La localidad de Nules se prepara para acoger la XXXII Procesión Diocesana de Cofradías, Hermandades y Asociaciones de Semana Santa, que se celebrará el próximo domingo 6 de abril a las 18:00 horas. Contará con la participación de 59 cofradías, hermandades y asociaciones provenientes de 18 municipios de la Diócesis de Segorbe-Castellón.
La Procesión está organizada por la Junta Diocesana de Semana Santa y la Hermandad de Nazarenos de la Purísima Sangre de Nules, y tiene un significado especial este año al coincidir con el 85º aniversario de la refundación de la Hermandad.
Será presidida por el Obispo de la Diócesis, D. Casimiro López Llorente, quien estará acompañado por la Junta Diocesana, así como por todas las cofradías que forman parte de esta importante Procesión. Se invita a toda la Diócesis a unirse a este evento que, sin duda, será una de las principales celebraciones de nuestra Semana Santa.
Una representación de la Junta de Gobierno de la Hermandad de Nazarenos de la Purísima Sangre de Nules visitó ayer a nuestro Obispo, D. Casimiro López Llorente, para entregarle la invitación oficial a presidir la XXXII Procesión Diocesana de Cofradías y Hermandades de Semana Santa, que se celebrará el próximo 6 de abril de 2025 en Nules.
La delegación, encabezada por su presidente, José Luis Martínez, presentó al Obispo los detalles de la organización y las novedades de este destacado evento, que este año tiene un significado especial al coincidir con el 85º aniversario de la refundación de la Hermandad, responsable de la organización de la procesión.
Durante la audiencia, se puso en valor el esfuerzo de la Hermandad por preparar una jornada que reunirá a cofradías y hermandades de toda la Diócesis de Segorbe-Castellón en un acto de fe y comunión. Como muestra de agradecimiento y cercanía, la Hermandad obsequió al Obispo con una cesta de clementinas, el producto más emblemático de la localidad, cortesía de la Cooperativa Agrícola San José de Nules.
Mons. Casimiro López Llorente ha presidido esta mañana los Viacrucis que se han celebrado, a las 08.00h en Castellón y a las 10.00h en Segorbe. Sumándose a esta devoción, que conmemora el camino de Jesús hacia la crucifixión, cientos de fieles han rezado y meditado, junto a nuestro Obispo, el sufrimiento y el sacrificio de Jesucristo, cumpliendo una tradición profundamente significativa.
Miembros de las Cofradias y Hermandades de Semana Santa, tanto de Castellón como de Segorbe, se han unido recorriendo el camino de la Cruz hacia el Calvario siguiendo las estaciones que marcan los eventos desde la condena de Jesús hasta su crucifixión y sepultura. El recorrido ha sido una oportunidad para los fieles que, a través de la oración y la meditación, para recorrer espiritualmente el mismo camino que recorrió Jesús, acompañándolo así en su sufrimiento y adhiriéndose con Él a su Pasión.
De esta forma, cada estación ha servido para, tal como ha dicho D. Casimiro,» unirse a este día de dolor» y reflexionar sobre aspectos diferentes del sufrimiento humano y la redención divina. Desde la traición de Judas hasta el encuentro con su madre María, desde la caída de Jesús bajo el peso de la cruz hasta su muerte en el Calvario, las estaciones del Viacrucis han invitado a los participantes a contemplar la profundidad del amor de Dios manifestado en la entrega total de Jesús por la humanidad.
Para los fieles, el Viacrucis no es solo una práctica devocional, sino también una oportunidad para cargar sus propias cruces y enfrentar sus propias dificultades con la confianza de que Jesús está presente en medio de su sufrimiento. A través de la participación en el Viacrucis, los creyentes encuentran consuelo, fortaleza y esperanza en la promesa de la resurrección de Cristo y en su victoria sobre el pecado y la muerte.
En un mundo marcado por el dolor y la injusticia, acompañar a Jesús en la Cruz nos ofrece un recordatorio poderoso de la realidad del sufrimiento humano y la necesidad de solidaridad y compasión. Al meditar en el sufrimiento de Jesús, estamos llamados a comprometernos con la construcción de un mundo más justo y compasivo, donde el amor y la misericordia de Dios puedan manifestarse plenamente.
Primera Estación: Jesús es condenado a Muerte
En la primera estación, vemos a Jesús de pie ante Pilato, enfrentando una condena injusta y abrazando la voluntad de Dios. Nos recuerda las veces que hemos sido juzgados injustamente o hemos enfrentado dificultades, y nos desafía a confiar en la providencia divina incluso en medio de la adversidad.
