La Buena Noticia de la Familia y de la Vida humana
Queridos diocesanos:
El Hijo de Dios, nacido en Belén, nos muestra el rostro amoroso de Dios y el verdadero rostro del hombre: su verdad y dignidad, su origen y destino. Todas las dimensiones de la vida humana han sido iluminadas y sanadas por el Hijo de Dios. Él nos muestra también el verdadero sentido del matrimonio y de la familia, y el valor de toda vida humana, don de Dios, llamada a participar sin fin de su amor.
El matrimonio es una comunidad de vida y de amor, basada en la donación recíproca y total, única e indisoluble de un hombre y una mujer; esta visión del matrimonio responde al proyecto originario de Dios, obscurecido por la ‘nuestra dureza de corazón’, y que Cristo ha restaurado en su esplendor originario, revelando lo que Dios ha querido ‘desde el principio’. El matrimonio es, a la vez, el fundamento de la familia.
Vivimos tiempos poco favorables para el matrimonio y para la familia. Se propugnan otro tipo de uniones de hombre y mujer, las uniones entre personas del mismo sexo y modelos de familia, alternativos a los llamados despectivamente matrimonio y familia ‘tradicionales’. En el fondo se ataca y se destruye el matrimonio y la familia, y se niega su valor insustituible para la acogida, la formación y desarrollo de la persona humana, y para la vertebración básica de la sociedad.
Los efectos de esta situación son el déficit de amor verdadero en las relaciones humanas, el debilitamiento del amor esponsal, del amor materno y paterno, del amor filial y del amor entre hermanos, la desestructuración de la familia, el descenso alarmante de la natalidad, el notable aumento de hijos con graves perturbaciones de su personalidad y el desarrollo de un clima que termina con frecuencia en la violencia. Si el matrimonio y la familia entran en crisis, la sociedad misma enferma.
También se cuestiona la buena noticia que es toda vida humana, cuya dignidad desde su concepción hasta su ocaso natural es vilipendiada por el aborto, por la destrucción de embriones y por la eutanasia. Los cristianos hemos de comprometernos de modo efectivo en la defensa de la acogida y del respeto a la vida del cada ser humano, fundamento de una sociedad verdaderamente humana. La Jornada de la Familia y la Vida, que celebramos este Domingo, Fiesta de Sagrada Familia, nos invita a acoger, vivir y anunciar la Buena Noticia del matrimonio, de la familia y de la vida humana.
Con mi afecto y bendición
+ Casimiro
Obispo de Segorbe-Castellón
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