Unos gentiles buscan a Jesús
Queridos diocesanos:
Ya se va acercando la Semana Santa. En este V Domingo de Cuaresma, el Evangelista San Juan nos recuerda la petición que algunos griegos llegados a Jerusalén para la peregrinación pascual hacen al apóstol Felipe: “Queremos ver a Jesús”, le dicen (Jn 12, 21). Se trata, sin duda, de unos prosélitos; es decir, gentiles, que aceptaban la fe de Israel, pero no habían sido circuncidados. Muchos de ellos se encontraban en Jerusalén con ocasión de la pascua judía y algunos, impresionados por lo que habían visto y oído del Nazareno, querían conocer más de cerca al famoso Maestro. Piensan que lo mejor para conseguir lo que desean es acudir primero a los discípulos de Jesús, concretamente a los que conocían su lenguaje o costumbres, como Felipe y Andrés.
Este episodio sirve como explicación del enfado de los fariseos, que, llenos de envidia, cuchichean entre sí ante el éxito de Jesús: “Todo el mundo va detrás de él” (Jn 12, 19); y es también como un anticipo de la propagación que tendría el evangelio entre los gentiles gracias a la misión de los Apóstoles. Para el evangelista, estos griegos representan la vanguardia de la humanidad que acude a Jesús, la nueva pascua. Empieza a cumplirse lo que los fariseos han dicho comentando la entrada triunfal en Jerusalén: todo el mundo se ha ido detrás de El (Jn 12,19).
Juan mismo nos da el significado del hecho: es la hora de la glorificación de Jesús; es decir, la hora en que Jesús es reconocido como el salvador del mundo (cf. Jn. 4,42). Los griegos son el símbolo de una humanidad que reconoce en Jesús al Redentor del mundo. Pero para cumplir su misión Jesús tiene que enfrentarse con la muerte en la Cruz. Si la acepta habrá cumplido su misión y habrá fruto abundante. Jesús acepta su propia muerte con la confianza y la fuerza que le da el sentirse Hijo de Dios. Y, a pesar de que la gente la va a considerar un fracaso, Él se enfrenta a ella sabiendo que el amor vencerá el odio, el egoísmo y la muerte. Por eso, la muerte de Jesús es su propia glorificación. La ‘hora de Jesús’ es también la hora del mundo. En ella se manifiesta que Dios es Amor, pero también queda al descubierto el pecado del mundo. Es la hora del juicio contra Satanás, pero también la hora del perdón para cuantos creen en él. Es la hora en la que Dios convoca a todos los elegidos en torno al que es «exaltado». Todo lo que podemos esperar y temer es fruto y consecuencia de la victoria y del juicio que acontece en la Cruz de Cristo.
También muchos ‘gentiles’ de nuestro tiempo, quizás no siempre de modo consciente, quieren conocer a Jesús; piden a los creyentes no sólo que “hablen” de Jesús, sino que también y sobre todo “hagan ver” a Jesús, que hagan resplandecer el rostro del Redentor en todos los rincones de la tierra. Muchas son las personas -especialmente jóvenes- que quieren ver a Jesús, tal como Él es y se muestra, sin recortes y sin rebajas. En una sociedad que experimenta cada vez más formas de soledad y de indiferencia, los cristianos debemos aprender a ofrecer a Jesús, entregado hasta muerte por amor a la humanidad y resucitado para que en él tengamos vida. Pero mostrar a Jesús, el Hijo de Dios, el Redentor y Salvador, no se puede hacer de modo creíble sin una profunda conversión personal y comunitaria. Acerquémonos a la Semana Santa y vivámosla con verdadera fe y con una actitud de sincera conversión.
Con mi afecto y bendición,
+Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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