Fray Luis Amigó y Ferrer, Obispo de Segorbe
Queridos diocesanos:
En este año de 2013 conmemoramos los cien años de la llegada a la Diócesis de Segorbe, de mi venerable predecesor, fray Luis Amigó y Ferrer (Masamagrell [Valencia]1854-1934). Perteneciente a la orden capuchina. Fray Luis había fundado los Institutos de Terciarios Capuchinos y Terciarias Capuchinas para la atención de la infancia y juventud marginada. Siendo Obispo de Solsona, el Papa le trasladó a la de Segorbe, de la que fue Obispo desde el 18 de julio de 1913 hasta el año 1934, en que falleció en Masamagrell.
Su episcopado se caracterizó por una fuerte implicación social y una viva preocupación por la atención a los más necesitados, por la organización y atención de las parroquias, la promoción de movimientos juveniles y la difusión de la doctrina a través de cartas pastorales y obras impresas. Fray Luis tenía una profunda devoción a la Eucaristía y a María Santísima. Es de destacar también su gran inquietud por la conservación de los bienes culturales de la Iglesia, creando el ansiado Museo Diocesano en el Palacio Episcopal, precedente del actual Museo Catedralicio de Segorbe; con ello quería favorecer la seguridad, conservación y muestra del patrimonio artístico de la Iglesia, maltratado a lo largo de todo el siglo XIX, tras continuas guerras, expolios, conflictos y desamortizaciones. Su condición de conventual hizo que Fray Luis cuidara de modo particular la presencia de comunidades religiosas en la Diócesis.
Al Obispo Amigó le tocó, sin embargo, vivir en una España difícil, de incipiente laicismo e indiferencia religiosa así como de ligereza en la práctica cristiana. Reinaba un ambiente de conflictividad, como queda reflejado en sus escritos. Sus pastorales muestran su preocupación por la información y la imagen de la Iglesia en los medios impresos, por la conservación del patrimonio eclesiástico y por la enseñanza de la doctrina cristiana. Famosa fue su Pastoral Acatamiento y colaboración con las autoridades de la República, donde denunció la persecución de la Iglesia tras el ataque a los templos en mayo de 1931, a la vez que mostró el papel conciliador de los hijos de Dios:“No neguemos nuestro concurso a las autoridades que lo deseen, para que nuestra España siga por el camino de la paz y orden, y respeto comenzados». Ante la precariedad del mantenimiento del Culto y del clero por la supresión de las partidas respectivas en el presupuesto del Estado, sus palabras siempre fueron esperanzadas, buscando la colaboración de todos los fieles en el mantenimiento de la Iglesia ante la nueva situación. Sin embargo, Fray Luis veía en la buena catequesis e instrucción cristiana del pueblo fiel el mejor apostolado en aquellos tiempos difíciles.
Como religioso, prelado y fundador de dos Congregaciones, Monseñor Amigó fue una de las personalidades más prestigiosas en el ámbito de la espiritualidad hispana de la primera mitad del pasado siglo. Que esta efeméride sirva para recordar y difundir la persona y los valores del Obispo Amigó, ejemplo y testimonio de buen cristiano y obispo, de fe eucarística y devoción mariana, de preocupación pastoral y social en momentos de especial dificultad, siempre bajo el amor misericordioso de Dios y a la sombra de la cruz de Cristo crucificado. Que la fe en Cristo y la impronta de su caridad en nuestros corazones nos acerquen a las ‘periferias existenciales’ y a los marginados y abandonados por la sociedad, como reflejo del amor y de la misericordia de Dios.
Con mi afecto y bendición,
+Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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