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Clausura del Año de la familia

25 de junio de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Año de la Familia, Cartas, Cartas 2022, De Familia y Vida /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Este fin de semana se clausura en Roma y en todas la diócesis del mundo el Año especial de la familia Amoris laetitia. Nosotros lo haremos con una solemne Eucaristía en la Concatedral de Santa María en Castellón, este domingo, 26 de junio, a las 12:00 de la mañana. Todos estáis invitados a esta celebración para dar gracias a Dios por los dones recibidos durante este tiempo y para dejarnos alentar por el Señor en la misión del anuncio y la vivencia del Evangelio del matrimonio y de la familia.

Recordemos que el Papa Francisco convocaba este Año al cumplirse el 5º Aniversario de su Exhortación “Amoris Laetitia” sobre la alegría y belleza del amor matrimonial y familiar. El Papa nos propuso dedicar este año al estudio y reflexión de la Exhortación. Con este fin se han ofrecido -también entre nosotros a nivel diocesano, parroquial y de movimientos- una serie de iniciativas espirituales y pastorales para conocer y difundir el Evangelio del matrimonio y la familia, y para acompañar a los novios, a los matrimonios y a las familias ante los desafíos de nuestro tiempo. Es probable que el Año de la familia haya podido quedar en un segundo lugar al haber coincidido con nuestra reflexión diocesana, la fase diocesana del sínodo de los Obispos y la preparación y apertura del Año Jubilar. Pero ha habido iniciativas en nuestra diócesis que están dando sus frutos como por ejemplo los “Encuentros Matrimoniales”, los retiros del “Proyecto Amor Conyugal”, “Los grupos matrimoniales parroquiales”, el trabajo de los “Equipos de Ntra. Señora”, el grupo de Teen Star.     

Concluido este Año especial hemos de seguir en nuestra misión de conocer, anunciar y proponer el Evangelio del matrimonio y de la familia a niños, adolescentes, jóvenes, novios, esposos y familias. Esto es tanto más urgente ante el contexto social, cultural, mediático y legislativo tan poco favorable para el matrimonio como comunidad de vida y amor entre un hombre y una mujer, basada en la donación recíproca, exclusiva e indisoluble, y abierta a la vida. Y ante un contexto tan poco favorable para la familia como comunidad que acoge, defiende y protege la vida y educa a los hijos.

Uno de los frutos de este Año de familia son los “Itinerarios Catecumenales para la vida matrimonial”, que el Papa nos acaba de ofrecer a todas las diócesis a través del Dicasterio para los laicos, la familia y la vida. Este documento cuestiona seriamente nuestra actual pastoral de preparación al matrimonio. No nos podemos conformar con unas charlas o cursillos de prematrimoniales. Con una preparación rápida y a veces superficial, las parejas corren el riesgo real de celebrar un matrimonio nulo o con unos cimientos tan débiles que se “desmorone” en poco tiempo.

Es necesario ofrecer un “nuevo catecumenado”. Así como para el bautismo de los adultos se pide un catecumenado para prepararse a recibir los sacramentos del bautismo, confirmación y eucaristía, también la preparación para el matrimonio necesita un catecumenado, que debe convertirse en una parte integral para el matrimonio sacramental. Este “nuevo catecumenado” ha de incluir todas las etapas del camino sacramental: los tiempos de la preparación al matrimonio, de su celebración y de los años inmediatamente sucesivos. Esto es lo que propone este Documento. Se estructura según las tres etapas: la preparación al matrimonio (remota, próxima e inmediata), la celebración de la boda y el acompañamiento de los primeros años de vida conyugal. Se trata de recorrer un tramo importante del camino junto a las parejas en su trayectoria vital, incluso después de la boda, especialmente cuando pueden pasar por crisis y momentos de desánimo.

Es importante recordar y subrayar que el matrimonio cristiano es una también vocación específica, una llamada de Dios. Dios es amor y todos estamos creados a su imagen y semejanza; nuestra identidad más profunda es la vocación al amor. El hombre y la mujer estamos hechos para amar; nuestra vida se realiza plenamente sólo si se vive en el amor. Esta vocación al amor toma formas diferentes según los estados de vida de un bautizado. En el seguimiento de Jesús, los sacerdotes dan la vida para que los fieles puedan vivir del amor de Cristo. Las personas consagradas, llamadas por Dios para entregarse enteramente a Él, con corazón íntegro, son también un signo elocuente del amor de Dios para el mundo y de la vocación a amar a Dios por encima de todo. También el matrimonio es una vocación, una llamada específica a vivir el amor conyugal siendo signo y lugar del amor entre Cristo y la Iglesia. Por esto hemos de que ayudar y animar a todos, y en especial a los jóvenes a buscar y descubrir su vocación al amor, a la donación de sí, como personas y como bautizados, en el camino por el que Dios les llama. Esta es la clave de toda la existencia humana y cristiana.

 Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Corpus Christi: Eucaristía y caridad

18 de junio de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cáritas Diocesana, Cartas, Cartas 2022 /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Este domingo celebramos el Corpus Christi, la solemnidad del Cuerpo y la Sangre  de Cristo. Este día nos convoca a renovar nuestra fe en el sacramento eucarístico. La Eucaristía es el corazón de la Iglesia, fuente y culmen de su vida y de su misión, el centro de la vida de todo cristiano y de toda comunidad cristiana. El Corpus nos invita a adorar al Señor, presente en la Eucaristía, a aclamarlo en nuestras calles y a configurar nuestra vida como una existencia eucarística.

Tres palabras resumen nuestra fe en el sacramento de la Eucaristía: memorial, banquete y presencia. La Eucaristía es memorial del sacrificio redentor de Jesús en la Cruz, que actualizamos de modo incruento en cada santa Misa; la Eucaristía es banquete de comunión del Cuerpo de Cristo, en el que el Señor mismo se nos da en comida; y la Eucaristía es presencia real y permanente de Cristo resucitado entre nosotros.

En el sacramento eucarístico, el Señor se ha quedado para siempre entre nosotros para que contemplemos su amor supremo, participemos de este amor comulgando y nos dejemos transformar por él para ser sus testigos comprometidos en el mundo. Por ello, el día del Corpus celebramos también el Día de la Caridad. Cada celebración eucarística actualiza sacramentalmente la entrega de Jesús en la Cruz por nosotros y por todos los hombres, haciéndose pan partido “para la vida del mundo” (Jn 6,51). De ahí la estrecha relación que existe entre el misterio eucarístico y el servicio de la caridad.