Segunda Estación: Jesús carga con la Cruz
Con la pesada cruz sobre sus hombros, Jesús comienza su camino hacia el Calvario. Nos invita a reflexionar sobre nuestras propias cargas y sufrimientos, y nos recuerda que nunca estamos solos en nuestras luchas. Como Jesús, podemos encontrar fuerza en la oración y en la ayuda mutua para llevar nuestras cruces con dignidad y valentía.
Tercera Estación: Jesús cae por Primera Vez
La carga de la cruz se hace demasiado pesada y Jesús cae al suelo. En este momento de debilidad física, Jesús nos muestra que el sufrimiento es parte de la condición humana, pero también nos enseña la importancia de levantarnos y seguir adelante, incluso cuando nos sentimos derrotados.
Cuarta Estación: Jesús se encuentra con su Madre
En medio de su agonía, Jesús encuentra consuelo en el amor y la presencia de su madre, María. Este encuentro nos recuerda el papel central de María como madre espiritual para todos los creyentes, y nos desafía a buscar consuelo y apoyo en la comunidad cristiana durante nuestros propios momentos de dolor y sufrimiento.
Quinta Estación: El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la Cruz
Simón el Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz, demostrando un acto de compasión y solidaridad. Este encuentro nos llama a ser como Simón, dispuestos a ayudar a nuestros hermanos y hermanas en sus momentos de necesidad, y nos recuerda que el amor y la compasión son fundamentales para seguir los pasos de Jesús.
Sexta Estación: Verónica enjuga el rostro de Jesús
Verónica, con valentía, se acerca a Jesús y enjuga su rostro lleno de sudor y sangre. En este gesto de bondad y compasión, Verónica nos desafía a ser instrumentos de consuelo y amor para los demás, especialmente para aquellos que están sufriendo y necesitados de compasión y apoyo.
Séptima Estación: Jesús cae por segunda vez
Una vez más, Jesús cae bajo el peso de la cruz. Esta segunda caída nos recuerda la fragilidad de la humanidad y la realidad del sufrimiento en el mundo. Nos desafía a perseverar en nuestra fe y a encontrar fortaleza en Dios incluso en los momentos más oscuros de nuestras vidas.
Octava Estación: Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén
En un gesto de compasión, Jesús se dirige a las mujeres de Jerusalén que lloran por Él. Les ofrece palabras de consuelo y les llama a no llorar por Él, sino por sí mismas y por sus hijos. Esta estación nos recuerda la importancia de la compasión y la solidaridad, y nos desafía a trabajar por un mundo donde reinen la justicia y la paz.
Novena Estación: Jesús cae por tercera vez
Por tercera vez, Jesús cae bajo el peso de la cruz. Esta caída final nos recuerda la debilidad humana y la necesidad de confiar en la fuerza de Dios para levantarnos y seguir adelante. Nos desafía a perseverar en nuestra fe incluso en los momentos más difíciles y a confiar en que Dios está siempre con nosotros.
Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras
En esta estación, Jesús es despojado de sus vestiduras, dejado expuesto y humillado ante la multitud. Este acto de desnudez nos llama a reflexionar sobre nuestra propia vulnerabilidad y a recordar la importancia de la dignidad humana y el respeto mutuo.
Undécima Estación: Jesús es clavado en la Cruz
Jesús es clavado en la cruz, sufriendo un dolor indescriptible por amor a la humanidad. Este acto de sacrificio nos desafía a considerar el costo del amor verdadero y nos llama a comprometernos con el servicio desinteresado y el sacrificio por el bien de los demás.
Duodécima Estación: Jesús muere en la Cruz
Jesús exhala su último aliento y muere en la cruz por la redención de la humanidad. Este acto de amor supremo nos invita a contemplar la profundidad del amor de Dios por nosotros y a comprometernos a seguir su ejemplo de amor y sacrificio en nuestras propias vidas.
Decimotercera Estación: Jesús es bajado de la cruz y entregado a su Madre
El cuerpo de Jesús es descendido de la cruz. Este momento revela la humanidad de Jesús en toda su fragilidad y vulnerabilidad. El cuerpo de Jesús, ahora sin vida, es entregado a sus seguidores más cercanos, quienes lo reciben con dolor y tristeza. Esta estación nos recuerda la realidad de la muerte y la importancia de enfrentarla con humildad y aceptación, confiando en la promesa de la vida eterna que viene a través de la resurrección de Cristo.
