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La Luz de la Paz de Belén

9 de diciembre de 2023/0 Comentarios/en Cartas, Cartas 2023, Navidad, Noticias destacadas, Scouts /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Cercana la Navidad nos disponemos a acoger la “Luz de la Paz de Belén”. En la ciudad de Belén hay una basílica donde, según la tradición, nació Jesús. En ella, una estrella de plata señala el lugar exacto de su nacimiento. A su alrededor hay muchas lámparas permanentemente encendidas en recuerdo del nacimiento del Hijo de Dios.

Desde 1986, los Scouts de Austria van cada año poco antes de Navidad a la gruta de Belén y encienden allí una lámpara, que trasladan a Viena como mensaje de luz y de paz. Una vez en Viena se distribuye la luz a delegaciones de Scouts venidas de todo el mundo, que la llevarán a países de los cinco continentes para que llegue a las parroquias y a las familias, a los niños, jóvenes y mayores. Este año, una vez más, tendremos la dicha de acoger y repartir la “Luz de la Paz de Belén” en nuestra Diócesis de Segorbe-Castellón. Será el viernes, 15 de diciembre, en la Concatedral de Santa María de Castellón a las 19:00 horas, desde donde se llevará a los hogares y a las parroquias de la Diócesis Os invito a todos a este sencillo, pero emotivo acto.

La Luz de la Paz de Belén es un símbolo que representa a Jesús mismo: Él es la Luz del Mundo y el Príncipe de la Paz. Jesús mismo dijo: “Yo soy la luz del mundo. El que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8,12). Cristo es la luz que “brilla en la tiniebla” (Jn 1,54) y la tiniebla no la puede derrotar (cf. Jn 1,5). El Niño que nace en Belén es la Luz en nuestro camino hacia la Vida plena, eterna y feliz; él es el Camino, la Verdad y la Vida. Cristo no sólo nos ilumina con sus palabras, sus gestos, su vida y su muerte y resurrección para la vida del mundo. Él mismo en persona es la Luz verdadera para todos los hombres. El ha nacido y ha venido al mundo, para ahuyentar la noche de las tinieblas y del error, de la incredulidad y del pecado. Acogiéndole y viviendo en él, podemos vivir en la luz de la Vida.

Pertenecemos a una generación de enormes contrastes. Hoy, en el actual cambio de época, tenemos mucha información, pero más obscuridad ante nuestro futuro y el de la humanidad. La única esperanza para escapar de la obscuridad es acudir a una fuente de luz que pueda guiarnos en el sendero de la verdad y de la vida. Jesús, el Nino-Dios que nace en Belén, es esa fuente de luz, que el mundo necesita. Él es la Palabra de Dios encarnada, que revela al hombre el misterio del mismo hombre (cf. GS 22), su origen y destino, de sus anhelos y esperanzas, el sentido de la existencia. Sólo Él puede dar respuesta definitiva a tantos interrogantes en la vida y al anhelo de dicha, de vida y de paz que se esconde en todo corazón humano. La Luz que nace en Belén es la luz que necesita la humanidad. En Jesús adquiere el hombre la verdadera y última comprensión de sí mismo, del mundo y de la historia. En Jesús irrumpió en las tinieblas de la historia humana la luz, que es Dios.

Acoger la “Luz de la Paz de Belén” nos ha llevar a acoger a Jesús mismo, la Luz del mundo, y a encontrarnos personalmente con Él. Jesús viene a iluminar nuestra existencia y nuestro mundo. Él nos ofrece el amor de Dios, que transforma nuestra vida, sana nuestras heridas, perdona nuestros pecados y da sentido a nuestra existencia. Cristo ilumina la vida, nos da esperanza, nos conduce por el camino de la verdad, del bien y de la belleza, y nos envía a ser sus testigos y misioneros.

A sus discípulos, Jesús nos dice: “Vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5,14). En el actual contexto de secularización e indiferencia religiosa, muchos de nuestros contemporáneos piensan y viven como si Dios no existiera y olvidan que en Navidad nace Jesús, el Hijo de Dios, la Luz del mundo. En este contexto los cristianos y, en especial, los niños y jóvenes Scouts al llevar por doquier la Luz de Belén, reafirmamos nuestra fe y anunciamos a todos que Jesús es la Luz del mundo.

Jesús es además el Príncipe de la Paz, anunciado por los profetas (cf. Is 9,6). El término bíblico ‘shalom’, que traducimos por ‘paz’, indica el conjunto de bienes de ‘la salvación’ traída por Cristo. Por eso los cristianos reconocemos en él al Príncipe de la paz. Dios se hizo hombre y nació en Belén para traer su paz a los hombres de buena voluntad, a los que lo acogen con fe y amor. La paz es verdaderamente el don y el compromiso de la Navidad: un don, que es preciso acoger con humildad e invocar constantemente con oración confiada; y un compromiso que convierte a toda persona de buena voluntad en un ‘canal de la paz’.

Que el Príncipe de la paz conceda la paz en Tierra Santa, la tierra que lo vio nacer, vivir, morir y resucitar. Que Dios nos conceda el don de la paz y el final de las guerras en Ucrania y en tantas partes del mundo; que nos haga a todos constructores de la paz.

