Ayuda a tu Iglesia con la X en la Declaración de la Renta
Queridos diocesanos:
En uno de sus encuentros con los Apóstoles después de la Resurrección, Jesús les dice: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15); y se despide de ellos con las palabras: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra” (Hech 1, 8). Jesús pone así en manos de sus Apóstoles la tarea de ser sus testigos y de anunciar el Evangelio por todo el mundo, pues está destinado a todas las gentes. La eficacia de esta misión descansa en último término en Dios y en la fuerza del Espíritu Santo, pero han de llevarla a cabo los Apóstoles, que representan a toda la Iglesia del futuro, es decir a todos los bautizados.
Todos los bautizados estamos llamados por Jesús a ser sus testigos, sus discípulos misioneros y a anunciar el Evangelio (Francisco). Jesús espera de todos una implicación activa en la misión. Esta comienza con una vida de fe personal en Cristo Resucitado, coherente en palabras y obras, sigue por una participación en la vida y misión de nuestra comunidad parroquial y de nuestra Iglesia diocesana hacia adentro y hacia afuera, en el mundo, y demanda también nuestra colaboración económica. Recordemos cómo era la primera comunidad cristiana, que es punto de referencia para nosotros. Los primeros discípulos, dice el libro de los Hechos, “perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones,… vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno”; esta forma de vida llamaba la atención y muchos se iban agregando al grupo de los creyentes (cf. Hech 2, 42-47).
Nuestra Iglesia, sin ser de este mundo está en el mundo, por lo que necesita de personas y de medios materiales para su misión; entre otras cosas, para las actividades pastorales con adultos, jóvenes y niños, para la atención espiritual y humana de quien lo necesita, para el culto y el mantenimiento de los templos, casas abadías y centros parroquiales, para la atención de la caridad o para la remuneración de los sacerdotes. La labor evangelizadora de la Iglesia abarca también la atención de ancianos, discapacitados o personas vulnerables, la acogida de inmigrantes y refugiados, la ayuda a quienes sufren las consecuencias espirituales y económicas de la pandemia actual o a los misioneros en los lugares más pobres de la tierra. Todo esto es posible gracias a personas entregadas y a la generosidad de quienes aman a su Iglesia. Gracias al apoyo económico de miles de personas entre nosotros y en toda España, la Iglesia sigue haciendo mucho por tantos que todavía necesitan tanto. Son muchas las necesidades de nuestra Iglesia para cumplir su misión y seguir haciendo el bien.
Desde hace años, la financiación de la Iglesia depende exclusivamente de los católicos y de todas aquellas personas que reconocen la labor de la Iglesia y la apoyan. Todo católico debería sentirse implicado en la misión de la Iglesia y ayudarla en sus necesidades. Desde la primera comunidad cristiana, la financiación de la Iglesia ha dependido siempre de la implicación económica de sus fieles.
Estamos en el periodo de la Declaración de la Renta. Una forma sencilla, pero necesaria, de colaborar con tu Iglesia es poner la X en la Declaración de la Renta, impresa o digital, en la casilla correspondiente a la Iglesia católica. Un 0,7 por ciento de los impuestos se dedicará así a la ingente labor que la Iglesia desarrolla. Este sencillo gesto no le supone a nadie tener que pagar más ni que le vayan a devolver menos. No cuesta nada poner la X en la Declaración de la Renta y rinde mucho. También hay que poner la X si sale a devolver, porque tampoco nos van a devolver menos. Marcar la X es, pues, absolutamente gratis; en definitiva, no cuesta nada.
Nos hemos de preocupar personalmente de poner la X o, si nos hacen la declaración, nos hemos de asegurar de que se ponga. Comprobemos, en su caso, el borrador para comprobar que la casilla aparece marcada. En caso contrario, modificarlo es muy sencillo. Si se quiere marcar además la casilla llamada “Fines sociales”, se puede marcar las dos. La Administración del Estado dedicará entonces un 0,7% de los impuestos a esos “fines” y un 0,7% a la Iglesia. Si no marcamos la casilla, pagaremos lo mismo, y será el Gobierno quien decida por nosotros el destino de esa cantidad.
Muchas gracias a todos por marcar la casilla “Iglesia católica” en la Declaración de la Renta; así ayudas a tu Iglesia en sus muchas necesidades.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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