• Año Jubilar Diocesano 2022
  • Protección de menores
Obispado Segorbe-Castellón
  • Noticias
    • Hemeroteca
    • Noticias por categoría
    • Entrevistas
    • La Hoja
    • Reportajes
    • Colaboraciones
    • Datos de contacto
  • Diocesis
    • Obispo
      • Biografía
      • Cartas
      • Decretos
      • Homilías
    • Vicaría General
      • Vicaría General
    • Historia
      • Nuestra história
    • Episcopologio
      • Episcopologio de la Diócesis
    • Organización Territorial
      • Cabildos y Arciprestazgos
      • Parroquias y Capellanías
    • Curia
      • Curia y Vicarías
    • Patrimonio Cultural
      • Patrimonio Cultural
      • Visitas virtuales 360º
      • Diócesis y arciprestazgos
  • Pastoral
    • Delegaciones
      • Vicaría de Pastoral
    • Formación y Educación
      • Centro Superior de Estudios Teológicos
      • Instituto de Ciencias Religiosas
      • Colegios Diocesanos
      • Centros Docentes Católicos
    • Movimientos y Asociaciones
      • Asociaciones de Fieles Públicas Laicales
      • Ordenes Terceras
      • Asociaciones de Fieles Públicas Clericales
      • Asociaciones de Fieles Privadas
  • Caritativo – Social
    • Cáritas
      • Cáritas
      • Datos de Contacto
    • Pastoral Caritativa-Social
      • Pastoral Caritativa – Social
      • Entidades
  • Vocaciones
    • Sacerdocio
      • Seminario Mayor Diocesano Mater Dei
      • Seminario Mayor Diocesano Internacional y Misionero “Redemptoris Mater”
      • Seminario Menor Diocesano “Mater Dei”
    • Diaconado Permanente
      • ¿Qué es?
      • Comisión para el Diaconado Permanente
      • Noticias
    • Vida Consagrada
      • Vida Activa
      • Vida Contemplativa
    • Familia
      • ¿Os queréis casar?
      • Recursos para las familias
      • Delegación Diocesana de Pastoral Familiar y de la Vida
    • Laicado
      • ¿Qué es el laicado?
      • Congreso Nacional de Laicos
      • Plan Diocesano del Postcongreso de Laicos
      • Movimientos y Asociaciones de Apostolado Seglar
      • Noticias
  • Archivo
  • Participación y Transparencia
    • Dono a mi iglesia
    • xtantos
    • Organigrama
      • Organigrama
    • Estatutos y Reglamentos
      • Estatutos y Reglamentos
    • Subvenciones y Convenios
      • Subvenciones y Convenios
    • Información Económica
      • Normativa Económica
      • Información Económica
    • Inmatriculaciones
      • Inmatriculaciones
    • Protección de menores
      • Oficina de protección de menores
      • Decretos
      • Protocolos de la CEE
      • Vademecum
      • Guía diocesana de prevención
    • Protección de datos
      • Oficina de protección de datos
      • Nombramiento del Delegado diocesano
      • Decreto general de la CEE
      • Política de privacidad
  • Buscar
  • Menú Menú

Homilía en la Misa-Funeral por el Papa emérito Benedicto XVI

7 de enero de 2023/1 Comentario/en Noticias destacadas, Homilías, Homilías 2023 /por obsegorbecastellon

S.I. Concatedral de Santa María de Castellón, 7 de enero de 2023

(Sab 4,7-15; Salmo 22; Rom 14, 7-9.10c-12; Jn  21, 15-19)

Hermanas y hermanos, amados todos en el Señor.

Oración esperanzada y agradecida

1. En los últimos días hemos acompañado con nuestra oración al Papa emérito Benedicto XVI en la última etapa de su vida terrenal y en su muerte. El jueves pasado pudimos unirnos -unos física y la mayoría espiritualmente- a la Misa exequial en plaza de San Pedro en el Vaticano para orar por él. Han sido días de especial intensidad humana y espiritual. Esta mañana, celebramos y ofrecemos el santo Sacrificio de la Misa por su eterno descanso. Nuestro corazón está dolorido y triste por su muerte, pero también lleno de gozosa esperanza y de profunda gratitud.

Cada vez que el Señor nos reúne en torno a la mesa de su altar actualizamos su Pascua, su muerte y resurrección, fuente de vida eterna para “todo aquel que cree y vive en Él”  (cf. Jn 11,26). La celebración de la Pascua del Señor hoy se hace más intensa al hacerlo en la pascua personal del papa emérito. Benedicto XVI ha pasado por el umbral de la muerte a la vida sin fin, ha llegado a la Casa del Padre para el encuentro definitivo con Cristo Resucitado. Así lo esperamos y se lo pedimos fervientemente al Señor para quien le ha servido como su Vicario en la tierra, como Siervo bueno y fiel, y como buen Pastor de su Iglesia con una entrega y un amor admirables.

Sí, hermanos: esta es nuestra firme esperanza, porque el Papa emérito ha sabido vivir con Cristo, muriendo poco a poco con Él, gastando y desgastando su vida para mejor servir a Cristo, a su Iglesia y a la humanidad. A lo largo de sus días, sobre todo desde su elección como Sucesor de Pedro y desde su renuncia al ministerio petrino, hasta el último momento de vida, no vivió para sí mismo, sino que vivió siempre para el Señor. Vivió para el Señor y ha muerto para Él. En la vida y en la muerte ha sido del Señor (cf. Rom 14 7-9). Ha entregado toda su vida al Señor Jesús, muerto y resucitado, al anuncio del Evangelio y al servicio de la humanidad con una fidelidad, coherencia y valentía inquebrantables. A pesar de todas las penalidades e incomprensiones, su vida como sacerdote y teólogo, como obispo y sumo Pontífice ha sido una muestra conmovedora de una fe viva y vivida y de un Sí personal de amor a Jesucristo vivo y en Él a todo ser humano; un Sí afirmado y renovado día a día desde lo más hondo de su ser en la oración, y en la celebración y adoración de la Eucaristía. Sus últimas palabras fueron “Señor, te quiero”. Las mismas palabras de Pedro a Jesús al confiarle el pastoreo de su rebaño. Este amor a Cristo resucitado, vivido con gran intensidad interior y confesado con un valor excepcional ha sido la fuente y el centro de su ministerio y de su vida hasta el final: ¡Un amor humano y sobrenatural a la vez! ¡Un amor cercano y cálido a todos, sin excepción! Con las palabras del libro de la Sabiduría nos atrevemos a decir: “Agradó a Dios, y Dios lo amó” (Sab 4, 9).

Como san Pablo dice de si mismo, así también nosotros podemos afirmar del Papa emérito Benedicto que ha sido un hombre de Dios, un corredor de fondo al servicio de Cristo y de su Iglesia, “un cooperador de la Verdad” y un “humilde trabajador en la Viña del Señor”. Benedicto ha combatido el buen combate, ha concluido su carrera, ha conservado la fe y nos ha confirmado en la fe; por ello confiamos que el Señor, juez justo y misericordioso, le otorgue la corona merecida: el abrazo definitivo y eterno de Cristo resucitado para participar de su gloria para siempre (cf. 2 Tim 4, 7-8).   

Acción de gracias a Dios

2. A nuestra súplica, llena de esperanza, por el Papa emérito, unimos nuestra más sincera acción de gracias a Dios, fuente y origen de todo bien. Damos gracias a Dios por el regalo extraordinario de Benedicto XVI para la Iglesia y para la humanidad. Damos gracias por todos los dones que hemos recibido de Dios a través de este gran Papa,  servidor bueno y fiel de Jesucristo, de la Iglesia y del mundo entero, como  sacerdote y teólogo, como obispo y como Papa. Muchas cosas podríamos decir. Me centro en alguna.

Dios nos ha concedido la gracia de un Papa sencillo y humilde, cercano, bueno y sabio, que durante ocho años pastoreó con entrega y sabiduría a la Iglesia Universal. El supo clarificar la identidad y la misión de la Iglesia en tiempos de confusión, buscando siempre la verdad. Y lo hizo hecho con entereza y fortaleza, sin temor a críticas e incomprensiones. El sabía bien que la misión de la Iglesia, su credibilidad y su eficacia salvadora radican en su fidelidad total a Jesucristo y a su Evangelio: desde el amor, sí; pero, también desde la verdad.

Benedicto XVI ha sido un hombre de Dios para llevarnos a Dios en el encuentro personal, transformador y salvador con Cristo. En su primera encíclica, siguiendo las palabras del apóstol san Juan, nos recordó que Dios es Amor, que se ha encarnado en Jesús de Nazaret para hacernos partícipes del amor y la vida divina. Este es el corazón de la fe cristiana y la opción fundamental de todo cristiano: creer en la primacía de Dios y en el amor de Dios por cada una de sus creaturas. Él nos ha dejado escrito: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, [Jesucristo resucitado] que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (Deus caritas est, 1). Como ‘cooperador de la verdad, este es el mensaje de Benedicto a todos cristiano: no sigas una teoría sobre la verdad o sobre la ética, sino sigue al Señor que es “el camino, la verdad y la vida”.

 Como hombre de Dios supo hablar sobre Dios,, sobre Jesucristo y sobre el ser humano, la historia y el mundo con profundidad, claridad y sencillez: a alumnos e intelectuales, a niños, jóvenes y mayores, a seminaristas, sacerdotes y consagrados, a políticos y personas de la cultura en diálogo con las corrientes del pensamiento mundo actual. Él tuvo la maestría de hablar de cuestiones complicadas con palabras comprensibles para todos, también incluso para los más sencillos: lo hizo como un gran buen pastor y un gran catequista. Como un hombre de su tiempo, ha ido al encuentro con las personas, las culturas y las instituciones sociales y políticas, las confesiones y religiones. No ha rehuido los problemas más vivos del momento para ofrecer siempre la verdad Dios, de Jesús y el Evangelio de Jesús y de la Vida nueva en el Espíritu Santo.

El Papa emérito ha sido un verdadero maestro y doctor en la fe con sus escritos, nos ha dejado un rico y extenso magisterio. Él nos ha recordado que la Iglesia está llamada a ser santa, limpia de toda suciedad, para poder ser presencia nítida de Cristo resucitado para todos los hombres y para poder ser fermento de vida y de unidad, de perdón y de paz, de justicia y de caridad entre los hombres y los pueblos; una Iglesia que está llamada a vivir desde Jesucristo, su Palabra y la liturgia, la oración y la adoración, en la unidad de la verdad de fe y de vida con un mismo pensar y sentir.

 Con la mirada puesta en Cristo, en quien se revela plenamente el misterio de todo hombre, Benedicto XVI ha sido un defensor incansable de la verdad frente al relativismo y de la dignidad de todo ser humano frente a todo tipo de ideologías. Su fe en el valor siempre actual del Evangelio de Jesús y su amor apasionado por todo lo humano le ha llevado a proclamar sin cesar los derechos inalienables de toda persona, el respeto a la vida humana en cualquier circunstancia de su existencia, las exigencias de la justicia, la primacía del bien común, de la verdad y de la paz, basada en la reconciliación y el perdón.

3. Exhortación final

Damos gracias a Dios por este gran Papa, que nos ha confirmado en la fe con su palabra, su ministerio y su testimonio hasta el final de sus días en este mundo. En su testamento espiritual nos pide permanecer firmes en la fe cristiana, también en la dificultad. Este es su último legado. Él nos ha alertado a los cristianos ante el cansancio de la fe cristiana o la apostasía silenciosa de la fe en occidente, con estas palabras: “No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad. El Señor os ha otorgado vivir en este momento de la historia, para que gracias a vuestra fe siga resonando su Nombre en toda la tierra”. Permanezcamos firmes en la fe. Vivamos con alegría nuestra condición de cristianos. Ayudemos a otros bautizados a recuperar el gozo de serlo. Invitemos a los no bautizados a dejarse encontrar personalmente por Cristo.

Nuestra acción de gracias y las plegarias de toda nuestra Iglesia diocesana de Segorbe-Castellón se unen a las de la Iglesia Universal para que la esperanza de la Gloria se haga realidad para nuestro querido Papa emérito. ¡Qué el Señor Resucitado, acoja a su siervo fiel y solícito por toda la eternidad en la asamblea de los Ángeles y de los Santos! Así se lo confiamos a María, Madre del Señor y Madre nuestra, que le ha guiado cada día y le guiará ahora a la gloria eterna de su Hijo, Jesucristo Señor nuestro. Amén.

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

Compartir

Homilía en la Solemnidad de la Natividad del Señor

25 de diciembre de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Homilías, Homilías 2022, Obispo /por obsegorbecastellon

S.I. Concatedral de Castellón,  25 de diciembre de 2022

(Is 52,7-10; Sal 97; Hb 1,1-6; Jn 1,1-18)

Hermanas y hermanos, muy amados todos en el Señor.

1. Un año más, la liturgia nos convoca ante el portal de Belén para adorar y meditar, para bendecir y alabar, para postrarnos en humilde oración ante el misterio del Niño Dios, nacido en Belén. “Hoy nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor” (Lc 2, 14). Esta es la buena noticia de este día santo de Navidad. Una noticia antigua y siempre nueva, que es la razón más profunda de nuestra alegría navideña. Y ¿por qué este Niño pobre y frágil, que yace en el pesebre, es motivo de nuestra alegría?

2. Porque este Nino es el Hijo de Dios que se ha hecho carne por amor a la humanidad. “En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios… Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1, 1.14). En Navidad celebramos el nacimiento en nuestra carne del Hijo de Dios, del Verbo de Dios, de la Palabra de Dios. La Navidad de verdad, la única Navidad, es Él, el Hijo eterno de Dios, que se hace uno de los nuestros. Este Niño, frágil, débil y pobre, que yace en el portal de Belén, es Dios y hombre. Este Niño es ‘verdadero Dios y verdadero hombre’. Así proclamamos en el Credo el misterio fundamental de nuestra fe. Somos cristianos porque creemos que Jesús, el hijo de María y de José, es el Hijo de Dios que se hace carne y acampa entre nosotros, en nuestro mundo y en nuestra historia.

            Así lo expresa Juan en el prólogo de su evangelio. En el principio, nos dice, ya existía el Verbo. Ese principio, al que apunta el evangelista es el mismo principio del Génesis: el principio de todo, el momento en que Dios creó el cielo y la tierra. Y en ese principio ya existía la Palabra de Dios, porque la Palabra es Dios. Juan expresa así el misterio de la encarnación: la Palabra de Dios, que ya existía antes del principio de la historia humana, toma carne en un momento de la historia. Jesús, el niño que nace en Belén de la Virgen María, es la Palabra pronunciada de Dios, es el Hijo mismo de Dios, es la manifestación definitiva y suprema de Dios a los hombres. Jesús dirá más tarde a uno de sus discípulos: “Felipe, el que me ve a mí, ve al Padre” (Jn 14,9). Y san Pablo, nos dirá que, llegada la plenitud de los tiempos, en Jesús y por Jesús, Dios se ha revelado definitivamente (cf. Gal 4,4-5).

