Jesucristo lo ha vuelto a hacer posible
El pasado fin de semana, el apostolado parroquial Emaús Mujeres, adscrito a la Parroquia de San Jaime Apóstol de Oropesa del Mar, y Emaús Hombres, adscrito a la Parroquia de la Santísima Trinidad de Castellón han celebrado sus retiros en la Casa de Espiritualidad del Desierto de las Palmas y en el Seminario Diocesano Mater Dei, acompañados por los párrocos, D. José Miguel Sala y D. Rafael Manzaneque, respectivamente.
Estoy a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo (Apocalipsis 3, 20)
Esta herramienta de Primer Anuncio ha congregado en total a 50 mujeres y hombres que, en calidad de caminantes, han aceptado la invitación que les ha hecho llegar el mismo Jesús a través de algún amigo o conocido, y han recorrido simbólicamente, tal como hicieron los dos discípulos de los que habla Lucas (24, 13-35), el camino que separa Jerusalén de Emaús en 48 horas muy intensas en las que el mismo Jesús se hace presente en algún momento del camino.
Tal como se relata en las Sagradas Escrituras (Apocalipsis 3, 20) Jesús nos llama constantemente, y no se cansa de hacerlo, somos nosotros quienes debemos estar en disposición de escuchar su voz y abrir la puerta para que Él entre en nuestro corazón.
Son, precisamente, la apertura del corazón y la confianza en quien Dios utiliza como instrumento para hacer llegar la invitación a participar en el retiro, los aspectos fundamentales para que Jesucristo se haga presente y se siente a cenar en la mesa con ellos.
Y así ha ocurrido el pasado fin de semana. El mismo Jesús entró en quienes han abierto la puerta de su corazón, se ha sentado con ellos en la mesa y, como se relata en el Evangelio que da nombre al retiro, «tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio».
Y se dijeron el uno al otro: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?».(Lucas 24, 32)
La Palabra de Dios está muy presente durante estas 48 horas y pese a que está escrita hace más de 2000 años, interpela a quienes como la Virgen María, la escuchan, la acogen y la hacen suya. El pasaje de Emaús, como ha exhortado el Papa Francisco en alguna ocasión, es una interpelación directa a «que nuestro corazón anhele siempre la compañía de Jesús, suspirando la vehemente petición de los dos de Emaús, sobre todo cuando cae la noche: ¡Quédate con nosotros, Señor!” (Mensaje para la 97 Jornada Mundial de las Misiones).
En el trayecto, Jesús simplemente escucha, empatiza con la decepción y la desesperanza de quienes, en su condición humana, son incapaces de ver que en la muerte de Jesús en el Calvario, está la verdadera respuesta. Igual sucede en el retiro de Emaús, Jesús conoce el motivo de la decepción de los participantes, y como dijo el Papa (Audiencia general 24/05/17) «les deja el tiempo para poder comprender en profundidad la amargura que les ha vencido. En el fondo, todos somos un poco como esos dos discípulos. Pero Jesús camina con todas las personas desconfiadas que van cabizbajos. Y caminando con ellos, de forma discreta, consigue dar de nuevo esperanza».
La respuesta de Jesús ante esos corazones heridos y sin esperanza, llega a través de las Sagradas Escrituras y con el gesto clave que se produce en cada Eucaristía: toma el pan, lo bendice, lo parte y se lo da.
El camino de Emaús que se reproduce en cada retiro finaliza el domingo, día en que la Iglesia celebra el Misterio Pascual y conmemora la Resurrección del Señor.
«Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón». Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan (Lucas 24, 34-35)
Tal como cuenta el pasaje evangélico, en las Misas de Clausura de los dos retiros celebrados durante el fin de semana, algunas mujeres y hombres dieron testimonio de su encuentro personal con Jesucristo y de cómo Él se ha hecho el encontradizo a través del medio centenar de mujeres y hombres que, en calidad de servidores, les han acompañado durante estas 48 horas que para algunos, tal como desvelaron, es lo mejor que les ha ocurrido.
A pesar de que no se desvela nada de los que ocurre en el interior, la prueba más evidente de que «todo es bueno» es que ante los familiares y amigos que les acompañan en la Misa final se recomienda aceptar la invitación de participar en el retiro porque si sucede «es porque alguien os quiere mucho», se escuchó decir a algunos.
¡Jesucristo ha Resucitado! ¡En verdad ha resucitado!
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