Decimocuarta Estación: Jesús es sepultado en el Sepulcro
El acto de sepultura completa el ciclo de la Pasión y Muerte de Jesús, y nos invita a reflexionar sobre el significado más profundo de su sacrificio. Jesús, el Hijo de Dios, se entrega completamente por la humanidad, experimentando la muerte física para redimirnos del pecado y abrirnos las puertas de la vida eterna. La sepultura de Jesús nos recuerda que su muerte no es el final de la historia, sino el comienzo de una nueva vida, y nos da esperanza de que, así como Cristo resucitó de entre los muertos, también nosotros participaremos en su resurrección y vida eterna.
Castellón celebra las 24 horas para el Señor en la Iglesia de La Sangre
Los arciprestazgos de Castellón se han sumado a la celebración de las 24 horas para el Señor, una iniciativa cuaresmal de oración y reconciliación instituida por voluntad del Papa Francisco. La convocatoria, tal como anunció Mons. Casimiro López Llorente en unacartaal Pueblo de Dios de Segorbe Castellón, se celebró en el conjunto de la Diócesis el pasado fin de semana en vísperas del cuarto domingo de Cuaresma. Sin embargo, tal como informaba la misiva, al coincidir con la celebración de las fiestas fundacionales de la ciudad de Castellón, nuestro Obispo pospuso la celebración en Castellón para este fin de semana.
Ayer tarde a las 20h, tras la celebración del Quinario de la Cofradía de la Purísima Sangre de Castellón, la Capilla acogía la celebración de la Eucaristía que, presidida por el Obispo de Segorbe-Castellón, y concelebrada por el Cabildo Concatedral y párroco de Santa María D. Miguel Simón, el Arcipreste del Arciprestazgo 3, D. Joaquín Muñoz, y el secretario, D. Ángel Cumbicos, daba inicio a la celebración de las 24 horas para el Señor.
«A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino que el Verdadero es el que me envía (…)». Intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora
Tras la proclamación de la Palabra, la homilía del Obispo profundizó en «Dios Padre, el Verdadero«, y en «la hora de Jesús». La reflexión de D. Casimiro se centró en estos dos conceptos, y no como los presenta el mundo contemporáneo, sino desde el mismo Jesús. «Cristo es la manifestación suprema de Dios, y la verdad es Dios mismo que nos ha creado por amor para el amor y ahí está la unión que hay entre verdad y amor».
El Dios que nos revela Jesús, dijo D. Casimiro, «nos manifiesta de dónde venimos, para qué venimos, hacia dónde caminamos: venimos de Dios que es amor, caminemos en el amor recibido y ofrecido en su Hijo Jesús para llegar a la santidad, a la perfección del amor, a la vida misma de Dios».
La «hora de Jesús», continuó el Obispo, «es el momento del cumplimiento de la misión que ha recibido de Dios en favor de cada uno de nosotros». Un amor que se hace presente en la última cena a través de la institución de la Eucaristía, del orden sacerdotal y del mandamiento del amor porque «tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo unigénito, para que creyendo en Él tengamos vida».
«Caminemos en una vida nueva»
Retomando las lecturas, D. Casimiro se refirió a los impíos (Sab 2,1a.12-22), «aquellos que no creen en Dios, lo rechazan y lo llevan hasta la muerte». El texto del libro de la Sabiduría muestra un anticipo de Áquel «que morirá en la cruz por ser testigo de la verdad y los que no creen en Dios intentan imponer su verdad incluso persiguiendo a aquellos que se abren a Dios».
En este sentido, nuestro Obispo reconoció que, en un tiempo tan alejado de Dios como el actual, muchos se dejen llevar por esa tendencia y se alejen de Dios, incluso que aún creyendo en Dios lo hagamos solo en la medida de nuestro criterio y previsiones «pero no vivimos la vida nueva que nos ofrece Cristo Jesús». Así se refirió al lema de estas 24h para el Señor y exhortó a caminar en la vida que nos ofrece Jesús acogiendo «la misericordia del Señor en el Sacramento de la Reconciliación que sirve para sanar, para llenarnos de la gracia de Dios, para así caminar, fieles y confiados en el seguimiento de Cristo».
Durante toda la jornada de este sábado, las parroquias de los Arciprestazgos de Castellón han establecido turnos de adoración en la Capilla de La Sangre, donde permanecerá expuesto el Señor.
Más de 160.000 personas rememoraron ayer la fundación de la ciudad de Castellón en una multitudinaria Romería a la ermita de la Magdalena como signo visible del pueblo cristiano que somos.
