A todos los fieles cristianos de Segorbe-Castellón, en especial a la comunidad parroquial de Santa María de Segorbe
1. Con profundo dolor os tengo que comunicar que a primeras horas de hoy, 20 de febrero, se ha descubierto una grave profanación del Santísimo Sacramento de la Eucaristía en la iglesia parroquial de Santa María de Segorbe. En el transcurso de un robo, perpetrado durante la noche, se han sustraído varios objetos, y, lo que es más grave, se ha abierto el Sagrario y han sido derramadas las Sagradas Formas, depositadas en el copón y en el viril de la custodia.
2. En menos de un mes tenemos que lamentar una nueva profanación de la Eucaristía en nuestra Diócesis. La anterior tuvo lugar el 24 de enero en la iglesia parroquial de San Francisco de Asís de Castellón de la Plana. Pido a toda la comunidad diocesana y en especial a los párrocos y otros rectores de iglesias que extremen las medidas de seguridad para evitar robos y, sobre todo, las profanaciones del Santísimo.
3. Lo ocurrido es un acto sacrílego contra el mayor tesoro que tenemos los católicos: la Santísima Eucaristía, presencia real y permanente de Jesucristo entre nosotros. Con el deseo de reparar este nuevo acto sacrílego celebraré una Santa Misa de desagravio en la Iglesia de Santa María de Segorbe, el domingo, día 5 de marzo, a las 12:00 horas, a la que invito a todos los católicos de la Diócesis de Segorbe-Castellón -sacerdotes, religiosos y laicos-, acompañando a los fieles de esta parroquia en este momento doloroso de su historia local.
4. Pido a los sacerdotes que en todas las iglesias parroquiales, capillas y templos abiertos al culto se lleven a cabo actos de desagravio y de reparación sea con la celebración de la santa Misa o con la exposición prolongada del Santísimo Sacramento.
5. Os recuerdo que estos hechos nos llaman a reflexionar sobre lo que supone que el Señor se haya quedado presente entre nosotros bajo las especies eucarísticas. Él no dudó ni un momento en cumplir su promesa: “Yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Si el Señor, a pesar de todos los riesgos y peligros, mantiene hoy su voluntad de permanecer entre nosotros, es una señal inequívoca de que los bienes que se desprenden de su presencia son infinitamente más grandes que los males que se puedan derivar.
6. Exhorto de nuevo a los todos fieles católicos a aprovechar lo acontecido para renovar nuestra fe y devoción eucarísticas. Detrás de este suceso se esconde una llamada a la conversión dirigida a cada uno de nosotros. Hagamos de este agravio una oportunidad de desagravio. Que esta ofensa sea ocasión para suscitar y manifestar nuestro amor hacia Jesucristo, presente en la Eucaristía.
La pasada semana, los sacerdotes de la Diócesis de Segorbe-Castellón han participado en una tanda de ejercicios espirituales que se han celebrado en la casa de espiritualidad del Desierto de la Palmas y que han estado dirigidos por el Arzobispo Castrense, Mons, Juan Antonio Arnárez Cobo.
En los mismos han participado 25 sacerdotes de la Diócesis junto con el Obispo, D. Casimiro López Llorente, y también el Obispo auxiliar emérito de San Bernardino, D. Rutilio del Riego, con la mirada puesta en la escucha atenta a la Palabra de Dios y la oración al objeto de la renovación pastoral. Esta tanda de ejercicios espirituales responde a la llamada que la Iglesia hace a los sacerdotes, más si cabe, como advertía D. Casimiro en la carta de invitación, «en estos tiempos de especial dificultad para nuestra tarea pastoral». En este sentido, el Obispo de la Diócesis, advertía también la necesidad que tienen, en el ejercicio de su ministerio, «de cultivar la vida espiritual con momentos fuertes y prolongados de encuentro con el Señor, para descansar en Él y ponernos a su escucha en la oración».
