gilberto Pardo de la Casta (1445-1454), tomó posesión de Segorbe tras el traslado de su rival a Barcelona, aunque nunca ocupó la sede por su permanencia en Italia, muriendo en Roma.
Juan Luis del Milá (1455-1461), nacido en Játiva y de la familia Borja, nombrado obispo por Calixto III, quien posteriormente lo creó cardenal por lo que se trasladó a Roma. De regreso a la sede, al poco tiempo fue nombrado obispo de Lérida.
Pedro Baldó (1461-1473), cisterciense y abad del monasterio de Valldigna. Participó en el concilio celebrado en Lérida en 1461. En 1463 dictaba constituciones sobre la administración de cappis y creación de beneficios. En 1466 junto al Senor de Segorbe, el infante don Enrique, creaba el hospital de San Miguel u Hospital Mayor de Segorbe. Realizó obras en la catedral.
Bartolomé Martí (1474-1498), natural de Játiva y familia de los Borja, mayordomo del cardenal Rodrigo de Borja, elegido por el Papa no pudo tomar posesión hasta 1479, pues el cabildo había elegido a Gonzalo Fernández de Heredia. Celebró sínodos en 1479 y 1485. Creado cardenal por Alejandro VI en 1496, estando en Roma renunció al obispado en 1498 con la condición de volverlo a ocupar al quedar vacante.
Juan Marradas (1499), valenciano y canónigo de Segorbe residente en Roma. Falleció sin entrar en la diócesis.
Bartolomé Martí (1499-1500), anterior obispo de la sede que recuperó la misma aunque falleció en Roma al poco tiempo.
Gilabert Martí (1500-1530), natural de Alzira y jerónimo. Sobrino del anterior obispo, fue nombrado en los últimos días de Alejandro VI. Tuvo un papel decisivo durante las Germanías (1519-1520). Pasó fuera de la diócesis sus últimos diez anos de gobierno. Efectuó una restauración arquitectónica en la catedral de Segorbe y pagó los costes de la capilla mayor, para la que encargó el retablo mayor, obra de Vicent Macip y Juan de Juanes. Realizó obras de restauración en la catedral de Albarracín.
Gaspar Jofré de Borja (1530-1556), arcediano mayor de Valencia, es el primer prelado propuesto por el monarca tras el privilegio de presentación concedido a Carlos I por el papa Adriano VI. Miembro de la familia Borja, al ser nombrado era ya canónigo de Segorbe detentando la prebenda de Jérica. Celebró sínodo en 1531. Estableció nuevas parroquias en lugares moriscos.
Juan de Munatones (1556-1571), natural de Briviesca (Burgos) y fraile agustino, realizó estudios universitarios en Salamanca. Predicador del emperador Carlos V. Participó en las sesiones del concilio de Trento (1562-1563). Asistió al Concilio Provincial de Zaragoza, donde se acordaron las normas a seguir para la aplicación de las disposiciones tridentinas. Celebró sínodo diocesano en 1566. Tras su fallecimiento fue enterrado en la iglesia de Santa María la Mayor de Briviesca, en la capilla familiar.
Francisco de Soto Salazar (1571-1576), inquisidor y comisario de Cruzada permaneció grandes temporadas en la corte. Fue nombrado posteriormente obispo de Salamanca.
Sacado de Historia de las diócesis espanolas: LA IGLESIA DE SEGORBE-CASTELLÓN. COORDINACIÓN: Pedro Saborit Badenes; AUTORES: Magín Arroyas Serrano. David Montolío Torán. Pedro Saborit Badenes. Segorbe, 2005. Editorial: BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS, Proyecto «Flórez 2000».
FLÓREZ, E., Espana Sagrada, Tomo VIII (Madrid 1860) 110-116.
«Los obispos de Segorbe Albarracín en la conquista del reino de Valencia. Identificación de un obispo desconocido, D. Pedro Ginés ?1215-1223?», en X Congreso Historia de la Corona de Aragón (Zaragoza 1979) 365-401.
