“Jesús entra en Jerusalén para morir en la cruz”: D. Casimiro abre la Semana Santa con la celebración del Domingo de Ramos
El Obispo, D. Casimiro López Llorente, presidió ayer las celebraciones del Domingo de Ramos en Castellón y Segorbe, dando comienzo a la Semana Santa en la Diócesis. En esta ocasión, a las 11:30 h. partió la procesión desde la plaza de Las Aulas, donde tuvo lugar la bendición de ramos. Desde allí, recorriendo la calle Caballeros se dirigió a la Concatedral de Santa María, donde tuvo lugar la Eucaristía. Ya por la tarde, a las 18:30 h., el Obispo presidió en Segorbe la bendición de ramos en la iglesia del Seminario, seguida de una procesión hacia la Catedral, donde celebró la Santa Misa.

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Durante la homilía, D. Casimiro destacó el doble significado del Domingo de Ramos: la alegría de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén y el dolor por su Pasión, anticipado en el Evangelio. “Hemos expresado la alegría de saber que Cristo vive, está entre nosotros y viene a nuestro encuentro”, afirmó. “Jesús es Dios, pero se ha bajado a caminar con nosotros; se ha hecho Emmanuel”.

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El Obispo subrayó que la alegría cristiana nace del amor de Dios, no de la posesión de cosas: “Nuestra alegría no nace de tener, sino de saberse amados, perdonados y acompañados por Dios, incluso en los momentos más difíciles”. Y añadió: “Jesús entra en Jerusalén para morir, para ser azotado, humillado, coronado de espinas. Pero es precisamente ahí donde resplandece su realeza, porque la cruz es su trono”.

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Al meditar el relato de la Pasión según san Lucas, D. Casimiro recordó cómo el corazón de Cristo rebosa amor y misericordia: “Jesús cura, mira con ternura, habla con compasión, perdona… Del corazón de Jesús brotan solo amor, perdón y vida”. En la cruz, añadió, “Cristo toma sobre sí el pecado, el sufrimiento y la muerte, y los vence con el poder del amor”.

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Invitó a los fieles a vivir intensamente estos días santos: “La Semana Santa nos invita a contemplar a Jesús, a dejarnos encontrar y amar por Él, a caminar con Él hacia la Pascua. Participemos con fe y recogimiento, meditando los relatos de la Pasión como si estuviéramos presentes, para que calen en nuestra mente y en nuestro corazón”.

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Finalmente, animó a no avergonzarse nunca del signo cristiano por excelencia: “No nos dejemos quitar la cruz como símbolo de amor, reconciliación y paz. Desde la cruz, Cristo nos reconcilia con Dios y entre nosotros”.

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Segorbe

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