Las jornadas se han celebrado con un horario en el que, además de las meditaciones dirigidas por Mons. Juan Antonio Arnárez Cobo, se han completado con la celebración diaria de la Eucaristía, la oración (Laudes, Vísperas y Completas) y el encuentro íntimo con el Señor ante el Santísimo Sacramento con el corazón abierto a la escucha de su voluntad y atentos a lo que espera de los sacerdotes para su renovación pastoral.
El encuentro con el Señor a través de la oración ha permitido a los sacerdotes leer con los ojos de Dios el momento actual y conocer los que los fieles necesitan y esperan de cada uno de ellos, pero también contribuye a reforzar las relaciones de fraternidad entre ellos para ser instrumentos de la luz del Señor, y estímulo y esperanza cristiana para los demás.
Palabras de D. Casimiro en la Peregrinación Jubilar de los Arciprestazgos de Vila-real y Burriana
Cientos de personas de las comunidades parroquiales de los Arciprestazgos de Vila-real y Burriana, celebraron ayer la Peregrinación Jubilar a la Catedral de Segorbe lo hicieron acompañados de los párrocos y sacerdotes de las diferentes parroquias y en comunión con nuestro Obispo tal como viene sucediendo este Año de Gracia en el que estamos celebrando el 775º Aniversario de la creación de la sede episcopal en Segorbe.
Los peregrinos se reunieron a primera hora de la mañana en la Capilla del Seminario Diocesano donde se unieron en oración ante el Santísimo Sacramento expuesto en el Altar, donde se celebró un acto penitencial para, a través del Sacramento de la Reconciliación, recibir la misericordia de Dios, a través del perdón de los pecados. Así, a través de la gracia del perdón recibida, los peregrinos partieron en procesión hacia la Catedral, donde, tras cruzar la Puerta Santa, renovaron la fe haciendo parada en la pila Bautismal y frente al Sagrario, uniéndose así a Cristo Jesús, a través de la Eucaristía.
Tras la celebración de la Liturgia de la Palabra, D. Casimiro manifestó «la alegría del corazón al ver a los hermanos unidos en oración, en la escucha de la Palabra y la renovación del Misterio Pascual que es la muerte y resurrección del Señor para que todo el que crea en Él tenga vida eterna», en una celebración muy especial que, como viene siendo habitual en este Año Jubilar la Iglesia de Segorbe-Castellón celebra en la Iglesia Madre Catedral.
El Obispo, saludó afectuosamente al Cabildo Catedral, a los arciprestes de Vila-real y Burriana, así como a los párrocos y vicarios parroquiales que, «en sus manos, el Señor ha puesto al cuidado de cada una de las comunidades parroquiales» dijo D. Casimiro, dirigiéndose con especial cariño «a los fieles que representan a la Iglesia peregrina del Señor» en dichos arciprestazgos.
Y allí, frente a la cátedra del Obispo en la Iglesia Madre de nuestra Diócesis, origen de nuestra Iglesia Diocesana, dio gracias a Dios «por tantos dones que, como Iglesia del Señor, hemos recibido de Él, fuente y origen de todo don, a quien también pedimos perdón para que nos purifique de todos los pecados que a lo largo de la historia haya podido cometer nuestra Iglesia por no haber sido transparente del Señor entre los hombres o bien, por nuestros propios pecados».
D. Casimiro recordó que el Señor, que es misericordia, «nos ha concedido la gracia del perdón y limpiar así las huellas que el pecado deja en nuestra alma y que nos impiden caminar hacia el bien, logrando así la indulgencia plenaria», recordando el acto penitencial que se celebró previamente en la Capilla del seminario.
La celebración estuvo cargada de «signos visibles que como los sacramentos nos ayudan y nos llevan a contemplar lo invisible». Uno de ellos la propia peregrinación, dijo D. Casimiro, que es «signo de nuestra condición de Iglesia peregrina del Señor, integrada por cuantos forman la porción del Pueblo de Dios que representan los arciprestazgos de Vila-real y Burriana y llamados a caminar siempre al encuentro con el Señor».