La Eucaristía es fuente y escuela de la Caridad. La participación en la Eucaristía nos enseña y nos envía a ser testigos de la compasión de Dios por cada hermano nuestro. La unión con Cristo al comulgar su Cuerpo y su Sangre conlleva la comunión de nuestros sentimientos con los suyos. Esto nos impulsa a mirar a nuestros hermanos con los mismos sentimientos, con los mismos ojos y con el mismo corazón de Jesús, amándolos también “hasta el extremo” de dar y de darse (Jn 13,1). “Somos lo que damos. Somos amor», es el lema de Cáritas diocesana para este año. La participación en la Eucaristía nos impulsa a hacernos, como Jesús, “pan partido”  para los demás y, por tanto, a trabajar por un mundo más justo y fraterno. En la Eucaristía el Señor nos invita a acercarnos con amor a los pobres y excluidos y nos dice como a los discípulos: “dadles vosotros de comer” (Mt 14,16). Quien se nutre del Pan de Cristo no puede permanecer indiferente ante quienes carecen del pan cotidiano. Por ello, la Eucaristía es fuente y al mismo tiempo exigencia de compromiso de los cristianos por la justicia y por transformar las estructuras injustas para restablecer el respeto por la dignidad del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios.

La Eucaristía sin la caridad se convierte en un culto vacío, denunciado tantas veces en la Sagrada Escritura. Pero también la caridad sin la Eucaristía se convierte en mera acción social, en pura filantropía. Por esta razón, la solemnidad del Corpus Christi es una oportunidad extraordinaria para afianzar la vinculación entre Eucaristía y caridad, de modo que la adoración al Señor nos lleve a descubrirlo en el hermano pobre y necesitado, y el ejercicio de la caridad revitalice nuestras celebraciones eucarísticas. La consideración de esta doble dimensión nos debe ayudar a todos a celebrar dignamente la santa Eucaristía, a favorecer el culto y la adoración eucarística fuera de la Misa y hacer todo lo que esté en nuestras manos como Iglesia diocesana para servir mejor a los pobres.

 En este día del Corpus Christi pedimos al Señor que nos conceda unas manos generosas para compartir nuestros bienes, aún los necesarios, con nuestros hermanos necesitados. Le pedimos también que nos conceda un corazón capaz de conmoverse ante los pobres y los que sufren. Os invito a todos los fieles a ser generosos en la colecta de este domingo, destinada a Cáritas.

Además en este momento pido vuestra generosa colaboración para dos proyectos en marcha. En primer lugar, para la Casa de Acogida, San Pascual ‘El Patí’, en Vila-real, ya en avanzado estado de construcción, destinada a la acogida y acompañamiento de personas sin hogar para trabajar por su inclusión. Y, por otra parte, con motivo del Año Jubilar hemos puesto en marcha el Proyecto de vivienda Betania. A causa de encarecimiento del precio de los alquileres, nuestras Cáritas se encuentran cada día con más familias que no tienen donde vivir debido a su sueldo humilde o con familias que han dedicar gran parte de sus ingresos a la vivienda. De aquí surge este proyecto. Pedimos a nuestros fieles que ofrezcan las casas o pisos vacíos de su propiedad a Cáritas para un alquiler social. La encargada de gestionarlo será Cáritas Diocesana, que ayudará al resto de Cáritas en el acompañamiento de las familias y en la gestión de los contratos de alquiler social, y que afrontará posibles impagos del alquiler o deterioro en las viviendas. Cuento con vuestra colaboración. Muchísimas gracias y feliz día del Corpus Christi.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Lámparas en el camino

11 de junio de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2022, Delegación para la Vida Consagrada /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Este domingo, fiesta de la Santísima Trinidad, celebramos la Jornada ‘Pro Orantibus’, es decir, la Jornada por los que oran.  Es un día para recordar con cariño a los monjes y monjas de vida contemplativa y para orar especialmente por ellos, que a diario rezan por nosotros en sus monasterios y conventos. Les queremos mostrar de este modo nuestra estima y gratitud. Y pedimos a Dios que suscite en nuestros jóvenes y en nuestras jóvenes vocaciones a la vida consagrada contemplativa, para que nuestros monasterios no se vean abocados a cerrar. Por falta de vocaciones, en nuestra Diócesis se han tenido que cerrar cinco monasterios de monjas en los últimos años. 

Ante esta realidad hay que afirmar una vez más que los monasterios de vida contemplativa son y siguen siendo necesarios; y hoy, si cabe, lo son más que nunca. Cierto que hay quien no entiende su razón de ser ni el modo de vida de los monjes y monjas de clausura. Pero nuestra sociedad y también nuestra Iglesia necesitan lámparas en el camino que nos remitan a Dios y que nos ayuden a volver la mirada a Dios, al Dios Uno y Trino, que es Amor, la fuente y el manantial inagotable del amor.

Somos testigos y –muchas veces- víctimas de un contexto secularizado, que está marcando profundamente el corazón del hombre y de la mujer de hoy. Vivimos inmersos en un contexto que pretende entender el hombre, la sociedad y la historia como si Dios no existiera. Se propugna que la persona humana, su vida y su dignidad, su trabajo y sus relaciones, la educación, el matrimonio y la familia, la cultura, la economía y la organización de la sociedad se conciban sin referencia alguna a Dios. El hombre se ha convertido en absoluto y se ha creado sus propios dioses: el poder y el tener, el prestigio y el disfrute, el progreso sin meta. Dios es ignorado, cuando no rechazado, como Señor de la existencia humana, como su origen, su guía y su meta. Marginar a Dios es la tentación permanente del hombre que pretende ser dios al margen de Dios. Lo religioso y, especialmente, lo cristiano son silenciados o ridiculizados. Con frecuencia se hostiga a los católicos o se los combate abiertamente, cuando Dios, Cristo Jesús y su Evangelio incomodan las posiciones y cuestionan las libertades sin verdad y sin ética que defienden un estilo de vida sin Dios.

Pero el silenciamiento de Dios, de su voz y de su providencia sabia y amorosa abre el camino a una vida humana y a una sociedad sin rumbo y sin sentido; poco a poco se abre el camino a proyectos que acortan el horizonte y se cierran en intereses al servicio de ideologías de distinto tipo. El silenciamiento de Dios en nuestra cultura está llevando al ocaso de la dignidad humana. Reducido el hombre a su dimensión material e intramundana, expoliado de su profundidad espiritual, eliminada su referencia a Dios, se inicia la muerte del hombre.

En este contexto, los monasterios y conventos dedicados a la contemplación, formados por mujeres o por hombres, son para la sociedad y la Iglesia faros luminosos, y para la Iglesia motivo de acción de gracias a Dios y una fuente de gracias celestiales. Con su vida y su misión, sus miembros imitan a Cristo orando en el monte, testimonian el señorío de Dios sobre la historia y anticipan la gloria futura. En la soledad y el silencio, mediante la escucha de la Palabra de Dios, el ejercicio del culto divino, la ascesis personal, la oración, la mortificación y la comunión en el amor fraterno, orientan toda su vida y actividad a la contemplación de Dios. Ofrecen así a la comunidad eclesial un singular testimonio del amor de la Iglesia por su Señor y contribuyen al crecimiento de la comunión y de la misión del Pueblo de Dios.

