Dios sigue llamando
Queridos diocesanos:
El próximo día doce de octubre tendremos el gozo de la ordenación de dos nuevos sacerdotes para nuestra Iglesia diocesana: José Sánchez y Oscar Bolumar. Ambos son un hermoso don de Dios para todos nosotros por el que hemos de darle gracias sinceras, máxime en estos tiempos de ‘invierno vocacional’. Pese a todas las apariencias, Dios sigue llamando también hoy entre nosotros al ministerio ordenado. No seamos nunca obstáculo a la escucha de la llamada del Señor; antes bien propiciemos su escucha obediente y su acogida generosa.
Por un designio misterioso suyo, el Señor ha llamado y elegido a estos dos jóvenes para ser presbíteros de su Iglesia: no por sus méritos sino por pura gracia suya. Ellos, por su parte, han escuchado la llamada certera del Señor a seguirle en el sacerdocio ordenado en el momento oportuno, en las circunstancias elegidas por él y de forma inesperada por parte de los neopresbíteros. Ellos han acogido esta llamada del Señor con generosidad y la han madurado no sin esfuerzo y lucha hasta dejarse liberar por la misericordia divina y el apoyo humano de todo aquello que les impedía una entrega total a Él y a su Iglesia, que peregrina en Segorbe-Castellón.
Por la ordenación presbiteral, el Señor les hará partícipes del ministerio apostólico; un ministerio que se continúa en plenitud en el Obispo, como sucesor de los Apóstoles, en cuya comunión y obediencia deberán ejercerlo todos los días de su vida. Ungidos, consagrados y fortalecidos por el Espíritu Santo en el sacramento del Orden quedarán constituidos en pastores y guías al servicio del pueblo de Dios, en nombre y en representación de Cristo Jesús, el Buen Pastor y Cabeza de su Iglesia. Participarán así en la misma misión de Cristo, maestro, sacerdote y rey, para cuidar de su pueblo siendo maestros de la Palabra, ministros de los Sacramentos y guías de la comunidad.
Configurados con Cristo y ungidos por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, serán maestros autorizados de la Palabra de Dios en nombre de Cristo y de la Iglesia; serán ministros de los sacramentos en la persona de Cristo Cabeza, como servidores suyos y administradores de los misterios de Dios (cf. 1 Cor 4, 1), y serán pastores celosos de la grey que les sea encomendada a ejemplo del “buen Pastor que da su vida por las ovejas” (Jn 10, 11). En el ejercicio de su ministerio habrán de tener siempre como modelo a Cristo mismo que apacienta al pueblo de Dios con la fuerza de su amor, entregándose a sí mismo como sacrificio.
Una de sus tareas primordiales será el anuncio del Evangelio al mundo entero, a los cercanos y a los alejados, a los bautizados y a quienes aún no han oído hablar de Cristo. Están llamados a sembrar la semilla de la Palabra para que todos experimenten el amor y salvación de Cristo, para que en Él puedan descubrir el sentido de su vida, y así su origen y su destino en Dios. ¿Puede haber algo más hermoso que esto?
Para ser colaboradores en la difusión del Evangelio y de la esperanza que no defrauda en un mundo a menudo triste, desesperanzado y nihilista, es necesario que el fuego del Evangelio arda en su corazón. Sólo así podrán ser mensajeros de esta buena Nueva y llevarla a todos, especialmente a cuantos están tristes y afligidos. Acompañémosles con nuestra oración. Y pidamos a Dios el don de nuevas vocaciones.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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