Y, en ese encuentro «hemos atravesado la Puerta Santa que es signo de Cristo Jesús, puerta que nos lleva a ingresar en su comunidad», recordando que así lo hacemos al recibir el Bautismo, «a través del cual no solo somos limpiados de todo pecado sino también somos hechos hijos e hijas de Dios, hermanos de Cristo y miembros de esta Iglesia».
La entrada en esta Iglesia, templo físico y morada de Dios entre los hombres, «es signo de que aquí vive Dios, y al mismo tiempo símbolo de nuestra Iglesia Diocesana», donde nos reunimos bajo la presidencia de su Pastor «alentada por el Espíritu, congregada en torno a la Palabra y a la Eucaristía para crecer en comunión con Dios y con los hermanos para salir así a la misión y que nos invita a ser un templo de piedras vivas».
Así, exhortó a los presentes a vivir, «con intensidad desde la raíz y desde el fundamento con una fidelidad creciente esa nueva vida que recibimos el día de nuestro bautismo para que así nuestra Iglesia sea de verdad transparencia de Dios ante los hombres». Y no para poseer y como ámbito de poder, resaltó D. Casimiro, sino «para servir a Dios sirviendo a los hermanos, siendo instrumento para crear unidad con Dios y entre los hombres». Estamos llamados «a recuperar nuestra identidad como Iglesia – dijo el Obispo -. En este sentido se refirió a las comunidades eclesiales en la medida que están insertas en la Iglesia Diocesana y así en la Iglesia Apostólica y «trabajar para no perder la eclesialidad «que toda la Iglesia sea una transparencia de la presencia del Señor», invitándoles «a vivir nuestra condición de Iglesia del Señor elegida para ser su signo de salvación entre los hombres».
Prosiguió la homilía detallando el resto de los signos y destacó aquellos otros como el altar, donde además de la sede episcopal se encuentra el ambón desde donde se proclama de la Palabra y el mismo altar que representa a Cristo que «es la piedra angular desde donde se ha de construir cada comunidad cristiana y cada vida cristiana, todo ello bajo la acción del Espíritu Santo que sigue presente entre nosotros, para seguir siendo Iglesia peregrina del Señor».
Y desde esa comunión, dijo D. Casimiro, «el Señor nos envía a la misión», y, refiriéndose a la Palabra proclamada durante la celebración, acentuó que «es la misma Palabra de Dios, de Cristo Jesús vivo, aquí y ahora». Una Palabra con la que el Obispo bendice tras su proclamación, a los fieles. Una Palabra que está dirigida a cada uno de los que, «entorno a su mesa, nos reunimos y que somos enviados a predicar el Evangelio y llegar a la plenitud de la vida». «Él nos envía como a Jeremías – dijo D. Casimiro en referencia a las lecturas – y lo hace recordándonos que contamos con su presencia todos los días hasta el fin del mundo».
Por ello, si creemos de verdad que «Jesucristo es el camino, la verdad y la vida, y que fuera de Él no hay salvación ni transformación de la humanidad, no hay justicia ni gracia, tenemos que ofrecerlo a otros porque gratis lo recibimos y gratis lo hemos de ofrecer según nuestra condición, vocación, ministerio y carisma recibido», refiriéndose a los niños, jóvenes, adultos y presbíteros que ayer le acompañaron en la celebración «y hacerlo juntos según los dones recibidos al servicio de los demás, y, sobre todo, al servicio del anuncio del Evangelio, aún cuando las mujeres y los hombres de hoy intenten eludir la presencia de Dios en su vida».
