EMAUS peregrina a la Catedral de Segorbe en el Año Jubilar
El Obispo de la Diócesis preside la Misa del Peregrino en la Sede Episcopal
Hoy ha sido un día de celebración y de júbilo para el Apostolado parroquial EMAÚS, adscrito a la Parroquia de la Santísima Trinidad de Castellón. En el calendario de actividades programadas para este tiempo estival, además de dos convivencias preparatorias para los próximos retiros de otoño, las mujeres y hombres de Emaús han celebrado su peregrinación a la Catedral de Segorbe ganando el Jubileo y la Indulgencia Plenaria.
Para este Apostolado Parroquial que apenas tiene 5 años de recorrido en nuestra Diócesis, «peregrinar a la Sede Episcopal es la forma de reconocernos y sentirnos parte de la Iglesia Diocesana que caminamos juntos y contribuimos a la misión de anunciar el Evangelio», ha afirmado la coordinadora del grupo de mujeres, Amelia Martínez. «Estamos profundamente agradecidos a nuestro Obispo por bendecir este apostolado que está cambiando la vida de tantas personas». Desde que, en 2019, D. Casimiro acogiera los Retiros de Emaús en nuestra Diócesis, «nuestro apostolado no solo ha crecido sino que se ha consolidado llegándose a implantar también el grupo de hombres».
Los actos celebrados han estado presididos por Mon. Casimiro López Llorente, Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón. A las 10.30h de la mañana llegaba el grupo a la Capilla del Seminario Diocesano, acompañados por el párroco que les asiste, D. Rafael Manzaneque, donde se ha celebrado el Sacramento de la Reconciliación. A partir de la lectura del Santo Evangelio (Lucas 15), el grupo de peregrinos se ha preparado para participar en el Sacramento de la confesión en adoración y oración ante el Santísimo Sacramento expuesto en el Altar.
Poco después de las 12 del mediodía el grupo ha iniciado la peregrinación hacia la Catedral que ha partido desde la misma Capilla del Seminario dirigiéndose hacia la Iglesia Catedral para atestiguar la devoción, como parte del pueblo de Dios, que acude allí para volver fortalecidos en su voluntad de vivir cristianamente y de practicar con alegría la caridad. «Caminando a la luz de Dios» se han dirigido hasta la Puerta del Claustro de la Catedral donde les esperaba el Obispo de la Diócesis para cruzar la Puerta Santa, donde han dado gracias a Dios bendiciendo su nombre, justo en el lugar donde se reúne la Iglesia diocesana, familia de los hijos de Dios.
Tras la parada y oración frente a la primera Pila Bautismal de nuestra Diócesis, han renovado la fe de la Iglesia recitando el Credo, partiendo después hacia la Capilla del Sagrario, meta de la peregrinación que siempre, ha dicho D. Casimiro, «supone el encuentro con Jesucristo, presente en la Eucaristía, pues Él es nuestro aliento en el camino de la fe y de la vida cristiana».
Así ha dado comienzo la Eucaristía coincidiendo con la festividad de santa Brígida a quien se ha referido D. Casimiro durante la homilía por ser una mujer profundamente cristiana que supo llevar a su marido y sus seis hijos al encuentro con el Señor, recordando cómo este apostolado parroquial nació impulsado por un grupo de mujeres de nuestra Diócesis y, ahora, también lo secundan los hombres que han formado grupo.
El Obispo ha destacado el importante papel de santa Brígida, quien tras enviudar se dedicó a contribuir a la reforma de la Iglesia in capite et membris, es decir, «en la cabeza y en los miembros – ha incidido D. Casimiro – para que la Iglesia siguiera siendo presencia viva de Cristo Jesús y de su Evangelio en medio del mundo».
Palabras que han servido al Obispo para recordar, precisamente, lo que celebramos en este Jubileo, «en el que damos gracias a Dios por nuestra Iglesia Diocesana, por todos los dones concedidos y por todos aquellos que nos han precedido en la fe para dejar que el Espíritu actúe en nuestro corazón». Porque este Año de Gracia ha de servirnos para «la conversión personal desde el encuentro con Jesucristo» y así cosechar frutos a través de la evangelización. Desde Cristo Jesús y, siguiendo el ejemplo de San Pablo al comprobar cómo aquellas comunidades cristianas que él había fundado estaban perdiendo identidad cristiana, relatando en su carta a los Gálatas «no soy yo quien vive en mi carne sino Cristo Jesús». Así D. Casimiro ha exhortado al grupo de peregrinos a que «el lugar central lo ocupe Cristo y Jesús vivo para crecer en comunión y salir a la misión».
Jesús es la «fuente personal de nuestra vida cristiana, de nuestras comunidades, de nuestra Iglesia, y la fuente y meta de nuestra misión». Porque, «permaneciendo unidos a Él, como los sarmientos a la vid, se consiguen frutos, pues si no estamos unidos al Señor nuestra vida cristiana desfallece y se va apagando», ha insistido D. Casimiro. Siendo así «los frutos de santidad, de evangelización y de misión serán posibles en la medida que sigamos unidos a Cristo que es la savia que brota y nosotros somos meros colaboradores para llevar la alegría del Evangelio a todos, porque a todos está destinado».
Todo ello, bajo la protección de la Virgen, «pues Ella es quien nos muestra siempre el mejor camino para ser discípulos misioneros del Señor, mirándole a Él, acogiendo su voluntad, dejándose transformar por Él para salir fortalecidos, en comunión, a la misión», ha concluido.
Tras la Eucaristía se ha celebrado una comida de hermandad en una jornada que ha servido también de convivencia y preparación a la organización de los próximos retiros de Emaús que se celebrarán en octubre.
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