3. “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn 1,14): A diferencia de la palabra humana, que no es más que un sonido o un concepto, el Verbo, la Palabra de Dios, es el mismo Dios, revelado, manifestado y puesto a nuestro alcance en este Niño que nace en Belén. Porque la Palabra de Dios se ha hecho carne. Jesús no es un fantasma o una ficción retórica, sino un hombre de verdad, de carne y hueso, de nuestra propia naturaleza. Jesús no es un mito o una leyenda piadosa, sino una persona histórica. Es más: Ese Niño que yace en el portal no es un mero profeta que hablará de Dios, ni un simple maestro que enseñará una nueva doctrina, o el fundador de un movimiento religioso. Este Niño es Dios mismo, es el Hijo de Dios. Si creemos así, creeremos que el nacimiento de Jesús es la epifanía de Dios, la manifestación de Dios, porque es Dios mismo.

Aquí radica la originalidad de nuestra fe cristiana. Ninguna otra religión profesa la encarnación y el nacimiento de Dios en la naturaleza humana y en la historia. Con la Navidad, Dios entra en la historia humana como hombre en medio de los hombres, compartiendo con nosotros la condición humana en toda su realidad de debilidad, de sufrimiento y de mal, a excepción del pecado. Aquí estriba la originalidad del cristianismo, pero también su escándalo y su locura para la razón humana. Si la razón humana puede admitir, aunque no sin dificultad, que Dios hable a algunos hombres o realice por medio de ellos cosas maravillosas, en cambio se hace enormemente difícil admitir la historicidad de Dios: porque esto supone no sólo una manifestación pasajera de Dios en la historia, sino su existir en la historia. Sin embargo, justamente el existir de Dios en la historia en la persona de Jesús es lo que hace al cristianismo significativo para la humanidad y digno de su interés, porque así puede responder a sus más profundas aspiraciones.

4. Dios existe, Dios nos ama y Dios viene a nosotros. Dios no es una creación de la mente humana, propia de un estadio ya superado de su evolución. En este Niño y por este Niño, Dios mismo sale al encuentro del hombre, Dios viene a nuestro encuentro. En Jesús y por Jesús, Dios deja de ser un ser lejano, y se convierte en Dios con nosotros, inserto en nuestra historia. Jesús es la manifestación de Dios, de su amor y de su cercanía a los hombres. Sus palabras, sus acciones y su vida entera son palabras y acciones de Dios. El es la revelación definitiva de Dios; el verdadero rostro de Dios es Jesús. Dios es ya no es algo indefinido y lejano, sino alguien personal y cercano: es una persona. Jesús es el hermano que acoge y el padre que perdona. Nuestra respuesta a este Dios hermano y padre es la fe y la confianza. En Jesús y por Jesús, Dios es amor, un amor que es entrega hasta la muerte por amor a cada hombre y mujer, un amor que respeta la libertad del hombre y que perdona. El Dios de Jesús es un Dios que salva y que libera de la esclavitud y de la opresión del pecado. Es un Dios de futuro y de esperanza, nunca atrapado, ni por el tiempo ni por el espacio, ni por la idea ni por el poder. Un Dios que se hace hombre, que ama a todo hombre y mujer, que apuesta por nosotros; es un Dios encarnado, metido en la historia, que está a nuestro lado y pelea con nosotros contra las fuerzas del mal. Un Dios eternamente fiel y presente. Un Dios comprometido por el hombre y muy especialmente por los pobres y pequeños. Un Dios débil, que sufre y muere como uno de nosotros, solidario con nuestros dolores.

5. Con el nacimiento de Jesús, el tiempo llega a su plenitud y se cumple la promesa de Dios de salvación para todos. En el nacimiento de Jesús, Dios pone su tienda en medio del campamento de la humanidad, haciéndose solidario del empeño humano de construir la fraternidad universal. Dios se hace nuestro prójimo y el prójimo se convierte en camino que nos orienta y conduce a Dios. Jesús unirá indisolublemente el amor a Dios y el amor al prójimo, de modo que ya no serán -para los creyentes- sino dos caras de la misma moneda.

El nacimiento de Jesús es el encuentro de Dios con los hombres, pero significa también el encuentro de la humanidad con Dios. En el Niño de Belén, Dios viene a este  mundo y nos abre definitivamente el camino a Dios. De esta suerte se nos da la posibilidad de alcanzar la suprema aspiración del hombre: ser como Dios con Dios. Pues dice Juan que a cuantos lo recibieron les dio el poder ser hijos de Dios, no por obra de la raza, sangre o nación, sino por la fe: si creen en su nombre. “A cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre” (Jn 1, 12)”.

            El mismo Juan nos habla, sin embargo, también de indiferencia y de rechazo ante el Niño, que nace en Belén. “Vino a su casa, y los suyos no le recibieron” (Jn 1,11). El sentido de estas palabras no se agota en la búsqueda sin resultado de una posada, donde María pudiera dar a luz, ni tampoco en el rechazo hasta la muerte de la mayoría de los suyos. Estas palabras apuntan y afectan a todos los tiempos, también a los cristianos, a los suyos por el bautismo: es cuando por la soberbia humana cerramos las puertas a Dios y preferimos el sin sentido a la bondad de Dios.

Nuestro tiempo es demasiado orgulloso y se siente autosuficiente como para acoger a Dios. Se resiste a recibir a Aquél que viene a nosotros; quizá también nosotros nos resistimos a acogerle, a ser propiedad suya, a dejarnos transformar por Él y por su amor. Él vino como Niño, humilde, pobre y frágil, para quebrar nuestra soberbia y autosuficiencia con su amor. Dejemos que el amor de Dios penetre en todos los rincones de nuestra alma. Navidad no es una ilusión. Dios nace entre nosotros y para nosotros. Está es la verdad última, auténtica y hermosa de la Navidad.

6. Acojamos con fe y celebremos con alegría, hermanos, al Niño Dios. El Hijo de Dios nace y se hace hombre por amor a cada uno de nosotros. El nacimiento del Hijo de Dios en nuestra carne no pertenece sin más del pasado. Dios se hace uno de los nuestros para hacernos de los suyos: hijos de Dios en su Hijo. Y Dios sigue haciéndose presente entre nosotros. Dios sale a nuestro encuentro en su Palabra, en la Eucaristía, en el que está nuestro lado y en los acontecimientos de nuestra vida. Celebremos la cercanía de Dios, que nos acompaña en el camino de la vida. El nos invita a acogerlo y a seguirlo por el camino del amor y de la paz, de la fraternidad y de la solidaridad. No habrá verdadera Navidad si Dios, si su amor y su paz, no nacen en nuestro interior, en nuestras familias y en nuestra sociedad. No habrá verdadera Navidad mientras existan el odio y el rencor entre los hombres y no sean superados por el perdón y la reconciliación. No habrá verdadera Navidad mientras se den las guerras entre los pueblos.

Navidad es misterio de amor y de paz. Ante la gruta de Belén se eleva hoy nuestra oración a Dios para que cesen la injusta invasión y la guerra atroz en Ucrania y para que cesen las guerras en otras partes del mundo. Los creyentes en Cristo Jesús, junto con los hombres de buena voluntad, estamos llamados a construir la verdadera paz, basada en la verdad, la justicia, el amor y la libertad.

Que María nos ayude a descifrar el misterio que se oculta tras la fragilidad de este del Niño-Dios. Que ella no enseñe a reconocer su rostro en las personas de toda raza, cultura y nación, en especial, en los más pobres y desfavorecidos. Que ella nos ayude ser testigos creíbles de su mensaje de paz y de amor, para que los hombres y las mujeres de nuestro tiempo reconozcan en el Niño al único Salvador del mundo.

¡¡¡Feliz y santa Navidad para todos!!!.

+Casimiro López Llorente

Obispo de Seorbe-Castellón

Compartir

Homilía de Navidad de la Misa de Medianoche

24 de diciembre de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Homilías, Homilías 2022 /por obsegorbecastellon

S.I. Catedral de Segorbe – 24 de Diciembre de 2022

(Is 9,2-7. Sal 95; Tit 2,11-14; Lc 2,1-14)

Hermanas y hermanos, muy amados todos en el Señor

1. “A María le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en la posada” (cf. Lc 2,6s). Con estas palabras, el evangelio de Lucas expresa el acontecimiento que celebramos esta noche santa de navidad. A María le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito. Es el momento que le había anunciado el Ángel en Nazaret: “Darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo” (Lc 1,31). Es el momento esperado por el pueblo de Israel desde hacía muchos siglos, durante tantas horas oscuras de su historia. Era el momento en cierto modo esperado por toda la humanidad. Sí, de algún de modo y de manera confusa, la humanidad esperaba que Dios se preocupase por nosotros, que saliera de su ocultamiento, que el mundo alcanzara la salvación y que Él renovase todo.

2. Con ternura y amor maternal, con santa alegría y con callado celo María “lo envolvió en pañales y lo acostó en pañales, porque no tenían sitio en la posada”. El pueblo de Israel lo espera; en cierto modo, la misma humanidad espera a Dios y su cercanía; pero cuando llega el momento, no tienen sitio para Él. Está tan ocupada consigo misma de forma tan exigente, que necesita todo el espacio y todo el tiempo para sus cosas y ya no queda nada para el otro, para el prójimo, para el pobre, para Dios. Y cuanto más se enriquecen los hombres, tanto más llenan todo de sí mismos y menos puede entrar el otro.

Juan, en su Evangelio, fijándose en lo esencial, ha profundizado en la breve referencia de san Lucas sobre la situación de Belén: “Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron” (1,11). Esto se refiere sobre todo a Belén: el Hijo de David fue a su ciudad, pero tuvo que nacer en un establo, porque en la posada no había sitio para él. Se refiere también a Israel: el enviado vino a los suyos, pero no lo quisieron. En realidad, se refiere a toda la humanidad: Aquel por el que el mundo fue hecho, el Verbo creador primordial entra en el mundo, pero no se le escucha, no se le acoge.

En definitiva, estas palabras se refieren a nosotros, a cada persona y a la sociedad en su conjunto. ¿Tenemos tiempo y espacio para Dios? ¿Puede entrar Él en nuestra vida? ¿Encuentra un lugar en nosotros o tenemos ocupado todo nuestro pensamiento, nuestro quehacer, nuestra vida, con nosotros mismos? ¿Tenemos tiempo para el prójimo que tiene necesidad de nuestra palabra, de mi palabra, de mi afecto? ¿Para aquel que sufre y necesita ayuda? ¿Para el prófugo o el refugiado que busca asilo?

3. Junto a aquellos que no perciben a Dios que viene, que no tienen ni tiempo ni espacio para el niño, en el Evangelio encontramos también quienes tienen tiempo y espacio para Dios en su vida. En Lucas encontramos el amor de su madre María y la fidelidad de san José, la vigilancia de los pastores y su gran alegría, y en Mateo encontramos la visita de los sabios Magos, llegados de lejos, así también nos dice Juan: “Pero a cuantos lo recibieron, les da poder para ser hijos de Dios” (Jn 1,12). Hay quienes lo acogen y, de este modo, desde fuera, crece silenciosamente, comenzando por el establo, la nueva casa, la nueva ciudad, el mundo nuevo. El mensaje de Navidad nos hace reconocer la oscuridad de un mundo cerrado a Dios; sin duda una realidad que vemos cotidianamente.

Pero Navidad nos dice también que Dios no se deja encerrar fuera. Él encuentra un espacio, entrando tal vez por el establo; hay hombres que ven su luz y la transmiten. Mediante la palabra del Evangelio, el Ángel nos habla también a nosotros y, en la sagrada liturgia, la luz del Redentor entra en nuestra vida. Si somos pastores o sabios, la luz y su mensaje nos llaman a ponernos en camino, a salir de la cerrazón de nuestros deseos e intereses para ir al encuentro del Señor y adorarlo. Lo adoramos abriendo el mundo a la verdad, al bien, a Cristo, al servicio de cuantos están marginados y en los cuales Él nos espera.

En el establo de Belén el cielo y la tierra se tocan. El cielo vino a la tierra. Por eso, de allí se difunde una luz para todos los tiempos; por eso, de allí brota la alegría y nace el canto.

4. Acojamos con fe y celebremos con alegría, hermanos, al Niño Dios. El Hijo de Dios nace y se hace hombre por amor a nosotros. La celebración del nacimiento del Hijo de Dios en nuestra carne no pertenece sin más del pasado. No recordamos lo ocurrido en Belén como un mero hecho del pasado. Dios se hace uno de los nuestros para hacernos de los suyos: hijos suyos en el Hijo. Y Dios sigue haciéndose presente entre nosotros. Dios sale a nuestro encuentro en su Palabra. Celebremos la cercanía de Dios, que nos acompaña en el camino de nuestra vida. El nos invita a acogerlo y a seguirlo por el camino del amor y de la paz. Recuperemos y vivamos el genuino sentido de la Navidad. No habrá verdadera Navidad si Dios, su amor y su paz, no nacen en nuestro interior, en nuestras familias y en nuestra sociedad, si no nos dejamos encontrar y amar por El. No habrá verdadera Navidad si, amados por Dios, no acogemos a todos los demás seres humanos como hermanos en el Niño Dios, nacido en Belén: en especial a los pobres, a los enfermos y a los emigrantes. No habrá verdadera Navidad si vivimos de espaldas a Dios y a sus leyes. No habrá verdadera Navidad mientras existan el odio y el rencor entre los hombres y no sean superados por el perdón y la reconciliación, mientras se de el terrorismo en nuestro mundo y las guerras entre los pueblos, mientras los hombres y mujeres no nos amemos en verdad los unos a los otros como Cristo nos ama.

Navidad es misterio de amor y de paz. “Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad” (Lc. 2, 14). Desde la gruta de Belén se eleva hoy una llamada apremiante para que el mundo no caiga en la indiferencia, la sospecha y la desconfianza de los unos para con los otros. Los creyentes en Cristo Jesús, junto con los hombres de buena voluntad, estamos llamados a construir la paz, abandonando cualquier forma de intolerancia y discriminación.

Que María nos ayude a contemplar y descifrar el misterio que se oculta tras la fragilidad de su Hijo. Que ella nos ayude a acogerle en nuestra vida para ser testigos de lo que hemos visto y oído, para que los hombres y las mujeres de nuestro tiempo reconozcan en el Niño al único Salvador del mundo,

¡¡¡Feliz Navidad para todos!!!.

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

Compartir

Homilía en la Solemnidad de la Concepción Inmaculada de la bienaventurada Virgen Maria

11 de diciembre de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Homilías, Homilías 2022 /por obsegorbecastellon

S.I. Catedral-Basílica de Segorbe – 8.12.2022

(Gn 3. 9-15.20; Sal 97; Ef 1, 3-6.11.12; Lc 1, 26-28)

¡Amados hermanos y hermanas en el Señor!

Saludo

1. Os saludo cordialmente a cuantos habéis acudido a la S. Iglesia Catedral de la Diócesis en Segorbe para celebrar la Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la santísima Virgen María. Hoy es un día de intenso gozo espiritual, en el que contemplamos a la Virgen María, “la más humilde y a la vez la más alta de todas las criaturas”, como canta el poeta Dante (Paraíso, XXXIII, 3). En ella resplandece la eterna bondad del Creador que, en su plan de salvación, la escogió para ser madre de su Hijo unigénito y, en previsión de su muerte, la preservó de toda mancha de pecado (cf. Oración colecta). María no sólo no cometió pecado alguno personal, sino que fue preservada incluso de la herencia común al género humano, del pecado original, en vista a la misión a la que Dios la había destinado desde siempre: ser la Madre del Redentor.