Mons. Casimiro López Llorente, Obispo de Segorbe-Castellón, presidió la Eucaristía que se celebró en la Capilla del ermitorio al mediodía de ayer, en acción de gracias por los dones recibidos en todos estos siglos de historia del pueblo cristiano de Castellón, evocando así los orígenes de la ciudad de Castellón y los de la comunidad cristiana.
El carácter penitencial de la rogativa estuvo presente tanto a la ida como a la vuelta en la que los cantos Exsurge Domine, las Letanías de los Santos, el O vere deus ponían de manifesto un patrimonio inmaterial de enorme valor que plasma a la perfección la fe y la devoción popular.
La Romería religiosa que comenzaba a primera hora de la mañana en la Concatedral de Santa María tras la Misa de Romeros, regresaba por la tarde y concluía en el templo, pasando por la Capilla de la Purísima Sangre de Castellón poniendo, una vez más, de manifiesto la vinculación del pueblo a la fe como comunidad cristiana.
Una imagen de Cristo crucificado, obra del escultor Juan Bautista Adsuara, acompañada por los cofrades y los Apóstoles, recibían a los romeros y la adoración de los penitentes. Este gesto es conocido popularmente como «les tres caigudes» y lo protagonizan tres niñas que representan a las tres Marías (la madre de Jesús, la Magdalena y María de Cleofás) y un niño que encarna al apóstol San Juan; efectuando tres profundas inclinaciones de cabeza y tres genuflexiones.
Organizada por la Cofradía de la Purísima Sangre de Castellón
La trigésima Procesión Diocesana de Semana Santa marcó ayer tarde en Castellón el anticipo del Triduo Pascual que comenzaremos a vivir a partir de la próxima semana, acompañando a Jesús de Nazaret en su Pasión y Muerte para celebrar la alegría de la Pascua de Resurrección.
Lo advertía D. Casimiro en la Misa Estacional que se celebró ayer tarde en la Concatedral de Santa María en acción de gracias por el 475º Aniversario de la fundación de la Cofradía de la Purísima Sangre de Jesús, organizadora de la procesión. La religiosidad popular forma parte de nuestra identidad cultural pero va mucho más allá por nuestra condición de cristianos y creyentes.
A través de los misterios que cada una de las Cofradías de nuestra Diócesis procesionan en las calles, como hicieron ayer tarde, la presencia de Jesús no solo llega a la ciudadanía, sino que contribuye a mostrar la riqueza del Evangelio y la importancia de la fe. El recorrido de ayer tarde partió de la Concatedral de Santa María recorriendo la Plaza Mayor, Arcipreste Balaguer y Calle Mayor, para finalizar en la Capilla de la Purísima Sangre, donde se encuentra la escultura del Cristo Yacente, joya del patrimonio escultórico castellonense y una de las más importantes de la comunidad Valenciana. conocido popularmente como Sant Sepulcre.
El acto estuvo presidido por el Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente a quien acompañaron las principales las autoridades locales y provinciales, así como los Vicarios General, D. Javier Aparici, de Pastoral, D. Miguel Abril, y Judicial, D. Vicente Borja.
También participaron en la misma, el Cabildo Catedral y Consiliario de la Junta de Cofradías y Hermandades de Semana Santa, D. Federico Caudé, y el Deán de la Concatedral y Prior de la Capilla de la Purísima Sangre, D. Miguel Simón.
El protagonismo de esta manifestación popular lo tuvieron los miembros de las diferentes cofradías, las imágenes titulares de las mismas, así como las bandas de tambores que les acompañaron durante todo el recorrido y que, sin duda, mostraron la fe encarnada en la cultura popular como referencia de una religiosidad que tiene una forma propia y unas expresiones impulsadas por el pueblo que la acoge y el contexto en que se viven. Todo ello con el objetivo común de acercar al pueblo cristiano al conocimiento de Dios y a su adoración.
Así, ayer tarde se conmemoró de nuevo la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús como forma, para muchos, de profundizar su relación íntima con Dios y también para expresar su fe en comunidad. En este sentido, supone un momento de reflexión y oración que contribuye a la meditación sobre el profundo significado que tiene la Pasión y Muerte de Jesús de Nazaret.
En la Procesión Diocesana de Semana Santa, que ayer celebró su XXX edición, juega un papel fundamental la la Junta Diocesana de Cofradías y Hermandades de Segorbe-Castellón, que ha contribuido, desde su fundación, arevitalizar la Semana Santa en nuestra Diócesis.