La misión hay que realizarla «juntos» resaltó D. Casimiro, «porque solos nos perdemos, nos desalentamos y nuestra fe va menguando y nuestro ánimo se desalienta y caemos un poquito en la tristeza o el tibieza de ser cristianos». Y, en este sentido, se refirió a cómo, a través de la celebración Jubilar, «el Señor nos invita a recoger su gracia, su vida, su comunión, para salir a la misión y para crecer como Iglesia Diocesana que es don de Dios para toda la humanidad, sirviéndole y amándole integrados en ella para vivir mejor nuestra condición de cristianos».
Para concluir, elevó petición «para que Dios nos conceda la gracia de abrir nuestros corazones a la acción del Espíritu y salir con esperanza y alegría a la misión», todo ello de la mano de la Virgen, siguiendo su ejemplo, haciendo siempre «lo que Él os diga».
Con el rito de la imposición de la ceniza sobre nuestra cabeza el próximo miércoles comienza el tiempo litúrgico de la Cuaresma; es un tiempo que nos prepara a la celebración de la Pascua del Señor, al encuentro gozoso con Cristo Resucitado. Los cuarenta días de la Cuaresma recuerdan los cuarenta años que el pueblo de Israel peregrinó por el desierto hacia la tierra prometida. Cuarenta fueron los días que Jesús pasó en el desierto antes de iniciar su vida pública; allí fue tentado por el diablo que quería apartarlo de su misión y de su meta. Jesús inauguró así nuestro ejercicio cuaresmal; y nos enseñó a combatir las tentaciones para caminar con Él hacia la meta; hacia la Pascua.
Como Jesús, tampoco nosotros estamos libres de tentaciones. La gran tentación, raíz de todas las demás, es el deseo de suplantar a Dios y construir la propia existencia, el mundo y la historia al margen de Dios. Es la tentación de una libertad totalmente autónoma para construirse a sí mismo y el mundo contando sólo con las propias capacidades y los propios deseos para alcanzar la felicidad plena y la inmortalidad; en una palabra, es la pretensión de querer salvarse por sus propias fuerzas. La historia y el presente nos ofrecen muchos profetas y ejemplos de ello: a la postre, ninguno de estos intentos ha podido cumplir sus promesas de un paraíso en la tierra; con frecuencia producen lo contrario de lo prometido: generan esclavitud, injusticia, mal, descarte, pecado y muerte.
Frente a ello, Jesús, al comienzo de su predicación, proclama: “Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1, 15). En Jesús, Dios se acerca al hombre con amor y misericordia; Dios se encarna y entra en el mundo para cargar con el pecado, vencer el mal y la muerte, y dar la vida eterna y plenitud a todo el que crea y viva en Él. De ahí la llamada de Jesús a creer en el Evangelio, a abrir y convertir nuestra mente y nuestro corazón a Dios, y a orientar hacia el bien nuestras acciones, pensamientos y deseos.
En la imposición de la ceniza escuchamos estas misma palabras de Jesús; son sus palabras aquí y ahora: “Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1,15). Estas palabras son el hilo conductor del camino cuaresmal hacia la Pascua. La conversión pide un cambio de mente, de corazón y de vida: pide volver la mirada y el corazón a Dios, dejarse encontrar por su amor misericordioso y vivir en adhesión amorosa a Dios y al Evangelio, amar a Dios y al prójimo, y a toda la creación. El cristiano está llamado a volver a Dios de todo corazón, a no contentarse con una vida mediocre y tibia, sino a crecer en la amistad con el Cristo Vivo, en el encuentro personal y transformador con Él. Jesús es el amigo fiel que nunca abandona; incluso cuando nos alejamos por el pecado, Jesús nos sigue esperando. Y con esta espera manifiesta su voluntad de perdonar y de amar.
Para convertirnos debemos escuchar la voz de Dios (Sal 94, 8). Él quiere ser nuestro guía hacia la tierra prometida. Él, que nos ha pensado desde siempre, nos indica el camino para alcanzar la plenitud, la felicidad, la salvación. Con amor nos sugiere como a sus hijos y amigos lo que hemos de hacer y evitar. Quien escucha su voz encontrará la clave para caminar en su vida y en su obrar, para alcanzar la verdadera felicidad, para llegar a la vida eterna, a la tierra prometida en el Paraíso.