Todo esto está contenido en la verdad de fe de la “Inmaculada Concepción”. El fundamento bíblico de este dogma se encuentra en las palabras que el ángel dirigió a la joven de Nazaret: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo» (Lc 1, 28). “Llena de gracia” es el nombre más hermoso de María, un nombre que le dio Dios mismo para indicar que desde siempre y para siempre es la amada, la elegida, la escogida para acoger el don más precioso, Jesús, “el amor encarnado de Dios” (Deus caritas est, 12). (Benedicto XVI)

María, Hija amada del Padre y Madre del Salvador 

2. María es “la llena de gracia”. Dios la colma de su amor, de su amistad y de su gracia preservándola de toda mancha de pecado desde el mismo momento su concepción. María es llamada a la existencia llena de gracia, y lo es por puro amor de Dios Padre. La Inmaculada nos remite así en primer lugar, a Dios; nos muestra el verdadero rostro de Dios Padre: Dios es amor, y crea por amor y llama a la vida en la perfección del amor. La perfecta santidad de María, su comunión plena con Dios desde el momento mismo de su concepción, se debe al Hijo que concebirá en su seno. En María, la Madre virgen del Hijo, se realiza de modo anticipado y perfecto la obra de salvación de Jesucristo. María fue preservada del pecado original, y creada llena de gracia y de santidad desde siempre “en vista de los méritos de Jesucristo, salvador del género humano”. En la doncella virgen de Nazaret se manifiesta por vez primera el plan divino de Salvación trazado por el amor misericordioso de Dios “antes de la creación del mundo”.

Para llevar a cabo el plan de Salvación de Dios

3. La primera lectura de hoy (Gn 3,9-15.20) nos recuerda el plan de Dios sobre la humanidad y, a la vez, la experiencia dramática de la caída de nuestros primeros padres. Es la narración del pecado original. El hombre es creado por Dios “a su imagen y semejanza” (cf. Gn 1, 26); Dios lo creapor puro amor y para la vida en plenitud, lo crea en comunión y amistad con Dios, con los hombres y con el resto de la naturaleza. Al crearlo, Dios dio este mandato al hombre: “Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol del conocimiento del bien y el mal no comerás, porque el día en que comas de él, tendrás que morir” (Gn 2,16-17). El hombre haciendo uso de su libertad rehúsa este mandato de Dios. El hombre no se fía de Dios. Tentado por las palabras de la serpiente, abriga la sospecha de que Dios, con esta prohibición, le quita algo de su vida, que Dios es un competidor que limita su libertad, y que sólo será plenamente ser humano cuando lo deje de lado; es decir, que sólo de este modo puede realizar plenamente su libertad. Y así el hombre se aparta de Dios, se cierra a Dios para construir su mundo al margen de su Creador, el hombre se erige en centro y en norma de todo, suplanta a Dios en su vida. Es la tentación siempre presente en la historia humana, el deseo último del hombre de todos los tiempos cuando declara ‘la muerte de Dios’ o prescinde de El en su vida.

El hombre no quiere recibir de Dios su existencia y la plenitud de su vida. No quiere contar con el amor que no le parece fiable; cuenta únicamente con el conocimiento, puesto que le confiere el poder. Más que el amor, busca el poder, con el que quiere dirigir de modo autónomo su vida. Al hacer esto, se fía de la mentira más que de la verdad, y así se hunde con su vida en el vacío, en la muerte. Rechazada la vida y el amor de Dios, el hombre experimenta su vaciedad más profunda: rota su relación con Dios, el hombre se experimenta desnudo, vacío, siente miedo y se esconde. Esta es la dramática consecuencia del pecado original, que desde entonces afecta a todo hombre y mujer al nacer.

Pero Dios, sigue amando al hombre, y sale en su busca. “¿Dónde estás?” (Gn 3,9), es la pregunta de Dios a Adán. Porque Dios, que ha creado al hombre por amor, para el amor y para plenitud del amor, sigue amando al hombre a pesar de su pecado, a pesar de su rechazo. Tras la caída, Dios no lo abandona. En ese mismo momento, Dios anuncia la victoria sobre el mal y el levantamiento de su caída. El hombre no está destinado a perecer en su pecado, o disolverse en la nada. “Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos e intachables ante él por el amor” (Ef 1,4). Y “tanto amó Dios al mundo que dio a su único hijo” (Jn 3,16). El fruto primero y más sublime del amor de Dios, manifestado en la redención realizada por Cristo, es María Inmaculada.

Respuesta de fe de María

4. María, la llena de gracia, acoge el amor de Dios con gratitud y alegría: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvado, porque ha mirado la humildad de su esclava” (Lc 1, 46), cantará; María acoge a Dios y su amor con una fe y confianza plena y con la entrega total de su persona a Dios y a su plan sobre ella. “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según palabra” (Lc 1,38).

María vive su existencia así desde la verdad de su persona, que es el de toda persona humana: y esta verdad que sólo descubre en Dios y en su amor. María es consciente de que ella es nada sin el amor de Dios, que la vida humana sin Dios solo produce vacío en la existencia. Ella sabe que el fundamento de su existencia no está en sí misma, sino en Dios, que ella está hecha para acoger el amor de Dios y para darse por amor.

Por ello vivirá siempre en Dios y para Dios. Ella no es sino la hija y esclava de Dios, signo de la gratuidad y de la ternura amorosa de Dios. Misterio de amor incompresible por parte de Dios, misterio de fe admirable por María. María, la mujer humilde, aceptando su pequeñez ante Dios, dejando que Dios sea grande, se llena de Dios y queda engrandecida, y se convierte así en madre de la libertad y de la dicha.

María, Madre de los creyentes y de la humanidad

5. Así en la Madre de Cristo y Madre nuestra se realizó perfectamente la vocación de todo creyente, que como nos recuerda el Apóstol San Pablo, está llamado a ser santo e intachables ante Dios por el amor (cf. Ef 1, 4). La Inmaculada es la fiesta de los creyentes. Por su fe, María es nuestra madre en la fe y nuestro modelo como creyentes. Dichosa por haber creído, María nos muestra que la fe en Dios es nuestra dicha y nuestra victoria, “porque para Dios nada hay imposible” (Lc 1,37) y “todo es posible al que cree” (Mc 9, 23). La  misma humanidad, representada en ella, comienza a decir sí a la salvación que Dios le ofrece con la llegada del Mesías. Ella es la primicia de la humanidad redimida. La “plenitud de gracia”, que para María es el punto de partida, es la meta para todos los hombres, que acogen en fe el amor de Dios. Dios nos ha creado “para que seamos santos e inmaculados ante él” (Ef 1, 4). Por eso, nos ha ‘bendecido’ antes de nuestra existencia terrena y ha enviado a su Hijo al mundo para rescatarnos del pecado.

La Inmaculada, buena noticia para el mundo

6. La Purísima es así buena noticia de Dios para la humanidad. En ella irrumpe Dios, dador de amor y de vida, en la historia humana. Dios no deja a la humanidad aislada y en el temor. Dios busca al hombre y le ofrece vida y salvación. La Inmaculada recuerda a todo hombre que Dios lo ama de modo personal, que quiere únicamente su bien y lo sigue constantemente con un designio de gracia y misericordia, que alcanzó su culmen en el sacrificio redentor de Cristo. En un mundo convulso y difícil, con miedo y sin esperanza ante el futuro, la Inmaculada nos ofrece un mensaje de fe, de amor y de esperanza. En medio de un contexto que invita a prescindir de Dios y a erigirnos en dioses, a suplantar a Dios y hacer del hombre la única fuente y meta de todo, también del bien y del mal, María Inmaculada nos llama a abrirnos al misterio de Dios y acogerlo en la fe. Solo en Dios y en su amor está la verdad del hombre, de su origen y de su destino; sólo en Dios lograremos la verdadera libertad, que es la libertad para el bien, y así podremos desarrollar lo mejor que hay en nosotros.

Exhortación final

7. Miremos a la Virgen, la Inmaculada, para que así se avive hoy en nosotros, sus hijos, la aspiración a la belleza, a la bondad y a la pureza de corazón. Su candor celestial nos atrae hacia Dios, ayudándonos a superar la tentación de una vida mediocre, hecha de componendas con el mal, para orientarnos con determinación hacia el auténtico bien, que es fuente de alegría. Demos gracias al Señor por el gran signo de su bondad que nos dio en María, su Madre y Madre de la Iglesia. Acojamos a María en nuestro camino como luz que nos ayude a convertirnos a Dios en este tiempo de Adviento. Que de manos de María sepamos acoger en nuestras vidas al Dios que nos ama hasta el extremo en Cristo Jesús, hoy y todos los días de nuestra vida.  Amén.

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

Compartir

Homilía en la Eucaristía de acción de gracias por el centenario de la declaración de la Virgen de Lledó como Patrona de Castellón

13 de noviembre de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Homilías, Homilías 2022 /por obsegorbecastellon

HOMILÍA EN LA EUCARISTÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS

POR EL CENTENARIO DE LA DECLARACION PONTIFICIA DE LA VIRGEN DE LLEDÓ

COMO PATRONA PRINCIPAL DE LA CIUDAD DE CASTELLÓN

Santuario-Basílica de Lledó. Castellón de la Plana de Segorbe – 13 de noviembre de 2022

(Judit 13, 17-20; Romanos 5, 12.17-19; Lucas 1, 39-47)

Amados hermanos y hermanas en el Señor!

1. El pasado martes, 8 de noviembre, celebrábamos con un memorable acto en la Sta. Iglesia Concatedral de Santa María el Centenario de la declaración de la Santísima Virgen de Lidón como Patrona Principal de nuestra Ciudad de Castelló por el Papa Pío XI. Esta mañana estamos convocados a esta solemne Eucaristía para la acción de gracias: gracias damos a Dios por el patrocinio de la Mare de Déu del Lledó sobre la Ciudad. A ella la hemos cantado con las palabras de libro de Judit: “Tú eres el orgullo de nuestro pueblo”. En este día de fiesta recordamos y agradecemos la cercanía maternal de la Virgen; con su “magnificat”, cantamos a Dios porque ha estado grande con ella y nos ha dado a tan dulce madre; a María, la Virgen de Lidón, le damos gracias por tantos favores recibidos por intercesión suya; a ella le confiamos la vida de nuestra Ciudad y de sus habitantes, de nuestras familias y de nuestras parroquias.

2. La Santísima Virgen de Lledó es nuestra Patrona. Pero ¿qué significa tener a la Virgen de Lledó como Patrona? Patrona quiere decir defensora, protectora, abogada e intercesora ante Dios, pero también significa guía. En ello quiere detenerme esta mañana. En el mundo de la mar, el patrón o patrono de un barco es aquel que lo guía con destreza y seguridad hacia buen puerto, especialmente en la tempestad. Como un buen patrón, María nos protege y guía en el proceloso mar de esta vida por el camino seguro para llevarnos a buen puerto: ella dirige y orienta nuestra mirada y nuestra vida hacia su Hijo, el Hijo de Dios, el Salvador, el Camino, la Verdad y la Vida, la Esperanza que no defrauda. Esta es la razón del patrocinio de María; éste es el motivo profundo de nuestra devoción y de nuestro amor a la Virgen de Lledó. Que no queden reducidos a un mero sentimiento pasajero, como una flor que se marchita o una lágrima que se evapora.   

Vivimos “tiempos recios”, como diría Santa Teresa de Jesús. Tiempos de crisis económica, laboral, política, social y eclesial, que pueden generar incertidumbre y temor ante el futuro. Estamos inmersos en un ‘cambio de época’ donde todo parece tambalearse. Predominan el sentimiento y el deseo, el individualismo y el relativismo; se posterga la razón y no se acepta la realidad de las cosas y ni la evidencia de la naturaleza, especialmente del ser humano. Domina por doquier la corrección política y la cancelación de lo cristiano, en el pasado y en presente. En muchos, esta situación está provocando el alejamiento de la fe y vida cristiana, el abandono de la Iglesia, de los principios, de las virtudes y de los valores cristianos. Con frecuencia nos adaptamos al ambiente social descristianizado y secularista, donde Dios ha sido marginado: se intenta vivir como si Dios no existiera.

Esta mañana queremos contemplar de nuevo a María como nuestra patrona y guía. Ella camina con nosotros en el peregrinaje de nuestra vida personal, familiar, eclesial y social. A la Mare de Déu del Lledó debemos acudir siempre, y en especial en los momentos de debilidad o de aflicción, de dificultad o de incertidumbre, de duda o de desconcierto. Somos peregrinos hacia la plenitud en Dios en la vida eterna junto con María. La Virgen de Lidón es nuestra Patrona porque guía nuestros pasos hacia esa meta con sus palabras y con su ejemplo de fe viva y vivida. Ella nos guía y alienta para que seamos fieles a nuestra condición de cristianos, discípulos misioneros del Señor; ella guía los pasos de nuestras familias cristianas, para que sean fieles a la vocación que Dios les ha dado, de nuestras parroquias, para que sean presencia de la Buena Noticia, y de nuestra Ciudad para que sea más humana y fraterna.

El Evangelio de la Visitación de la Virgen a su prima Isabel, que hemos proclamado, ilumina el significado y el alcance del patrocinio de la Virgen. Tres palabras sintetizan la actitud y el comportamiento de María: creer, acoger y actuar. La Virgen cree en Dios y se fía de Él. María acoge la llamada de Dios. Y María actúa, sale y se pone en camino para servir a su prima Isabel, llevando en su seno al Hijo de Dios. Estas actitudes y estos comportamientos de la Virgen nos indican el camino a seguir por todos nosotros.

María cree en Dios y a Dios.

3. “Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá” (Lc 1,45), le dice Isabel a María. La Virgen cree en Dios y a Dios que le habla a través del ángel Gabriel. María, porque es humilde, está abierta a Dios y a su designio en su vida: escucha a Dios, pregunta y disipa sus dudas, y, finalmente, con un acto de plena libertad se fía de Dios. Ella cree que será la Madre del Salvador sin perder su virginidad; ella, la mujer humilde, que se sabe amada por Dios y deudora de Dios en todo su ser, cree que será verdadera Madre de Dios; cree que el fruto de su seno es realmente el Hijo del Altísimo. María se adhiere desde el primer instante con toda su persona al plan de Dios sobre ella, un plan que trastoca el orden natural de las cosas: una virgen madre, y una criatura madre del Creador y Redentor.

María persevera en la fe: cree cuando el ángel le habla, y sigue creyendo cuando el ángel la deja sola, y se ve rodeada de las humildes circunstancias de una mujer cualquiera que va a ser madre. María avanza en la peregrinación de la fe. Ni el plan de Dios sobre ella, ni la divinidad de su Hijo le fueron totalmente manifiestos; ella tuvo que fiarse de la Palabra de Dios. Ella vive apoyándose en la Palabra de Dios. El designio de Dios se le oculta a veces bajo un velo oscuro y desconcertante: la extrema pobreza en que nace Jesús, la necesidad de huir al destierro para salvarlo de Herodes o  su sufrimiento al pie de la Cruz. María, aunque no entendía muchas cosas, no dudó que aquel niño débil e indefenso, era el Hijo de Dios. Creyó y se fió siempre de Dios, aun cuando no entendía el misterio.

