Mensaje realista y de esperanza
Queridos diocesanos
Durante tres semanas se ha celebrado en Roma el Sínodo de los Obispos sobre la “nueva evangelización para la transmisión de la fe”. Al final del mismo, los padres sinodales han escrito un mensaje al Pueblo de Dios bajo el título “como la samaritana en el pozo”. Este documento es fruto del sínodo, si bien no es el fruto final que será la exhortación apostólica que nos ofrecerá en su momento el santo Padre. El mensaje es un documento bello en su contenido y sencillo en su lenguaje, cuya lectura recomiendo.
El mensaje del Sínodo es realista y, a la vez, lleno de esperanza. Los padres sinodales son muy conscientes de los desafíos a los que se enfrenta la Iglesia en su misión evangelizadora tanto en su interior como hacia el exterior; pero también reconocen la vitalidad existente en la Iglesia gracias a la presencia en medio de ella de Jesucristo, su Señor, y de la fuerza del Espíritu Santo.
Las dificultades en la evangelización, fruto de la secularización, el laicismo hostil, el ateismo militante, la indiferencia religiosa, el alejamiento de muchos bautizados, de la globalización o de las migraciones son oportunidades para una nueva evangelización. La Iglesia sabe que el Señor guía la historia con su Espíritu y esto nos da serenidad a los creyentes ante los nuevos problemas. Y de otro lado, “no hay hombre o mujer que en su vida, como la mujer de Samaría, no se encuentre junto a un pozo con un cántaro vacío, con la esperanza de saciar el deseo más profundo del corazón, aquel que sólo puede dar significado pleno a la existencia. Hoy son muchos los pozos que se ofrecen a la sed del hombre, pero conviene hacer discernimiento para evitar aguas contaminadas. Es urgente orientar bien la búsqueda, para no caer en desilusiones que pueden ser ruinosas”.
Los cristianos creemos firmemente que sólo Jesucristo es el agua que da la vida verdadera y eterna, y estamos enviados a ofrecer a todos a Jesucristo, vida para el mundo. De ahí que la tarea prioritaria de una nueva evangelización sea conducir a los hombres y las mujeres de nuestro tiempo al encuentro con Él en la Iglesia, porque ella es el espacio ofrecido por Cristo en la historia para poderlo encontrar. El le ha entregado su Palabra, el bautismo que hace hijos de Dios, su Cuerpo y su Sangre, la gracia del perdón del pecado en el sacramento de la Reconciliación, la experiencia de una comunión que es reflejo mismo del misterio de la Santísima Trinidad y la fuerza del Espíritu que nos mueve a la caridad hacia los demás.
Por todo ello, los padres sinodales plantean los desafíos a la evangelización con un tono positivo. Cuanto más difícil es la situación analizada, más alentadoras son las palabras del Sínodo en los distintos temas que abordan y en las distintas partes de la Iglesia universal. Por ejemplo, en relación con los jóvenes, su mensaje está lleno de realismo y de esperanza cristiana, que está lejos de todo voluntarismo. Los padres sinodales están preocupados por los jóvenes, pero no son pesimistas. Preocupados, porque justo sobre ellos vienen a confluir los embates más agresivos de estos tiempos. Pero no son pesimistas porque “el amor de Cristo es quien mueve lo profundo de la historia y además, porque los jóvenes tienen aspiraciones profundas de autenticidad, de verdad, de libertad, de generosidad, de las cuales sólo Cristo puede ser respuesta capaz de saciarlos”.
El mensaje del Sínodo muestra pues que la Iglesia está viva, que no puede aceptar una visión catastrofista de su realidad, sino que vive en la esperanza y en la confianza.
Con mi afecto y bendición,
+Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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