Cultura del encuentro en los Medios de Comunicación Social
El Domingo de la Ascensión celebramos la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. El Papa Francisco nos invita en su mensaje a poner la «Comunicación al servicio de una auténtica cultura del encuentro». Las nuevas tecnologías están transformando los modelos de comunicación y también de las relaciones humanas: nos van haciendo cada vez más ‘pequeño’ nuestro mundo, desparecen las distancias, nos sentimos más cerca los unos de los otros y nos hacen sentir interdependientes. Y, sin embargo, nuestro mundo sigue sufriendo numerosas formas de exclusión, marginación y pobreza y numerosos conflictos.
Las nuevas tecnologías de comunicación son éticamente neutras; ofrecen muchas posibilidades, pero también entrañan peligros. Hemos de aprender a usarlas para el bien. Los nuevos medios tienen un extraordinario potencial: pueden favorecer la cercanía real de las personas, el sentido de pertenencia a una única familia humana, la comprensión, el diálogo, la solidaridad y el compromiso efectivo con los más pobres, excluidos y marginados. Sin embargo, también existen peligros y aspectos problemáticos: la velocidad de las informaciones dificulta su valoración, la variedad de opiniones pueden dejarnos indefensos ante diversos intereses ocultos; además el anonimato puede ser usado para insultar, difamar o inducir al delito, se puede manipular a las personas o provocar el aislamiento frente a los más cercanos.
Por todo ello es necesario aprender a hacer buen uso de los nuevos medios y a comunicar bien para conocernos mejor y estar más unidos. Necesario es estar dispuestos a escuchar y a aprender los unos de los otros, a resolver las diferencias mediante el diálogo, la comprensión y el respeto. Hemos de apostar por una cultura del encuentro auténtico que requiere estar dispuestos no sólo a dar, sino también a recibir de los otros, a salir de uno mismo y ponerse en la piel del otro y en su lugar.
Para favorecer un encuentro auténtico es decisivo cuidar la calidad del lenguaje y de los contenidos mediante un compromiso serio por promover una cultura del respeto, del diálogo y de la amistad. El primer compromiso debe ser el respeto de la dignidad y el valor de toda persona humana, evitando palabras e imágenes degradantes para el ser humano, así como el insulto o la difamación y todo lo que alimenta el odio y la intolerancia, lo que envilece la belleza y la intimidad de la sexualidad humana, o lo que explota a los débiles e indefensos o lo que induce al delito.
A los cristianos, el Papa Francisco nos propone la parábola de buen samaritano como ejemplo de lo que significa poner la comunicación al servicio de una auténtica cultura del encuentro; es, afirma el Papa, una parábola del comunicador. «En efecto, quien comunica se hace prójimo, cercano. El buen samaritano no sólo se acerca, sino que se hace cargo del hombre medio muerto que encuentra al borde del camino. Jesús invierte la perspectiva: no se trata de reconocer al otro como mi semejante, sino de ser capaz de hacerme semejante al otro. Comunicar significa, por tanto, tomar conciencia de que somos humanos, hijos de Dios. Hoy corremos el riesgo de que algunos medios nos condicionen hasta el punto de hacernos ignorar a nuestro prójimo real».
No basta con estar conectado y usar las ‘calles’ digitales: es necesario que la conexión vaya acompañada de un verdadero encuentro; es preciso promover la belleza, la bondad y la verdad, y trabajar para que la comunicación sea rica en humanidad.
Con mi afecto y bendición,
+Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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