El sentido cristiano de la Navidad
Queridos diocesanos:
Hace unos días leía que las Navidades gustan cada vez menos a uno de cada cuatro españoles. Crece el número de las personas que muestran su desinterés e incluso su desagrado por estas fiestas. Entre otras razones se resalta la agobiante incitación al consumo en estos días, cada año más adelantada a la Navidad. El consumismo de estos días y su reducción a lo externo y, con frecuencia, a un sentimentalismo superficial y pasajero son, sin duda, causas de este desencanto y desinterés. Y también son motivo para la progresiva pérdida del sentido genuino y profundo de la Navidad.
Navidad, no lo olvidemos, es una fiesta cristiana. Esta palabra viene de natividad. El Hijo de Dios nace, se hace hombre por amor a nosotros. La celebración del nacimiento del Hijo de Dios en nuestra carne en la Navidad no pertenece sin más al pasado. No recordamos lo ocurrido en Belén como si se tratara de un mero hecho histórico del pasado. Dios se hace uno de los nuestros para hacernos de los suyos: sus hijos en el Hijo, Jesús. Y Dios sigue haciéndose presente entre nosotros. Dios sale a nuestro encuentro en su Palabra, en los sacramentos, en los hombres y en los acontecimientos. El sentido profundo de la Navidad es la cercanía de Dios, que nos acompaña en el camino existencial de nuestra vida. El nos invita a acogerlo y a seguirlo por el camino del amor y de la paz.
Recuperemos el genuino sentido de la Navidad. Vivamos esta última semana del Adviento, reavivando nuestra fe en la venida de Dios a nosotros en su Hijo, Jesús, y en su presencia entre nosotros. Estemos vigilantes a su paso por nuestras vidas. Necesitamos despertar en nosotros el hambre de Dios y de su amor que salva y libera. De espaldas a Dios no es posible la felicidad que todo hombre y mujer anhela.
No habrá Navidad cristiana si Dios no nace en nuestro interior, en nuestras familias y en nuestra sociedad, si no nos dejamos encontrar y amar por El. No habrá Navidad si, amados por Dios, no acogemos a los demás seres humanos como hermanos nuestros en Dios. No habrá verdadera Navidad si vivimos de espaldas a Dios y a sus leyes. No habrá Navidad cristiana si no nos amamos de verdad como Cristo nos ama.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López
Obispo de Segorbe-Castellón
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