María nos enseña a creer en Dios y a Dios, a fiarnos de Él y de Palabra, aunque a veces no entendamos. Maria nos enseña a contar siempre con Dios en nuestra vida y a vivir en Dios y para Dios.

María acoge el plan de Dios.

4. María, la llena de gracia, fue elegida para ser la Madre de Dios, según la carne; es su vocación, el plan de Dios para ella, el camino para ser feliz y dichosa para siempre. “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!” (Lc. 1,42). Disipadas sus dudas, María contestó al ángel: “He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu palabra” (Lc 1, 38). Como ninguna otra persona humana vivió la alegría y la libertad de su donación a Dios para realizar con Él lo que va más allá de toda expectativa y de todo sueño humano.

El diálogo que sostuvo con el ángel Gabriel nos entreabre una ventana para asomarnos a la espiritualidad de María, discípula del Señor. Su sinceridad no conocía límites: vivía en la verdad. Tampoco su voluntad de colaborar con Dios, su Esposo y Señor. Pero ¿cómo podría concebir si toda su vida le pertenecía virginalmente a su Señor? María necesita la palabra del ángel, y entender que para Dios no hay nada imposible. Desde entonces, desde la roca de esa confianza inconmovible, en cada una de las circunstancias de su vida, sobre todo en las más difíciles, con María deberíamos creer que “para Dios no hay nada imposible”, para responder también con ella: “He aquí a la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.

En la vida es difícil tomar decisiones. A menudo tendemos a posponerlas, a dejar que otros decidan en nuestro lugar, y preferimos seguir la moda del momento. A veces sabemos lo que tenemos que hacer, pero no tenemos el coraje o nos parece demasiado difícil porque seguir a Cristo quiere decir ir contracorriente. María en la Anunciación y en la Visitación se pone a la escucha de Dios, reflexiona y busca comprender la realidad, y decide confiarse totalmente en Dios y visitar, aun estando embarazada, a la anciana pariente.

Maria actúa, se pone de camino, sirve y lleva a Dios. 

5. María “se puso en camino y fue aprisa a la montaña” (Lc 1,39). A pesar de las dificultades, no se detuvo ante nada. Cuando tiene claro lo que le pide Dios, lo que tiene que hacer, no se entretiene, sino que sale sin demora. El actuar de María es una consecuencia de su obediencia a las palabras del ángel, pero unida a la caridad: va a Isabel para servir; sale de su casa, de sí misma, para servir por amor, y lleva cuanto tiene de más precioso: Jesús, el Hijo de Dios, ya presente en su seno.

Con frecuencia, nosotros no nos ponemos “aprisa” hacia los otros para llevarles nuestra ayuda, nuestra comprensión, nuestra caridad, y para llevarles también, como María, lo más precioso que tenemos: Jesús y su Evangelio; y hacerlo con la palabra y sobre todo con el testimonio concreto de nuestro actuar.

Hoy celebramos la Jornada Mundial de los pobres, bajo el lema “Jesucristo se hizo pobre por vosotros”. Somos invitados a tener la mirada fija en Jesús, el cual “siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza” (2 Co 8,9). El papa Francisco nos invita a compartir lo poco que podamos tener con quienes no tienen nada, para que a nadie le falte lo necesario y ninguno sufra; y nos llama a la solidaridad en medio de un mundo herido por la violencia, el odio y la guerra. La caridad no es una obligación sino un signo del amor, tal como lo han testimoniado el mismo Jesús y la Virgen. María nos enseña a salir de nosotros mismos, para ponernos en camino y servir a los pobres, necesitados y excluidos. Es el mismo Jesús, quien en ellos viene a nuestro encuentro y cuanto hagamos con uno de ellos con el mismo Cristo lo hacemos. María salió de Nazaret simplemente para servir. Servía a Dios y serviría a su pariente necesitada. Había tocado su alma el que vino a servir y no a ser servido, y al instante dejó la Virgen el calor del hogar. Optó por el riesgo del camino de Jesús. 

6. Esta mañana le pedimos a nuestra Patrona:

Mare de Déu del Lledó, mujer creyente y discípula del Señor: ilumina nuestra mente y nuestro corazón, para que contemos siempre con Dios en nuestra vida, para que sepamos obedecer sin titubeos a la Palabra de tu Hijo Jesús; danos el coraje de creer en Dios y a Dios, y seguir a tu Hijo, de no dejarnos arrastrar por lo que se lleva y dejar que otros orienten nuestra vida.

Nuestra Señora de Lledó, enséñanos a abrir nuestro corazón para acoger con generosidad y vivir con alegría la voluntad y el plan de Dios para cada uno de nosotros: es el camino para ser felices y dichosos para siempre.

Virgen de Lidón, mujer sierva y servidora, haz que nuestras manos y nuestros pies se muevan sin demora hacia los otros, hacia los pobres y necesitados para llevar la caridad y el amor de tu Hijo Jesús, para llevar, como tú, en el mundo la luz del Evangelio. Amén

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

Compartir

Homilía en la Ordenación de Diácono de Fray César de Nazareth Blanco Hernández

30 de octubre de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Homilías, Homilías 2022 /por obsegorbecastellon

O. de la Merced

Iglesia parroquial de San José Obrero de Castellón, 29 de octubre de 2022

(Sab  9, 1-18;  Sal 83, 3-12; Stg 3, 13-18; Mt 25, 31-40)

Hermanas y hermanos muy amados todos en el Señor, querido César.

1. “Nada nos separará del amor de Dios” (cf. Rom 8, 35-39). Así hemos cantado en la aclamación al salmo. Hoy damos, ante todo, gracias a Dios la vocación al sacerdocio en la Orden de la Merced y por la ordenación diaconal de nuestro hermano César. Porque tu vocación al sacerdocio, que se verifica hoy por la llamada de la Iglesia, y tu ordenación son un don del amor de Dios, que nunca nos abandona. “Nos me habéis elegido vosotros a mi; soy yo quien os elegido a vosotros”, nos dice Jesús (Jn 15.16). Dios puso un día en tu corazón la semilla de tu vocación: una llamada que descubriste gracias a las convivencias vocacionales en el Seminario Mercedario “San Pedro Nolasco” de Palmira (Venezuela) en 2011, y gracias al acompañamiento de la comunidad de Padres Mercedarios de San Juan de los Morros, y, en especial de Fr. Eduardo Pérez, que, como acólito, te enseñó a servir en la Eucaristía. Fue tu experiencia al participar por primera vez en una ordenación sacerdotal (de Fr. Juan Duque) lo que te decidió a ingresar en el Seminario en 2012, con tan solo dieciséis años. 

Dios, que te dio la vocación, ha ido cuidando también de ti y te ha ido enriqueciendo con sus dones a lo largo de estos años de discernimiento y maduración de la llamada: los años de filosofía, de noviciado, de estudiantado y de teología hasta tu Profesión de Votos solemnes, en abril de este año. Gracias damos a Dios por tu vocación, por tu corazón disponible, generoso y agradecido; gracias le damos por tu fe confiada en el Señor, que te ha ayudado a superar miedos y temores; gracias a Dios damos por tu familia sencilla, pero trabajadora, que ha apoyado tu vocación y no ha obstaculizado tu respuesta; gracias le damos por la ayuda que en el camino de maduración de tu vocación te han prestado las comunidades mercedarias, los amigos y los compañeros y, sobre todo, tus formadores: gracias a todo ello te has convertido en tierra buena donde la semilla va dando sus frutos. Uno de esos frutos es tu ordenación diaconal. 

Por todo ello, nuestra celebración es un motivo de alegría y de esperanza para la Orden de la Merced y para la Iglesia universal. Hoy nos consuela ver que, no obstante la penuria vocacional que padecemos, Dios sigue llamando; pese a las circunstancias adversas, hay todavía tierra buena donde la semilla de la vocación al sacerdocio es acogida, madura y va dando sus frutos.

2. Mediante la imposición de mis manos y la oración consagratoria, el Señor va a derramar sobre ti el Espíritu Santo y te va a consagrar diácono para siempre. Al ser ordenado de diácono participarás de los dones y del ministerio que los Apóstoles recibieron del Señor Resucitado y serás en la Iglesia y en el mundo signo e instrumento de Cristo, Siervo, que vino no “para ser servido sino para servir”. El Señor imprimirá en ti una marca profunda e imborrable, que te conformará para siempre con Cristo Siervo. Él espera que seas en todo momento con tu palabra y con tu forma de vida signo de Cristo Siervo, obediente a la voluntad del Padre hasta la muerte. Sé en todo momento, como Bernabé, hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe, para que otros muchos se acerquen y adhieran al Señor (cf. Act 11,24).

Al ser ordenado diácono eres llamado, consagrado y enviado para llevar a cabo un triple servicio, una triple diaconía: la de la Palabra, la de la Eucaristía y la de la caridad. Fortalecido con el don del Espíritu Santo, ayudarás al Obispo y a los sacerdotes en el anuncio de la Palabra, en el servicio del Altar y en el ministerio de la caridad, mostrándote servidor de todos, especialmente de los más pobres y necesitados.

3. Es tarea del Diácono el servicio de la Palabra, la proclamación del Evangelio como también la de ayudar a los presbíteros en la explicación de la Palabra de Dios. En la ceremonia de ordenación te entregaré el Evangelio con estas palabras: «Recibe el Evangelio de Cristo, del cual has sido constituido mensajero: convierte en fe viva lo que lees y lo que has hecho fe viva enséñalo, y cumple aquello que has enseñado».

Como servidor de la Palabra eres a la vez destinatario y mensajero la Palabra. Para que tu enseñanza de la Palabra de Dios sea creíble, habrás de acoger con fe y hacer vida el Evangelio que anuncias. Antes de nada, el mensajero del Evangelio ha de escuchar, estudiar, comprender, contemplar, asimilar y hacer vida propia la Palabra de Dios: el buen mensajero se deja configurar, guiar y conducir por la Palabra, de modo que ésta sea la luz para su vida, transforme sus propios criterios y lo lleve a un estilo de vida según el Evangelio. Esto pide delicadeza espiritual y valentía para dejar las cosas que creemos de valor y en realidad no lo tienen. La cerrazón de corazón, el egoísmo, la envidia, la vanidad, el afán de poseer, la comodidad o la tibieza hacen infecunda la buena sementera de la Palabra de Dios.

Por la ordenación diaconal, vas a ser constituido en mensajero de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios no es nuestra palabra. En último término, la Palabra de Dios es el mismo Jesucristo quien pasará a otros por medio de tus labios y de tu vida, para que se encuentren con Él, se conviertan y adhieran a Él, se hagan discípulos misioneros suyos. Como a los Apóstoles, el Señor te envía y te dice hoy: “Id y haced discípulos a todos los pueblos” (Mt 28, 19).

La Palabra de Dios es viva y eficaz, es incisiva, inquieta la falsa paz de muchas conciencias, corta cualquier ambigüedad y cura los corazones más endurecidos. Serás mensajero de la Palabra de Dios tal como ésta nos llega en la tradición viva de la Iglesia, y no con interpretaciones personales que miren halagar los oídos o adaptarse a un mundo alejado de Dios. La Palabra de Dios pide ser proclamada y enseñada sin reduccionismos, sin miedos, sin complejos y sin fisuras ante la cultura dominante o lo políticamente correcto. No olvides nunca que la Palabra no se impone, sino que se propone. ¡Cuánto respeto, cuánta oración, cuánto sentido del temor y del amor debe anidar en el interior de aquel, que hace resonar la Palabra de Dios y que debe explicar su sentido para la vida de las personas, de la comunidad eclesial y de la misma sociedad!.

Confiados en la fuerza inherente de la Palabra de Dios no tengamos miedo de ofrecerla como el único camino que ilumina los caminos de todo hombre y lleva a la Vida plena y feliz. La Palabra de Dios es la única es capaz de derribar los ídolos y las falsedades mundanas, y de liberar al hombre de las diversas formas de esclavitud y de pecado, que truncan su verdadera dignidad y su vocación más alta. Como heraldo del Evangelio estás destinado a ser profeta de un mundo nuevo, de la nueva creación instaurada por la muerte y resurrección del Señor; eres portador de un mensaje que arroja la luz sobre los problemas claves del hombre y que no se cierra en los pobres horizontes de este mundo.

4. Como diácono serás también colaborador del Obispo y del sacerdote en la celebración de la Eucaristía, el gran “misterio de la fe”. Tendrás también el honor y el gozo de ser su servidor. Se te entregará el Cuerpo y la Sangre del Salvador para que lo reciban y se alimenten los fieles. Trata siempre los santos misterios con íntima adoración, con recogimiento exterior y con devoción de espíritu, consciente de la alta dignidad de su tarea.

Al diácono se confía de modo particular el ministerio de la caridad, que se encuentra en el origen de la institución de la diaconía. El ministerio de la caridad dimana de la Eucaristía, fuente y cima de la vida de la Iglesia. Cuando la Eucaristía es efectivamente el centro de la vida del diácono no sólo lleva a los creyentes al encuentro de la comunión con Cristo, sino que también le lleva y le da la fuerza para el encuentro en la comunión con los hermanos. Atender a los pobres y necesitados, tener en cuenta las penas y los sufrimientos de los hermanos, ser capaz de entregarse en bien del prójimo: estos son los signos distintivos del diácono, discípulo del Señor, que se alimenta con el Pan Eucarístico. El amor al prójimo no se debe solamente proclamar, sino que se debe ante todo practicar.

5. El Señor nos ha dado ejemplo de siervo y servidor. En tu condición de diácono, es decir, de servidor de Jesucristo, sirve con amor y con alegría a Cristo presente en los hermanos: en los hambrientos y sedientos, en los forasteros y desnudos, en los enfermos y en los encarcelados (cf. Mt 25, 31-40), Sé compasivo y misericordioso, acogedor y benigno; dedica a los demás, en especial a los encarcelados, tu persona, tus intereses, tu tiempo, tus fuerzas y tu vida; sé servidor de la Misericordia. El diácono debe ser la viva y operante expresión de la caridad de la Iglesia: pan para el hambriento, luz para el ciego, consuelo para el triste y apoyo para el necesitado.

Para ser fiel a este triple servicio vive día a día enraizado en lo más profundo del misterio eclesial, de la comunión de los santos y de la vida sobrenatural; vive sumergido en la plegaria de modo que tu trabajo diario esté lleno de oración. Sé fiel a la celebración de la Liturgia de las Horas; es la oración incesante de la Iglesia por el mundo entero, que te está encomendada de modo directo. Esfuérzate en fijar tu mirada y tu corazón en Dios con la oración personal diaria. La oración te ayudará a superar el ruido exterior, las prisas de la jornada y los impulsos de tu propio yo, y así a purificar tu mirada y tu corazón: la mirada para ver el mundo con los ojos de Dios y el corazón para amar a los hermanos con el corazón de Cristo. Así encontrarás en la oración el humus necesario para vivir tu promesa de disponibilidad y obediencia a Dios, a tus Superiores y así a los hermanos.