Con mi afecto y bendición,

+Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Adviento, tiempo de espera y de esperanza

2 de diciembre de 2023/0 Comentarios/en Cartas, Cartas 2023, Noticias destacadas /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Este domingo comienza el tiempo litúrgico del Adviento, que significa ‘venida’. Son cuatro semanas para prepararnos a la celebración gozosa de la Navidad, la ‘primera’ venida en la historia de Jesús, el Hijo de Dios, el Mesías y el Salvador. Por otra parte, en este tiempo dirigimos nuestra mirada hacía la ‘segunda’ venida de Jesucristo al final de los tiempos, con poder y con gloria para juzgar a vivos y muertos. El Adviento nos invita a despertar de un estilo de vida rutinario y resignado, preparándonos para el encuentro final con Cristo glorioso con elecciones valientes, alimentando la esperanza de un futuro nuevo.

Por ello, el Adviento mira también al presente: Jesús, el Hijo de Dios, ha muerto y ha resucitado, para que todo el que crea en Él tenga Vida eterna. Cristo vive y está entre nosotros; en Él, Dios ama a cada uno personalmente y sin medida. Cristo vivo sale constantemente a nuestro encuentro en su Palabra, en la oración, en los Sacramentos, en los acontecimientos de cada día, en cada hombre y mujer, en especial en los hambrientos, sedientos, forasteros, enfermos y encarcelados.

Esta triple perspectiva hace que el Adviento sea un tiempo de alegría serena, de espera vigilante y de la verdadera esperanza. El cristiano vigila y espera siempre la venida del Señor. No se deja deslumbrar ni aturdir por los reclamos de este mundo. Se prepara para la celebración de la Navidad sabiendo que el Señor resucitado y su Salvación están ya presentes en su Iglesia; y lo hace con la esperanza confiada en su venida definitiva. Esto despierta actitudes de fe y de humildad reconociendo que tiene necesidad de Dios, lo que suscita el deseo del encuentro con Cristo.

El Adviento nos llama a la conversión, a volver nuestra mirada a Dios. Pero ¿cómo lo haremos si no reconocemos que estamos necesitados de Dios, de su salvación, de su amor, de su perdón y de su vida? Hay quien afirma que no tiene necesidad de Dios, porque con lo que tiene y disfruta en este mundo se siente feliz. Necesitamos ser humildes y vivir en la verdad de que sin Dios nada somos para sentirnos pobres y abrirnos a la novedad de Dios. La pobreza espiritual es sentir necesidad de Dios, el único capaz de llenar nuestro deseo de plenitud, de felicidad y de vida para siempre; es la disposición para acoger todas y cada una de sus iniciativas y de su novedad en nuestra vida.

Dios viene a nuestro encuentro, porque nos ama. La conversión a Dios equivale a acoger al Señor presente entre nosotros y en la existencia de cada uno. La espera vigilante es también luchar contra el mal que nos acecha y es, a la vez, expectación confiada y gozosa de Dios que nos salva y libera del mal. 

Acoger a Dios presente entre nosotros aviva y fortalece nuestra esperanza. Benedicto XVI, en su encíclica Spe Salvi (Salvados en esperanza), señala que el hombre tiene diferentes esperanzas en las diver­sas épocas de su vida, unas más grandes y otras más pequeñas; “sin embargo, cuando estas esperanzas se cumplen, se ve claramente que esto, en realidad, no lo era todo. Está claro que el hombre necesita una espe­ranza que vaya más allá. Es evidente que sólo puede contentarse con algo infinito, algo que será siempre más de lo que nunca podrá alcanzar”. De esta gran esperanza, que es Dios, nos habla el tiem­po de Adviento.

Este tiempo nos ofrece la oportunidad de preguntarnos qué esperamos de verdad. Muchos están afectados hoy por un oscurecimiento de la esperanza; parecen desorientados e inseguros, con miedo a afrontar el futuro, a asumir compromisos duraderos, a adoptar decisiones de por vida, a abrirse al don de la vida. El vacío interior y la pérdida del sentido de la vida atenazan a muchas personas, porque viven sin esperanza. En la raíz de esta pérdida de esperanza está el intento de excluir a Dios y a su Hijo, Jesús, de su vida. 

Sin embargo, el ser humano no puede vivir sin esperanza pues su vida se haría insoportable. Con frecuencia busca saciarla con realidades efímeras y frágiles; es una esperanza cerrada a Dios, que se contenta con el paraíso prometido en esta tierra por la ciencia y la técnica, o con el disfrute del día a día. Pero al final todo esto se demuestra ilusorio e incapaz de satisfacer la sed de felicidad infinita que el corazón del hombre continúa sintiendo dentro de sí y que sólo Dios puede saciar.