La llamada a la conversión nos resulta tan conocida que puede que nos sea ya indiferente. Incluso puede que nos moleste la misma palabra. Puede que nos hayamos instalado de tal modo en un estilo de vida mundano, alejado de Dios, de Jesucristo y de su Evangelio, que ya no sintamos ni tan siquiera necesidad de Dios. El ambiente de increencia y de indiferencia religiosa favorece el abandono de la fe y de la práctica de muchos cristianos. Este tiempo de Cuaresma nos exhorta a todos los cristianos a hacer un alto en el camino y reflexionar sobre nuestra fe y vida cristiana. La invitación a la conversión a Dios en Jesucristo y a creer en el Evangelio es una llamada y un proceso permanente en la vida de todo cristiano. Necesitamos cultivar el encuentro personal con Cristo Vivo para que Él sea de verdad el centro de muestra vida de bautizados.
Abramos nuestro corazón a Dios, que nos habla, para escuchar su Palabra, acogerla y adherirnos plenamente a ella. Nos podemos fiar de Dios al igual que un niño se abandona en los brazos de su madre y se deja llevar por ella. El cristiano es una persona que se deja guiar por el Espíritu Santo.
Con motivo del Año Jubilar Diocesano, la Parroquia La Asunción, en L’Alcora, acoge mañana, a las 20h de la tarde el quinto concierto de órgano del ciclo que se está celebrando en diferentes templos de nuestra Diócesis desde el pasado mes de septiembre.
En esta ocasión, será el reconocido organista Jorge García Martín, quien, a través de la interpretación de un total de seis obras, ponga en valor la importancia de la música en las celebraciones litúrgicas, que es el objetivo de este ciclo de conciertos.
Jorge García Martín inició su formación musical en Salamanca, donde realiza losestudios de piano, órgano y clave. Atraído por la música antigua de tecla, se traslada a Suiza para formarse en la Schola Cantorum Basiliensis. Allí estudia el Master de Órgano con Lorenzo Ghielmi, Andrea Marcon, Wolfgang Zerer y Jörg-Andreas Boetticher y el Master de Improvisación Histórica, trabajando con Rudolf Lutz, Markus Schwenkreis, Nicola Cumer y Emmanuel Le Divellec.
Desarrolla una intensa carrera como solista ofreciendo recitales y conciertos de interpretación e improvisación por toda España, resto de Europa y Asia (Japón). Ha ganado y ha sido finalista en diversos concursos nacionales e internacionales (Primer Premio del Concorso Organistico Internazionale “Organi del basso Friuli”, Italia).
Ha sido profesor asistente de Improvisación Histórica en la Schola Cantorum Basiliensis y profesor de Improvisación y Bajo continuo de la Escuela Superior Katarina Gurska. Actualmente es profesor de Bajo Continuo e Improvisación Histórica en el Conservatorio Superior de Música de Castilla y León, coordinador del Ciclo Internacional de órgano de Tordesillas y la Academia Internacional de Órgano en Castilla.
Ha impartido clases magistrales relacionadas con la improvisación histórica y el repertorio antiguo de tecla en gran parte de Europa y Japón, participando en cursos y congresos de relevancia internacional (Festival de improvisación de Lausana, Studientage Improvisation en Basilea, Academia de Órgano Julián de la Orden, Sociedad de Etnomusicología, Sociedad Española de Musicología, Patrimonio Nacional etc.).
Nuevo curso de formación de Cáritas, dirigido a sacerdotes y diáconos
Bajo el título “Acompañamiento a la soledad” Cáritas Diocesana de Segorbe-Castellón se hace eco de una de las realidades de las diferentes comunidades parroquiales… se siente y se echa en falta a las personas más mayores que viven la fe desde la soledad en sus casas, bien por edad, por enfermedad o porque no acompañan las condiciones meteorológicas.