Los pilares básicos de su existencia son la escucha, la conversión y la comunión. Los monjes y monjas de clausura lo han dejado todo para contemplar al Señor se convierten en testigos de la Luz en medio del mundo y del Pueblo de Dios. Son como lámparas en el camino que llevan a lo más importante, a lo único decisivo,  a la realidad por excelencia, a Dios mismo. Nada hace ensanchar el corazón humano tanto como la consideración de que Dios es el único bien (Sal 16, 2).

La vida contemplativa tiene mucho que decir hoy. Es una forma de vida que dirige nuestra mirada al manantial del ser y de la vida, a la comunión con Dios y los hermanos, al núcleo de la misión de la Iglesia. Y es también un servicio sagrado a los hombres, porque todo hombre lleva en lo más íntimo de su corazón la nostalgia de la máxima felicidad, la nostalgia de Dios.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Dóciles a la acción del Espíritu Santo

4 de junio de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2022 /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Con la solemnidad de Pentecostés llega a su plenitud el tiempo pascual. El día de Pentecostés, Jesús, el Señor Resucitado, cumple la promesa que había hecho a los Apóstoles antes de ascender a los cielos: “recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra” (Hech 1, 8). Con el don del Espíritu Santo se derrama el amor de Dios sobre toda la creación y baja a lo más profundo del corazón de cada persona comunicándole la verdad, la vida y la enseñanza de Jesús: “pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho” (Jn 14,26).

El “viento recio” y las “lenguas, como llamaradas” (Hch 2,2-3) en la venida del Espíritu Santo son imágenes muy elocuentes para expresar la fuerza irresistible, la universalidad y la profundidad de lo que sucede. Es una acción que ocasiona una transformación comparable con una segunda creación; estamos frente a tal inundación de gracia, que derriba toda barrera entre el cielo y la tierra e instaura una nueva comunión. Inaugura un tiempo nuevo, el tiempo de la Iglesia, tiempo de un permanente Pentecostés, que siempre reclama en los hijos de la Iglesia la apertura, la fe y la docilidad a la obra del Espíritu en cada momento y en cada uno. También, ahora, a nosotros, se nos pide esto: dejarnos transformar por el Espíritu Santo, siendo dóciles a su acción, a sus inspiraciones y a sus mociones.

Esta llamada resuena de modo especial en nuestro Jubileo diocesano: un año especial de gracia para crecer en comunión con Dios y con los hermanos para salir con nuevo aliento a la misión. El Año Jubilar es un tiempo de especial efusión del Espíritu Santo para nuestra conversión personal y comunitaria, para volver la mirada, la mente y el corazón a Dios, para abrirnos a su presencia amorosa en nuestra existencia y en nuestra Iglesia diocesana.

Si somos dóciles a la acción del Espíritu Santo, se avivará nuestra fe en Cristo Jesús resucitado y podremos superar la tentación del alejamiento de la fe y vida cristianas, o el desaliento y la desesperanza ante la dificultad, la acedia o la tibieza en nuestra vida cristiana, comunitaria y pastoral; el Espíritu Santo nos moverá al encuentro o re-encuentro personal, transformador y purificador con Jesús en la oración, en la Palabra, en la Eucaristía, en su Iglesia, en los pobres y necesitados; el Espíritu Santo nos abrirá a la comunión con los demás y a salir a su encuentro participando de sus desventuras y anhelos. Dóciles a la acción del Espíritu pediremos el don de la conversión personal y comunitaria que nos llevará a restaurar la comunión con Dios y con los hermanos en el sacramento de la Reconciliación. La indulgencia plenaria que nos ofrece la Iglesia en este Jubileo nos purificará de cara a una vida renovada personal, comunitaria y pastoral. El Espíritu Santo es la fuente de todo lo bueno que hay, y donde Él está fluye la verdad y el amor, crece la unidad, la comunión con Dios y con los hermanos, el entendimiento y la fraternidad, todo lo que es puro y lo que es noble.

El día de Pentecostés los discípulos sienten arder en su corazón el deseo de convertirse en misioneros del Evangelio. Hoy, si nos dejamos transformar por Él, sentiremos la alegría de habernos encontrado con el Señor Resucitado, de conocerle y de seguirle en su Iglesia, y sentiremos la necesidad de compartir la buena Noticia de su amor a tantos contemporáneos nuestros que parecen sumidos en la tristeza, en la desesperanza y en la mayor pobreza, que es no conocerle a Él. En Pentecostés nace la Iglesia y nace misionera, encendida de fe en el Resucitado, hablando en calles y plazas, para todos, sin barreras de razas ni lenguas, católica-universal. Nace como la pequeña semilla de mostaza en un campo sin límites. Y habla con la sabiduría que procede del Señor, y cuya fuerza es el amor y la misericordia de Él hacia una humanidad por la que ha dado la vida. En cada época de su historia, la Iglesia necesita del Espíritu Santo, necesita seguir naciendo de Pentecostés. También hoy, de modo especial hoy, es tiempo en el que tantos hombres y mujeres, sin decirlo, miran hacia la Iglesia, hacia nosotros, gritando con su mirada: “queremos ver a Jesús” (Jn. 12, 21).

La humanidad necesita apóstoles, la Iglesia está falta de apóstoles. Y esta necesidad urge a todos, especialmente a nuestro laicado, y urge a caminar juntos. Cuando no remamos juntos, como Iglesia unida y misionera, nos alejamos de Pentecostés. Pidamos al Espíritu Santo el don de una permanente conversión personal y comunitaria, pastoral y misionera. Que el Espíritu Santo nos ayude a ser Iglesia unida y misionera, portadora de la “alegría del Evangelio”.      

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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La importancia de la asignatura de Religión católica

28 de mayo de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2022, De Enseñanza /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Un año más dirijo a todos vosotros y, en especial a los padres, madres y tutores, para recordaros la importancia que tiene la asignatura de Religión y Moral católica en la formación de los niños, adolescentes y jóvenes.

La formación religiosa en la escuela no es un privilegio de unos pocos. Tiene su base en el derecho fundamental de los padres a educar a sus hijos según sus convicciones religiosas. Y esto vale no sólo para los católicos; los alumnos no católicos pueden tener también su propia formación religiosa si las religiones o confesiones a que pertenecen lo acuerdan con el Estado. Incluso alumnos no católicos son admitidos a clase de religión católica si así lo piden los padres.

La formación religiosa tampoco es un añadido artificial a la formación humana, cultural y técnica, sino que es fundamental para lograr el pleno desarrollo de la personalidad de los alumnos, del que no se puede excluir la dimensión religiosa, connatural a toda persona.

