Inauguración de la Adoración Eucarística Perpetua en Nules
“El Señor está aquí y nos llama”
INAUGURACIÓN DE LA ADORACIÓN EUCARÍSTICA PERPETUA
EN NULES
Queridos diocesanos, queridos adoradores:
Nos disponemos a inaugurar la Adoración Eucarística Perpetua en la Parroquia San Bartolomé y San Jaime de Nules, el día 24 de septiembre, Fiesta de Nuestra Señora de la Merced. Damos gracias a Dios por este gran don a nuestra Diócesis. Por mi parte, agradezco de corazón a todos los adoradores vuestra generosidad al ofrecer una hora semanal para la adoración eucarística. A partir de ahora, la Capilla de la Adoracion de la iglesia parroquial de Nules quedará abierta día y noche y todos los días del año, haga frió o calor, para la adoración continuada de la Eucaristía, presencia real y permanente del Señor. Será signo de que el Costado abierto y misericordioso de Jesús es un manantial constante e inagotable de amor y de vida.
En la Eucaristía está el Señor, Dios y hombre verdadero, que nos llama, que pide y merece nuestra adoración y que la suscita por la acción del Espíritu Santo. La adoración eucarística no es puro sentimiento vacío, sino expresión viva y vivida de la fe en el ‘misterio de la fe’. Existe un lazo intrínseco entre la celebración de la Eucaristía y la adoración, nos ha recordado el Santo Padre, Benedicto XVI. De ahí la llamada, hecha canto: “Dios está aquí. Venid adoradores, adoremos al Señor”. En efecto: La Eucaristía contiene de un modo estable y admirable al mismo Dios, al Autor de la gracia, de la vida y de la salvación. Permaneciendo ante el Señor en adoración, disfrutamos de su trato íntimo, nos dejamos empapar y modelar por su amor, le abrimos nuestro corazón por nosotros mismos y por todos los nuestros, le rogamos por nuestra Iglesia, por su unidad, vida y misión, y, en especial, por las vocaciones al sacerdocio, o le pedimos por la paz, la justicia y la salvación del mundo.
Este trato admirable con Dios aumenta la fe, esperanza y caridad del adorador, crea unidad, fortalece la fraternidad, dispone para celebrar con la devoción conveniente el Memorial del Señor y recibir frecuentemente el Pan de la Vida. La adoración de la Eucaristía configura el espíritu del adorador y hace de su vida una existencia eucarística, que estará marcada por el amor y entrega a Dios y a los hermanos, por el empeño de hacer buenas obras y de agradar a Dios, trabajando por impregnar al mundo del espíritu cristiano y ser testigo de Cristo en todo momento en medio de la sociedad humana.
Un poco del tiempo de cada uno de los adoradores hará posible ofrecer un gran servicio al hombre de hoy, a nuestra Iglesia y a nuestra sociedad. También el hombre de hoy, insatisfecho de lo temporal, sigue buscando poder saciar su sed de eternidad. Creyentes y no creyentes podrán encontrar un remanso donde descansar “el corazón humano que esta inquieto hasta que descanse en Ti”, decía San Agustin.
“No adoréis a nadie, a nadie más que a Él”. Sólo Dios merece toda adoración, toda gloria. El futuro de la humanidad está en la adoración, en reconocer que Dios es nuestro Dios y nos ha enviado su Hijo al mundo para dar la vida por nosotros, por nuestros pecados, y para que así que tengamos Vida, Vida eterna. En la Eucaristía esta todo el amor de Dios, porque aquí está presente Jesucristo, esperanza del mundo, esperanza de los hombres. Él es la Luz que ilumina a todas las gentes. Aquí tenemos todo, porque Dios está enteramente en medio de nosotros.
La adoración eucarística ha de ser cada día más vivida en nuestra Iglesia Diocesana. La Eucaristía es su centro, su fuente y su cima. La Eucaristía es lo que hace la Iglesia: Misterio de Comunión y Misión. Solamente una Iglesia que adore al Señor, que tenga verdaderamente adoradores, será una Iglesia con vida, capaz de ofrecer algo a este mundo, tan necesitado de Dios. Sin Él nada podemos. Sin Él no hay salvación. Sin Él no hay amor, ese amor que une a los hombres, y que trae y amasa la paz. Sin Dios no hay posibilidad de edificar una humanidad con cimientos sólidos. Sin Él, el hombre no encuentra su verdad. ¡Quiera Dios que la Adoración Eucarística Perpetua se extienda a otras parroquias o que, al menos, dediquemos espacios a la adoración al Santísimo; que crezca el número de los adoradores, también entre los jóvenes, que se hagan Visitas al Santísimo, que se ore en oración adoradora y reparadora.
Deseo que la Adoración Eucarística Perpetua sea un Oasis de paz y de vida, de amor y de oración. Recemos y pidamos al Señor, en especial, por estas intenciones:
* Por la santificación de los sacerdotes y por las vocaciones al sacerdocio, siempre y especialmente en este Año sacerdotal.
* Por nuestros adolescentes y jóvenes, para que descubran y acojan la llamada del Señor a su seguimiento en la Iglesia sea en el sacerdocio, la vida consagrada, la vida laical o el santo matrimonio.
* Por la justicia, la paz y la caridad en la verdad en todos los ámbitos de la sociedad y en el mundo.
* Por nuestra Iglesia Diocesana, para que entre todos crezca en la unidad y la fraternidad en Cristo y viva con mayor intensidad la misión.
¡Que la Virgen María, la Mujer Eucarística, nos ayude a perseverar en la adoración, y que como Ella también, siempre e incesantemente, vivamos en la acción de gracias!.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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