En la actualidad, está integrada por 59 Cofradías penitenciales y dos asociaciones pasionales a través de las cuales están representados 19 municipios de la Diócesis. El trabajo de la Junta no cesa en aras de mantener viva la expresión de la fe pero también preservando una vida cofrade que nace de su condición de ser miembros de la Iglesia diocesana cuya misión principal es proclamar la alegría del Evangelio.
Ayer, al finalizar la Procesión, D. Casimiro descubrió un a placa conmemorativa de cerámica en conmemoración de la peregrinación que las cofradías penitenciales de la Diócesis realizaron para venerar al Santísimo Cristo del Santo Sepulcro.
Ha presidido la Misa Estacional del 475º Aniversario de la Cofradía de la Purísima Sangre y la Procesión Diocesana de Semana Santa
Coincidiendo con el 475º Aniversario de su fundación, la Cofradía de La Sangre de Castellón, ha organizado este domingo, la XXX Procesión Diocesana con la participación del resto de Hermandades y Cofradías. Previa a la procesión, la Concatedral de Santa María, en Castellón, acogía la Misa Estacional que ha estado presidida por Mons. Casimiro López Llorente.
En la misma han participado, además de los miembros de la Cofradía de La Sangre, el Presidente de la junta de Cofradías y Hermandades de la Diócesis, autoridades políticas y cofrades de otras hermandades.
En un fin de semana cargado de celebraciones religiosas de profunda trascendencia para la Diócesis de Segorbe-Castellón, el Obispo ha celebrado también hoy la Eucaristía, en esta efeméride importante para una de las Cofradías más antiguas de la ciudad. Ha dado gracias a Dios por estos casi cinco siglos de historia de la Cofradía y por los dones que ha derramado el Señor en la Iglesia de Segorbe-Castellón a través de la Cofradía. Así ha invitado a los cofrades a, recordando el pasado, «mirar el presente para seguir proyectando el futuro haciéndolo desde la advocación de la Purísima Sangre de Jesús».
Cristo Jesús ha sido el centro de la homilía de nuestro Obispo, en la que se ha servido del Evangelio de San Juan (11,3-7.17.20-27.33b-45) en el que se relata la muerte y resurrección de Lázaro y la fe de su hermana Marta. Así ha recordado el itinerario cuaresmal que estamos viviendo a través de los domingos de esta Cuaresma, «que nos ha de llevar a la Pascua de Resurrección». Hoy, a través de Lázaro, ha dicho D. Casimiro, vemos a Jesús como Hijo de Dios hecho hombre que es el camino, la verdad y la vida, y ese es el centro de nuestra fe».
Por ello, hoy especialmente, nos ha interpelado D. Casimiro, debemos preguntarnos «¿qué lugar ocupa Jesús en nuestra vida?. En este sentido, ha exhortado «a dejarnos encontrar por Cristo Jesús para ser transmisores de la vida que brota de la Cruz» y, aludiendo a las Cofradías, ha puntualizado que, cada una, desde los misterios que cada una representan, «nos acercan la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor y que tiene sentido desde Él y de cómo se nos muestra». Y es que «la sociedad actual vive alejada de Dios, erigiéndose, en algunos casos en Dios y disponiendo de la vida de las personas».
En este sentido, D. Casimiro nos ha invitado a “acoger con fe al hijo de Dios y dejar que Él y su vida vaya transformando la nuestra”. Y a eso precisamente es a lo que ha exhortado a las Cofradías, a invitar a los cofrades «a no limitarse a salir en procesión un día, sino a manifestar realmente lo que procesionamos».
Y, en referencia a la religiosidad popular de su carta dominical de hoy, ha afirmado que «es válida como expresión de la fe y como camino para llevar a otros a Aquel en quien creemos, que es, además, a lo que en este Año Jubilar estamos llamados, a crecer en comunión y salir a la misión de anunciar el Evangelio».
Procesión Diocesana de Semana Santa
Al finalizar la Eucaristía ha arrancado la Procesión Diocesana de Semana Santa que ha partido desde la misma Concatedral de Santa María en peregrinación al Santo Sepulcro de la Capilla de la Purísima Sangre de Castellón.
En la misma han participado otras Cofradías de Castellón, así como aquellas otras de diferentes municipios de la Diócesis, sumándose también los párrocos, así como el Consiliario de la Junta de Cofradías y Hermandades de Semana Santa, D. Federico Caudé.
