En vísperas del Año de la fe
Queridos diocesanos:
Nos encontramos ya en vísperas del inicio del Año de la fe, convocado por Benedicto XVI mediante su carta apostólica Porta fidei (“la puerta de la fe”). El mismo Papa lo inaugurará en Roma el próximo día 11 de octubre para toda la Iglesia Universal. Ya en este día nos uniremos al Santo Padre y a toda la Iglesia mediante la oración. Y tres días más tarde, todos los miembros de la Iglesia diocesana de Segorbe-Castellón estamos convocados e invitados a la inauguración diocesana de este Año de la fe con la solemne Eucaristía concelebrada, que presidiré como vuestro Obispo en la S.I. Concatedral de Santa María de Castellón el domingo 14 de octubre a las seis de la tarde.
Recordemos que el motivo de este Año de la fe es la celebración del cincuenta aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II en 1962 y el vigésimo aniversario de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica. El Concilio Vaticano II es, en palabras del Papa, “la gran gracia de la que la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX”, “una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza” y “una gran fuerza para la renovación siempre necesaria de la Iglesia”. Y el Catecismo de la Iglesia Católica, por su parte, es “uno de los frutos más importantes del Concilio Vaticano II”, un “subsidio precioso e indispensable, y un verdadero instrumento de apoyo a la fe”. Releer y estudiar los documentos de Concilio nos ayudará a fortalecer nuestra fe.
En efecto: ante el cansancio, el debilitamiento o las dudas de la fe, ante el ambiente de increencia e indiferencia religiosa, el Santo Padre nos llama e invita a una renovada conversión al Señor Jesús para redescubrir la fe y recuperar la alegría de creer de modo que todos los miembros de la Iglesia seamos para el mundo actual testigos gozosos y convincentes del Señor Resucitado, capaces de señalar la “puerta de la fe” a todos en estos tiempos de nueva evangelización. Como dice el libro de los Hechos de los Apóstoles (14, 27), Dios, por medio de la predicación de San Pablo, abre a los gentiles la puerta de la fe. Por la fe, el ser humano es introducido en la vida de comunión con Dios; una vida que comienza en el bautismo y que, si es acogida y vivida con fidelidad, continuará en plenitud más allá del tránsito de la muerte en la vida eterna.
El primer paso con el que se llega a la fe es don de Dios, una gracia de Dios que impulsa a prestar asentimiento de mente y de corazón al Dios que nos habla y a los contenidos de la fe. Así escribe San Pablo: “Con el corazón se cree y con los labios se profesa” (Rom 10, 10). Por eso, este año es un tiempo de gracia para agradecer a Dio el don de la fe y redescubrir lo que significa creer a Dios así como para conocer mejor los contenidos de la fe en la tradición viva de la Iglesia.
Aprender, recitar y rezar el Credo a solas o en familia, por ejemplo, o el estudio del Catecismo de la Iglesia católica nos ayudarán a profundizar en la fe para confesarla con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza. Será también una ocasión propicia para intensificar la celebración de la fe en la liturgia, de modo particular en la Eucaristía, y reforzar el testimonio de vida de los creyentes y, en especial, el testimonio de la caridad. La fe sin la caridad no da fruto, y la caridad sin fe sería un sentimiento constantemente a merced de la duda.
Abramos nuestra mente y nuestro corazón al Señor, que nos quiere enseñar nuevamente el ‘arte de vivir’ que se aprende en una intensa relación con El, para descubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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