Comunicación y comunión
Queridos diocesanos:
En nuestra Iglesia diocesana existen diversos medios de comunicación: medios escritos, radiofónicos, televisivos y de Internet. La comunicación en y por nuestra Iglesia es más que un ejercicio de técnica. Se basa en la necesidad humana de la comunicación; y ésta, a su vez, se basa en la comunicación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y en su comunicación con nosotros. Somos criaturas de Dios, creados a su imagen y semejanza, y Dios se comunica con nosotros. La comunicación trinitaria llega hasta la humanidad por el Hijo, Jesucristo, que es la Palabra; en y por Él, la Palabra hecha carne, Dios se comunica a sí mismo y comunica su salvación a los hombres y mujeres. Dios sigue comunicándose con la humanidad a través de la Iglesia, portadora y depositaria de su revelación, a cuyo ministerio de enseñanza viva ha confiado la tarea de interpretar de modo auténtico su palabra.
Además, la Iglesia misma es una comunión de personas y de comunidades que nacen de la comunión de la Trinidad y se reflejan en ella; por tanto, la comunicación hacia dentro y hacia fuera es connatural a la Iglesia. También por esta razón, el ejercicio de la comunicación en nuestros medios debe ser ejemplar, ha de estar siempre al servicio de la comunión eclesial y de su misión y de respetar la legítima pluralidad en el seno de la unidad de la fe y de la misión, reflejando siempre la verdad así como otros importantes principios y normas.
A través de sus medios de comunicación, nuestra Iglesia diocesana transmite las noticias y la información de toda la riqueza y variedad de la vida diocesana: de los acontecimientos y de las personas, grupos, comunidades y organismos que la integran. Así nuestros medios sirven y han de servir de vehículos para el conocimiento y estima mutuos, para la comunión y la evangelización, para la catequesis y la formación.
Los medios modernos de comunicación nos ofrecen nuevos instrumentos para que el anuncio del mensaje del Evangelio y el fortalecimiento de la comunión. Juan Pablo II definió los medios de comunicación como “el primer areópago de la edad moderna”, y declaró que “no basta usarlos para difundir el mensaje cristiano y el Magisterio auténtico de la Iglesia, sino que conviene integrar el mensaje mismo en esta ‘nueva cultura’ creada por la comunicación moderna”.
Todo esto se aplica también a Internet, que ciertamente tiene sus peligros y sombras, pero que ofrece oportunidades únicas para anunciar la Buena nueva de Jesucristo y su verdad salvífica a la entera familia humana. Es la proclamación del Evangelio como palabra profética y liberadora dirigida a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo; es el testimonio dado de la verdad divina y del destino trascendente de la persona humana, frente a una secularización radical y a un relativismo deshumanizador; es ponerse de parte de la justicia, en solidaridad con todos los creyentes, al servicio de la comunión de los pueblos, las naciones y las culturas, frente a los conflictos y las divisiones.
Internet proporciona al público en general un acceso directo e inmediato a importantes actos y a recursos religiosos para la evangelización, la formación y la vida espiritual, así como para la pronta información de la vida diocesana. También es un medio cada día más necesario para la comunicación interna.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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