Abramos nuestro corazón a Dios que se hace hombre en el misterio de la Navidad. En Jesús, nuestra verdadera esperanza, descubriremos nuestro verdadero destino que no es otro sino Dios. Que el Adviento nos ayude a comprender que si falta Dios, falla la esperanza, y todo pierde sentido. Como María, acojamos a Dios que viene a nuestra vida.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Cristo, Rey de la verdad, el amor y la vida

25 de noviembre de 2023/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2023 /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Este último domingo del año litúrgico celebramos la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo. Jesús mismo se declara Rey ante Pilatos en el interrogatorio que le hizo cuando los judíos se lo entregaron con la acusación de que había usurpado el título de ‘rey de los Judíos’. “Tu lo dices, yo soy rey” contesta Jesús a Pilatos, y añade “pero mi reino no es de este mundo” (cf. Jn 18, 36-37). En efecto, el reino de Jesús nada tiene que ver con los reinos de este mundo. No busca el poder ni pretende imponer su autoridad; no se apoya en ejércitos, no compra voluntades. Jesús no vino a dominar sobre las personas o los pueblos, sino a servir y entregar su vida para salvar a la humanidad de la esclavitud del pecado y de la muerte, para reconciliarnos con Dios, con nosotros mismos, con los demás y con la creación entera.

Jesús es Rey porque ha venido a este mundo para dar testimonio de la verdad. “Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz” (Jn 18, 37). La verdad que Cristo vino a testimoniar al mundo es que Dios es Amor. Jesús nos descubre la verdad más profunda del ser humano, del mundo y de la historia: la verdad de Dios para nosotros y la verdad de nosotros para Dios. Jesús proclama que el amor de Dios es nuestro origen y nuestro destino en el plan de Dios; somos creados por Dios por puro amor y estamos llamados a ser amados eternamente por Él, participando para siempre de su vida. Sólo Dios es capaz de llenar nuestro deseo innato de ser amados, de ser felices plenamente y para siempre. Por eso, porque Jesús nos descubre la verdad más honda y universal de nuestros corazones, todos los que la escuchan con buena voluntad, la acogen con fe en su corazón y le siguen.

Toda la existencia de Jesús, desde su encarnación a su muerte y resurrección, es relevación de Dios y de su amor. Cristo es el amor encarnado de Dios. De esta verdad dio pleno testimonio con la entrega de su vida hasta el final por amor a los hombres. La Cruz es el ‘trono’ de Cristo Rey desde el que manifiesta la sublime realeza de Dios-Amor: Jesús, el Hijo de Dios, ofreciéndose como expiación por el pecado del mundo, venció el dominio del ‘príncipe de este mundo’, príncipe de la mentira y de la muerte, e  instauró definitivamente el Reino de Dios. Desde este momento, la Cruz se transforma en fuerza salvadora, en árbol de la verdad y de la vida, en fuente del amor, en motor del perdón y de la reconciliación.  Lo que era instrumento de muerte se convierte en triunfo y causa de vida. Este Reino se manifestará plenamente al final de los tiempos, después de que todos los enemigos, y por último la muerte, sean sometidos a Dios. 

Cristo Jesús reina desde el madero de la Cruz, dando su vida, sirviendo, perdonando, reconciliando, amando a los hombres hasta el extremo. En la Cruz, que unos prohíben en espacios públicos y otros mancillan o reinterpretan para hacerla desaparecer de nuestra vista, está toda la verdad, de la que Cristo es fiel testigo. En la Cruz, Cristo nos muestra que Dios es amor y ama sin límite a sus criaturas. En la Cruz reconocemos, de manera clara y sin complejos, el amor sin límites de Dios por todos los hombres. De la Cruz brota el Primer Anuncio de nuestra fe: Cristo te ama, Cristo ha muerto y ha resucitado por ti y por mí, para que creyendo en Él tengamos Vida, eterna y feliz. Esta es nuestra verdad más profunda, que está destinada a todos, y que ha ser anunciada también a nuestros jóvenes de hoy.

La Cruz es la señal clara de un amor que lo transforma y vivifica todo, que da sentido a todo y esperanza a la humanidad. Cristo en la Cruz es el Sí definitivo e irrevocable de Dios al hombre, a cada hombre y mujer, a ti y a mí. La Cruz es el núcleo y el motor de la experiencia cristiana y de toda vida cristiana. Estamos llamados a dejarnos encontrar por el amor de Dios en Cristo vivo: un amor que transforma y da horizonte y sentido a la existencia, un amor que sana nuestras heridas y perdona nuestros pecados y faltas de amor, y un amor que nos abre las puertas a una vida eterna y feliz.

Cristo vivo, Rey de la verdad, del amor y de la vida, está a nuestra puerta y llama. Él viene hoy al encuentro de todos. El se propone pero nunca se impone. Él nos ofrece la verdad que nos hace libres, la esperanza que abre el futuro y no defrauda, el amor sin límites que todo lo renueva y la vida plena y sin fin. “Todo el que es de la verdad escucha mi voz”, nos dice Jesús (cf. Jn 18, 37).

Con mi afecto y bendición

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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“No apartes tu rostro del pobre”

18 de noviembre de 2023/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2023, Pastoral Caritativa-Social /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Este domingo, 19 de noviembre, celebramos la Jornada Mundial de los pobres. El papa Francisco estableció esta Jornada al finalizar el Jubileo de la Misericordia en 2016, como fruto granado del Año Santo y recuerdo permanente de la Misericordia. Su finalidad es que “en todo el mundo las comunidades cristianas se conviertan cada vez más y mejor en signo concreto del amor de Cristo por los últimos y los más necesitados”. En este día fijamos la mirada en quienes tienden sus manos clamando atención y ayuda, acompañamiento y solidaridad. Ellos son nuestros hermanos, creados y amados por el Padre celestial; muchos de ellos viven entre nosotros y con frecuencia no nos damos cuenta.