La Diócesis Visigoda de Segóbriga
Sin pretender entrar en la polémica sobre la historicidad de la localización de la vieja sede episcopal de Segóbriga en los tiempos visigodos, teniendo en consideración que este es el título que se adoptó, ya en época medieval, para los obispos de la actual diócesis de Segorbe-Castellón, nos parece oportuno mencionar los tiempos de herencia histórica reproduciendo las páginas que escribió el Padre Enrique Flórez, en su obra Espana Sagrada, al tratar sobre el obispado y los obispos Segobrigenses:
En orden a la cristiandad y silla pontificia de Segóbriga, no tenemos duda en que viene de muy antiguo; pues así lo promete la circunstancia expuesta de haber sido capital de la famosa región de la Celtiberia; sin que tampoco la obstase la razón de residencia de pretores y magistrados, que para otra contuvo a los primeros varones apostólicos; pues su situación la daba alguna seguridad por no estar en el Itinerario más común. Pero lo mismo que la hacía menos frecuentada de ministros gentílicos, parece se extendió también a remover de nuestra noticia su origen y progresos en los primeros siglos, pues los ignoramos, como en otras iglesias.
El doctor D. Francisco de Villagrasa, que imprimió un libro sobre la Antigüedad de la iglesia catedral de Segorbe, anduvo bastante liberal con esta iglesia, tomando el hilo de su historia desde el siglo I, y rotulando capítulos con los asuntos de que asistieron sus obispos a los concilios primero y segundo de Toledo, juntamente con el Valentino. Pero como no alega textos con que rebatir al que lo niegue, ni con qué obligarnos a la afirmación, empezaremos el catálogo por donde tenemos noticia de los nombres.
PRÓCULO, desde mucho antes del 589.
El primer obispo Segobrigense que ha conservado el nombre fue Próculo, según vemos en las suscripciones del concilio tercero de Toledo, en cuyo núm. 23 firma este prelado con título de Segobriense, como se lee más frecuentemente en los Mss. góticos, en lugar de Segobrigense[…]
La antigüedad que Próculo mostró en aquel concilio III, celebrado en el ano de 589, dio bien a entender que era de los sufragáneos antiguos, pues antecedió a 38 obispos. De aquí se infiere que su consagración se hizo muchos anos antes; y como no se puede afirmar que este fuese el primer obispo de Segóbriga, resulta deberse reconocer esta silla por mucho más antigua.
No obstante la turbación del reinado de Leovigildo arriano, se mantuvo Segóbriga sin mezcla de ningún ministro hereje; pues hallamos a Próculo, único en esta iglesia, sabiéndose que en otras hubo arrianos intrusos. Ignorase lo que sobrevivió, sin poder afirmas más sucesos de su vida que los deducidos por el tiempo; esto es, que alcanzó la aflicción de la persecución de los godos, el día alegre de verlos convertidos a la fe, y que fue uno de los Padres del concilio tercero de Toledo.
PORCARIO, desde antes del 610.
Entre Próculo y Porcario, que Loaysa escribió Poscario, pudo haber otro obispo, según la antigüedad de aquel en el ano de 589, y lo moderno que era este en el de 610. Pero también pudo ser notablemente largo el pontificado del primero, y así basta contenernos en la duda.
Fue Porcario uno de los obispos que en el ano de 610 asistieron al concilio provincial de Gundemaro, como sufragáneo de Toledo, […] Decretó con los demás, que Toledo fuese reconocida por única metrópoli de toda la provincia Cartaginense, siendo verosímil que esta iglesia no siguiese el partido de los que intentaron introducir otro metropolitano, por la razón ya apuntada, de que la Celtiberia parece andaba unida con la Carpetania confinante.
Pasase mucho tiempo sin tener documentos, desde el ano de 610 hasta el de 633, y así ignoramos los sucesos y ano de la muerte de Porcario, aunque se puede alargar hasta cerca del 628 según la firma del sucesor.
ANTONIO, desde algo antes del 633 hasta antes del 647.
Después de Porcario presidió en Segóbriga Antonio, cuyo nombre, dignidad y título constan por el concilio cuarto de Toledo del ano 633 […]
Poco después parece que Antonio empezó a sentir quebranto en la salud, pues en ninguno de los concilios inmediatos asistió personalmente. sino por vicario. En el concilio quinto del ano 636 firmó por él un diácono llamado Pedro, el cual, aunque sólo expresó que suscribía por su obispo Antonio, sin declarar la silla, con todo eso consta ser vicario del Segobrigense, porque sólo en esta iglesia nos da el concilio precedente el nombre de Antonio; y demás de esto en el concilio siguiente, sexto de Toledo del ano 638, se repite el nombre de Antonio con expresión de esta silla, por medio de un vicario, diácono, llamado Wamba, y también Pedro […] y a vista de que en el siguiente (séptimo del ano 646), no hay firma de prelado ni de vicario, es muy verosímil que hubiese ya fallecido, y vacase la silla.