El Santísimo estará expuesto hasta las 19h de esta tarde
El Obispo de la Diócesis de Segorbe-Castellón presidió anoche a la celebración de las 24 horas para el Señor que arrancaban con la celebración de una Eucaristía en la Capilla de la Purísima Sangre, en Castellón. La celebración responde a la invitación del Papa Francisco para vivir un encuentro con el Señor y propiciar la reconciliación con Él a través del sacramento de la penitencia.
Fiel a la llamada del Santo Padre, nuestro Obispo convocaba la celebración con una carta dirigida a todo el Pueblo de Dios de Segorbe-Castellón el pasado 6 de marzo, invitándonos a la reconciliación y a confiar en la misericordia de Dios acogiendo con humildad y gratitud el perdón de Dios en el Sacramento de la Confesión.
Tras la Eucaristía, el Señor, quedó expuesto para que los fieles acudamos a «esta llamada a la conversión» a la que nos invita esta Cuaresma, dijo D. Casimiro durante la homilía, «mirando a Cristo Jesús desde la Eucaristía y que, a través del examen de conciencia, nos dejemos interpelar por Dios reconociendo con humildad nuestras debilidades para tener un verdadero encuentro con Él y caminar guiados por el Espíritu».
El mensaje de D. Casimiro supuso también un guiño a los cofrades de La Sangre en este 475º Aniversario de su fundación «para seguir siendo fragor y que a través de vosotros nuestra Iglesia responda a la llamada de la conversión siendo presencia de Jesús en el mundo».
Una llamada a la conversión que nuestro Obispo exhortó a hacer desde la Palabra de Dios para «acoger el caudal de gracia que brota de la cruz y que modifica nuestra forma de relacionarnos con Dios». Para ello recordó el Evangelio de San Mateo (18, 3-4) invitándonos a sentirnos amados como niños recordando el momento de nuestro bautismo a través del cual «Dios nos hace sus hijos y nos da su amor y su gracia para crecer en santidad a través de las obras de justicia y misericordia». Es una llamada a la conversión «para salir de nuestro narcisismo y que el centro sea Cristo Jesús».
“Ten piedad de mí, que soy un pecador”
A través de la cita de Lucas (18,13), advertimos el carácter penitencial de estas 24 horas para el Señor que, mediante el subsidio litúrgico preparado por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, nos ayuda a la reflexión respecto al Sacramento de la reconciliación y, como dijo anoche nuestro Obispo, vivirlo como «una llamada a la paz con nosotros mismos para recibir la gracia de Dios y caminar guiados por el Espíritu Santo que es fuente de de vida y de amor».
El Santísimo Sacramento estará expuesto hasta las 19h de esta tarde lo que nos invita al encuentro íntimo en oración con el Señor y prepararnos para recibir toda la misericordia de Dios a través de la confesión.
Se celebró ayer tarde en la Concatedral de Santa María, organizado por la M.I. Cofradía de la Purísima Sangre de Jesús
La Concatedral de Santa María, en Castellón, acogió ayer tarde la celebración del Pregón Diocesano de Semana Santa, organizado por la Muy Ilustre Cofradía de la Purísima Sangre de Jesús, de Castellón, en colaboración con la Junta Diocesana de Cofradías y Hermandades de Semana Santa.
En este primer sábado de Cuaresma, el Pregón Diocesano supone, para las Cofradías y Hermandades de Semana Santa de la Iglesia de Segorbe-Castellón, el punto de partida para vivir, a través de la religiosidad popular, la Pasión, Muerte y Resurreción del Señor.
Coincidiendo con el 475º Aniversario de la Fundación de la Cofradía de la Purísima Sangre de Jesús, en Castellón, la pregonera de esta XXXIII edición, fue Mª Teresa Giner Pallarés, cofrade de la Purísima Sangre de Jesús de la rama de industriales, y también presidenta de la Junta Local de Cofradías y Hermandades de la Semana Santa de Castellón desde el pasado enero. Mujer de fe y profundamente vinculada a la Real Cofradía de Nuestra Señora del Lledó, entre otros cargos.
El acto estuvo presidido por el Obispo, Mons. Casimiro López Llorente, a quien acompañaron el Delegado Diocesano para la Junta Diocesana de Cofradías y Hermandades de Semana Santa, D. Pascual Luis Segura; el Consiliario Diocesano para la Junta, D. Federico Caudé; el Deán de la Concatedral, D. Miguel Simón; así como el y Presidente de la Cofradía de la Sangre, D. Juan Antonio Guzmán; y el Hermano Mayor, D. Ignacio Valls.
