martes vi semana t.o.

1ª LECTURA

Proverbios 30, 5-9

Las palabras de Dios son de fiar, él es escudo para los que esperan en él.
No añadas nada a sus palabras, te replicará y quedarás por mentiroso.
Dos cosas te he pedido, no me las niegues antes de morir: aleja de mi falsedad y mentira; no me des riqueza ni pobreza, concédeme mi ración de pan; no sea que me sacie y reniegue de ti, diciendo: «¿Quién es el Señor?»; no sea que robe por necesidad y ofenda el nombre de mi Dios.

SALMO

Sal 118, 29. 72. 89. 101. 104. 163
R. Lámpara es tu palabra para mis pasos.

Apártame del camino falso, y dame la gracia de tu voluntad. R.
Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata. R.
Tu palabra, Señor, es eterna, más estable que el cielo. R.
Aparto mi pie de toda senda mala, para guardar tu palabra. R.
Considero tus mandatos, y odio el camino de la mentira. R.
Detesto y aborrezco la mentira, y amo tu ley. R.

EVANGELIO

Lucas 9, 1-6

En aquel tiempo, habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades.
Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles:
«No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno.
Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio.
Y si algunos no os recibe, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de los pies, como testimonio contra ellos».
Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.

COMENTARIO

Más de una vez se oye decir que el demonio es como un perro atado; no puede hacernos daño si no nos acercamos demasiado. Y no puede porque Dios no se lo permite. Cuando Jesús dio a los Doce “poder y autoridad sobre toda clase de demonios” nos revela claramente que Él es más fuerte. Y nos da motivos para no dudar ni desfallecer nunca. Ante esto, el único camino que le queda al demonio es la mentira.
En lo particular de cada uno nos hace creer que no vamos a poder resistir la tentación, o al contrario, que somos tan fuertes que nunca vamos a caer, y así nos acercamos imprudentemente al precipicio. Ni lo uno ni lo otro. Siempre podemos vencer, pero no con nuestras solas fuerzas, sino unidos a Jesús.
En lo que se refiere al mundo que nos rodea, nos abruma con tantos motivos para caer en el pesimismo: la crisis de la familia, las leyes contrarias a la vida, la ideología de género, la ausencia de vocaciones, los escándalos en la misma Iglesia, el relativismo moral, etc.… Como una densa cortina de humo que quiere hacernos creer que todo esfuerzo es inútil. Y son motivos para preocuparnos, sí, pero no para perder la esperanza, porque hay Alguien que es más fuerte.
Hoy también nos sigue enviando a todos a proclamar el reino de Dios allí donde estemos, a llevar la luz de la verdad, la alegría de la fe, el calor de la caridad al mundo que nos rodea. La proclamación del reino de Dios es el anuncio de la presencia viva del Señor entre nosotros, de Aquel que es más fuerte que el demonio, que es capaz de curar todas nuestras enfermedades y perdonar todas nuestras culpas, y que puede en un instante transformar la noche más oscura en la claridad más radiante.

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