sábado después de ceniza 2018

1ª LECTURA

Isaías 58, 9b-14

Esto dice el Señor:

«Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies el alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía.

El Señor te guiará siempre, hartará tu alma en tierra abrasada, dará vigor a tus huesos.

Serás un huerto bien regado, un manantial de aguas que no engañan.

Tu gente reconstruirá las ruinas antiguas, volverás a levantar los cimientos de otros tiempos; te llamarán “reparador de brechas”, “restaurador de senderos”, para hacer habitable el país.

Si detienes tus pasos el sábado, para no hacer negocios en mi día santo, y llamas al sábado “mi delicia” y lo consagras a la gloria del Señor; si lo honras, evitando viajes, dejando de hacer tus negocios y de discutir tus asuntos, entonces encontrarás tu delicia en el Señor. Te conduciré sobre las alturas del país y gozarás del patrimonio de Jacob, tu padre.

Ha hablado la boca del Señor».

SALMO

Sal 85, 1-2. 3-4. 5-6

R. Enséñame, Señor, tu camino, para que siga tu verdad
Inclina tu oído, Señor, escúchame,
que soy un pobre desamparado;
protege mi vida, que soy un fiel tuyo;
salva, Dios mío, a tu siervo, que confía en ti. R.
Piedad de mí, Señor,
que a ti te estoy llamando todo el día;
alegra el alma de tu siervo,
pues levanto mi alma hacia ti, Señor. R.
Porque tú, Señor, eres bueno y clemente,
rico en misericordia con los que te invocan.
Señor, escucha mi oración,
atiende a la voz de mi súplica. R.

EVANGELIO

Lucas 5, 27-32

En aquel tiempo,vio Jesús a un publicano llamado Leví, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:

«Sígueme».

Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió. Leví ofreció en su honor un gran banquete en su casa, y estaban a la mesa con ellos un gran número de publicanos y otros. Y murmuraban los fariseos y sus escribas diciendo a los discípulos, de Jesús:

«¿Cómo es que coméis y bebéis con publicanos y pecadores?».

Jesús les respondió:

«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan».

COMENTARIO

«No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan”. Para experimentar que Jesús ha venido para mi, debemos colocarnos entre los pecadores, especialmente en esta Cuaresma. Si queremos que Jesús se ocupe de nosotros, debemos reconocernos enfermos, necesitados de médico.

Es una exigencia un poco difícil: no es fácil ser contados entre los pecadores y no lo hacemos de buena gana, porque en el fondo tenemos la impresión de no ser pecadores. Queremos mantener nuestra tranquilidad y no ser contados entre aquellos que necesitan penitencia, no queremos llevar el peso del pecado de los demás.

En cambio Cristo ha querido tomar sobre sí nuestros pecados. El podía separarse de los pecadores, no tenía necesidad de penitencia, no tenía necesidad de venir a sufrir, pero ha querido colocarse en el lugar de los pecadores para sufrir. Si deseamos ser como Él, debemos sufrir por los pecados, reparar por los pecados, los nuestros y los de nuestros hermanos.

En cambio, quien dice: “Yo no soy un gran pecador, no necesito hacer penitencia”, comete un pecado mayor, un pecado de autosuficiencia, de egoísmo, de orgullo. Escuchemos pues esta enseñanza del Señor y con dulzura y humildad coloquémonos entre los pecadores, sentémonos en su mesa con ellos, para ayudarles a convertirse.

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