El Papa ha elegido como lema para este año las palabras del libro de Tobías: “No apartes tu rostro del pobre” (Tob 4,7). Estas palabras contienen el “testamento espiritual” del anciano Tobit a su hijo Tobías, que está a punto de emprender un largo viaje. El anciano teme no volver a ver a su hijo. Por ello, este hombre, que siempre confió en el Señor, como buen padre desea dejar a su hijo no tanto algún bien material, cuanto el testimonio del camino a seguir en la vida. Y le dice: “Hijo, acuérdate del Señor todos los días. No peques ni quebrantes sus mandamientos. Pórtate bien toda tu vida. No vayas por caminos de iniquidad, pues si obras la verdad tendrás éxito en tus empresas, igual que los que obran la justicia. Da limosna de cuanto posees; no seas tacaño. No apartes tu rostro ante el pobre y Dios no lo apartará de ti. Da limosna en la medida que puedas; si tienes poco, no te avergüences de dar poco” (Tob 4,5-9).

Han pasado  siglos y la situación se mantiene inalterada, por lo que estas palabras no se refieren sólo al pasado, sino también a nuestro presente. Como nos dijo Jesús, “a los pobres los tenéis siempre con vosotros” (Mc 14,7). También hoy existen numerosas formas de pobreza. Todos los días vemos rostros marcados por el hambre, el dolor, la soledad, la miseria, la marginación, la violencia, la guerra, la privación de la libertad y de la dignidad, la ignorancia y el analfabetismo, la falta de trabajo, el tráfico de personas, el exilio y la migración forzada. La pobreza tiene siempre el rostro concreto de mujeres y hombres, de niños y de niñas. No nos pueden ser indiferentes. Cuando estamos ante un pobre no podemos volver la mirada hacia otra parte, porque eso nos impedirá encontrarnos con el rostro del Señor Jesús. Cada uno de ellos es nuestro prójimo. No importa el color de la piel, la condición social o la procedencia. Estamos llamados a dejarnos encontrar por cada pobre y a dejarnos interpelar por cada tipo de pobreza, sacudiendo de nosotros la lacra de la indiferencia.

Los pobres son un signo concreto de la presencia de Jesús entre nosotros. Él mismo se identificó con cada uno de ellos: con los hambrientos y los sedientos, con los forasteros y los enfermos, con los sin techo y los encarcelados. “Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”, nos dice Jesús (Mt 25,40). Olvidarlo equivale a falsificar el Evangelio. Por ello mismo podemos decir que los pobres de cualquier condición nos evangelizan. Ellos tienen mucho que enseñarnos. En sus propios dolores nos muestran a Cristo, que sufre. En cada uno de los pobres, Jesús sale a nuestro encuentro, para que nos dejemos encontrar por Él. Estamos llamados a descubrir a Cristo en cada pobre, a compartir su vida, a prestarles nuestra voz en sus causas, a amarlos y escucharlos, y a recoger la sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos.

Los pobres son también destinatarios prioritarios del Primer Anuncio. Con nuestra atención, escucha y ayuda concreta, con nuestro acompañamiento, compromiso y solidaridad han de experimentar la cercanía de Dios que ama a cada uno. Fruto de ese amor de Dios, Jesucristo ha dado su vida para salvar a cada pobre, y ahora está vivo a su lado cada día, para sanarlos,  iluminarlos, fortalecerlos y liberarlos. Los pobres sentirán el amor y la cercanía de Dios cuando reconozcan en nuestra atención un acto de amor gratuito que no busca recompensa. Antes de nada, los pobres tienen necesidad de Dios, de su amor hecho visible gracias a personas que expresan y ponen de manifiesto la fuerza del amor cristiano.

Por supuesto, que los pobres piden comida y otros tipos de ayuda, a las que hemos de dar respuesta concreta; pero lo que realmente necesitan va más allá. Los pobres necesitan nuestras manos para reincorporarse, nuestros corazones para sentir de nuevo el calor del afecto, y nuestra presencia para superar la soledad. Sencillamente, los pobres necesitan sentir el amor de Dios a través de nuestras obras de amor.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Hacia una preparación ‘catecumenal’ para el matrimonio

11 de noviembre de 2023/0 Comentarios/en Cartas, Cartas 2023, De Familia y Vida, Noticias destacadas /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

El matrimonio cristiano es una vocación, una llamada de Dios, que concreta la llamada universal a la santidad –a la perfección del amor-, recibida en el bautismo. No sólo existe la vocación al sacerdocio y a la vida consagrada;  también el matrimonio es una vocación, y, como aquellas, necesita de un tiempo largo de preparación. El matrimonio es una bendición divina, un gran don que implica una tarea para la que se requiere una buena preparación. Su omisión aboca a la esterilidad; mientras que la acogida activa lleva a dar muchos frutos de amor para la Iglesia y la sociedad, y, después, al premio del cielo para toda la eternidad.

