Hacia el Gran Encuentro Diocesano
Queridos diocesanos:
Nuestra Iglesia diocesana se prepara para el Gran Encuentro del próximo día 12 de marzo en el Auditorio de Castellón. Todos estamos invitados y convocados: niños, adolescentes y jóvenes, adultos y mayores, seglares, religiosos y sacerdotes, matrimonios y familias cristianas. Para todos hay espacio y actividades; incluso para los más pequeños tenemos pensadas actividades apropiadas para ellos.
Es nuestro deseo celebrar con alegría la belleza de nuestra fe cristiana y de nuestra condición de cristianos. Así mismo queremos celebrar con gozo nuestra condición de diocesanos, en torno al Obispo, que preside la Iglesia diocesana en nombre del Señor Jesús, su Cabeza invisible.
Ante lo que a veces se escucha, nuestra Iglesia diocesana no es algo ajeno a los cristianos católicos, a las familias cristianas, a las comunidades parroquiales, a las comunidades, movimientos y asociaciones eclesiales, incluidas las cofradías, o a los Colegios de la Iglesia, de nuestra Diócesis. Todos formamos la gran familia de la Iglesia diocesana. Como cristianos sólo nos podemos entender y vivir unidos e insertos en la comunión de fe y de vida de la Iglesia diocesana, compartiendo la misión única de nuestra Iglesia diocesana, en la que vive y se realiza la Iglesia del Señor.
Este Encuentro va a girar en torno a la Eucaristía y a la próxima Jornada Mundial de la Juventud en agosto en Madrid.
La Eucaristía es y debe ser el centro de la vida de todo cristiano, de toda familia cristiana, de toda parroquia y comunidad eclesial, y de la Iglesia misma. Porque la Eucaristía contiene todo el bien de la Iglesia: en la ella está Cristo mismo. En la Misa actualizamos el misterio pascual, la muerte y la resurrección del Señor, para la vida del mundo; en la comunión eucarística, comulgamos al mismo Cristo, que nos atrae hacia sí, se une realmente con nosotros; Dios mismo en Cristo se une con nosotros y nos hace partícipes de su propia vida, porque nos ama. Unidos y amados por Dios en Cristo, se realiza, se alimenta y se fortalece la comunión fraterna que, a su vez, nos envía a ser testigos y promotores de la fraternidad de todos los hombres en Dios.
Cuando decae la participación en la Eucaristía, especialmente los Domingos, -como nos ocurre hoy-, se debilita y languidece la fe y la vida cristiana personal, se debilita y enrarece la vida matrimonial y familiar, decae la vitalidad de las parroquias y de la Diócesis, así como su fuerza misionera, evangelizadora y transformadora de la sociedad según el plan de Dios. De ahí la llamada en este año para toda la Diócesis: Ningún cristiano católico sin Eucaristía dominical.
De otro lado, aún está fresca en nosotros la inolvidable experiencia de fe y de Iglesia en torno a la Cruz de los Jóvenes y el Icono de María de la JMJ. Para muchos, especialmente los jóvenes, ha sido un momento de encuentro personal y eclesial con Cristo de manos de María: algo que hemos de cultivar en el camino de preparación de la Jornada Mundial, desde la celebración de la Eucaristía, presencia eminente del Señor, muerto y resucitado, entre nosotros y para nosotros.
Acudamos al Gran Encuentro Diocesano. Y animemos y acompañemos a nuestros adolescentes y jóvenes para que arraigados y edificados en Cristo, crezcan y vivan firmes en la fe. Os espero.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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