La familia y la paz
Queridos diocesanos:
La paz es uno de los mayores anhelos de la humanidad. Los cristianos sabemos que la paz es un don de Dios, que se nos ofrece en Cristo Jesús, el Mesías, ‘el príncipe de la paz’. La paz es fruto de la reconciliación y comunión con Dios, que genera reconciliación y comunión, solidaridad y colaboración entre los hombres, los pueblos y las naciones. Por ello hemos comenzado el año orando por la paz, el día primer día del año, Jornada Mundial por la Paz.
Don de Dios, la paz es, a la vez, tarea de todos. En el mensaje para esta Jornada el Papa, Benedicto XVI, trata este año del papel básico e insustituible de la familia natural en la construcción de la paz. La familia natural, basada en la unión estable entre un hombre y una mujer, es una comunión de vida y de amor. “La primera forma de comunión entre las personas es la que el amor suscita entre un hombre y una mujer decididos a unirse establemente para construir juntos una nueva familia”, afirma el Santo Padre.
Cuando la vida familiar es ‘sana’, cuando es verdadero ámbito de comunión y de amor, en ella se viven y experimentan algunos elementos esenciales de la paz, como son la justicia y el amor entre esposos y hermanos, la función de la autoridad manifestada por los padres, el servicio afectuoso a los miembros más débiles, la ayuda mutua en las necesidades de la vida, la disponibilidad para acoger al otro y, si fuera necesario, para perdonarlo. “Por eso, la familia es la primera e insustituible educadora de la paz”. Nada más contrario al ser de la familia e intolerable que la violencia doméstica.
Al ofrecer estas experiencias determinantes de la paz, la familia, la primera célula vital de la sociedad, ayuda desde su misma raíz a la construcción de una sociedad pacificada y pacificadora. La sociedad y el estado no pueden prescindir de este servicio básico de la familia en la construcción de la paz, sino que deben proteger la familia natural y promover los derechos que le son propios; negarlos o restringirlos es una amenaza para los fundamentos mismos de la paz.
Por ello, afirma el Santo Padre, que “todo lo que contribuye a debilitar la familia fundada en el matrimonio de un hombre y una mujer, lo que directa o indirectamente dificulta su disponibilidad para la acogida responsable de una nueva vida, lo que se opone a su derecho de ser la primera responsable de la educación de los hijos, es un impedimento objetivo para el camino de la paz. La familia tiene necesidad de una casa, del trabajo y del debido reconocimiento de la actividad doméstica de los padres; de escuela para los hijos, de asistencia sanitaria básica para todos. Cuando la sociedad y la política no se esfuerzan en ayudar a la familia en estos campos, se privan de un recurso esencial para el servicio de la paz”.
Por su parte, los medios de comunicación social “tienen una responsabilidad especial en la promoción del respeto por la familia, en ilustrar sus esperanzas y derechos, en resaltar su belleza”.
Como católicos hemos de hacer nuestras estas palabras del Papa en la propia familia y en nuestro compromiso social.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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