Conocer y sentir la Iglesia
Queridos diocesanos:
La celebración del Día de la Iglesia diocesana, el domingo día 18 de noviembre, nos invita a los católicos a conocer nuestra Iglesia desde dentro y a sentirla como propia para amarla de corazón. Muchas veces tenemos falsas imágenes de la Iglesia; otras veces nos dejamos atrapar por críticas injustas, que minan nuestro afecto hacia la Iglesia.
Nuestra Iglesia diocesana de Segorbe-Castellón es la comunidad de los cristianos católicos, que presidida por el Obispo en nombre de Jesús, el Buen Pastor, anuncia, celebra y realiza el Evangelio de Jesús, la Salvación de Dios, para toda la humanidad. Cada uno la experimenta en su comunidad parroquial o eclesial, en su grupo, que son como células o miembros de la Iglesia diocesana. Ésta no es, pues, algo ajeno a cada uno de nosotros, los católicos; es nuestra Iglesia, es nuestra familia, donde nacemos a la fe y vivimos nuestro ser cristiano; de ella formamos parte todos los católicos que vivimos en el territorio diocesano.
Nuestra Iglesia es un don del amor gratuito de Dios y, a la vez, una tarea encomendada a todos los que la formamos. Como don de Dios, la hemos de acoger con gratitud y amar de corazón, también con sus arrugas, fruto de los pecados de quienes la formamos. Querida por Cristo y alentada por la fuerza del Espíritu Santo es el lugar de la presencia del Señor y de su obra salvadora entre nosotros a lo largo de los siglos. El mismo Cristo nos ha encomendado la hermosa tarea de anunciar el Evangelio, de celebrar los sacramentos, de vivir el amor para que la obra de su Salvación llegue a todos. Su vida y su misión dependen de todos y de cada uno.
A los católicos nos urge redescubrir, valorar y vivir sin complejos y sin tibieza nuestra identidad cristiana y eclesial. Ambas son inseparables. No se puede ser cristiano al margen de la comunidad de los creyentes, al margen de la Iglesia. Amar, sentir y vivir la Iglesia como algo propio no será posible si no existen un conocimiento objetivo y desde dentro de la Iglesia misma, así como una vivencia personal de la propia fe. Ser cristiano no se reduce a recibir el bautismo y el resto de los sacramentos, o a practicar ocasionalmente. Cristiano es quien cree personalmente en Cristo y se adhiere a El; quien acoge y vive día a día el don de la fe y la nueva vida del bautismo, como verdadero regalo liberador y no como carga insoportable; quien deja que Jesús y su Evangelio conformen su pensar, sentir y actuar, y quien da testimonio de su fe y se compromete en la transformación de la sociedad y del mundo.
En una palabra, cristiano es el que sigue y vive unido personalmente a Jesús y a su Evangelio, y esto siempre, en el seno de la comunidad de los creyentes, en la Iglesia. La vivencia personal de la fe ha de estar centrada en Cristo, pero, a la vez, entroncada, alimentada, celebrada y vivida en el seno de la comunidad de los creyentes participando en su vida y misión. Es el camino que el mismo Jesús nos ha dado. No lo olvides: la Diócesis es tu Iglesia y ella cuenta contigo.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López
Obispo de Segorbe-Castellón
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