Una preparación rápida de los novios, poco antes de la celebración del matrimonio, no es suficiente -y menos hoy- para ayudar a los que el Señor llama a casarse y a construir una familia cristiana. La preparación, que ofrecemos habitualmente a nuestros novios, se orienta a una celebración consciente del sacramento del matrimonio con las mejores disposiciones posibles. El esfuerzo de las últimas décadas en nuestras parroquias y en la Diócesis ha sido grande; se han generalizado los cursillos de preparación al matrimonio; pero resultan excesivamente breves.

La experiencia nos dice que los novios habitualmente quedan satisfechos de los cursillos, al recibir una visión que no conocían del amor, del matrimonio, de la familia, de la Iglesia y del mismo Cristo. Pero esta última fase de preparación se encuentra habitualmente con las graves carencias de las etapas anteriores. Es como si se quisiera rematar una casa sin cimientos, o de querer que madure una planta de inmediato, sin contar con el tiempo y con el cultivo adecuado. Resulta una tarea casi imposible, porque las tareas que se han dejado de realizar en el proceso de la Iniciación cristiana para generar un cristiano no se pueden improvisar precipitadamente o dar por supuestas sino que se han de acometer de modo paciente y completo.

Por ello, el Papa Francisco se ha referido reiteradamente a la necesidad de un catecumenado de preparación al sacramento del matrimonio como un antídoto para evitar la proliferación de celebraciones matrimoniales nulas o inconsistentes. Con una preparación demasiado rápida y superficial, las parejas corren el riesgo real de celebrar un matrimonio nulo o con unos cimientos tan débiles que se “desmorone” en poco tiempo y que no pueda resistir ni siquiera las primeras crisis inevitables. Estos fracasos traen consigo un gran sufrimiento y dejan profundas heridas en las personas. Se desilusionan, se amargan y, en los casos más dolorosos, acaban incluso por dejar de creer en la vocación al amor, inscrita por Dios mismo en el corazón del ser humano. Como Iglesia, los pastores y toda la comunidad cristiana, tenemos el deber de acompañar con responsabilidad a quienes expresan la intención de unirse en matrimonio, para que puedan vivir con alegría, entrega y fidelidad el don de la vocación conyugal y familiar, y para que no pierdan nunca la fe en el amor.

Atendiendo a la petición del Santo Padre, hace poco más de un año, el Dicasterio para los laicos, la familia y la vida presentó el documento titulado “Itinerarios catecumenales para la vida matrimonial. Orientaciones pastorales para las Iglesias particulares”. Este documento ofrece a los sacerdotes, a los esposos y a todos los que trabajan en la pastoral familiar, una visión y una metodología renovadas acerca de la preparación al sacramento del matrimonio y a toda la vida matrimonial. Se trata de unos itinerarios y unas orientaciones a las Iglesias diocesanas para acompañar las diversas etapas del camino sacramental: los tiempos de preparación, el momento de la celebración, los años sucesivos y las situaciones de crisis.

En relación con la preparación de los novios, el catecumenado que se propone no es una mera catequesis o una transmisión de doctrina. Es necesario superar el estilo de una formación sólo intelectual, teórica y general. Es preciso recorrer con los novios el camino que los lleve a tener un encuentro con Cristo, o a profundizar en esta relación, y a hacer un auténtico discernimiento de la propia vocación conyugal, tanto a nivel personal como de pareja. Es un itinerario relativamente amplio, inspirado en el catecumenado bautismal, que les permita vivir más conscientemente el sacramento del matrimonio, a partir de una experiencia de fe y de un encuentro con Cristo vivo. 

Tal vez, en la diócesis, no podamos poner en marcha de un modo inmediato este itinerario completo, pero sí debemos comenzar a dar los pasos que nos permitan hacerlo en un futuro no lejano. Pongamos manos a la obra. Muchas gracias.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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La alegría de ser cristiano

4 de noviembre de 2023/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2023 /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

Un año más celebramos el Día de la Iglesia Diocesana; esta vez, el próximo Domingo, 12 de noviembre. Esta jornada quiere ayudar a todos los católicos a tomar conciencia de nuestra pertenencia a una Iglesia diocesana, en nuestro caso a la diócesis de Segorbe-Castellón, para conocerla, sentirla y amarla como propia, y para vivir con alegría nuestra condición de cristianos siendo todos responsables de su vida y de su misión evangelizadora.

Nuestra diócesis no es un territorio, una estructura, un conjunto de servicios o una organización humana con fines religiosos. Nuestra Iglesia diocesana es una porción del pueblo de Dios, extendido por toda la tierra. Está formada por hombres y mujeres, los bautizados, pero tiene su origen en Dios mismo. Como la misma palabra ‘Iglesia’ indica, es la asamblea, la comunidad, convocada por Dios. Tiene su origen en Dios; somos su pueblo, elegido por Dios para continuar y hacer presente en medio del mundo la obra de salvación de Cristo. Por el bautismo, renacemos a la vida de Dios. Dios mismo nos hace sus hijos amados en Cristo y nos incorpora a este su pueblo, a esta gran familia de los hijos de Dios. Ningún cristiano católico puede considerarse ajeno a la gran familia de la Iglesia diocesana: es nuestra Iglesia y nuestra familia, y como tal la debemos conocer, amar, sentir y ayudar.