El celibato que acoges libre, responsable y conscientemente, y que prometes observar durante toda la vida por el reino de los cielos y para servicio de Dios y de los hermanos sea para ti símbolo y, al mismo tiempo, estímulo de tu servicio y fuente de fecundidad apostólica. No olvides que el celibato es un don de Cristo que tanto mejor vivimos, cuanto más centrada está nuestra vida en Él. Movido por un amor sincero a Jesucristo, tu consagración se renovará día a día. Por tu celibato te resultará más fácil consagrarte con corazón indiviso al servicio de Dios y de los hombres.

6. Queridos hermanos todos: Dentro de pocos momentos suplicaré al Señor para que derrame el Espíritu Santo sobre este hermano, con el fin de que le “fortalezca con los siete dones de su gracia y cumplan fielmente la obra del ministerio”. Unámonos todos en esta suplica. Que la Virgen María, Nuestra Señora de la Meced, sierva y esclava del Señor, interceda para que este hermano nuestros reciba una nueva efusión del Espíritu Santo. Y oremos a Dios, fuente y origen de todo don, que nos conceda semillas de nuevas vocaciones al ministerio ordenado, en la Orden de la Merced y en nuestra Iglesia diocesana. A Él se lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

+Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

Compartir

Homilía con motivo de la visita de la Virgen Peregrina a Moncofa

12 de julio de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Homilías, Homilías 2022 /por obsegorbecastellon

Moncofa, Ermita de Santa María Magdalena, 9 de julio de 2022

***

(Ap 21, 1-5a; Rom 12, 9-13; Jn 19, 25-27)

Amados todos en el Señor.

Queridos D. Jesús Vilar, Párroco de Moncofa,  Sr. Vicerrector de la Basílica de Ntra. Sra. de los Desamparados, hermanos sacerdotes concelebrantes y diácono asistente. Saludo con afecto al Consejo parroquial de pastoral y a la Comisión organizadora de la visita de la Peregrina. Saludo con respeto a Sr. Alcalde de Moncofa y a los miembros de la Corporación municipal, al Sr. Capitán de la Guardia Civil, a la Reina de las fiestas y sus damas de honor. Saludo con agradecimiento al Presidente de la Archicofradía y de la Hermandad de seguidores, a la Sra. Camarera y a los portadores de la Virgen.

1. La parroquia y el pueblo de Moncofa, y todos los devotos de la Virgen María estamos muy alegres, porque ha venido a visitarnos la ‘Peregrina’, la Mare de Déu dels Desamparats. Esta tarde estamos convocados por su Hijo, el Señor resucitado, para honrar, contemplar y rezar una vez más a su Madre y Madre nuestra. Al Señor Jesús queremos darle gracias porque nos ha dado a su Madre como nuestra Madre. Sintamos su presencia en nuestra vida para que nunca nos sintamos desamparados en nuestros desvalimientos y dificultades.

Vuestra presencia es testimonio de vuestra devoción a la Mare de Déu dels Desamparats. Las palabras del Evangelio, “y desde aquella hora el discípulo la recibió como algo propio”, tiene un significado muy hondo para todos nosotros. En Juan estamos representados todos los discípulos de Jesús; y como él la recibimos como algo propio.  María es nuestra Madre y forma parte de nuestra vida. La Mare de Déu es y la sentimos como Madre nuestra: es la madre que nunca nos abandona. ¿No es éste el significado profundo de nuestra alegría y de la manifestación de devoción y cariño a la Virgen Peregrina en estos días? Nuestra presencia aquí, no es algo postizo: es expresión sentida de nuestro amor a la Madre. La hemos recibido en vuestra vida con todas las consecuencias. Juan “la recibió como algo propio”, es decir, como su propia madre. No se trata sólo de acogerla por unos días. Los discípulos de Jesús recibimos un verdadero tesoro, justamente para que no sintamos nunca desamparados, y, sobre todo, para que vivamos como auténticos discípulos de Cristo. Porque la Virgen María es la Madre de Dios: ella nos da a Dios y quiere llevarnos a su Hijo, el Hijo de Dios, para que creamos en Él, le sigamos y seamos sus testigos allá donde nos encontremos.  

¡Qué bendición tan grande tiene vuestra parroquia y vuestro pueblo de Moncofa al ser visitados de esta manera tan singular por la Virgen Santísima! Vuestra acogida es signo de vuestro amor de hijos a la Madre. Lo muestra vuestra numerosa participación en esta celebración; lo expresan vuestros cantos y piropos a la Mare, y lo muestra la ofrenda de flores de ayer tarde; lo expresa la procesión por las calles del pueblo entre lágrimas y aplausos. Moncofa, ¡qué grande eres y que auténtica te manifiestas cuando abres tu corazón a la Virgen!

2. Y, si recibimos así a María, podríamos preguntarnos, ¿qué nos trae la Virgen con su visita para cada uno de nosotros? La Palabra de Dios que hemos proclamado nos señala algunas especialmente importantes. Es bueno recordarlas.

En primer lugar de la Mare de Déu podemos decir: “Ésta es la morada de Dios con los hombres”. Así lo hemos escuchado en la primera lectura, tomada del libro del Apocalipsis. Sí, hermanos: la Virgen María fue la primera morada del Dios en este mundo: en ella el mismo Dios se hizo Hombre entre nosotros. Desde los primeros siglos a la fe en Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, está unida una veneración particular a su Madre: ella tuvo la dicha de concebir en su seno virginal al Hijo de Dios, compartiendo con ella incluso el latido de su corazón. 

¡Qué maravilla si somos capaces de unir nuestro corazón al latido del corazón de María! En su latido de corazón de Madre sentiremos la presencia y cercanía de Dios; en su latido acogeremos el amor de Dios hacia nosotros y le responderemos con el nuestro, como María; en este latido viviremos el amor fraterno con todos con cuantos nos encontremos en nuestro camino; y este amor fraterno será donación de si, entrega desinteresada, misericordia, perdón, renuncia, ayuda al hermano; buscaremos siempre el bien que elimina hambres, injusticias, discriminaciones, que va siempre orientado hacia la verdad y el bien del otro. ¡Qué belleza adquiere la vida humana, cuando nuestro corazón late con la fuerza que el corazón de nuestra Madre pone en nuestras vidas!

En un segundo lugar la Mare de Déu nos enseña a vivir siempre animados por la caridad a Dios y al prójimo: por una caridad franca y verdadera, sin fingimiento ni farsas, siendo capaces de aborrecer lo malo y de apegarnos a lo bueno (Rom 12, 9), para vivir siempre con esperanza y en la alegría de saberse amados por Dios. Esta es la caridad que impulsó a María a aceptar ser Madre de Dios y Madre nuestra. Este es el amor que la llevó a olvidarse de sí misma para ponerse en manos de Dios, para acoger y cuidar la vida, para pasar los primeros meses de su embarazo al servicio de su prima Isabel, para unirse al ofrecimiento de la vida a su Hijo en la Cruz por la salvación de todos los hombres.

¡Qué hondura tiene la vida de nuestra Madre! El Espíritu Santo que hizo presente al Hijo de Dios en la carne de María, ensanchó su corazón hasta la dimensión del corazón de Dios y la impulsó por la senda de la caridad. El mismo Espíritu Santo que la cubrió con su sombra, hizo que se pusiera al servicio de su prima Isabel, de los sirvientes en las bodas de Caná, de los discípulos del Señor, de todos nosotros. El Espíritu Santo la impulsa a salir a la misión para ir al encuentro del prójimo necesitado, quien le da la fuerza para afrontar las dificultades y los peligros para su vida. Todo gesto de amor genuino de María, contiene en sí un destello del misterio infinito del amor de Dios: la mirada de atención al hermano, estar cerca de él, compartir su necesidad, curar sus heridas, responsabilizarse de su futuro, todo, hasta los más mínimos detalles, está animado por el Espíritu de Cristo.

Ojalá que también nosotros sepamos como María tener esa mirada misericordiosa para saber ver y atender las necesidades de nuestros hermanos. Hay muchas personas que sufren en su cuerpo y en su espíritu; los enfermos, las personas que sufren soledad, los matrimonios y las familias rotas y sus hijos, o los mayores aparcados en residencias. Muchos otros sufren el paro, la precariedad económica o la angustia por no llegar a fin de mes. También hay injusticias, guerras, violencia y amenazas, la esclavitud del alcohol y las drogas.

Ante este panorama no podemos cerrar los ojos. Tampoco podemos quedarnos con los brazos cruzados. Hoy la Virgen nos anima a todos a tener su misma mirada. Por eso hoy, me atrevo a deciros: No tengáis miedo, no os dejéis llevar por el desanimo, no perdáis nunca la esperanza. Salid a las periferias, sed testigos del amor de Dios y dadlo a conocer a todos. Como María, los cristianos sabemos muy bien, que sin Dios y su amor no somos nada. Sin Dios, el hombre pierde el norte en su vida y en la historia. Sin Dios desaparece la frescura y la felicidad de nuestra tierra. Si el hombre abdica de Dios abdica también de su dignidad, porque el hombre sólo es digno de Dios. La mayor violencia contra el hombre y su dignidad, su mayor tragedia, es la supresión de Dios del horizonte de su vida. Pertenecemos a Dios puesto que Él nos ha creado y nos llama a la Vida, y vida en plenitud: en Él está nuestro origen y en Él esta nuestro fin. Las cosas mueren; sólo Dios permanece para siempre.

En todos los momentos de nuestra vida, incluso en los momentos difíciles y preocupantes, podemos contar con el consuelo y la protección de la Mare de Déu. Tengamos la certeza de que la Virgen nos acompaña siempre. Sabemos bien que ella nos mira y nos acoge con verdadero amor de Madre; cada uno de nosotros, nuestras familias y nuestro pueblo estamos en su corazón; ella cuida de nuestras personas y de nuestras vidas; ella camina con nosotros en nuestras alegrías y esperanzas, en nuestros sufrimientos y dificultades.

Que María nos obtenga el don de saber creer y amar como Ella supo creer y amar. A María, a la Mare de Déu dels Desamparats, le pedimos que nos de un corazón como el suyo. Con María tenemos que decir que el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es la persona humana, su vida, su naturaleza, su dignidad, su libertad y su conciencia ante las ideologías del pensamiento único. No hay verdadero desarrollo y progreso sin este respeto a la persona que pasa por garantizar que pueda vivir según la dignidad que Dios le ha dado, desde su concepción hasta su muerte natural. María nos enseña que solamente Dios es el garante de la dignidad del ser humano, creado a su imagen; sólo Dios fundamenta su dignidad y alimenta su anhelo de ser más.

Que la Mare de Déu dels Desamparats, nos guíe y proteja en todos los momentos y situaciones de la vida. A Ntra. Señora la Virgen de los Desamparados encomendamos especialmente a nuestros niños y jóvenes, a nuestros matrimonios y familias, a nuestros mayores y enfermos, a todos los que sufren y todo el pueblo de Moncofa. Amén.

+Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

Compartir

Homilía en la fiesta de San Pascual Bailón

17 de mayo de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Homilías, Homilías 2022 /por obsegorbecastellon

Patrono de la Diócesis y de la Ciudad de Vila-real

***

Basílica de San Pascual, Vila-real – 17.05.2022

(Ecco 2, 7-13; Sal 33: 1 Cor 1, 26-31; Mt 11, 25-30)

Mis queridos hermanos y hermanas en el Señor.

Saludo de corazón a los sacerdotes concelebrantes, a los diáconos y seminaristas. Un saludo agradecido a las Hnas. Clarisas que nos acogen en esta Basílica, al Sr. Alcalde y Miembros de la Corporación municipal de Vila-real, a la Reina Mayor e Infantil de las Fiestas y a sus damas, a los representantes de Asociaciones y entidades de la Ciudad.  Sed bienvenidos cuantos os habéis unido a esta celebración de la Eucaristía en la fiesta de San Pascual, aquí en la Basílica o desde vuestros hogares a través de la televisión. Un recuerdo y saludo muy especial para vosotros, las personas mayores, los  enfermos y los impedidos para salir de casa.

1. El Señor Jesús nos convoca en torno a la mesa de su Palabra y de su Eucaristía para recordar y honrar a San Pascual Bailón, patrono de Vila-real y patrono también de nuestra Iglesia diocesana de Segorbe-Castellón. Este año nuestra fiesta tiene un cariz especial porque estamos celebrando un Año jubilar para conmemorar el 775 Aniversario de la creación real de la sede episcopal en Segorbe y así el origen de nuestra Iglesia diocesana, hoy de Segorbe-Castellón. Un año de gracia de Dios para crecer en comunión con Dios y con los hermanos y salir a la misión. Hoy damos gracias a Dios por san Pascual y por su santidad de vida. Esta mañana lo honramos como nuestro patrono, es decir, que nos guía siempre y en este Jubileo en el que el Señor nos llama a la conversión personal y comunitaria, y a la renovación pastoral y misionera de nuestra Iglesia diocesana en sus miembros y comunidades.

2. Al celebrar la Fiesta de san Pascual vienen a nuestra memoria su vida sencilla de pastor y de hermano lego, sus virtudes de humildad y de confianza en Dios, su entrega al servicio de los hermanos y su caridad hacia los más pobres y necesitados; recordamos también su gran amor a la Eucaristía y su profunda devoción a la Virgen Santísima. De san Pascual se ha destacado siempre un rasgo de extraordinario valor evangélico: su amor al prójimo y, en especial, a los más pobres, un amor que alimentaba en su profunda devoción a la Eucaristía, fuente inagotable de la caridad. Pascual servía a todos con alegría. Sus hermanos de comunidad no sabían qué admirar más, si su austeridad o su caridad. Pascual “tenía especial don de Dios para consolar a los afligidos y ablandar los ánimos más endurecidos”, dicen muchos testigos. Su deseo era ajustar su vida al Evangelio según la Regla de San Francisco, desgastándose por Dios y por sus hermanos. Y todo ello con el espíritu de pobreza, austeridad y oración, propio de la orden franciscana. Sus oficios de portero, cocinero, hortelano y limosnero favorecieron el ejercicio de su caridad, impregnada siempre de humildad y de sencillez. Para los pobres se privaba hasta de la propia comida. Decía que no podía despedir de vacío a ninguno, pues sería despe­dir a Jesucristo. 

Los santos como Pascual son siempre actuales. Sus biografías reflejan modelos de vida, conformados según el Evangelio y a la medida del Corazón de Cristo, y, a la vez, cercanos al hombre de su tiempo y, en último término, al hombre de todos los tiempos. Son modelos extraordinariamente humanos, precisamente porque son cristianos, surgidos del seguimiento de Cristo. A través de ellos, Jesucristo se hace presente en el corazón de la Iglesia y en medio del mundo, y muestra la extraordinaria fuerza que brota del Amor de Dios: un amor que es capaz de renovar y transformar todo: las personas, las comunidades, la Iglesia, los matrimonios y las familias, y toda la sociedad.

Los santos son grandes figuras de renovación espiritual en su entorno eclesial y social. Su forma de ser, de estar y de actuar en el mundo no suele ser espectacular. Con frecuencia pasan desapercibidos. Rehúyen los halagos y aplausos. Son humildes y sencillos. Su alimento es la oración, la escucha de Dios, la unión y la amistad con Cristo. En la entrega de sus vidas a Dios y a los hermanos cifran el sentido de su vida. San Pascual Bailón, nuestro Patrono, es uno de esos santos; y de enorme actualidad para toda nuestra Iglesia diocesana. Pascual nos muestra la vía inequívoca por la que ha de caminar nuestra Iglesia diocesana para su renovación personal y comunitaria, pastoral y misionera. 

