Celebración de la Vigilia Pascual en la Catedral: “rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo”
La Santa Iglesia Catedral de Segorbe acogió anoche la Vigilia Pascual, presidida por el Obispo de la Diócesis, D. Casimiro López Llorente. Según una antiquísima tradición, ésta es la noche de vela en honor del Señor, y se conmemora la noche santa en la que el Señor resucitó.
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Durante la Vigilia, la Iglesia espera la Resurrección del Señor y la celebra con los sacramentos de la Iniciación Cristiana. Por eso se considera la madre de todas las santas vigilias. Fue la noche en la que los hebreos esperaron el tránsito del Señor, que debía liberarlos de la esclavitud del Faraón, fue desde entonces celebrada cada año por ellos como un “memorial”; esta Vigilia era figura de la Pascua auténtica de Cristo, de la noche de la verdadera liberación.
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Desde su comienzo, la Iglesia ha celebrado con una solemne Vigilia nocturna la Pascua anual. Precisamente la Resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra fe y de nuestra esperanza, y por medio del Bautismo y de la Confirmación somos insertados en el misterio pascual de Cristo, morimos con Él, somos sepultados con Él, y resucitamos con Él, para reinar con Él para siempre. Esta Vigilia es también la espera de la segunda venida del Señor. Es la noche de la verdadera liberación, en la cual “rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo”.
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Se desarrolla en cuatro partes: el lucernario y el pregón pascual forman la primera parte de la Vigilia. En la segunda parte la santa Iglesia contempla a través de la liturgia de la Palabra, las maravillas que Dios ha hecho en favor de su pueblo desde los comienzos. En la tercera parte, tiene lugar la liturgia bautismal o, si no hay bautizos, la renovación de las promesas del bautismo. Finalmente, la comunidad es invitada a la mesa, preparada por el Señor para su pueblo, memorial de su Muerte y Resurrección, en espera de su nueva venida.
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Tras la crucifixión del Señor, las mujeres experimentaron “el dolor, la tristeza y el desaliento”, explicó el Obispo en la homilía, pero todo cambia con el anuncio del ángel: “no está aquí, ha resucitado como había dicho”. Ello “cambia su tristeza en alegría y de inmediato corren a anunciarlo a los discípulos”.
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“¡Cristo vive!, Aquel a quien creían muerto, está vivo”, continuó, “la muerte ha dado paso a la vida; a una vida gloriosa para no morir más. La luz de Cristo irradia sobre la faz de la tierra y disipa las tinieblas de la noche, las tinieblas del pecado y de la muerte”.
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Su victoria “es también nuestra victoria”, indicó, porque “si nuestra vida está unida a la de Cristo, estamos pasando ya de la muerte a la vida, estamos entrando ya en una vida nueva que no conoce la muerte”. Es por ello que la Iglesia, en esta noche santa, “nos invita a renovar las promesas bautismales, renunciando de corazón a Satanás y a todas sus obras y seducciones para seguir firmemente a Dios y sus planes de salvación. El amor de Dios nos despierta esta noche”.
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Por último, del mismo modo que hicieron las mujeres, D. Casimiro exhortó a anunciar a los demás la resurrección del Señor: “vayamos a todos esos lugares donde parece que el sepulcro tiene la última palabra, y donde parece que la muerte es la única solución. Vayamos a anunciar, a compartir y a descubrir que es cierto que el Señor está vivo y quiere resucitar en tantos rostros que han sepultado la esperanza, que han sepultado el sentido de la vida y que han sepultado la dignidad del ser humano”.
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