La Iglesia diocesana la formamos todos los católicos que vivimos en el territorio diocesano. En ella se hace presente la única Iglesia de Cristo, se comunica la vida divina al hombre y experimentamos el misterio del amor de Dios. Con frecuencia no valoramos debidamente los dones y bienes que recibimos a través de nuestra Iglesia, como son, entre otros, la fe en Jesucristo, la Palabra de Dios, la vida nueva del Bautismo, la Eucaristía y los demás sacramentos, la educación en la fe de niños, adolescentes, jóvenes y adultos, el acompañamiento personal y de matrimonios y familias, la atención a mayores y enfermos, la ayuda a los necesitados, el compromiso con nuestra tierra y la esperanza en la vida eterna. En nuestra Iglesia diocesana y en sus parroquias está presente y actúa el amor de Dios como fermento de la sociedad para que se vaya instaurando el reino de Dios y todo se vaya transformando y humanizando según Dios. Desde ella hemos de salir para llevar el Evangelio y el amor de Dios a todos.

Demos gracias a Dios por los dones de Él recibidos en su Iglesia, muestra de su amor por cada uno de nosotros. Saberse personalmente amados para siempre y sin medida por Dios es la fuente de nuestra alegría cristiana. Es la experiencia que funda y da consistencia a la existencia de todo cristiano. Quien vive con alegría el amor que Dios le tiene, no lo puede ocultar ni callar. Lo anuncia y lo acerca a todos porque a todos está destinado el amor de Dios, que purifica, sana y salva.

Hoy, entre nosotros, a muchos bautizados les cuesta decir en público, incluso a conocidos, que son cristianos, dado el ambiente de cancelación de lo cristiano, de laicismo, de indiferencia religiosa, o de alejamiento de la fe cristiana y de la práctica religiosa. En esta situación pedimos a Dios que nos conceda la gracia de no tener miedo a vivir y mostrar nuestra condición de cristianos. Y que lo hagamos con alegría, con humildad, sin vanidad ni prepotencia, en privado y en público, en el trabajo o con los amigos, en la vida profesional o pública. Hay vergüenza a declararse cristianos y a actuar como tales, con coherencia entre la fe y la vida, y sin ocultar la razón de nuestra formar de ser y de actuar. Los cristianos deberíamos estar convencidos que Cristo Vivo y el Evangelio es el mayor tesoro que tenemos y debemos ofrecer a nuestro mundo. Mostremos con claridad y alegría que somos cristianos y que formamos parte de la comunidad de los discípulos de Jesús, que es su Iglesia.

El Día de la Iglesia Diocesana nos llama a fortalecer nuestro amor a nuestra Iglesia diocesana, a sentirnos miembros activos de esta nuestra gran familia y a colaborar con nuestra parroquia y con nuestra diócesis, con nuestra oración, nuestro tiempo y nuestros donativos. Nuestro amor nos ha de llevar al compromiso con nuestra Iglesia: en la vivencia de la fe y vida cristianas, en la cooperación en sus tareas y en su mantenimiento económico. Todos estamos llamados a redoblar nuestra generosidad para que no nos falten los medios humanos y materiales para que el amor de Dios llegue a todos. Seamos generosos en nuestro compromiso y en la colecta de este día. 

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Personas sin hogar

28 de octubre de 2023/0 Comentarios/en Noticias destacadas, Cáritas Diocesana, Cartas, Cartas 2023, Pastoral Caritativa-Social /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

El último domingo de octubre venimos celebrando el “Día de las personas sin hogar”, coordinado por Cáritas española y, entre nosotros, alentado por Cáritas diocesana.  El lema de este año, “Comparte tu red, no dejes que se queden fuera de cobertura”, quiere interpelarnos a todos para integrar en la sociedad a los que están descartados. Se trata de generar una sociedad que mira y ve, que genera lazos y que se compromete a seguir trabajando para que toda persona y familia pueda disfrutar de un hogar digno y adecuado, permanente y en paz, siendo parte de la vida social y comunitaria. Ya el papa san Juan Pablo II dijo que “aquellos que no tienen casa constituyen una categoría de pobres todavía más pobres, que nosotros debemos ayudar, convencidos, como lo estamos, de que una casa es mucho más que un simple techo, y que allí donde el hombre realiza y vive su propia vida, construye también, de alguna manera, su identidad más profunda y sus relaciones con los otros”.

Todos estamos interpelados: las administraciones públicas, los medios de comunicación, la opinión pública, las organizaciones financieras y sociales y nuestra propia Iglesia, sus miembros y sus comunidades. El objetivo es alcanzar un compromiso común para que todas estas personas tengan un hogar. Esta Jornada quiere ser también una denuncia profética ante la lacerante realidad de tantas personas concretas que no tienen hogar y se ven privadas así de acceder al disfrute de derechos humanos básicos.