3. Fijémonos en este Año Jubilar diocesano en la santidad y el testimonio de caridad de Pascual.

Nuestro Patrono destaca por su santidad, vivida en su caridad hacia Dios y hacia el prójimo. De él pudieron decir que se mantuvo íntimamente unido a la verdadera vid que es Cristo, que alimentaba en su profunda devoción a la Eucaristía y a la Virgen María. Sí: Pascual es santo y puede ser llamado dichoso, bienaventurado y feliz, porque temió a Dios, porque confió y esperó en Dios (Sal 33). Hombre sencillo y humilde, Pascual supo abrir su corazón a Dios y centrar su vida en Él, supo dejarse amar por Dios y dejarse transformar progresivamente por la gracia de Dios; nuestro santo supo amar a Dios sobre todas las cosas, darle gracias, buscar su gloria, y descubrir la grandeza de sus obras y la profundidad de sus designios. Porque se dejó amar por Dios y llenar de su gracia, porque vivía en comunión con Dios, Pascual pudo y supo amar al hermano siendo misericordioso para con todos. Dios escoge siempre a “la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor” (1 Cor 1,30). Sí, hermanos: sólo desde la humildad, que es vivir en la verdad, se descubre la presencia de Dios en la existencia diaria y se ve a Cristo en el rostro del hermano a nuestro lado.

La santidad no está pasada de moda. La llamada a la santidad es siempre actual, también en nuestros días. Porque la santidad no es otra cosa que caminar hacia la perfección del amor, que lleva a la vida verdadera y eterna y a la felicidad completa. Santo es quien acoge el amor de Dios y se va dejando transformar por el Espíritu Santo; santo es quien vive unido a Dios y a los hermanos, viviendo el mandamiento nuevo del amor. Quien así vive, desborda amor desinteresado a su alrededor, hacia el prójimo, hacia el pobre, hacia el necesitado, hacia la Iglesia, hacia la familia y hacia la sociedad. Santo es aquél que con perseverancia va madurando en la perfección del amor. En este camino, el cristiano sigue a un modelo único e irrepetible, Jesucristo. Y el Señor Jesús no sólo llama a seguirle sino que, además, lo hace  posible, viniendo a nuestro encuentro cada día con su amor más grande.

“Por la comunión de los santos”, Pascual sigue unido a nosotros; él nos alienta a no detenernos en el camino y nos estimula a seguir caminando hacia la meta, hacia la santidad. Él nos dice hoy, aquí y ahora, que todos estamos llamados a la santidad, que es posible ser santos, que no nos conformemos con una existencia cristiana mediocre, tibia, aburrida, aburguesada, egoísta, indiferente hacia Dios y hacia los hermanos. La semilla de la santidad fue plantada en nosotros el día en que fuimos bautizados; si la regamos con la gracia de Dios en la oración y los sacramentos, en especial en la Penitencia y en la Eucaristía, y si la vivimos en las tareas ordinarias y sencillas del día a día amando a Dios y al prójimo, esa semilla irá creciendo. Por este sendero vamos peregrinando en todas las etapas de nuestra vida hasta llegar a su final que es la eternidad, que es la dicha eterna con Dios. 

4. Pascual es un testigo del amor de Dios, es un evangelizador y misionero siendo misericordioso con los hermanos. Precisamente porque fue humilde, porque se dejó amar y transformar por Jesucristo en la Eucaristía, y le amó con toda su alma, pudo entregarse al servicio de los pobres y a las tareas más humildes del convento. Cuando un corazón es humilde se hace generoso; cuando un corazón está cerca de Jesucristo, que ha amado hasta entregar su vida en la Cruz, se hace caridad con los demás. La alegría de Pascual era saberse amado por Jesucristo. Y esa alegría se desbordaba para que la cercanía y el amor de Cristo llegaran a los más pobres y necesitados.

Pascual nos enseña en este Año Jubilar, que experimentar el amor de Dios en la Eucaristía, nos pide salir a la misión que está en la puerta de al lado, nos pide ir a las periferias para que por nuestras palabras y obras el Evangelio llegue a todos. La Buena Noticia del amor de Dios está destinada a todos. Como Pascual estamos llamados a dar de comer al hambriento y de beber al sediento, a visitar y cuidar de los enfermos, a dar posada al forastero o refugiado, a vestir al desnudo, a visitar a los encarcelados; pero también somos enviados a enseñar al que no sabe, a dar buen consejo al que lo necesita, a corregir fraternalmente al que se equivoca, a perdonar de corazón al que nos ofende, a consolar al triste, a sufrir con paciencia los defectos del prójimo y a rezar a Dios por los vivos y por los difuntos.

Anunciar el Evangelio con palabras y sobre todo con obras no es un añadido en la vida de la Iglesia y de los cristianos; pertenece a nuestro ser y a nuestra misión, que brota de la Eucaristía, manantial permanente del amor de Cristo hacia todos. Como el buen samaritano hemos de atender con diligencia y gratuidad, con corazón compasivo y misericordioso, al prójimo necesitado, cercano o lejano. Jesús nos dice: “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mt 25, 40). Cristo nos apremia a vivir desde Él y con Él la misericordia en nuestro tiempo. Hagamos de nuestra vida una existencia eucarística y evangelizadora. 

5. ¡Que san Pascual interceda por nosotros para que sepamos vivir santamente, imitándole en su sencillez evangélica; que por su intercesión se aviven en nosotros la fe y la confianza en Dios, el espíritu de oración y la participación en la Eucaristía, para que seamos testigos creíbles del amor de Dios en el amor a los hermanos. Que toda nuestra Iglesia diocesana en sus grupos y comunidades crezca en comunión para salir a la tarea urgente de la evangelización.  

¡Que san Pascual y la Mare de Déu de Gracia protejan a todos los hijos e hijas de Vila-real y a sus familias en su salud física y espiritual, en su bienestar material y espiritual! Amén.

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

Compartir

Homilía en la fiesta de San Juan de Ávila

7 de mayo de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Año Jubilar 775 Sede Episcopal, Homilías, Homilías 2022 /por obsegorbecastellon

Segorbe, S.I. Catedral-Basílica, 6 de mayo de 2022

(Hech 13,46-49; Sal 22; Mt 5,13-19)

Queridos sacerdotes, diáconos y seminaristas, hermanos todos en el Señor!

1. Con verdadero gozo celebramos un año más a nuestro santo Patrono, San Juan de Ávila. Un gozo que se aumenta al hacerlo en nuestro Año Jubilar diocesano en el que Dios nos concede la gracia de crecer en comunión para salir a la misión.

Esta Jornada Sacerdotal nos invita en primer lugar a la acción de gracias por nuestra Iglesia diocesana. Damos gracias a Dios también por el don de San Juan de Ávila, nuestro patrono. A ello unimos nuestro agradecimiento a Dios por el don del ministerio ordenado de los presbíteros diocesanos que celebran este año sus bodas sacerdotales: las de diamante D. Juan Antonio Albiol Caballer, D. José Pascual Font Manzano, D. Elías Sanz Igual y D. Ignacio Velasco Colomo; las de oro, D. Tomás Tomás Beltrán; y las de plata, D. Juan Antonio Dolera Crusset y a D. Joaquín Tejedo Arnau. Muchísimas felicidades a todos y gracias de corazón por tantos años de entrega abnegada y por vuestra fidelidad al ministerio. Si cada uno pudiera de vosotros contar el bien que habéis hecho a tantas personas de las comunidades por las que habéis pasado… Sí: habéis sido y sois la sal en la vida de muchas personas, familias, parroquias, comunidades y movimientos; habéis sido y sois la luz que ha iluminado tantas situaciones de oscuridad en las personas que el Señor ha puesto en vuestro camino.

Si siempre, si cada día, hemos de dar gracias a Dios por nuestro ministerio sacerdotal o diaconal, o por nuestra vocación sacerdotal, hoy todos sentimos más vivamente esta necesidad. Demos gracias a Dios y cantemos una vez más la misericordia del Señor para con cada uno de nosotros. En los años de ministerio sacerdotal o diaconal, o en el tiempo de formación todos vamos experimentando que el Señor nos enriquece en nuestra pobreza y nos fortalece en nuestra fragilidad. No olvidemos nunca  que nuestra vocación y nuestro ministerio son un don gratuito y amoroso del Señor. «Soy yo quien os ha elegido» (Jn 15,16). Un verdadero don y misterio (San Juan Pablo II). Hoy es un día para redescubrir el amor de Dios en nuestra existencia, para saborear la belleza de nuestra vocación y ministerio, que nos invita y nos da su gracia para renovarnos personal y pastoralmente, y para salir con fuerzas renovadas a la misión. Unidos en la oración suplicamos a Dios Padre que nos conceda a todos la gracia de crecer en santidad y en celo apostólico, unidos a su Hijo, el Buen Pastor, a ejemplo de nuestro Patrono, San Juan de Ávila.

2. ¿Por qué resulta ejemplar y atrayente todavía hoy San Juan de Ávila, el apóstol de Andalucía en el siglo XVI? Vivimos recios y turbulentos como también nuestro Patrono los vivió. Como él, hemos de echar el ancla en aquello que tiene solidez suficiente para superar todo el oleaje de la noche pasajera. En nuestro santo Patrono encontramos cómo su acción pastoral no es producto de improvisaciones del momento, sino fruto de la vivencia de su ministerio sacerdotal, centrado en Cristo, en la Iglesia y en los pobres, constantemente alimentado por la oración y el estudio.

El Apóstol de Andalucía puede iluminar los caminos y los métodos a seguir en la vida eclesial y en la misión pastoral en estos tiempos de cambio de época. En sus escritos y en sus cartas podemos encontrar consejos de amigo para obispos y prudentes orientaciones para ejercer el ministerio sacerdotal, y hacerlo con cercanía, entrega, sencillez y valentía. El contacto con este verdadero maestro de evangelizadores, encenderá de nuevo el ardor necesario para anunciar a Jesucristo y construir su Iglesia en el siglo XXI.

San Juan de Ávila es un modelo muy actual para los sacerdotes. Las orientaciones del Concilio Vaticano II, la Exhortación Apostólica Pastores Dabo Vobis de S. Juan Pablo II, la sabia doctrina de Benedicto XVI y últimamente las indicaciones del papa Francisco, hallan en San Juan de Ávila el modelo acabado de un sacerdote evangelizador. En efecto, él encontró la fuente de su espiritualidad en el ejercicio de su ministerio, configurado con Cristo Sacerdote y Pastor, pobre y desprendido, casto, obediente y servidor. Es decir, se trata de un sacerdote con una honda experiencia de Dios, alimentada en la oración, en su amor a la Eucaristía y en su devoción de la Virgen; un sacerdote bien preparado en ciencias humanas y teológicas, conocedor de la cultura de su tiempo, estudioso y en formación permanente; un pastor cercano y acogedor y que cultiva la comunión y la amistad, la fraternidad sacerdotal y el trabajo apostólico.

Así resulta un apóstol infatigable, entregado a la misión, predicador del misterio cristiano y de la conversión, padre y maestro en el sacramento de la penitencia, guía y consejero de espíritus, discernidor de carismas, animador de vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales, innovador de métodos pastorales, preocupado por la educación de los niños y jóvenes. San Juan de Ávila es, en fin, modelo de caridad pastoral. Los presbíteros, los diáconos permanentes y quienes os preparáis para ser sacerdotes encontramos en él un modelo del verdadero apóstol, y un ejemplo vivo de la caridad pastoral como clave de nuestra espiritualidad, vivida diariamente en el ejercicio de nuestro ministerio.

3. El Papa Francisco nos pide a los sacerdotes vivir de verdad nuestra condición de pastores, una faceta que nuestro santo desarrolló hasta límites realmente heroicos. A imitación de Jesús, el Buen Pastor, Juan de Ávila se tomó muy a pecho conocer a sus ovejas, llamarlas por su nombre, defenderlas con sus escritos y con su vida intachable, y llevarlas a los pastos de la más sana doctrina. Hoy la Iglesia necesita pastores que, día a día, den lo mejor de sí mismos en favor de sus ovejas. Que actúen como verdaderos pastores, preocupados por el estado y la salud espiritual de su rebaño. Dicho de otro modo, pastores que amen de tal manera a la gente que les ha sido encomendada, que estén dispuestos en todo momento a dar la vida por ellos. Sacerdotes que no huyan nunca de su dedicación al rebaño, vayan las cosas bien o, por el contrario, los resultados se hagan esperar. Mis queridos amigos sacerdotes: no somos asalariados, que se buscan a sí mismos o que buscan su comodidad, su ascenso o sus intereses personales. El buen pastor no se esconde en horarios egoístas ni en tareas que no le son propias. El buen pastor está siempre disponible y en sintonía con el presbiterio diocesano, el Obispo y la comunidad diocesana.

No caigamos en la tentación de la desilusión, del pesimismo, del “siempre se ha hecho así”, de no intentar algo de nuevo porque eso ya lo he hecho y no dio ningún resultado, o en la tentación de buscar las lisonjas humanas. No caigamos en la tentación de quejarnos continuamente culpando siempre a los demás o a la difícil situación social o cultural; ésta es una tentación, que nos tranquiliza la conciencia pero que nos paraliza en la misión evangelizadora. No caigamos en la tentación de compararnos con los demás, origen de tantas envidias que dañan el ministerio y la fraternidad sacerdotal. Nuestro presbiterio diocesano es rico por su diversidad. Y, a la vez, es rico por el don de la unidad que cada sacerdote está llamado a vivir y construir en torno al Obispo junto con el resto de los presbíteros. Construir y vivir gozosamente la unidad en la diversidad es una de claves para ser un presbítero feliz (Papa Francisco).

4. ¿Qué hizo San Juan de Ávila para no caer en estas tentaciones?

En la visita ad limina del pasado mes de enero, el papa Francisco, peguntado cómo ha de ser un obispo hoy, nos exhortaba a la cercanía en cuatro direcciones: a Dios, a los hermanos obispos, a los sacerdotes y al pueblo de Dios. Aplicado, a todos vosotros, está cercanía sería a Dios, al Obispo, a los hermanos sacerdotes y al pueblo.

Cuidemos nuestra vida de oración y nuestra estrecha unión con Dios Padre, como Jesús. San Juan de Ávila nunca regateó los tiempos dedicados a la oración ni buscó escusas en sus muchos quehaceres. Seamos hombres de Dios, seamos santos, uniendo la oración constante con nuestra entrega pastoral. Vivamos cercanos al Obispo y a los hermanos sacerdotes construyendo la fraternidad en nuestra vida y misión. Seamos cercanos a nuestra gente –bautizados y no bautizados. Seamos para todos “luz del mundo y sal de la tierra”, como nos dice el Evangelio.

5. Que el Señor nos conceda la gracia, queridos amigos sacerdotes, de ser pastores según su corazón siguiendo el ejemplo de Juan de Ávila: pastores cercanos a sus fieles, que los conocen muy bien y se desviven por ellos, que conviven con ellos en sus penas y en sus alegrías, que oran con intensidad y dedican un tiempo adecuado al estudio. Por lo demás, pido a Dios que esta fiesta tan nuestra, nos sirva para ganar en confianza de unos con otros, en trato sencillo y fraterno, en ser apoyo unos de otros y consuelo de los que más lo puedan necesitar.