Pregón Diocesano
En sus primeras palabras, Mª Teresa Giner Pallarés, destacó con emoción, su condición de cristiana, por coincidir este 25 de febrero con el aniversario de su Bautismo, agradeciendo las vivencias y enseñanzas recibidas, a lo largo de los años, por los hermanos y hermanas cofrades. Recordó las palabras de D. Casimiro en su Carta Pastoral para este Año Jubilar Diocesano, en el que «hay que hacer memoria agradecida del pasado», poniendo el acento en las personas sencillas que se se asociaron, a través de la Cofradía, «para ayudar a los más necesitados ante las dificultades que muchos, por aquel entonces, atravesaban, siendo su máxima amar al prójimo siguiendo el Evangelio y proclamando su fe». El pregón supuso, en gran parte, un repaso a las Sagradas Escrituras, con referencias a la grandeza de la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor.
Recuerdo agradecido a la Historia
Hubo palabras de agradecimiento y reconocimiento «a quienes iniciaron este camino pero también a todos los que han seguido sus pasos a través de los siglos haciendo posible la realidad de hoy, siendo capaces de superar todas las dificultades sin rendirse y continuando siempre adelante». Palabras que resonaron con fuerza coincidiendo con la celebración del 475º Aniversario de la Cofradía que nos recuerdan a todos los casi cinco siglos de historia de algunas cofradías de nuestra Diócesis, así como aquellas otras que han ido surgiendo, cuya historia, para la pregonera refiriéndose a la propia de la Cofradía de la Purísima Sangre de Castellón, «nos ayuda a comprender la riqueza que encierran, siendo un tesoro de solidaridad, arte, religiosidad, lo hizo poniendo la mirada en el sentimiento de solidaridad hacia quienes lo necesitaban como el origen de su existencia». Del mismo modo, alzó su voz para destacar el papel protagonista «de aquellos hombres y mujeres – refiriéndose a los cofrades- que con la mirada puesta en Jesucristo fueron capaces de transformar la realidad social con la fuerza del Evangelio, siendo un desafío que aún hoy persiste».
En este sentido, sirviéndose de la parábola del Buen Samaritano, reivindicó la necesidad de «seguir el ejemplo de los cristianos que nos precedieron de acercarse al diferente, al necesitado, al desconocido que sufre, superando las barreras de la enemistad, la discriminación y prejuicios que dificultan el trato hacia las personas». Puso en valor «la caridad cristiana que es ejemplo de misericordia, consuelo y fraternidad» y advirtió que «el corazón el cristiano está llamado a hacerse grande y a acercarse al del prójimo de manera sencilla, sin arrogancia, con humildad para transmitir ese amor que – recordando a San Pablo – ni presume ni se engríe».
Salir al encuentro
Reclamó la autenticidad y el significado real del papel de la Cofradía cada tercer domingo de Cuaresma que «sale al encuentro en auxilio de aquellos, que como entonces, llegaban exhaustos en su camino de penitencia» exaltando, precisamente el «acto de caridad que esta salida al encuentro» suponía y que tristemente hoy «parece que ha perdido su esencia convirtiéndose en un mero acto festivo». En este sentido puntualizó y reivindicó que hoy » es un signo con el mismo significado: salir al encuentro y acoger porque es la esencia de nuestra misión a la que se han sumado el resto de cofradías de la ciudad», y recordando al papa Francisco (Fratelli tutti) invitó a «hacerlo juntos porque nadie puede pelear la vida aisladamente, se necesita una comunidad que nos ayude, que nos sostenga y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar adelante».
Fe para creer
Servirse de la condición de cofrade para mostrar a la sociedad que «la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús es nuestra máxima expresión de fe» frente a una sociedad que muestra la misma incredulidad que Tomas (Juan 20, 24-29), dijo, «y necesita ver y tocar para creer». En este sentido se refirió al importante patrimonio artístico y cultural de la religiosidad popular «como muestra del don especial de muchos artistas que han sabido plasmar todo aquello que sucedió hace más de 2000 años y que cambió la humanidad». El arte que atesoran las cofradías ha de servirnos para «transformar nuestros sentidos y avivar nuestras almas porque además de la profunda huella cultural, son imágenes que forman parte de nuestra propia historia». Se refirió al «privilegio que es para todos los cofrades que nos confesamos creyentes mostrar al mundo una lectura que vaya más allá de la contemplación de una obra de arte».