La asignatura de Religión y Moral católica, al proyectar luz sobre todas las áreas del pensamiento, da unidad a todo el desarrollo y maduración de la persona desde su libre adhesión a la Palabra de Dios. Además es fuente de valores como el respeto del otro, de sus padres y de los mayores, de las cosas y de la creación, o de la solidaridad con todos en especial con los más necesitados, y de búsqueda del bien común. Con frecuencia lamentamos acontecimientos entre menores que denotan una falta de valores.

Esta asignatura ayuda también a dar sentido a la propia existencia y promueve el diálogo con la cultura y la convivencia fundada en el reconocimiento de los derechos y deberes de la persona, en el respeto a las convicciones morales y religiosas del prójimo y en el servicio a la causa de la paz y de la justicia. La convivencia entre los hombres sólo se realiza si se basa en la verdad y en una correcta comprensión de la persona humana. A este fin contribuye esta asignatura al proponer una visión del ser humano acorde con su naturaleza, su biología y su dignidad inviolable, algo que niegan algunas ideologías que se intentan imponer.   

Finalmente, la clase de Religión ayuda a conocer y comprender nuestra propia historia y cultura, que la llamada ‘cultura de la cancelación’ pretende hacer olvidar. Las fiestas religiosas y patronales, los templos y catedrales, el arte, la literatura y tantas y tantas otras expresiones culturales y sociales, presentes en nuestra vida cotidiana, no pueden ser entendidas y valoradas adecuadamente sin tener en cuenta sus raíces y contenidos cristianos. Quien no conoce su pasado, no entiende su presente ni puede proyectar su futuro.

Los alumnos de clase de Religión católica adquieren así en la escuela una formación académica complementaria a la educación en la fe en Jesucristo, que reciben en la familia y en la Iglesia. Los tres ámbitos son necesarios pues tienen objetivos, contenidos y medios distintos; de ninguno de ellos se puede prescindir en el proceso de formación y de iniciación en la fe y vida cristiana. Padres, profesores y sacerdotes han de conocerse y dialogar para caminar acordes y concordes en su respectiva tarea en bien de los alumnos. No es coherente pedir catequesis y no inscribirse a clase de Religión.   

Estamos en el periodo de inscripción y matriculación de los alumnos para el próximo curso escolar. Os recuerdo a los padres católicos que sois vosotros quienes habéis de pedir expresamente la inscripción de vuestros hijos a la asignatura de Religión y Moral católica y, en su caso, animar a vuestros hijos a hacerlo. Es vuestro derecho y además vuestra responsabilidad como padres: sois los primeros educadores de vuestros hijos y los primeros responsables de su educación, también de su educación en la fe; éste fue vuestro compromiso el día de su bautismo.

Os animo, por tanto, a solicitar la clase de Religión y Moral católica para vuestros hijos, y a que animéis a otros padres a hacerlo. Pedidlo expresamente si no se os ofrece en el colegio o instituto. Si tenéis alguna duda o dificultad, sabed que están a vuestra disposición vuestros sacerdotes y la Delegación diocesana para la Enseñanza.

Finalmente recuerdo a todos que, si bien los padres son los primeros responsables de la educación religiosa de sus hijos, toda la comunidad cristiana parroquial es también corresponsable en esta tarea. No nos puede ser indiferente que sus miembros más jóvenes vayan o no a clase de Religión. Todos -sacerdotes, seglares, religiosos, catequistas, – hemos de valorar la clase de Religión y animar a los padres católicos a pedirla para sus hijos.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Acompañar a los enfermos en el sufrimiento

21 de mayo de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2022, De Pastoral De La Salud /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

El sexto Domingo de Pascua celebramos la Pascua del Enfermo. Concluye así la Campaña anual dedicada a los enfermos que iniciamos el 11 de febrero, fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, bajo el lema “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6,36). El papa Francisco recuerda que se ha avanzado mucho, pero que “todavía queda mucho camino por recorrer para garantizar a todas las personas enfermas la atención sanitaria que necesitan, así como el acompañamiento pastoral para que puedan vivir el tiempo de la enfermedad unidos a Cristo crucificado y resucitado”.

Dios es misericordioso y nos cuida con la fuerza de un padre y la ternura de una madre. El testigo supremo del amor misericordioso del Padre a los enfermos es su Hijo unigénito. Jesús es la misericordia encarnada de Dios. En efecto, los Evangelios nos narran los continuos encuentros de Jesús con las personas enfermas para acompañar su dolor, darle sentido y curarlo. Jesús siempre se acerca y atiende a los enfermos, especialmente a los que han quedado abandonados y arrinconados por la sociedad. La cercanía y compasión de Cristo hacia los enfermos, sus numerosas curaciones de dolientes de toda clase son un signo maravilloso de que Dios ha visitado a su pueblo y del amor de Dios hacia cada uno de ellos. La compasión de Jesús hacia todos los que sufren llega hasta identificarse con ellos: “estuve enfermo y me visitasteis” (Mt 25, 36).

Los discípulos de Jesús estamos llamados a hacer lo mismo. Los enfermos no nos pueden ser indiferentes: no podemos olvidarlos, ocultarlos o marginarlos. Ante los enfermos, que siempre tienen un rostro concreto, Jesús nos pide acercarnos y detenernos, escucharles y establecer una relación directa y personal con cada enfermo, sentir empatía y conmoción por él o por ella, dejarse involucrar en su sufrimiento hasta llegar a hacerse cargo de él por medio del servicio, como hace el buen Samaritano (cf. Lc 10,30-35). En la atención gratuita y en la acogida afectuosa de cada vida humana, sobre todo de la débil y enferma, el cristiano expresa un aspecto importante de su testimonio evangélico siguiendo el ejemplo de Cristo, que se ha inclinado ante los sufrimientos materiales y espirituales del hombre para curarlos.

Este es el amor fraterno que todo cristiano y toda comunidad cristiana hemos de tener hacia los enfermos. El mismo Jesús encargó a sus discípulos la atención de los enfermos. Por ello el acompañamiento y cuidado cercano y fraterno de los enfermos, hechos con compasión y gratuidad, no puede faltar nunca en nuestra Iglesia diocesana y en cada parroquia. Los enfermos han de ocupar un lugar prioritario en la oración, vida y misión de todas nuestras comunidades cristianas y de los cristianos, siguiendo las palabras de Jesús y su ejemplo al modo del buen Samaritano. Contamos con un buen número de visitadores de enfermos en muchas parroquias y, en los hospitales, con muchos voluntarios: junto con los sacerdotes y los capellanes, se acercan a los enfermos, a sus familias y al personal sanitario para acompañarles humana y espiritualmente. Cada vez hay más personas enfermas y solas a las que acercarse y cuidar. Incluso cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar, siempre es posible consolar, siempre es posible hacer sentir nuestra cercanía.

