La caridad en la verdad
Queridos diocesanos:
Benedicto XVI acaba de hacer pública su tercera encíclica: “Caritas in veritate” (la Caridad en la verdad). Era esperada desde 2007 para conmemorar el 40 aniversario de ‘Populorum progressio’, de Pablo VI. La complejidad de la redacción explica la demora de su publicación y que haya salido a la luz cuando la crisis económica ha puesto los problemas sociales en el centro de la atención internacional. “Caritas in veritate”, sin embargo, va más allá de la crisis actual.
‘Caritas in veritate’ está dedicada al ‘desarrollo humano integral’. El Papa va al núcleo de la cuestión amplia y compleja del desarrollo humano. En un mundo de expansiva globalización, el Papa ofrece de nuevo la luz del Evangelio. Y afirma que “la caridad en la verdad, de la que Jesucristo se ha hecho testigo con su vida terrenal y, sobre todo, con su muerte y resurrección, es la principal fuerza impulsora del auténtico desarrollo de cada persona y de toda la humanidad” (n. 1). Es decir, la caridad en la verdad manifestada en Cristo es la fuerza de la transformación del universo, de todo el mundo humano, de toda la creación. Este es el norte del camino de la humanidad: la verdad y la caridad, ambas inseparables.
La verdad del hombre es inseparable de la verdad de Dios, que es Amor, como se nos ha hecho palpable y visible en el rostro humano de Jesús, su Hijo, Caridad y Verdad. El amor tiene su origen en Dios, Amor eterno y Verdad absoluta. Verdad y caridad han de ir siempre unidas. No puede haber verdadero desarrollo humano sin Dios. El olvido de Dios lleva al olvido de los hombres. “El humanismo que excluye a Dios es un humanismo inhumano”, dice el Papa. Sin Dios, el hombre se vuelve contra el mismo hombre, porque se estrecha su horizonte y aparecen sus egoísmos que restan solidaridad, apertura a los demás y valoración de la vida en todos sus aspectos. El motor de toda la vida del hombre es el amor, también en el campo de la justicia y de la paz. A su vez, la caridad sin verdad se queda en mero sentimentalismo, en envoltorio vacío, en soluciones empíricas, arbitrarias y escépticas.
El Papa conjuga la caridad y la verdad al servicio del hombre y de su desarrollo integral. La encíclica sitúa a la persona humana en el centro del desarrollo, de la globalización y de la economía. Por encima o en el centro de todo ha de estar la persona en su dignidad irrepetible. “El primer capital que hay que salvaguardar es la persona”, afirma el Papa.
La encíclica nos invita a “volver a pensar el modelo económico occidental”. La crisis no sólo es fruto de un déficit en las estructuras económicas, sino también de la mentira, la avaricia, el egoísmo y la mala administración. Es necesaria, afirma el Papa, una economía basada en la moral; el desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin operadores económicos y hombres políticos que vivan fuertemente en sus conciencias la llamada y las exigencias de la justicia y del bien común. La Iglesia inspira, pero no hace política: no tiene soluciones técnicas que ofrecer. La doctrina social de la Iglesia no es una ‘tercera vía’, sino un ‘elemento de la evangelización’. La encíclica nace a la luz de la revelación, y desde ella ha de ser leída; acogida sin prejuicios es una gran luz para la sociedad en el presente y en el futuro.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe- Castellón
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