Votar con responsabilidad
Queridos diocesanos:
Como Pastor de los católicos de Segorbe-Castellón me siento en la obligación de ofreceros unas orientaciones morales ante las elecciones del próximo 27 de mayo. Con ello sólo pretendo cumplir con mi obligación y responsabilidad de Obispo. Estas orientaciones no son infalibles; pero están hechas en comunión con el resto de los Pastores de la Iglesia y, en especial, con el Papa, y con el fin de ayudar a los fieles y de servir a la sociedad.
Votar es un derecho cívico y un deber ético de todo ciudadano; para un católico es también una responsabilidad moral. La fe no se puede reducir a la esfera privada; una fe madura implica un compromiso diario por una sociedad basada en la verdad, la justicia, la libertad y la solidaridad. Elegir a nuestros gobernantes es una forma importante de participar en la construcción del bien común. No nos puede ser indiferente quienes serán los encargados de promover unas condiciones políticas, sociales y económicas que hagan posible el desarrollo de las personas de acuerdo con su dignidad. Hemos de pedir a nuestros gobernantes que estén al servicio del bien común de todos, y no de intereses propios, de partido o de grupos de presión.
Nuestro voto ha de ser libre y responsable, es decir, basado en una conciencia rectamente formada. Unas cuestiones son opinables, pero otras exigen una valoración moral desde la ley natural y desde la enseñanza de la Iglesia. Entre otras cosas hemos de tener en cuenta si los programas defienden la vida y la dignidad de la persona, desde su concepción hasta su muerte natural; si apoyan a la familia fundada en el verdadero matrimonio y su estabilidad, o el acceso a una vivienda digna en condiciones justas; si dan la primacía a la ley moral en el desarrollo tecnológico y económico para que sea verdaderamente humano; si promueven de modo efectivo la libertad religiosa en privado y en público así como el derecho originario de los padres a la educación y a elegir la educación que desean para sus hijos; si favorecen el desarrollo económico y social; si promueven la convivencia de todos, sin divisiones ni exclusiones.
Puede que ninguna oferta electoral esté plenamente de acuerdo con estos y otros principios morales. Tendremos que sopesar cuál de ellas los favorece, o, por el contrario, los ignora o los contradice; y optar por el bien posible o el mal menor.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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