Haciendo Iglesia Diocesana
Queridos diocesanos:
Con motivo del 50º Aniversario de la configuración actual de nuestra Diócesis, el próximo día 17 de abril peregrinaremos como Iglesia diocesana a la Basílica de San Pascual Baylón en Vila-real. San Pascual es el patrono de nuestra Diócesis. Ante sus restos, celebrando la Eucaristía, presidida por el Obispo, queremos dar gracias a Dios y, sobre todo, orar para que, siguiendo su ejemplo de profundo amor al sacramento del altar, Dios nos conceda la gracia de progresar en el amor y la unidad para ser una Iglesia viva y evangelizadora.
San Pascual es un santo que se caracteriza por su gran amor a Jesucristo en la Eucaristía. En el Sacramento de la Eucaristía celebramos la presencia eminente de Cristo en la Iglesia. El Hijo eterno de Dios, enviado por el Padre para que vivamos por medio de Él, en la última cena tomó el pan, lo dio a los apóstoles y les dijo: “Tomad y comed esto es mi cuerpo”; y lo mismo hizo con la copa: “Este es el cáliz de mi sangre para el perdón de los pecados”. Y después les dijo: “Haced esto en memoria mía”. En la Eucaristía, Jesucristo se queda con nosotros, está entre nosotros, como amigo y como alimento, como presencia de Dios que llena toda nuestra vida, como fuente inagotable de amor y de unidad, de comunión y de misión.
La Eucaristía expresa y crea unidad. Como el pan eucarístico es fruto de muchos granos de trigo que, molidos, forman una sola cosa; y como el vino es fruto de muchos racimos de uva que, prensados, forman una sola cosa, así los que participamos de la Eucaristía, formamos un solo cuerpo, una sola familia. Siendo muchos somos y debemos ser un solo corazón y una sola alma.
La Eucaristía es signo eficaz de unidad, de un lado, de la Iglesia, cuya unidad se significa y se construye en la Eucaristía; y, por otro lado, de cuantos participamos en ella. Traicionaríamos el sentido más profundo de la Eucaristía si no fuera fuente de unión y de unidad. Eucaristía y división entre personas no es comprensible. Eucaristía y comunidades cerradas se excluyen mutuamente. La Eucaristía nos hace un solo pueblo en el que no cuenta ser hombre o mujer, joven o adulto, rico o pobre. Lo que cuenta son los efectos de la misma: crear una sola familia en la que reina siempre el amor y el perdón, la acogida y la misericordia entrañable.
Nuestra Iglesia Diocesana se nutre de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, especialmente de la Eucaristía, que es la fuente y la cima de su vida y de su misión. Y lo es de la Iglesia misma, de toda comunidad eclesial y de todo cristiano. Benedicto XVI nos ha recordado que de la comunión plena con Cristo resucitado, presente en la Eucaristía, brota cada uno de los elementos de la vida de la Iglesia: la comunión entre todos los fieles, el compromiso de anuncio y testimonio del Evangelio, el ardor de la caridad hacia todos, especialmente hacia los pobres y los pequeños.
Conscientes del lugar central de la Eucaristía para la vida y misión de nuestra Iglesia, participemos en esta peregrinación y pidamos a Dios que como San Pascual no nos apartemos de este Sacramento. Cristo se ha quedado en la Eucaristía para que le comamos, para unirse con nosotros, para crear unidad entre nosotros, Iglesia del Señor, y para enviarnos a anunciar y vivir el amor mismo de Dios. Os espero en Vila-real.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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