En España, 9.487 personas sin hogar fueron acompañadas por Cáritas en 2022.  Muchas de estas personas están nosotros. Nuestra Cáritas diocesana atendió en el año 2022 a 845 personas en situación de grave exclusión social; es decir, personas sin techo, sin vivienda, o con vivienda inadecuada o insegura; de ellas 553 son hombres y 292 son mujeres. El total es similar al del 2021, pero ha aumentado el número de mujeres.

Ante esta situación no podemos mirar hacia otro lado. Cada una de estas personas tiene un rostro. Las personas sin hogar no nos pueden ser indiferentes, como ocurrió con el pobre Lázaro del evangelio. Porque no se puede estar tranquilo en casa mientras Lázaro yace postrado a la puerta; no hay paz en la casa del que está bien, cuando falta justicia en la casa de todos. Sabemos que el hogar es una condición necesaria para que el hombre o la mujer puedan nacer, crecer y desarrollarse; para que puedan convivir, trabajar, educar y educarse, o para que puedan construir una familia.No tener hogar es más que no tener una casa o vivienda digna; implica también verse privado de cosas fundamentales para el desarrollo de todo ser humano como son las relaciones personales, el sentido vital o el acceso a derechos fundamentales, como la atención sanitaria y otros.

Son muchas las causas que llevan a esta situación. Cada persona tiene su propia historia. Pero hay algunas causas que aparecen en la mayoría de los casos, como son la falta de recursos económicos, de ayudas sociales o de un trabajo digno; a veces son circunstancias personales como la enfermedad, las adicciones, las relaciones familiares rotas o los hábitos; otras veces tienen que ver con la emigración; y, al final, siempre aparece la ausencia de acceso al derecho a una vivienda.

Las personas sin hogar constituyen una categoría de pobres todavía más pobres, a quienes debemos amar y ayudar como el buen Samaritano; son nuestro prójimo. Las personas que no tienen acceso a una vivienda, que sea techo y hogar, están hoy, de nuevo, en nuestro camino y reclaman ayuda para gozar de sus derechos, para recuperar su espacio legítimo en la sociedad y formar parte de un tejido comunitario donde cada una tenga siempre un lugar conforme a su dignidad de personas.

La Iglesia, que siempre ha estado cerca de los pobres y los empobrecidos, considera un grave deber suyo asociarse a cuántos operan con dedicación y desinterés para que las personas sin hogar encuentren soluciones concretas y justas. Para todo cristiano y para la Iglesia, las personas sin hogar son un llamamiento a nuestra conciencia y una exigencia a dar soluciones justas. En cada persona que carece de hogar, el cristiano ha de ver al mismo Cristo, que nos dice: “Estuve desnudo y no me vestisteis” (Mt 25, 43). Trabajemos unidos como sociedad y como comunidad cristiana, en la solución y la prevención del problema. Es posible y urgente acabar con estas situaciones de las personas sin hogar.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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La paz, don de Dios y tarea de todos

21 de octubre de 2023/1 Comentario/en Noticias destacadas, Cartas, Cartas 2023 /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

¿Quién no desea la paz?  Toda persona de bien y de buena voluntad la desea. Sin embargo, estamos aún lejos de haber logrado la paz entre las personas, en las familias, en la sociedad y entre los pueblos de la tierra. Una y otra vez constatamos a nuestro alrededor y en el mundo la enemistad, el rencor y el odio, la crispación y la violencia verbal y física, la falta de diálogo y de reconciliación, el afán de dominar al otro -sea persona, grupo o pueblo-, o incluso de eliminarlo físicamente recurriendo a las armas.

La violencia, el terrorismo  y las guerras son una triste y lacerante realidad en nuestro mundo de hoy. Los medios de comunicación nos informan cada día de conflictos y guerras en distintas partes del mundo. El papa Francisco se ha atrevido a hablar de una tercera guerra mundial a plazos. Más cerca de nosotros, desde hace ya más de año y medio sufrimos la guerra en Ucrania, iniciada por la injusta agresión de Rusia, y hace un par de semanas, estallaba la guerra en Tierra santa, provocada esta vez por la acción terrorista, indiscriminada e inhumana de Hamás contra Israel. 

Es fácil dejarse llevar por la desazón y el pesimismo. Ante la tentación de considerar la paz como una utopía inalcanzable, hay que afirmar que la paz es posible, necesaria y apremiante. Las guerras, el terrorismo, la violencia y la intolerancia, las injusticias y las desconfianzas, los odios, los sufrimientos de tantos inocentes y el subdesarrollo hacen más apremiante, si cabe, la oración sincera y el compromiso efectivo por la paz.

La primera acción en favor de la paz es la oración confiada e insistente a Dios por la paz. La paz es un don del amor de Dios. Jesús, el Príncipe de la Paz, es quien puede dar la auténtica paz al corazón del hombre, a las familias y a los pueblos de la tierra. Esta paz es mucho más que la paz externa, social o política, la convivencia pacífica y respetuosa, o la simple ausencia de agresiones o de conflictos. Esta paz, para ser plenamente humana, comienza en el corazón de cada persona. La paz de Cristo es el sosiego interior, que nace de la reconciliación con Dios, con uno mismo, con las personas cercanas, con la sociedad, entre los pueblos y con la creación entera. Una paz así se nos escapa si no abrimos nuestro corazón a Dios, si no acogemos a Jesucristo y el Evangelio en nuestra vida, si no nos dejamos transformar por él, si no adquirimos los sentimientos de Jesús, que nos manda perdonar incluso a nuestros enemigos. Jesús, ‘el príncipe de la paz’, es el único que da la paz que necesita la humanidad, una paz basada en la reconciliación y comunión de Dios con los hombres y de los hombres entre sí.