Esta es la realidad de la soledad, que afecta a gente de todos los niveles, con o sin recursos y que Cáritas diocesana califica de “nueva pobreza”.
Es por ello que ha organizado un curso de formación, especialmente dirigido a sacerdotes y diáconos (también a aquellos voluntarios más comprometidos) porque, tal como asegura el Director de Cáritas de Segorbe-Castellón, D. Francisco Mir, director de Cáritas de Segorbe-Castellón «entendemos que hay que dar respuesta, con toda humildad, pero con el mayor compromiso posible ante esta situación y ofrecer formación para todos aquellos que acompañan en la soledad a muchas personas».
La formación, que tiene una duración de 8 horas y es de carácter presencial, tendrá lugar el próximo mes de 23 de marzo en los salones de San Pablo en la calle pescadores, 19 de Castellón.
Pueden recabar más información dirigiendo un email a formación@caritas-sc.org, o bien a través de la responsable de formación y voluntariado de Cáritas, Ana Rosa Negrin, en el teléfono 657 894 857.
Se celebrará en el Seminario Mater Dei del 24 al 26 de marzo
Proyecto Amor Conyugal en colaboración con la Parroquia de Santa Isabel de Villarreal, invita a participar en un retiro para Matrimonios, con el objetivo de adentrarnos juntos en la Verdad del Matrimonio (según San Juan Pablo II) y experimentar la Alegría del Amor (según el Papa Francisco).
Como en ediciones anteriores, está dirigido a todos los esposos unidos por el Sacramento del Matrimonio que quieran vivir una experiencia de amor juntos, estén en crisis o no. También, a todos los que quieran fortalecer y reavivar su Sacramento del Matrimonio.
Tendrá lugar desde el viernes 24 de marzo a las 18:00h hasta el domingo 26 de marzo a las 17:30h, en el Seminario Diocesano Mater Dei de Castellón. Carretera CV 147, km 0, 12004 Castellón de la Plana, Castellón.
El retiro tiene un coste de 275 € por matrimonio e incluye alojamiento, pensión completa y gastos diversos. No obstante, entendiendo que pueda haber matrimonios con deseo y/o necesidad de participar y tengan dificultades económicas para asumir el coste, la organización acepta una candidad adicional, a voluntad, para poder ayudar a otros matrimonios a vivir esta experiencia.
Ya está abierto el plazo de INSCRIPCIÓN a la que se puede acceder AQUÍ
El delegado para la Enseñanza D. Juan Agost y el subdelegado Mauro Soliva han participado en el encuentro anual que convoca la Comisión Episcopal para la Educación y Cultura de la Conferencia Episcopal Española y que este año se ha desarrollado en San Cristóbal de La Laguna (Tenerife) Han sido tres días de trabajo en común sobre el tema «Iglesia y educación: desafíos inminentes».
En las sesiones de trabajo se analizaron los desafíos a los que se enfrenta la educación católica en el actual marco eclesial. La necesidad de incorporar herramientas para conocer, re-conocer y prever los cambios que se están produciendo. También fue protagonista destacado el profesorado de Religión: su acceso a la profesión docente, su formación permanente o la relación con los sindicatos y asociaciones profesionales.
También se han podido conocer de primera mano, testimonios de las respuestas educativas, sociales y solidarias que la Iglesia dio en la emergencia volcánica de La Palma. El encuentro, tal como trasladan el delegado y subdelegado diocesano «ha sido, como siempre muy fructífero y nos enriquece por la diversidad de circunstancias y retos que en las distintas diócesis españolas tiene el mundo educativo».