Esta mañana no puede faltar nuestra oración fraterna por nuestros hermanos sacerdotes fallecidos en este último año: D Joaquín D. Domínguez Esteve, D. Luis Gascó Molina, D. Amado Segarra Segarra, D. Domingo José Galindo y D. Fco. Javier Iturralde Pachés. ¡Que el Buen Pastor les conceda la gracia de habitar en su casa por años sin término! Así se lo pedimos por intercesión de su Madre y nuestra Madre, la Virgen de la Cueva Santa, nuestra Patrona. Amén.

Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

Compartir

Homilía en la Fiesta de la Mare de Déu del Lledó

4 de mayo de 2022/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Homilías, Homilías 2022 /por obsegorbecastellon

Basílica-Santuario de Lledó, 1 de mayo de 2022

III Domingo de Pascua

(Hechos 5, 27b.-32.40b-41; Magnificat;  Ap 5,11-14; Jn 21,1-19)

Saludo

1. Es una verdadera alegría celebrar cada año esta Eucaristía el primer domingo de mayo para cantar y honrar a nuestra Reina y Señora, la Mare de Déu del Lledó. En este tiempo pascua, nuestra alegría se hace como más intensa al sentir de modo especial la presencia del Señor resucitado en medio nosotros: es Él mismo quien nos convoca e invita a celebrar su misterio pascual, esta Eucaristía, en honor a su Madre y nuestra Madre.

Os saludo de corazón a todos cuantos habéis acudido a la Basílica para esta Misa estacional. Saludo fraternalmente a todos los sacerdotes concelebrantes, al Sr. Prior de esta Basílica y al Sr. Prior, al Presidente, Directiva y Hermanos de la Real Cofradía de la Mare de Dèu del Lledó, a la Sra. Presidenta y Camareras de la Virgen. Un saludo cordial a la Sra. Regidora de Ermitas, y al Clavario y Perot de este año. Mi saludo respetuoso y mi agradecimiento a la Ilma. Sra. Alcaldesa, a los Miembros de la Corporación Municipal de Castellón y al resto de autoridades, que nos acompañan, así como a las Reinas Mayor e Infantil de las Fiestas. Y un saludo muy especial a cuantos desde vuestras casas estáis unidos a nosotros por TV-Castelló y TV-8 Mediterráneo, especialmente a las personas mayores, a los enfermos e impedidos para salir de casa.

María, Madre de Dios y Madre nuestra

2. Hemos venido a Lidón para celebrar a nuestra Patrona en el día de su Fiesta: aquí la sentimos como más cercana. De nuevo invocamos su protección maternal: a sus pies podemos acallar nuestras penas y mostrarle nuestras alegrías, en su regazo encontramos consuelo maternal y bajo su protección sentimos el aliento necesario para seguir caminando como cristianos, como discípulos misioneros del Señor, como Iglesia peregrina de Dios en Segorbe-Castellón. María es siempre la Madre buena que nos espera y acoge, que siempre tiene en sus labios la palabra oportuna o el silencio elocuente. En verdad: necesitamos su palabra, su aliento y su ejemplo en nuestro peregrinaje terrenal, en especial  en estos tiempos de dificultad económica, moral y espiritual, en estos tiempos de guerra en Ucrania y en otras partes del mundo.

María es la Mare de Déu, que nos da y nos lleva a su Hijo, muerto y resucitado, para que creyendo en Él, nos sean perdonados los pecados y tengamos Vida, y Vida eterna. El deseo más ferviente es que nos dejemos encontrar con Cristo Jesús, el Señor resucitado, que convirtamos de corazón a Él y nos dejemos renovar por Él para que se avive y afiance nuestra fe, para que se renueve nuestra vida cristiana, para que crezcamos en comunión con Cristo que genera comunión con los hermanos y salgamos a la misión.  A esto nos llama el Año jubilar diocesano que estamos celebrando con motivo del 775 Aniversario de la creación de la sede episcopal en Segorbe y con ello el origen de nuestra Iglesia diocesana. La Virgen no deja nunca de decirnos: “Haced lo que Él os diga” (Jn 2,5).  

Nos lleva al encuentro con su Hijo resucitado

3. La Mare de Déu nos enseña a escuchar y acoger la Palabra de Dios, la palabra de su Hijo que acabamos de proclamar, para llevarnos al encuentro renovador y salvador con su Hijo resucitado. El evangelio de hoy nos habla de la aparición de Jesús resucitado a sus discípulos cuando estaban pescando. Es la tercera vez, según el evangelista san Juan, que Jesús, una vez resucitado, salió al encuentro de sus discípulos para hacerles ver que había resucitado, para disipar sus dudas y fortalecerles en la fe de su resurrección. Ya en la tarde del primer día de la semana, cuando los discípulos estaban en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos, Jesús resucitado se puso en medio de ellos, les enseño las señales de sus manos y el costado, y les dijo: “Paz vosotros”. Y su corazón se llenó de alegría al ver al Señor (cf. Jn 20, 19-20). Al apóstol Tomás, que no estaba presente aquella tarde y dudaba de lo que le dijeron sus compañeros, Jesús le invitó una semana después a tocar las llagas de sus manos y meter su mano en la hendidura de su costado. Y Tomás creyó que el Resucitado era el mismo que el Crucificado: “Señor mío, y Dios mío”, exclamó (Jn 20,28). Hoy sale a de nuevo a su encuentro. Y Juan, el discípulo que tanto quería Jesús, exclama: “Es el Señor”.  Les da a comer pan y pescado. Y “ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor” (Jn 21, 12).

Los discípulos se dejaron encontrar personalmente por el Resucitado. Fue un encuentro real y no una fantasía. Fue un encuentro profundo que tocó a sus personas en el centro de su ser; pasaron de la tristeza a la alegría, de la decepción a la esperanza, del miedo a los judíos a mostrarse ante ellos como los discípulos de Jesús. Toda su persona cambió de raíz: su pensar, su sentir y su actuar. Este encuentro los movilizó y los impulsó a contar lo que habían visto y experimentado; y lo hacían con temple y aguante, sin miedo a las amenazas, a la cárcel e incluso a la muerte. Este encuentro con el Señor resucitado fue tan fuerte que hizo de ellos la comunidad de discípulos misioneros del Señor, y puso en marcha un movimiento que nada ni nadie podrá ya parar.

Como en el caso de los Apóstoles, el Señor resucitado sale hoy a nuestro encuentro de manos de la Mare de Déu y pide de nosotros un acto personal de fe en la resurrección de Cristo. Nuestra fe se apoya en la señal del sepulcro vacío y, sobre todo, en el testimonio unánime y veraz de aquellos que pudieron ver al Resucitado, que comieron y bebieron con él en los cuarenta días que permaneció en la tierra.

El Señor resucitado está presente hoy en nuestra vida y sale a nuestro encuentro. Él está en medio de nosotros y nos invita a todos a dejarnos encontrar o reencontrar personalmente por Él para recuperar o fortalecer la alegría de nuestra fe y de nuestra condición de cristianos; es la alegría que brota de la Pascua, es la alegría de sabernos amados personal y siempre por Dios en su Hijo, Jesús, muerto y resucitado, para que en Él tengamos vida, la vida misma de Dios. Como entonces, este encuentro ha de ser personal, real y transformador de toda nuestra vida personal y comunitaria; un encuentro que nos lleve de nuevo a la comunidad de los discípulos de Jesús, y un encuentro que nos movilice a anunciar a todos la buena y gran Noticia de la Resurrección del Señor. El Resucitado está entre nosotros, nos espera especialmente en su Palabra, en la Eucaristía y en el sacramento de la Penitencia, en la oración, en la comunidad de sus discípulos, y en los pobres, en los hambrientos y sedientos, en los enfermos y necesitados, con los que Él se identifica. Él nos espera en su Madre y Madre nuestra, la Mare de Déu del Lledó.

Para que el Señor Resucitado sea anunciado y testimoniado

4. La primera Lectura de hoy nos muestra la fuerza con que Pedro y los demás Apóstoles anuncian a Cristo resucitado, hablan en su nombre y predican el Evangelio. Al mandato del Sumo Sacerdote y del Sanedrín de callar, de no seguir enseñando en el nombre de Jesús, de no anunciar más su mensaje, ellos responden claramente: “Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hech 5,29). No temen ser azotados, ultrajados y encarcelados. Pedro y los Apóstoles anuncian con audacia aquello que han recibido, el Evangelio de Jesús.

Y nosotros, ¿somos capaces de anunciar a Cristo resucitado y de llevar su Evangelio a nuestros ambientes? O ¿nos avergonzamos de hablar de Cristo resucitado con nuestros hijos, con nuestros jóvenes, con nuestros amigos y compañeros de trabajo o de profesión? Nadie da lo que no tiene, ni anuncia lo que no cree ni vive. La fe nace de la escucha de la Palabra y del encuentro con el Señor resucitado en su Iglesia; y la fe se refuerza con el anuncio.

El anuncio de Pedro y de los Apóstoles no consiste sólo en palabras; ellos dan testimonio con la vida entera de su fe en Cristo resucitado. Esto vale para todos nosotros, queridos devotos de la Mare de Déu: Cristo resucitado quiere ser anunciado y testimoniado por cada uno de nosotros. Como entonces a los discípulos, el Señor nos dice hoy. “Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis. La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces” (Jn 21, 6). Cada uno debería preguntarse cómo da testimonio de Cristo y del Evangelio en su vida.  ¿Tengo el valor de Pedro y los otros Apóstoles de pensar, decidir y vivir como cristiano, obedeciendo a Dios, antes que a los hombres? ¿O me dejo llevar en vida por el qué dirán, por criterios mundanos, por lo políticamente correcto, por el pensamiento único, por la cultura de la cancelación del cristianismo? El testimonio de la fe tiene muchas formas; pero todas son importantes, incluso las que no destacan. Es el testimonio de vida en lo cotidiano de las relaciones de familia, del trabajo, de la  amistad o del tiempo libre. Quien nos escucha y nos ve, debería poder leer en nuestros actos eso mismo que oye en nuestros labios, y dar gloria a Dios.

Con la resurrección de Cristo todo ha quedado renovado, todo ha recobrado su belleza original: el ser humano, las relaciones humanas, el sentido de la historia y la misma creación. Hoy también –y más que nunca- estamos llamados a anunciar a Jesús resucitado y el Evangelio de Jesús, y a hacerlo con la palabra y con el testimonio de vida. No es fácil, pero es urgente y necesario, anunciar y testimoniar el Evangelio de la vida, y trabajar por el respeto y defensa de toda vida humana desde su concepción hasta su muerte natural; es el mejor servicio que podemos prestar a la dignidad sagrada e inviolable de toda persona humana. No es fácil, pero es urgente y necesario anunciar y testimoniar el Evangelio del matrimonio y de la familia fundada en el matrimonio, célula básica de la sociedad. Es urgente y necesario anunciar y dar testimonio del Evangelio de la paz y trabajar por ella ante tanto rencor, violencia y ante la invasión injusta y la guerra en Ucrania. Es urgente y necesario y necesario anunciar y dar testimonio del Evangelio de la justicia ante tantas situaciones de injusticia y luchar por un trabajo digno y decente.

Reconocer a Cristo como El Señor y adorarlo como Dios

5. Pero anunciar y testimoniar con nuestra vida a Cristo muerto y resucitado para la vida del mundo sólo es posible si reconocemos a Jesucristo como “el Señor” (cf. Jn 21,7), que nos ha llamado y nos invita a recorrer su camino. Anunciar y dar testimonio de Jesucristo es posible únicamente si estamos unidos a Él como el sarmiento a la vid, si permanecemos junto a él, como Pedro, Juan y los otros discípulos.

Tener a Jesucristo resucitado como el Señor significa exclamar con Tomás, “¡Señor mío y Dios mío!” (Jn 20, 28): es reconocer a Cristo como el Señor, el único Señor de nuestra vida, y adorarlo como Dios, como nos recuerda el pasaje del Apocalipsis que hemos escuchado (cf. Ap 5,11-14). Adorar a Dios es tenerlo como centro de nuestra existencia, aprender a estar con Él, pararse a dialogar con Él, sintiendo que su presencia es la más verdadera, la mejor, la más importante de todas. Así nos lo enseña la Virgen. Adorar al Señor Jesús quiere decir darle el lugar que le corresponde; adorar al Señor quiere decir creer que únicamente Él guía verdaderamente nuestra vida; adorar al Señor quiere decir que estamos convencidos de que es el único Dios, el Dios de nuestra vida, el Dios de nuestra historia.

Esto pide despojarnos de tantos ídolos, pequeños o grandes, que tenemos, en los que nos refugiamos, en los que buscamos y ponemos nuestra seguridad, nuestra salvación. Son ídolos que a menudo mantenemos bien escondidos, como la ambición, el gusto por el éxito, el ponerse a uno mismo en el centro, la tendencia a estar por encima de los otros, la pretensión de ser los únicos señores de nuestro cuerpo y de nuestra vida. Adorar es despojarse de nuestros ídolos, también de esos más recónditos, y tener al Señor como centro, como camino, verdad y vida de nuestra existencia.

6. Queridos hermanos y hermanas: el Señor resucitado sale a nuestro encuentro. Dejémonos encontrar, transformar y renovar por Él. Jesús nos invita a proclamarlo con gozo como el Resucitado, con la palabra y el testimonio de nuestra vida diaria. El Señor es el único Señor, el único Dios de nuestra vida, y nos invita a despojarnos de tantos ídolos y a adorarle sólo a Él. Que la Mare de Déu del Lledó, la esclava del Señor, nos lleve a Cristo, nos ayude en este camino e interceda por nosotros, que por su intercesión nos conceda el don de la paz. Amén.