FLORIDIO, desde cerca del 647 hasta el de 654.
Consta el nombre y dignidad de este prelado por el concilio octavo de Toledo, celebrado en el ano de 653 […] La muerte de Floridio se infiere por hallar luego sucesor.
EUSICIO, desde el 654 hasta cerca del 673.
Sucedió a Floridio, Eusicio, muy cerca del ano 654, como se infiere de que aquel vivía en el 653, y este presidía en Segóbriga en el de 655, en que tuvo el concilio nono de Toledo provincial, y concurrió a el Eusicio como sufragáneo […]
En el ano siguiente, esto es, en el de 656, asistió Eusicio al concilio X de Toledo […] Pasáronse 18 anos sin concilio; pero como este prelado era tan moderno […] podemos afirmar que Eusicio llenó el espacio intermedio; pues aun así no fue su pontificado notablemente largo, siendo preciso senalar su muerte muy cerca del 673.
MEMORIO, desde cerca del 674 hasta el 682.
El sucesor de Eusicio fue Memorio, uno de los obispos que en el ano de 675 concurrieron al concilio XI de Toledo, celebrado por los que tocaban a la provincia Cartaginese, como pertenecía el de Segóbriga […]
Persevera su memoria en el ano de 681, en que se halló presente al concilio doce Toledano; pues aunque Loaysa nombró en aquel concilio a Simpronio como obispo Segobriense, queda ya notado ser errata; porque Simpronio era obispo Arcavicense, y el Memorio que aplicó a tal silla fue el Segobrigense, como todo consta por el concilio once y por el trece […]
Poco después del concilio XII falleció Memorio; pues en el siguiente, celebrado a los dos anos en el de 683, ya tenía sucesor; y así incidió su muerte en el ano de 682 con poca diferencia, si hubo alguna, habiendo gobernado su iglesia por cosa de ocho anos.
OLIPA, desde el 683 hasta cerca del 687.
Muerto Memorio, fue luego electo y consagrado Olipa, como vemos en las suscripciones del concilio XIII del ano 683 por noviembre, donde firma en el lugar antepenúltimo, denotando en esto que era muy moderno; y por tanto, que su consagración no puede retardarse del principio del ano 683, o fin del precedente.
En el siguiente, 684, asistió personalmente al concilio XIX de Toledo, compuesto de los obispos de la Cartaginense […]
Vivió poco tiempo en el honor; pues en el ano de 688 presidía ya en su silla el que le sigue.
ANTERIO, desde cerca del 687 hasta después del 693.
El sucesor fue Anterio, cuyo nombre y dignidad constan por elconcilio XV, en que se halló en el ano de 688 por mayo […]
En el ano de 693 persevera la memoria de Anterio como uno de los que en aquel ano se hallaron en el concilio XVI […]
De Anterio sabemos que gobernó su iglesia por espacio no menos que siete anos, ignorándose lo que vivió después por faltar documentos.
Entrada de los moros.
En este prelado se acaba por entero la memoria de los segobrigenses, que ni sabemos si tuvo sucesor antes de la invasión de los moros, ni si continuó después la ciudad por algún tiempo con obispo. Según el total silencio, y el no hallar vestigio de prelado al tiempo de la restauración, parece no podemos afirmar la continuación de los pastores; antes bien el modo con que empezó a restablecerse aquel honor denota que en el siglo doce no había obispo en el territorio de Segorbe […]»
Sacado de Historia de las diócesis espanolas: LA IGLESIA DE SEGORBE-CASTELLÓN. COORDINACIÓN: Pedro Saborit Badenes; AUTORES: Magín Arroyas Serrano. David Montolío Torán. Pedro Saborit Badenes. Segorbe, 2005. Editorial: BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS, Proyecto «Flórez 2000».
FLÓREZ, E., Espana Sagrada, Tomo VIII (Madrid 1860) 110-116.
«Los obispos de Segorbe Albarracín en la conquista del reino de Valencia. Identificación de un obispo desconocido, D. Pedro Ginés ?1215-1223?», en X Congreso Historia de la Corona de Aragón (Zaragoza 1979) 365-401.