El mayor dolor es el sufrimiento moral ante la falta de esperanza. Los cristianos hemos de estar siempre dispuestos a dar razón de nuestra esperanza a todo el que nos la pida  (cf. 1 Pe 3, 15). No se trata de una esperanza cualquiera, sino de una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente, aunque sea doloroso, porque lleva a una meta segura. Cristo Jesús es nuestra Esperanza, la única esperanza que no defrauda. Jesús ha muerto y resucitado para que todo el que crea en Él tenga vida, y vida eterna.

Para los cristianos es obligado acompañar al enfermo, pero lo es también ayudarle a abrir su corazón a Dios y confiar en Él para no dejar de esperar en la vida eterna y gloriosa, cuyo camino ha abierto Jesús con su muerte y resurrección. Jesús, el Hijo de Dios, asumió nuestro dolor y nuestra muerte en la cruz, e hizo de ellos camino de resurrección. Desde entonces, el sufrimiento y la muerte tienen una posibilidad de sentido. Desde hace dos mil años, la cruz brilla como suprema manifestación del amor de Dios que nunca nos abandona ni tan siquiera en la muerte: Dios acoge la entrega de su Hijo en la cruz por amor a la toda la humanidad y lo resucita a la Vida gloriosa de Dios. Quien sabe acoger la cruz en su vida y se entrega a Dios como Jesús, experimenta cómo el dolor y la muerte, iluminados por la fe, se transforman en fuente de esperanza, de salvación y de Vida.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón.

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San Pascual Bailón, nuestro patrono

14 de mayo de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2022 /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos

Cada año, el 17 de mayo celebramos la Fiesta de san Pascual Bailón; él es el patrono de nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón. Así fue declarado el 12 de Mayo de 1961, por el papa san Juan XXIII a petición de Mons. José Pont i Gol, el primer obispo de nuestra Diócesis bajo la actual denominación  de Segorbe-Castellón. Es bueno que nos preguntemos qué significa tener a san Pascual por patrono, máxime en el actual Año Jubilar diocesano.

Antes de nada recordemos la vida de Pascual en este mundo. Su vida comienza y termina en Pascua de Pentecostés (Torrehermosa, 1540 – Villarreal, 1592). Era hijo de una pobre y humilde familia cristiana. Ya a los siete años ha de trabajar como pastorcito para otros y ayudar así en la economía familiar. Nuestro santo tenía una gran devoción a la Eucaristía y a la Santísima Virgen María; cuando no podía asistir a Misa por estar pastoreando, al escuchar las campanas se arrodillaba con la mirada fija en el lejano santuario de Nuestra Señora de la Sierra, donde se celebraba el santo Sacrificio. A los dieciocho años, Pascual pide ser admitido en la Orden de los Frailes Menores, de los Franciscanos. Años más tarde entra en el convento de Nuestra Señora de Loreto en Orito, fundado por los frailes reformados de San Pedro de Alcántara, para pasar en 1589 al convento de los frailes alcantarinos en Villarreal. Aquí se encargó como hermano lego en las humildes tareas de portero, limosnero o cuidador de la huerta. Murió con fama de santidad siendo canonizado por Alejandro VIII el 16 de octubre de 1690.

La Iglesia universal, al declarar a Pascual patrono de nuestra Iglesia diocesana, nos lo propone como patrón y guía en nuestro peregrinar hacia la casa del Padre. En este Jubileo diocesano damos gracias a Dios por la santidad y por el patrocinio de Pascual que han de convertirse en estímulo constante para cuantos formamos esta Iglesia del Señor. A los santos se los admira pero sobre todo se les imita en sus virtudes humanas y cristianas para caminar hacia la santidad, hacia la perfección del amor: esta es la vocación fundamental de todo cristiano y de toda nuestra comunidad diocesana. Al mismo tiempo pedimos la valiosa intercesión de Pascual para no desfallecer en la carrera.

Pascual fue un excepcional hombre de Dios y, por ello, un excepcional amigo y servidor de los hombres; la comunión con Dios y con los hombres van siempre unidas Nuestro santo fue generoso y sufrido, paciente y alegre, siempre dispuesto a cumplir sus deberes con diligencia y con bondad, con mucha misericordia y con un amor sin límites hacía los más pobres. En el amor a Jesucristo, cultivado y alimentado diariamente en la oración y la Eucarística, y en su amor a la Virgen María se encuentra la raíz de su amor desinteresado hacia el prójimo.

La vida y el legado de Pascual permanecen siempre actuales. Son de destacar sobre todo sus virtudes de humildad y de confianza en Dios, su devoción a la Virgen María y su amor a la Eucaristía, fuente y cima de la vida de la Iglesia y de todo cristiano y manantial permanente del amor a Dios y de amor a los hermanos, en especial a los más pobres, a los necesitados, a los mendigos. En Pascual apreciamos la santidad vivida día a día; él nos muestra que se puede llegar a la perfección del amor, dedicándose a las tareas diarias y a los oficios más sencillos de la casa. Todo un ejemplo y un mensaje para nosotros.

Los santos como Pascual nos interpelan en el presente. Sus biografías reflejan modelos de vida válidos para todo cristiano; ellos vivieron su condición de bautizados, siguieron fielmente a Jesucristo en el seno de la Iglesia y conformaron su vida al Evangelio. Los santos son así testigos concretos de la Buena Noticia de Dios en Jesucristo en su tiempo. En los santos como Pascual, el Señor resucitado muestra en el corazón de la Iglesia y en medio del mundo, la extraordinaria fuerza de la Vida nueva, que brota de la resurrección del Señor; una Vida que es capaz de renovar y transformar todo: la personas, las familias, la sociedad y los pueblos.

Los santos son los grandes renovadores de la Iglesia y del mundo. Nuestro tiempo necesita santos como Pascual para crecer en humanidad y en fraternidad. Los necesita también nuestra Iglesia diocesana llamada en este Año Jubilar a crecer en comunión con Dios y con los hermanos para salir a la misión. Pidamos a Dios por intercesión de Pascual que haga de nuestra Iglesia diocesana una Iglesia de discípulos misioneros de Cristo, servidora de los pobres y fecunda en la evangelización de nuestro tiempo.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Jornada mundial de oración por las vocaciones

7 de mayo de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2022, De Misiones y Cooperación con las Iglesias, Pastoral Vocacional /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

En este IV Domingo de Pascua, en el que recordamos que Jesús es nuestro Buen Pastor, en toda la Iglesia celebramos la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones y la Jornada de las Vocaciones Nativas, bajo el lema: “Deja tu huella, sé testigo”. Esta invitación recuerda lo que el papa Francisco dijo a los jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia: que no tuvieran miedo de dejar su huella en la vida de aquellos con los que se encuentran. Todos estamos llamados a dejar en este mundo un testimonio de vida que hable del Amor de Dios, tras las huellas de Jesús.

