La Eucaristía, fuente de esperanza
Queridos diocesanos:
Este domingo celebramos la Solemnidad del Corpus Christi y la procesión de la Sagrada Hostia por nuestras calles. En este día, los católicos damos fe pública de nuestra fe en la presencia real, permanente y por antonomasia de Jesucristo en la Eucaristía y ofrecemos al mundo el Amor de Dios, hecho Eucaristía.
En la Eucaristía, el Señor no sólo nos da comer su mismo Cuerpo, se une con nosotros y crea unión entre nosotros, alimentando así nuestra fe y vida cristiana, y generando la comunión eclesial que nos impulsa a la misión. Además, el Señor se queda entre nosotros para que podamos estar y hablar con él, contemplarle y adorarle, alimentar nuestra caridad fraterna y nuestro ardor apostólico.
El Corpus Christi debería recobrar una mayor participación y fervor en el pueblo de Dios. Esta festividad nos invita a entrar en el corazón del misterio de la Eucaristía, que se ha de creer, celebrar y vivir. La Eucaristía, sacramento del Amor, es el bien más precioso que tenemos los cristianos. Es el don que Jesús hace de sí mismo, revelándonos el amor infinito de Dios para cada hombre. Por esto, la Eucaristía es una fuente de esperanza para toda la humanidad y, de manera muy especial, para los más pobres y necesitados.
Al celebrar la Eucaristía y adorar a Cristo presente en ella se aviva en nosotros la conciencia de que donde hay amor brilla, también, la esperanza. Donde el ser humano experimenta el amor se abren para él puertas y caminos de esperanza. No es la ciencia, sino el amor lo que redime al hombre, nos ha recordado el Papa Benedicto XVI. Y porque el amor es lo que salva, salva tanto más cuanto más grande y fuerte es. No basta el amor frágil que nosotros podemos ofrecer. El hombre, hombre y mujer, necesita un amor absoluto e incondicionado para encontrar sentido a la vida y vivirla con esperanza. Y este amor es el amor de Dios, que se ha manifestado y se nos ofrece en Cristo y que tiene su máxima expresión sacramental en la Eucaristía.
Cuando se vive la Eucaristía, como misterio de presencia de Cristo acompañando al hombre en el camino de la vida, se descubre también que la Eucaristía es el gran sacramento de la esperanza, anticipo de los bienes definitivos a los que todos aspiramos y esperamos en lo hondo de nuestro corazón.
Si se celebra y vive la Eucaristía como el gran sacramento del amor, esto se traduce necesariamente en gestos de amor y en obras de caridad, que se convierten en signos de esperanza. Es lo que hacen tantos cristianos en su compromiso de caridad cristiana; es lo que hacen nuestras Cáritas parroquiales, interparroquiales y diocesana, y tantas obras caritativas y sociales de grupos eclesiales y congregaciones religiosas; es lo que nos acaban de mostrar la Hermanitas de los Ancianos Desamparados con su nueva Residencia.
En el Corpus os invito a entrar en el misterio de la Eucaristía para dejarnos configurar por él para ser testigos comprometidos del Amor y de la esperanza que no defrauda.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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