Educación y Medios de Comunicación
Queridos diocesanos:
Celebramos la Jornada de las Comunicaciones Sociales bajo el lema “Los niños y los medios de comunicación social: un reto para la educación”. Con este motivo, el Papa Benedicto XVI en su Mensaje nos invita a reflexionar sobre la relación entre educación y medios de comunicación.
Nadie puede dudar del influjo creciente de los medios en la educación de los niños, que se contrapone en muchos casos al del hogar, de la escuela y de la Iglesia. Urge mucho despertar el sentido crítico ante los medios. La formación en su recto uso es esencial para el desarrollo cultural, moral y espiritual de los niños. Educar a los niños para el buen uso de los medios es responsabilidad de los padres, de la escuela y de la Iglesia. Los padres tienen el derecho y el deber de asegurar un uso prudente de los medios educando la conciencia moral de sus hijos, para que sean capaces de valorar y elegir o rechazar los programas propuestos. Los padres han de contar con la ayuda de la escuela y de la parroquia en esta tarea educativa.
La educación para los medios debe ser positiva prefiriendo aquello que es estética y moralmente excelente; así se ayuda a los niños a desarrollar la prudencia y la capacidad de discernimiento. En este sentido es fundamental el ejemplo de los padres, cuando ellos mismos evitan lecturas o programas chabacanos, con un impacto demoledor en actitudes y comportamientos. La educación para los medios requiere la formación del ejercicio de la libertad. Ésta no consiste en la búsqueda frenética del placer o de nuevas experiencias, que más que liberación generan esclavitud. La auténtica libertad reside en poder elegir deliberadamente lo que es bueno, verdadero y bello.
De los medios hemos de esperar que apoyen esta tarea educativa de los padres, favoreciendo lo que promueva la dignidad del ser humano, el verdadero valor del matrimonio y de la vida familiar, así como los logros y metas de la humanidad. No todo vale para captar audiencia. Hay programas, películas y video-juegos que exaltan la violencia, reflejan comportamientos antisociales o trivializan la sexualidad humana: son una verdadera perversión y mucho más cuando se trata de programas de niños y de adolescentes. Los medios también están obligados a salvaguardar el bien común, a preservar la verdad, a proteger la dignidad humana individual y a promover el respeto por las necesidades de la familia.
Con mi afecto y bendición,
+ Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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