EL REPORTAJE DEL DOMINGO. Día del Seminario. Más necesarios que nunca
Hace 450 años, nacía en Almodóvar del Campo (Ciudad Real) Juan de Ávila. Tras ser ordenado, vendió las propiedades que le legaron sus padres, ya fallecidos, y se dedicó a la evangelización. El fuego por transmitir el amor de Dios le llevó a una intensa actividad apostólica, que le mereció ser nombrado patrono del clero secular español en 1946, y doctor de la Iglesia en 2012, precisamente en la ceremonia de apertura del Sínodo de Obispos dedicado a la Nueva Evangelización.
Como él, los sacerdotes de hoy, y aquellos que están en un camino de discernimiento y formación en el Seminario, están llamados a ser «Pastores misioneros», como reza el lema del Día del Seminario de este año, desplazado por el confinamiento del 19 de marzo, fiesta de San José, al 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción. «Si de veras nos quemase las entraña el celo de la casa de Dios», exclamaba San Juan de Ávila, en una carta. Presbíteros así son más necesarios que nunca.
La Ratio fundamentalis para la formación sacerdotal afirma que la finalidad de la formación es «la participación en la única misión confiada por Cristo a su Iglesia: la evangelización en todas sus formas». Y en la reflexión de los Obispos para esta jornada se explica que «se trata de que los seminarios puedan formar discípulos y misioneros enamorados del Maestro, pastores con olor a oveja, que vivan en medio del rebaño para servirlo y llevarle la misericordia de Dios».
En la Diócesis de Segorbe-Castellón existen dos seminarios mayores, el Mater Dei y el Internacional y Misionero Redemptoris Mater, además del Menor. En total acogen a 27 seminaristas (3, 13, y 11, respectivamente). En su tarea formativa aplican a conciencia los objetivos enunciados.
Juan Carlos Vizoso, rector del Mater Dei, explica que los años de Seminario son un tiempo de discernimiento «de la Iglesia hacia el candidato, y del candidato hacia sí mismo». Durante este proceso, se verifica que el seminarista tenga la capacidad de estar abierto y relacionarse con todos, que su mirada hacia el mundo sea de caridad o que arda en él el deseo de dar a conocer a Cristo. Así es como se forjan sacerdotes misioneros: «En el Redemptoris Mater es una dimensión particular, de entrada por el hecho de que la mayoría vienen de fuera y vivirán su sacerdocio como una misión a miles de kilómetros de su casa. Para los del Mater Dei, mayor y menor, es descubrir que uno es instrumento de algo que Dios quiere hacer en un lugar concreto, allí donde la Iglesia nos ponga».
Hijos de su tiempo
Se preparan para anunciar la Buena Noticia a un mundo que conocen bien: «Son hijos de su tiempo – asegura el rector del Mater Dei -, han recibido una vocación estando en medio de su mundo, lo conocen perfectamente y saben lo que hace sufrir a unos y otros». Al mismo tiempo, su formación pasa por el servicio pastoral en las parroquias, el fin de semana. Allí «ven cómo los sacerdotes trabajan, su entusiasmo, anhelos y dificultades. Todo esto también ayuda a formar».
Lo esencial, sin embargo, es que en su llamada a ser pastores, siempre permanezcan discípulos. San Agustín, en un conocido sermón sobre los que guían la comunidad cristiana, afirma que «el pastor es también un cristiano, miembro del rebaño que Jesús ha congregado en torno a sí mismo. Nunca deja de ser discípulo aquel que fue llamado a ser pastor».
En el Seminario, el ser discípulo se vive de una manera más mediata al entrar en una vida de obediencia, hasta en el aspecto material y de horarios. Pero sobre todo se trata de una dimensión más interior. Como explica Juan Carlos Vizoso, «uno acepta ser formado a todos los niveles: intelectual, espiritual, comunitario y pastoral. Está bajo la supervisión del rector, formadores, director espiritual, párroco de referencia… y al final es toda la Iglesia en sus muchas dimensione la que le ayuda a generar algo». Ahí, con la oración y la ayuda material, está también la responsabilidad de cada fiel. Porque ahora los sacerdotes son más necesarios que nunca.
5 claves del pastor misionero
- Discípulo: Como afirma San Agustín, el pastor es también un cristiano, miembro del rebajo que Jesús ha congregado en torno a sí mismo. Nunca deja de ser discípulo aquel que fue llamado a ser pastor.
- Llamado: Los candidatos deben llevar una vida de oración suficientemente profunda y constante para que su corazón esté abierto a la llamada amorosa del Señor.
- Consagrado: El Papa Francisco anima a los jóvenes a un «plus» de inconformismo y generosidad como el mejor caldo de cultivo para acoger una llamada de Dios que implique una dedicación total y para siempre.
- Enviado: La «Iglesia en salida» pide a los sacerdotes también estar en «estado de misión», de buscar la oveja perdida, de pasar de una pastoral del campanario a la pastoral del timbre de la puerta.
- Misionero: La vocación a ser pastor y a ser misionero están estrechamente entrelazadas de forma que no se entiende una sin la otra. En estos tiempos de sombras, Dios quiere seguir haciendo brillar su Rostro lleno de amor por los hombres de esta generación y hacer oír su voz que es luz y vida».
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