Medio centenar de feligreses de la Parroquia La Sagrada Familia de La Vilavella, junto a su párroco, D. Ignasi del Villar, viajaron el pasado fin de semana al Santuario de Lourdes para celebrar la festividad de la patrona de los enfermos. A ellos se sumaron fieles de otras parroquias de la Diócesis y el sacerdote de Segorbe, D. Juan Manuel Beltrán.
Viajaron durante la noche del pasado viernes en autobús para poder participar, ya el sábado 11 día de Nuestra Señora de Lourdes, de todos los actos programados por el Santuario con motivo de la celebración. De hecho en un solo día, peregrinos llegados de diferentes lugares, junto a los de nuestra Diócesis, participaron en todos los actos que se celebraron para venerar a la Virgen: Misa internacional, bendición del Santísimo a los enfermos y la procesión de las antorchas.
Los peregrinos diocesanos coincidieron con el Consiliario de la Hospitalidad de Segorbe-Castellón, D. José Luis Valdés, que se encontraba en Lourdes asistiendo a unas jornadas de formación. Ya el domingo por la mañana, los sacerdotes de la Diócesis concelebraron la Misa en la gruta, a los pies de la Virgen, junto al Consiliario de Valencia, que presidió la Eucaristía.
El anhelo de libertad con el que todo ser humano nace y convive, y que, aparentemente, resulta imposible de satisfacer en nuestra vida, ha sido el eje central del 7º Encuentro-Castellón que se ha celebrado durante este fin de semana en el Real Casino Antiguo.
Y es que «la libertad – como dijo Cervantes en boca del Quijote – es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos». Bajo el paraguas de una interesante exposición sobre la primera vuelta al mundo, se han celebrado varias charlas que, como en encuentros anteriores, han conseguido abrir un diálogo con la sociedad en el que se ha abordado el concepto de libertad con la participación de notables ponentes desde la perspectiva histórica, social y cultural, así como el papel de la educación y desde el punto de vista de la literatura y el periodismo.
El eje central fue la cuestión de la libertad y de si la realidad concreta en la que se desarrolla nuestra vida puede convertirse en una aventura interesante partiendo de la base de las decisiones que tomamos diariamente y de cómo éstas nos pueden llevar a tener la sensación de que somos esclavos de esas decisiones o de las circunstancias que nos han llevado a tomarlas.
El Presidente del Grupo Ábside Media, D. José Luis Restán fue uno de los ponentes. Así, partiendo de ejemplos concretos, abordó “el ejercicio de libertad verdadera” que ha llevado al Obispo Ronaldo Álvarez a ser condenado a 26 años de cárcel. Así, recordó cómo el régimen de Daniel Ortega ha excarcelado a 223 presos políticos y los ha enviado a Estados Unidos en una negociación con la administración americana. Uno de ellos, Mons. Ronaldo Álvarez, se habría negado, ejerciendo una verdadera libertad, a ser desterrado y abandonar su misión como pastor.
Otra de las materias tratadas ha sido la “educación en libertad” en un mundo, como el actual, en el que resulta muy complicado a familias y docentes, conseguir que los jóvenes se sientan atraídos por cualquier materia o asunto en la vida debido a la gran influencia que ejerce en ellos el mundo digital. En este sentido, el diálogo se centró en la posibilidad de un método para educar la libertad y generar adultos protagonistas y apasionados por la vida.
Concluyó este 7º Encuentro una charla sobre la relación entre el uso del lenguaje y la realidad para comprobar si es verdad o no que las palabras pueden ayudarnos a comprender mejor la realidad. Todo ello desde el uso del lenguaje de Miguel de Cervantes y su gran obra literaria El Quijote.
El origen de estos encuentros, tal como aseguró, Pilar Chiva, presidenta de la Asociación, en El Espejo de COPE, «nace de la experiencia que los miembros de esta Asociación Cultural vive en la Iglesia a través del carisma de Comunión y Liberación, ante el desafío de si verdaderamente la fe incide en todos los aspectos de la vida y si la fe puede ser incidente en el momento histórico y las circunstancias en que vivimos».
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