Destacó que en el privilegio de procesionar por las calles «nos debemos dejar guiar por el espíritu del Evangelio y vivir una Semana Santa en la que se manifieste un estilo de vida basado en la seriedad y el compromiso que supone recordar que Jesucristo se abandonó a la voluntad del Padre sufriendo el martirio hasta la cruz, pero pidiendo el perdón para toda la humanidad instantes antes de morir». Y no quedarnos solo en eso, porque, repasando desde la entrada triunfante en Jerusalén hasta su camino en el calvario, «su entrega lo fue de amor tal como pidió a sus discípulos, a quienes llama amigos. No hay amistad sin perdón y no hay perdón sin amor. Nadie tiene amor más grande que el que da su vida por sus amigos».
Tesoro de fe, arte y religiosidad
Para terminar se refirió al compromiso que han de asumir las Cofradías y los cofrades, un compromiso dijo, que «va va más allá de la Cuaresma y de la Pascua, que lo es de cada día porque eso es lo que construye la historia». Las Cofradías son «un tesoro de fe, arte y religiosidad pero de nada sirve un tesoro si lo escondemos solo para nosotros», apuntó. Animó a convertirse en «pregoneros del amor, la esperanza, el perdón y la reconciliación para que todos vean que nuestro Cristo Yacente no es una imagen de muerte, sino una imagen de amor, que hemos de dar a conocer al mundo», concluyó.
El Pregón Diocesano concluyó con las palabras de Mons. Casimiro López Llorente, que dio gracias a Dios por Mª Teresa Giner pues sus palabras, dijo, «no solo han sido una reflexión profunda respecto a la dedicación de las Cofradías y a la contemplación de la Semana Santa, sino una confesión pública de la fe». Aplaudió, en este sentido, la organización y celebración del acto «como símbolo de nuestra preparación para celebrar con fe profunda la Semana Santa y con gozo alegre la Pascua».
Con guiño a las palabras de la pregonera, celebró el repaso por la memoria agradecida al pasado «en este año, que la Iglesia Diocesana celebra el Jubileo, mirando nuestro presente y mirar hacia el futuro, que es la perspectiva que debe tener todo aniversario», dijo.
En el análisis del presente, se refirió al individualismo y a la secularización de la sociedad actual, invitándonos a interpelarnos en caso de que decaiga nuestra fe, y «buscando la respuesta en Cristo Jesús que es la fuente de nuestra fe, porque muere y resucita para que tengamos vida eterna y que en Él acojamos el amor de Dios y ahí – destacó- es donde hay que poner el acento porque vivimos un tiempo complicado para mantener la fidelidad en la fe».
Pandemia espiritual
El Obispo exhortó a los presentes a volver la mirada hacia todos esos rostros necesitados y «avivar nuestra fe en Él desde el encuentro con Él, vivo y resucitado». Superada la pandemia, valoró que hemos sufrido también una «pandemia espiritual que nos ha hecho más individualistas, dejando atrás aquella solidaridad inicial, sin percibir que siguen existiendo aquellos que nos necesitan». Recordó que ese es «el peligro al que se enfrentan, no solo las cofradías, sino también la Iglesia» y avalando el importante legado de tradición, cultura y fraternidad que implican las cofradías, pidió que, ante todo, sean «expresión de la fe y de la fidelidad cristiana siendo promotores de reconciliación y de la paz, mirando a la cruz porque, precisamente, de ahí brota el amor, la reconciliación y el perdón».
Durante el acto se entregaron obsequios de reconocimiento, a Mª Teresa Giner como pregonera, pero también a D. Feliope Monfort Gómez, presidente de la M.I. Cofradía de la Purísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo de Vila-real, por la organización del Pregón Diocesano de 2022, así como a Dª. Mª Carmen Gozalbo, Secretaria de la Cofradía de Jesús Nazareno, organizadores de la procesión diocesana de la Semana Santa del pasado año.
La celebración estuvo acompañada por la interpretación magistral de varias piezas musicales por parte de la Coral Vicent Ripollés bajo la dirección de Jordi Ràfols. Siendo todas ellas aplaudidas por el numeroso público que asistió al acto, destacó el Misere que el propio Vicent Ripollés compuso, cuya partitura original que regaló a la Cofradía de la Sangre, generosidad que le fue agradecida nombrándolo cofrade honorario. La partitura se extravió y dejó de interpretarse hasta que fue encontrada hace unos años, reestrenándose la tarde de ayer.
El Altar, especialmente engalanado para la ocasión, estuvo acompañado de la imagen de la Mater Dolorosa que el artista Adsuara tallara en 1942 para la Cofradía de la Purísima Sangre de Jesús.
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