Jesús es el Buen Pastor que da su vida por sus ovejas, para que tengan Vida en abundancia. Él no solo conoce el nombre de cada una de ellas, sino que está detrás de todos y cada uno de sus pasos. Él sigue apacentándonos con pastores elegidos según su corazón y sigue acompañándonos con personas que le consagran su vida para que todos sientan su cercanía, su amor, su compasión. Aunque a veces no es fácil distinguir la voz del Buen Pastor de otras voces, Él nos invita a vivir la vida entregándola.

Jesús nos dice: “La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies” (Mt 9, 36-38). Jesús mismo nos sirve de ejemplo. Lo primero que hace Jesús antes de llamar a sus apóstoles o de enviar a los setenta y dos discípulos, es orar: pasa la noche a solas, orando y escuchando la voluntad del Padre (cf. Lc 6, 12). Como la vocación de los discípulos, también las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada son primordialmente fruto de una insistente oración al ‘Señor de la mies’.

Después de orar, Jesús, llama a algunos pescadores a orillas del lago de Galilea, para hacerlos “pescadores de hombres” (Mt 4, 19). Les muestra su misión mesiánica con numerosos signos, los educa con la palabra y con la vida para prepararles a ser los continuadores de su obra de salvación; finalmente, les confía el memorial de su muerte y resurrección y, antes de ser elevado al cielo, los envía a todo el mundo con el mandato: “Id y haced discípulos de todos los pueblos” (Mt 28,19). La llamada, que Jesús les hace, implica dejar sus planes y ocupaciones para seguirle, vivir con él y caminar con él. Jesús les enseña a entregar como él su vida a Dios y a los demás, para que la misericordia de Dios llegue a todos, en especial a los más pobres y necesitados.

Jesús sigue llamando hoy a jóvenes para compartir su vida y su misión en el sacerdocio y en la vida consagrada. Un buen comienzo para descubrir la propia vocación es ser consciente de todo lo recibido de Dios y de los demás. Al darnos cuenta de los dones que se nos han dado, es fácil intuir que pueden transformarse en dones para compartir y para dejar huella de vida en otros. Para ello es preciso un “éxodo”,  un salir del propio yo. Toda vocación cristiana implica salir de la comodidad y rigidez del propio yo para centrar la propia existencia en Jesucristo y en los demás. Esta ‘salida’ no hay que entenderla como un desprecio de la propia vida, del propio modo de sentir las cosas, de la propia humanidad; todo lo contrario, quien emprende el camino de la acogida de la llamada de Cristo encuentra vida en abundancia, poniéndose del todo a disposición de Dios y de su reino. Dice Jesús: “El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna’ (Mt19,29). La raíz profunda de todo esto es el amor.

En nuestro tiempo, la llamada del Señor puede quedar silenciada por una cultura centrada y cerrada en el yo, que dificulta o impide la apertura al otro, a los demás y a Dios. Oremos, pues, al ‘Dueño de la mies’ para que nuestros jóvenes no tengan miedo a salir de sí mismos, a ponerse en camino hacia Dios y hacia los hermanos, a dejar su huella siendo testigos del Amor de Dios; esto llenará su vida de alegría y de sentido. Acoger la llamada de Jesús libera y hace más bella la propia existencia.

Toda la comunidad cristiana es corresponsable en la tarea de caminar con los jóvenes y orar por las vocaciones que la Iglesia necesita aquí y en todo el mundo. Pidamos al Señor que sean muchos los jóvenes que digan “sí” a la llamada que Él hace a cada uno para servirle con alegría. Pidamos con insistencia al Señor que no falten en nuestra Iglesia sacerdotes, según el corazón del Buen Pastor, y personas consagradas que sean huellas y testigos del Amor de Dios. Pidamos también al Señor por las vocaciones nacidas en países de misión y para que tengan lo necesario para formarse y seguir creciendo.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Mayo, mes de la Virgen María

1 de mayo de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2022 /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Mayo es el mes especialmente dedicado a la Virgen María en toda la Iglesia. Durante treinta días la mostramos nuestro cariño con flores y cantos, la rezamos, le agradecemos su presencia en nuestra vida personal, familiar y eclesial, invocamos su protección, nos sentimos amados por ella y damos gracias a Dios por tan buena Madre.

María es la Madre del Hijo de Dios según la carne. Así la celebramos este primer domingo de mayo en Castellón de la Plana; ella es la Madre de Dios de Lledó, la reina y patrona de Castellón. María ha concebido al Hijo de Dios en su seno virginal por obra del Espíritu Santo gracias a su elección divina y a su fe confiada en Dios. “He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra” (Lc 1,38).

Maria es también nuestra Madre, la madre de todos los creyentes y de la Iglesia.  María, nos dice san Juan, sigue creyendo y acompañando a su Hijo hasta la noche obscura del Calvario. Junto a la Cruz de Jesús estaba su madre. Y es entonces cuando Jesús, en la persona de Juan, nos la da y confía como madre espiritual: “Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu hijo’. Luego, dijo al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio” (Jn 19, 26-27).

Desde el mismo inicio de la Iglesia, la Virgen María está siempre presente en la vida de los cristianos y de la comunidad cristiana. Su presencia es como la de una buena madre en la familia, que ama, consuela y alienta a todos; ella ayuda a formar y mantener unida la comunidad cristiana. Su presencia es muchas veces imperceptible, pero no deja de ser real y eficaz, sosteniendo a todos con su amor e intercesión.

Mayo es un mes para contemplar a la Virgen María en su maternidad, en su fe fiel y en su entrega generosa y sacrificada, y en el camino de la fe y de nuestra vida y misión comunitaria como Iglesia del Señor. María nos mira siempre con verdadero amor de Madre. Como ya ocurrió en los primeros momentos de la Iglesia, cada uno de nosotros y la Iglesia entera, estamos en su corazón; ella cuida de nuestras personas y de nuestras vidas, de nuestros afanes y de nuestras tareas; ella ora con nosotros y nos alienta en nuestra misión evangelizadora como lo hizo con los Apóstoles. María camina siempre con nosotros en nuestros gozos y esperanzas, en nuestros sufrimientos y dificultades. Por eso el Papa Francisco nos pide que cuidemos nuestra relación con la Virgen María. De lo contrario, algo de huérfano hay en nuestro corazón y en nuestra Iglesia. No es signo de madurez cristiana creer superada la devoción a la Virgen.