+ Casimiro Lopez Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

Compartir
Página 1 de 35123›»
Lo más leído
  • Ciento cincuenta fieles de nuestra diócesis asisten a la...10 de septiembre de 2019 - 09:53
  • La experiencia del Sínodo en la Diócesis fortalece a la...4 de junio de 2022 - 18:25
  • El Obispo encarga al nuevo prior abrir San Pascual a la...14 de septiembre de 2017 - 18:02
  • Fallece el padre Ricardo García22 de noviembre de 2019 - 16:55
Lo último
  • Bendecido un nuevo retablo para el Santo Sepulcro...29 de marzo de 2023 - 14:19
  • Los sacerdotes del Arciprestazgo de Lucena visitan...29 de marzo de 2023 - 14:09
  • Oraciones por la lluvia29 de marzo de 2023 - 12:30
  • El ‘Clero Joven’ recibe formación sobre Derecho29 de marzo de 2023 - 10:46
Comentarios
  • […] de adolescentes y jóvenes en proceso de Confirmación,...6 de febrero de 2023 - 09:29 por D. Casimiro anima a los jóvenes confirmados a unirse a Jubileo Diocesano - Obispado Segorbe-Castellón
  • […] su carta del 17 de noviembre del 2018, titulada...1 de febrero de 2023 - 10:00 por Intenciones de oración de la CEE y del Papa en febrero - Obispado Segorbe-Castellón
  • […] más conocerse los hechos, D. Casimiro emitió...28 de enero de 2023 - 10:00 por Eucaristía de desagravio por la profanación en la Iglesia de San Francisco de Asís, en Castellón - Obispado Segorbe-Castellón
  • […] parroquial de San Francisco de Asís, en Castellón....25 de enero de 2023 - 16:11 por «Grave profanación» en una iglesia de Castellón - Alfa y Omega
Etiquetas
Año jubilar 775 años sede Segorbe caridad carta carta obispo Castellón catedral de segorbe coronavirus cuaresma cáritas cáritas diocesana eucaristía familia Fondo Diocesano ante el Covid-19 La Hoja mater dei misa navidad Obispo segorbe vila-real

Siguenos

  • facebook
  • twitter
  • instagram
  • youtube

Diócesis Segorbe-Castellón

Diócesis Segorbe-Castellón
Vídeo de la XXX Procesión Diocesana de Semana Santa 2023 en Castellón organizada por la M.I. Cofradía de la Purísima Sangre de Jesús de Castellón

@cofradiadelapurisimasangre2853
Toda la actualidad religiosa de la Diócesis de Segorbe-Castellón
NOTICIAS:
- Responsables de distintas confesiones religiosas firman una "Declaración Interconfesional e Interreligiosa sobre la Dignidad de la Vida Humana”.
- D. Casimiro preside un encuentro de voluntarios de 40 días por la Vida junto a la líder nacional del movimiento y a la responsable para Iberoamérica
- La Diócesis celebra el Día del Seminario con una Eucaristía en la Catedral de Segorbe
AGENDA:
- Recepción de la Virgen Peregrina de los Desamparados: visita la Basílica del Lledó en la Jornada por la Vida
- Este domingo, Misa Estacional por el 475º Aniversario de la Fundación de la Cofradía de la Purísima Sangre en la Concatedral de Santa María y Procesión Diocesana de Semana Santa
LA ENTREVISTA
Hablamos con la Superiora de la Congregación de las terciarias Capuchinas de Segorbe con motivo de su 125º Aniversario de presencia en nuestra Diócesis.
Toda la información religiosa de nuestra Diócesis:
NOTICIAS:
- "Fiesta del Perdón" para los niños de 1ª Comunión de La Asunción en La Vall
- Los jóvenes de la Parroquia Santos Evangelistas de Vila-real dirigen un Via Crucis por los cristianos perseguidos
- Viernes solidario de la Coordinadora de Acción Católica General: por la crisis energética
- Encuentro de voluntarios de "40 días por la Vida" en plena campaña de oración contra el aborto
CARTA SEMANAL del Obispo: Nos invita a vivir la Jornada por la Vida el próximo 25 de marzo y así a implicarnos por crear una cultura de la vida en la que toda vida humana sea acogida con amor, gratitud y alegría.
ENTREVISTA: con Juan Carlos Vizoso, responsable de la Pastoral Vocacional. Conocemos más de cerca la vocación al sacerdocio ordenado ante la inminente celebración del Día del Seminario en la festividad de San José
Ver más... Suscribirse

Twitter Follow

•Cuenta oficial del Obispado de Segorbe-Castellón •YT https://t.co/X3e2AUxdU3… •IG https://t.co/2WsUUxBGUS…

segorbecastello
segorbecastello SegorbeCastellón @segorbecastello ·
20 Mar

#24horasparaelSeñor #Cuaresma

2⃣4⃣🙏 Diferentes parroquias de la Diócesis de Segorbe-Castellón han celebrado las 24 horas para el Señor entre el viernes y el sábado de la tercera semana de Cuaresma.

https://bit.ly/3Tumh9p

Reply on Twitter 1637751735438434305 Retweet on Twitter 1637751735438434305 Like on Twitter 1637751735438434305 Twitter 1637751735438434305
segorbecastello SegorbeCastellón @segorbecastello ·
20 Mar

#DíaDelSeminario #Seminaristas #VocacionesSacerdotales

🙏👦🧑⛪ D. Casimiro exhorta a “no tener miedo de proponer la vocación” en la celebración el Día del Seminario.

https://bit.ly/3LvGGcq

Reply on Twitter 1637745627927855105 Retweet on Twitter 1637745627927855105 Like on Twitter 1637745627927855105 Twitter 1637745627927855105
Ver más...

Facebook

Diócesis de Segorbe-Castellón

7 horas atrás

Diócesis de Segorbe-Castellón
#lAlcora #retablo⛪ Bendecido un nuevo retablo para el Santo Sepulcro de la parroquia de L’Alcora. ... Ver másVer menos

Bendecido un nuevo retablo para el Santo Sepulcro de la parroquia de L’Alcora - Obispado Segorbe-Castellón

bit.ly

El párroco de la Asunción de Ntra. Sra. de l´Alcora, D. José Aparici, bendijo el domingo pasado un nuevo retablo, impulsado por la Cofradía Dulce Nombre y
Ver en Facebook
· Compartir

Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedIn Compartir por correo electrónico

obispadosegorbecastellon

¡Hoy tienes una cita con el Señor en la @uchceu_ ¡Hoy tienes una cita con el Señor en la @uchceu_universidad de #Castellón!

🙏 @behakuna te invita a escuchar la charla “Festejemos la Creación", de Gabriel Ibiza; y a participar en la Hora Santa 🕗 😇

🗓 Lunes, 27 de marzo
⌚20:00 h. 
🏫 CEU Castellón
🎞️ XXX Procesión Diocesana de Semana Santa e 🎞️ XXX Procesión Diocesana de Semana Santa en Castellón organizada por la M.I. Cofradía de la Purísima Sangre de Jesús de Castellón @cofradia_la_sangre_castello

#semanasanta #cofradias #castellon #purisimasangre #nazareno #semanasanta2023 #procesion
XXX Procesión Diocesana de Semana Santa en Castel XXX Procesión Diocesana de Semana Santa en Castellón organizada por la M.I. Cofradía de la Purísima Sangre de Jesús de Castellón @cofradia_la_sangre_castello

#semanasanta #cofradias #castellon #purisimasangre #nazareno #semanasanta2023 #procesion
Acogemos a la Mare de Déu dels Desamparats en la Acogemos a la Mare de Déu dels Desamparats en la Jornada Diocesana por la Vida, en la Basílica del Lledó... Bajo tu amparo, ¡Madre!, nos acogemos  @cofradialledo @basilica_desamparados_valencia @40diasporlavida.es @familiasgcs @archivalencia

#JornadaDiocesanaporlaVida #virgendesamparados #castellon #valencia #peregrina #virgenmaria #eucaristia #NoAlAborto #basilicalledo #basilica
Fervor, devoción y vítores de los fieles de la D Fervor, devoción y vítores de los fieles de la Diócesis de Segorbe-Castellón a la Mare de Déu dels Desamparats... Bajo tu amparo, ¡Madre!, nos acogemos #JornadaDiocesanaporlaVida @cofradialledo @basilica_desamparados_valencia @40diasporlavida.es @familiasgcs
La Balílica del Lledó acoge la visita de la Virg La Balílica del Lledó acoge la visita de la Virgen Peregrina de los Desamparados en el año que celebramos eñ centenario de su coronación...¡Vixca la Mare de Déu!...@basilica_desamparados_valencia
D. Casimiro da consuelo a los evacuados por el inc D. Casimiro da consuelo a los evacuados por el incendio acogidos en el Seminario Diocesano de Segorbe @colegioseminariosegorbe
#DefensaDeLaVida #SiALaVida ✍️ Responsables d #DefensaDeLaVida #SiALaVida

✍️ Responsables de distintas confesiones religiosas, han firmado esta mañana una “Declaración Interconfesional e Interreligiosa sobre la Dignidad de la Vida Humana” 🤰👶👩‍🦰👴

✝ ☪ ☦ “Rogamos a nuestros fieles, a la sociedad en general y a la comunidad política, que reflexionen una vez más y asuman el compromiso de cooperar y trabajar juntos para que toda vida humana sea protegida y custodiada como un don de Dios, dotado de la más alta dignidad”.
¡Recuerda! El 25 de marzo tienes una cita muy i ¡Recuerda! 

El 25 de marzo tienes una cita muy importante en la Basílica de Ntra. Sra. del Lledó, para celebrar la Jornada por la Vida, junto a la Virgen Peregrina de los Desamparados.

¡No puedes faltar!
#DíaDelSeminario #Seminaristas #VocacionesSacerdo #DíaDelSeminario #Seminaristas #VocacionesSacerdotales

🙏👦🧑⛪ D. Casimiro exhorta a “no tener miedo de proponer la vocación” en la celebración el Día del Seminario.
D. Casimiro nos exhorta a "caminar desde el Señor D. Casimiro nos exhorta a "caminar desde el Señor a la raíz cristiana de nuestro origen como pueblo"
Los jóvenes de la Parroquia Santos Evangelistas r Los jóvenes de la Parroquia Santos Evangelistas rezan el Vía Crucis por la Iglesia perseguida👏
Conferencia de Mons. José Ignacio Munilla @obispo Conferencia de Mons. José Ignacio Munilla @obispomunilla en el @realcasinoantiguo 
Conferencia interesante sobre la dignidad de la vida humana.
Tenéis el directo en nuestro canal de Youtube @DiocesisSegorbeCastellon
Únete a la Jornada Diocesana por la Vida en la Ba Únete a la Jornada Diocesana por la Vida en la Basílica de Ntra. Sra. del Lledó
🎞️🚶‍♂️🚶‍♀️⛰️⛪ VI Encu 🎞️🚶‍♂️🚶‍♀️⛰️⛪ VI Encuentro Diocesano de Jóvenes 

Hemos contado con @quiquemira @marialorenzo99 @aute___ @aisha.rapmusic @diegoblancoalbarova y @juanfelixcolomina

#quiquemira #marialorenzo #aute #diegoblanco #aisharap #jovenes #fiesta #concierto #adoracion #eucaristia #castellon #segorbe #drone #volar
🚶‍♂️🚶‍♀️⛰️⛪ Resumen del V 🚶‍♂️🚶‍♀️⛰️⛪ Resumen del  VI Encuentro Diocesano de Jóvenes 

Hemos contado con @quiquemira @marialorenzo99 @aute___ @aisha.rapmusic @diegoblancoalbarova y @juanfelixcolomina

#quiquemira #marialorenzo #aute #diegoblanco #aisharap #jovenes #fiesta #concierto #adoracion #eucaristia #castellon #segorbe
Cursos de Antropología del Cuerpo según San Juan Cursos de Antropología del Cuerpo según San Juan Pablo II

🗓️ Del 27 de Febrero al 3 de Marzo a las 19:30h

📍Parroquia de El Salvador

#cursos #antropologia #cuerpo #sanjuanpabloii #juanpabloii #templo #espiritusanto #filosofia #karolwojtyla #comprender #cuidar #respetar
Entrevista a María Ángeles Bou, coordinadora de Entrevista a María Ángeles Bou, coordinadora de la campaña en Castellón. Misa de envío de 40 Días por la Vida.

#aborto #castellon #40diasporlavida #40daysforlife #rezar #oracion #plannedparenthood #stopabortion #findelaborto #libertad #virgenguadalupe #guadalupe
Comunicado ante una nueva profanación de la Eucar Comunicado ante una nueva profanación de la Eucaristía en la Iglesia parroquial de Santa María de Segorbe

#eucaristia #desagravio #santamaria #iglesia #segorbe #profanación
Misa de envío de 40 Días por la Vida. ¡Rezar s Misa de envío de 40 Días por la Vida.

¡Rezar salva vidas! En esta batalla el arma más fuerte es la oración. Apúntate ya para rezar por el fin del #aborto
40diasporlavida.online

#aborto #castellon #40diasporlavida #40daysforlife #rezar #oracion #plannedparenthood #stopabortion #findelaborto #libertad #virgenguadalupe #guadalupe
Cargar más... Síguenos en Instagram
Obispado Segorbe-Castellón - Enfold WordPress Theme by Kriesi
  • Twitter
  • Facebook
  • Instagram
  • Youtube
  • Política de privacidad
  • Vaticano
  • Noticias Vaticano
  • Conferencia Episcopal
  • Agencia SIC
  • Caritas
  • Contactar
Desplazarse hacia arriba

Esta web utiliza 'cookies' propias y de terceros para ofrecerte una mejor experiencia y servicio. Pulsando en "aceptar" consientes el uso de todas las cookies, pero puedes cambiar la configuración de 'cookies' en cualquier momento.

Aceptar todasOcultar notificaciónConfiguración

Cookies y configuración de privacidad



Como usamos las cookies

Como la mayoría de los servicios en línea, nuestro sitio web utiliza cookies propias y de terceros para varios propósitos. Las cookies de origen son principalmente necesarias para que el sitio web funcione correctamente y no recopilan ninguno de sus datos de identificación personal.

Las cookies de terceros utilizadas en nuestros sitios web se utilizan principalmente para comprender cómo funciona el sitio web, cómo interactúa con nuestro sitio web, mantener nuestros servicios seguros, proporcionar anuncios que sean relevantes para usted y, en general, brindarle una mejor y mejor experiencia del usuario y ayudar a acelerar sus interacciones futuras con nuestro sitio web.

Cookies Necesarias

Algunas cookies son esenciales para que pueda experimentar la funcionalidad completa de nuestro sitio. Nos permiten mantener las sesiones de los usuarios y prevenir cualquier amenaza a la seguridad. No recopilan ni almacenan ninguna información personal. Por ejemplo, estas cookies le permiten iniciar sesión en su cuenta y agregar productos a su carrito y pagar de forma segura.

Respetamos completamente si desea rechazar las cookies, pero para evitar preguntarle una y otra vez, permítanos almacenar una cookie para eso. Puede optar por no participar en cualquier momento u optar por otras cookies para obtener una mejor experiencia. Si rechaza las cookies, eliminaremos todas las cookies establecidas en nuestro dominio.

Le proporcionamos una lista de las cookies almacenadas en su computadora en nuestro dominio para que pueda verificar lo que almacenamos. Por razones de seguridad, no podemos mostrar ni modificar cookies de otros dominios. Puede comprobarlos en la configuración de seguridad de su navegador.

Cookies para Google Analytics

Estas cookies almacenan información como el número de visitantes al sitio web, el número de visitantes únicos, qué páginas del sitio web se han visitado, la fuente de la visita, etc. Estos datos nos ayudan a comprender y analizar qué tan bien funciona el sitio web y donde necesita mejorar.

Si no desea que rastreemos su visita a nuestro sitio, puede deshabilitar el rastreo en su navegador aquí:

Otros servicios externos

También utilizamos diferentes servicios externos como Google Webfonts, Google Maps y proveedores de video externos. Dado que estos proveedores pueden recopilar datos personales como su dirección IP, le permitimos bloquearlos aquí. Tenga en cuenta que esto podría reducir considerablemente la funcionalidad y la apariencia de nuestro sitio. Los cambios entrarán en vigor una vez que vuelva a cargar la página.

Google Webfont:

Google Maps:

Google reCaptcha:

Vimeo and Youtube videosembeds:

Política de Privacidad

Puede leer sobre nuestras cookies y la configuración de privacidad en detalle en nuestra Página de Política de Privacidad.

Política de privacidad
Aceptar la configuraciónOcultar notificación
Open Message Bar