1ª LECTURA

Romanos 11, 29-36

Hermanos:
Los dones y la llamada de Dios son irrevocables.
Así como vosotros, en otro tiempo, desobedecisteis a Dios, pero ahora habéis obtenido misericordia por la desobediencia de ellos, así también estos han desobedecido ahora con ocasión de la misericordia que se os ha otorgado a vosotros, para que también ellos alcancen misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos. ¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de conocimiento, el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos!
En efecto, ¿quién conoció la mente del Señor? O ¿quién fue su consejero?
O ¿quién le ha dado primero para tener derecho a la recompensa?
Porque de él, por él y para él existe todo. A él la gloria por los siglos. Amén.

Salmo: Sal 68, 30-31. 33-34. 36-37
R. Señor, que me escuche tu gran bondad.


Yo soy un pobre malherido; Dios mío, tu salvación me levante. Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R.
Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R.
Dios salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá, y las habitarán en posesión.
La estirpe de sus siervos la heredará, los que aman su nombre vivirán en ella. R.

EVANGELIO

Lucas 14, 12-14

En aquel tiempo, Jesús dijo a uno de los principales fariseos que lo había invitado:
«Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; y serás bienaventurado, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos».

COMENTARIO

Vamos a comprar al supermercado. Tenemos en mente un producto. Llegamos a la estantería y elegimos el que mejor nos parece. Y seguidamente miramos la fecha de caducidad. Si está pasado de fecha o cercano a ella no nos sirve. Nuestra vida está llena de fechas de caducidad. Aparentemente todo “se pasa”.

Por eso nos resulta tan tranquilizadora la frase de San Pablo en la primera lectura de la misa de hoy: “Los dones y la llamada de Dios son irrevocables”. Es decir, que la relación de Dios con nosotros no tiene fecha de caducidad. Los dones que de ella derivan tampoco: nuestra vocación, la gracia, la fuerza de Su Palabra… El sí de Dios a nosotros es perpetuo e imperecedero. Depende de nosotros aceptar esa relación, abrirnos a ella o cerrarle las puertas. Entrar en el Sí de Dios o negarlo.

Solo así, sabiéndose enriquecido con el don de Dios, es como uno puede afrontar su vida no poniendo el propio interés y la recompensa personal en primer lugar sino buscando en todo la voluntad de Dios, tal como leemos en el Evangelio del día.

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