Siempre tenemos necesidad de la Virgen, en particular en los momentos de dificultad; ella nos protege siempre con su manto maternal. La Virgen María nos ayuda a vivir nuestra condición de cristianos y de discípulos misioneros de su Hijo. María dirige siempre nuestra mirada hacia Jesús; ella nos lo muestra y nos lleva a Él. Su mayor deseo es que nuestra devoción a ella sea el camino para nuestro encuentro o reencuentro personal y comunitario con Cristo Jesús y con su Palabra, para que recuperemos la alegría del  Evangelio, para que se afiance nuestra fe y se renueve nuestra vida cristiana, la vida de nuestras comunidades y de nuestra Iglesia diocesana.

Nuestro amor a Maria ha de estar siempre orientado a Cristo. Porque Cristo Jesús, el Señor muerto y resucitado, es el centro y fundamento de nuestra fe. El es el Salvador, el Mediador entre Dios y los hombres: Cristo Jesús es el Camino para ir a Dios y a los hermanos; Él es la Verdad que nos muestra el misterio de Dios y, a la vez, el misterio y la grandeza del ser humano; y Él es la Vida en plenitud que Dios nos regala con su muerte y resurrección. María es siempre camino que conduce a Jesús. Ella no deja de decirnos: “Haced lo que Él os diga” (Jn. 2,5).

Nuestra devoción a la Virgen María será auténtica, si realmente nos lleva al encuentro personal con Cristo, a la conversión de corazón a Dios y a sus mandamientos, al fortalecimiento de nuestra fe y vida cristianas, a dejarnos evangelizar para ser una Iglesia misionera. María es la humilde esclava del Señor, la Madre que nos da a Dios, la primera discípula de su Hijo, el modelo perfecto a imitar para seguir y anunciar a Cristo. Si amamos a María de verdad, acogeremos de sus manos a Jesús, el Hijo de Dios, para encontrarnos con El, conocerle, amarle y seguirle con una adhesión personal en unión y comunión con la comunidad de la Iglesia.

A Cristo por María: este podría ser el lema para este mes de Mayo en el Año Jubilar de nuestra Iglesia diocesana.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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El don pascual de la Misericordia en el Jubileo

23 de abril de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2022 /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

San Juan Pablo II dispuso que el segundo Domingo de Pascua fuera llamado ‘Domingo de la Misericordia divina’. En efecto: Dios es amor. Dios nos crea por amor y para el amor pleno, para ser y vivir eternamente felices participando de su vida y de su gloria.  Dios es eternamente fiel. Dios nos sigue amando, incluso cuando rechazamos su amor y nos alejamos de Él por el pecado. Como en el  caso del hijo pródigo del Evangelio, Dios espera nuestro regreso al hogar para darnos el abrazo del perdón. Dios nunca se cansa de perdonar. Su amor es compasivo y misericordioso, entrañable y tierno como el de una madre, que sufre cuando un hijo abandona el hogar, un amor que siempre está dispuesto al perdón. Así se va manifestando Dios en la Historia del Pueblo de Israel y lo hace de modo definitivo en su Hijo, Jesús.

Jesucristo, su persona, sus palabras, gestos y obras, todo en Él nos habla de la misericordia de Dios. Jesús es la misericordia encarnada de Dios, es y muestra el rostro misericordioso del Padre. Jesús habla con palabras de misericordia, observa con ojos de misericordia, actúa y cura movido por la compasión hacia los necesitados, desheredados y pecadores. El misterio pascual, la muerte y resurrección de Jesús, es la manifestación suprema del amor misericordioso de Dios. Por amor, el Padre envía al Hijo para salvar al mundo. Por amor al Padre y al ser humano, Cristo se ofrece en la Cruz al Padre para la redención de nuestros pecados; por amor, el Padre acoge y acepta la ofrenda de su Hijo y lo resucita; por amor, Cristo resucitado envía el Espíritu Santo.

“Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia” (Sal 118, 1). Así cantamos en la octava de Pascua. Con estas palabras del salmo acogemos de labios de Cristo Resucitado el gran anuncio de la misericordia divina que Él confía a los Apóstoles: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. (…) Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos” (Jn 20, 21-23). Antes de pronunciar estas palabras, Jesús muestra sus manos y su costado, las heridas de la pasión, sobre todo la herida de su corazón, fuente de la que brota la gran ola de misericordia que se derrama sobre la humanidad para curar y sanar las heridas de nuestro corazón, para perdonar nuestros pecados.

El perdón renovador llega a los hombres de todos los tiempos y hoy a través de su Iglesia. Jesús resucitado derrama el Espíritu Santo sobre sus apóstoles y, en ellos, sobre sus sucesores, los obispos, y los sacerdotes. Sólo el Señor Resucitado puede confiar a otros el poder de perdonar los pecados en su nombre con el poder recibido de Dios. En el sacramento de la Penitencia experimentamos de un modo pleno y eficaz la misericordia divina. Confesando contritos, personal e íntegramente, los pecados, por la absolución del ministro de la Iglesia -del obispo o de los presbíteros- recibimos el abrazo de reconciliación de la Iglesia y, con él, el del mismo Dios.

El Año Jubilar diocesano nos invita a la conversión y renovación personal y comunitaria. Es un tiempo de gracia para abrirnos a la misericordia de Dios, para reconocer nuestros pecados, para confesarnos y dejarnos reconciliar con Dios y con los hermanos. Como en el caso del hijo pródigo, Dios mismo sale a nuestro encuentro y nos ofrece la gracia del perdón amoroso mediante la Iglesia en el sacramento del perdón.

 El Jubileo nos ofrece la gracia de experimentar personalmente la misericordia de Dios. Él nos espera para perdonar nuestros pecados. Su misericordia va incluso más allá del perdón. Nos ofrece además la indulgencia plenaria que, a través de la Iglesia, alcanza al pecador ya perdonado de sus pecados y lo libera de todo residuo del pecado, capacitándolo para obrar con caridad, para crecer en el amor y no recaer en el pecado. Dios cura nuestras heridas. Dios sana las huellas negativas que los pecados dejan en nuestros comportamientos y pensamientos, y que nos empujan al mal; la misericordia  de Dios transforma nuestros corazones para poder ser misericordiosos como el Padre, para caminar hacia la santidad.

El Jubileo es nos invita, pues, a acercarnos al sacramento de la Confesión, que será ofrecido con mayor tiempo y disponibilidad por los sacerdotes. Es un tiempo para acoger la indulgencia jubilar peregrinando a la Catedral, confesando y comulgando en la Misa, haciendo la profesión del Credo y orando por el Papa y sus intenciones. 

Acojamos el don pascual de la misericordia que la Iglesia recibe de Cristo resucitado y nos ofrece con abundancia en nuestro Año Jubilar.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

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🙌🕊 Nuestro Obispo, D. Casimiro, administró el día 17 de junio el Sacramento de la #confirmación a un total de 24 jóvenes #universitarios en la parroquia de El Salvador de #Castellón, sede de la #PastoralUniversitaria.

