Un nuevo curso pastoral
Después del descanso del verano volvemos a la actividad ordinaria, también en nuestra Iglesia diocesana. Como en años anteriores comenzaremos el nuevo curso con una Jornada Diocesana, el sábado, día 26 de septiembre, en el Seminario Diocesano Mater Dei. Os invito a todos a esta Jornada para orar y reflexionar juntos sobre las cuestiones que centrarán nuestro trabajo pastoral este año. Estas serán el segundo objetivo específico de nuestro Plan diocesano de pastoral; a saber: el anuncio de la Palabra de Dios para ayudar a nacer y crecer en la fe, en la comunión y en la misión, el Año de la Misericordia y el 50º Aniversario de nuestro Seminario Diocesano Mater Dei.
Respecto del anuncio de la Palabra recordemos que nuestra Iglesia se edifica mediante y sobre la Palabra de Dios. Junto con los sacramentos y la caridad, la Palabra de Dios edifica a cada uno de los miembros y al conjunto de la comunidad. El anuncio de la Palabra a todas las gentes y en todos los tiempos es una misión y mandato de Jesús a su Iglesia. Ella misma es criatura de la Palabra porque nace de esta Palabra, que también la nutre, la educa y la adorna. Sin anuncio no hay Iglesia, y sin Iglesia no se hay anuncio. La Iglesia vive de la Palabra de Dios y está a su servicio. Esta Palabra, que da vida a la Iglesia, es dada por el Espíritu de Dios y está llena de Él. En relación con el anuncio de la Palabra hemos de cuidar siempre todos los momentos y acciones en que se lleva a cabo; pero en este momento urge fijarnos de modo muy especial en el ‘primer anuncio’ y ‘en la catequesis de iniciación cristiana’.
Nuestra Iglesia diocesana, comunidades cristianas y cada uno de los cristianos, necesitamos incorporar en nuestra vida el primer anuncio: es decir el ‘Kerigma’, cuyo protagonista es siempre el Espíritu Santo. Es necesario volver a lo más nuclear de la evangelización: al anuncio de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado en la historia, muerto y resucitado para que en él tengamos Vida, y la donación del Espíritu Santo como acontecimiento salvador que es propuesto a la aceptación del que escucha el anuncio. Este primer anuncio es la base para todo proceso de nacer a la fe y de crecer en la fe, que ha de llevar a la conversión y adhesión a Jesucristo, al encuentro personal y salvífico con Él en la comunidad de los creyentes.
El mensaje nuclear del Evangelio ha de ser proclamado y propuesto no sólo a quienes no conocen a Jesucristo o a quienes un día lo conocieron pero se alejaron de Él, sino también a quienes creyendo que lo conocen viven la vida cristiana de una manera rutinaria sin incidencia alguna en su vida diaria y sin fuerza de interpelación para los hombres que les rodean. Se trata, en definitiva, de suscitar en los oyentes un interés tan especial por Jesucristo que les pueda llevar a una adhesión viva a Él, que dé sentido y horizonte a su vida, que les dé la alegría de creer, de esperar y de amar porque son y se saben amados personal e infinitamente por Dios, compasivo y misericordioso.
Este primer anuncio debe estar presente en todo proceso evangelizador: en el estrictamente misionero del primer anuncio, pero también en el de crecimiento, maduración y fortalecimiento de la fe en la catequesis de la iniciación cristiana así como en el resto de la vida pastoral. El cansancio o la rutina de nuestras comunidades cristianas, de cada uno de nosotros y de nuestras catequesis se desvanecerán, si recuperamos el vigor que brota de la vida de los creyentes cuando se dejan empapar por el Señor vivo y presente en su Iglesia, y asumen como misión de sus vidas “el primer anuncio” explícito de Jesucristo a los hombres y mujeres de hoy.
Retomemos la tarea pastoral con ánimo y esperanza renovados. Sabemos bien de Quien nos hemos fiado. El Señor Jesús está y camina con nosotros. Y María, la Virgen de la Cueva Santa, nos protege y alienta en nuestro caminar.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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