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D.Casimiro co-preside la Eucaristía en la Gruta j D.Casimiro co-preside la Eucaristía en la Gruta junto al Obispo de Jaén y el de Ourense 🙏❤️
D.Casimiro preside la Misa Internacional en la Bas D.Casimiro preside la Misa Internacional en la Basílica de Pío Xi en Lourdes en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo🙏
D.Casimiro preside la Eucaristía con Uncion de En D.Casimiro preside la Eucaristía con Uncion de Enfermos en Lourdes, en la Capilla de Santa Bernardita
La Hospitalidad Diocesana peregrina a Lourdes junt La Hospitalidad Diocesana peregrina a Lourdes junto a nuestro Obispo, D.Casimiro
🏆 El equipo de la @uchceu_universidad de #Caste 🏆 El equipo de la @uchceu_universidad de #Castellón gana la segunda edición del campeonato de #Fútbol «La Copa del Obispo», organizado por la @dele.infa.juv_segorbecastellon, en el que han participado un total de 20 equipos de diferentes parroquias y movimientos ⚽
✝ 🙏🧎‍♂ Tras la celebración en Castell ✝ 🙏🧎‍♂ Tras la celebración en Castellón, la S.I. Catedral de #Segorbe se llenó de fieles, ayer por la tarde, para participar en la Eucaristía del #CorpusChristi, presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro. También en la procesión por las calles de la ciudad.
✝ 🙏🧎‍♂"El Señor se ha quedado y camin ✝ 🙏🧎‍♂"El Señor se ha quedado y camina entre nosotros, y nosotros vamos a caminar con Él, para sentir su presencia y para llevarlo a los demás".

Centenares de castellonenses celebran el #CorpusChristi en la Concatedral, así como la procesión del #SantísimoSacramento por las calles de la ciudad tras dos años sin poder celebrarse. #Castellón
⛪🚶‍♀🚶‍♂✝ El Consejo Diocesano de ⛪🚶‍♀🚶‍♂✝ El Consejo Diocesano de Pastoral trabaja en el próximo curso y en "favorecer la presencia y acción pastoral en los pueblos pequeños".
Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón atendió Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón atendió a cerca de 14.000 personas durante el año 2021.

📋 📊 “#SomosLoQueDamos, #somosamor” es el lema de la Memoria 2021 de Cáritas Diocesana, en la que se recogen y detallan las principales actividades realizadas en el pasado año por la Entidad en su labor de ayuda a las personas más necesitadas, y que se ha presentado esta mañana 🫂 #Cáritas
👩‍⚕‍👨‍⚕ La parroquia de la Sagrada 👩‍⚕‍👨‍⚕ La parroquia de la Sagrada Familia de #Castellón acogió ayer una #MisaBlanca 🥼 por el personal sanitario, en estos momentos en los que se encuentra sometido a fuertes presiones contra la buena ética médica y los valores cristianos que defienden la vida.

#SiALaVida #NoAlAborto #NoALaEutanasia #SoyProVida
🔔 La Concatedral de Santa María, en #Castelló 🔔 La Concatedral de Santa María, en #Castellón, ha acogido la Eucaristía en la fiesta de "Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote", presidida por nuestro Obispo, D. Casimiro, junto a los sacerdotes mayores de la Diócesis de Segorbe-Castellón 🙏👴
✝ Los vecinos de #Figueroles vivieron el lunes u ✝ Los vecinos de #Figueroles vivieron el lunes una jornada festiva y entrañable en la que se celebró, con gran solemnidad, la festividad en honor al Santísimo Cristo del Calvario. Un día en el que se recordó que los figueroleros “muy pronto cumplirán 400 años de fe y devoción al crucificado”🙏
🙏 “Por una Iglesia sinodal: comunión, partic 🙏 “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión” ⛪

La fase diocesana del #SínodoDeLosObispos en la Diócesis de Segorbe-Castellón ha terminado hoy con la celebración de la Asamblea de clausura que ha presidido D. Casimiro. Ha tenido lugar en el Seminario Mater Dei en la víspera del domingo de #Pentecostés, Día de la #AcciónCatólica y del #ApostoladoSeglar.
🙏 «Cumple, Señor, en nosotros tu promesa: der 🙏 «Cumple, Señor, en nosotros tu promesa: derrama tu Espíritu Santo para que nos haga ante el mundo testigos valientes del Evangelio de Jesucristo» 🕊

🙌 Mediante la imposición de las manos de nuestro Obispo, D. Casimiro, 10 #jóvenes y 48 #adultos pertenecientes a 16 parroquias de la Diócesis de Segorbe-Castellón han recibido esta tarde el sacramento de la #confirmación ⛪
¡Atención #jóvenes futboleros! ⚽ La @dele.in ¡Atención #jóvenes futboleros!

⚽ La @dele.infa.juv_segorbecastellon ha organizado la segunda edición del Campeonato Diocesano de #Fútbol “Copa del Obispo”, que tendrá lugar del 10 al 25 de junio🏆
El próximo viernes se celebrará la última Vigil El próximo viernes se celebrará la última Vigilia Diocesana de #Jóvenes de este curso, organizada por la @dele.infa.juv_segorbecastellon 🙏 👱‍♀️🧑‍👩‍🦰 ✝

¡No te la pierdas! ¡Apúntatelo en la agenda y ven con tus amigos!

🗓 27 de mayo
⌚ 21 h.
⛪ Concatedral de Santa María, #Castellón
✝🚶‍♀🚶🚶‍♂ La Delegación diocesa ✝🚶‍♀🚶🚶‍♂ La Delegación diocesana para la Infancia y la Juventud ha puesto en marcha la campaña “Apadrina a un Joven”, con la que pide la colaboración de toda la Diócesis para que aquellos jóvenes que deseen asistir a la “Peregrinación Europea de Jóvenes” #PEJ22 en Santiago de Compostela, o que aquellos otros que quieran participar en el proyecto de voluntariado con las Misioneras de la Caridad en India, “#MisiónCalcuta”, puedan hacerlo.
🔔 La finalización de la fase diocesana del #Si 🔔 La finalización de la fase diocesana del #SinodoDeLosObispos  centrará la Asamblea del Día de la #AcciónCatólica y del #ApostoladoSeglar 🙏⛪
Procesión General en honor a #sanpascualbailón e Procesión General en honor a #sanpascualbailón en #Vilareal. 

¡Visca Sant Pasqual!
D.Casimiro nos exhorta a seguir el ejemplo de sant D.Casimiro nos exhorta a seguir el ejemplo de santidad de San Pascual en su festividad y en el contexto de celebración del Año Jubilar diocesano
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