La paz es, pues, un don que debemos pedir a Dios. Pero también es tarea de todos, que de ser construida día a día con la implicación de todos para que se extienda entre los hombres y los pueblos. La paz no es la mera ausencia de guerras ni el equilibrio de las fuerzas adversarias ni el fruto de una dominación despótica. El Papa Juan XXIII, en su encíclica Pacem in terris, señalaba hace 60 años que los cuatro pilares sobre los que construye la paz auténtica son la verdad, la justicia, el amor y la libertad, y que tiene su corazón en el respeto a toda persona humana.

Hemos de promover la verdad, para ser rectos y honrados en el pensamiento y en la acción. A la verdad ha de unirse el compromiso por la justicia que pide el respeto exquisito de la dignidad y derechos inviolables de todo ser humano. Pero no se puede construir la paz en el mundo sin amor sincero y compromiso desinteresado hacia todo ser humano. La justicia por sí sola no podrá asegurar la paz al hombre y al mundo. La verdadera paz florece cuando en el corazón se vence el egoísmo y el afán de poder, dando paso a la solidaridad y al compromiso efectivo.

Todo cristiano ha de ser testigo comprometido por la paz y constructor de una cultura de la paz. Unido a todos los hombres de buena voluntad, el cristiano ha de trabajar por el respeto efectivo de la igual dignidad de todo ser humano, ha de poner en práctica el amor fraterno hacia todos. El testigo de la paz respeta, acoge y perdona al otro, respeta su cultura y religión, trabaja para que se implante la justicia para todos los hombres y entre todos los pueblos, se muestra solidario con el que sufre o padece pobreza material o espiritual, fomenta el dialogo sincero y la cultura del encuentro, y favorece  la comunicación y la reconciliación entre los hombres desde la verdad,  la libertad responsable y la caridad. La paz es obra de conciencias que se abren a la verdad, a la justicia,  al amor y la libertad. Oremos y trabajemos por la paz.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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“Corazones fervientes, pies en camino”

14 de octubre de 2023/0 Comentarios/en Cartas, Cartas 2023, De Misiones y Cooperación con las Iglesias, Noticias destacadas, Obispo /por obsegorbecastellon

Queridos diocesanos:

El próximo domingo, 22 de octubre, celebramos la Jornada Mundial de las Misiones, el Domund, bajo el lema Corazones fervientes, pies en camino. Cada año, este día constituye una ocasión privilegiada para recordar, orar y ayudar con nuestra generosa aportación económica a los misioneros en los ‘países de misión’.

Esta Jornada quiere también ayudarnos a todos los cristianos a tomar conciencia de que el Señor nos llama a ser sus discípulos misioneros, en todas partes, allá donde nos encontremos, también entre nosotros. Como Iglesia hemos sido convocados por Jesús para ser enviados a la misión; esta es nuestra razón de ser, nuestra dicha y nuestro gozo. Al despedirse de sus Apóstoles, Jesús les dijo: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15). Estas palabras de Jesús atañen a todos los bautizados de todos los tiempos (San Juan Pablo II, Redemptoris Missio, n. 2).

En su Mensaje para esta Jornada, el papa Francisco nos exhorta de nuevo a la necesaria y urgente conversión misionera de toda la Iglesia, sirviéndose  del pasaje de los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,13-35). Aquellos dos discípulos se alejaban de Jerusalén y caminaban tristes a causa de la muerte de Jesús. Ante el aparente fracaso del Maestro crucificado, su esperanza de que Él fuese el Mesías se había derrumbado. No se habían encontrado aún con Cristo resucitado. Tampoco daban crédito a las mujeres de su grupo que decían que el sepulcro estaba vacío y que Jesús estaba vivo. De repente, Jesús en persona se pone a caminar con ellos, les pregunta sobre su conversación y comienza a explicarles lo que se refería a él en todas las Escrituras. Llegados a la aldea, los dos discípulos invitan a Jesús a entrar en la posada. Ya a la mesa, Jesús tomó el pan, lo bendijo y lo partió. Sus ojos se abrieron entonces y lo reconocieron en la fracción del pan. Jesús renueva ante los dos comensales el signo de la multiplicación de los panes y sobre todo el de la Eucaristía. Pero precisamente en el momento en el que reconocen a Jesús “Él había desaparecido de su vista”.  Se habían encontrado con Jesús resucitado. Y, aunque ya era de noche, volvieron a prisa a Jerusalén para contar a los Apóstoles lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

“Aquellos dos discípulos –escribe el Papa- estaban confundidos y desilusionados, pero el encuentro con Cristo en la Palabra y en el Pan partido encendió su entusiasmo para volver a ponerse en camino hacia Jerusalén y anunciar que el Señor había resucitado verdaderamente”. Este pasaje traza el itinerario de todo discípulo misionero para renovar su ardor para anunciar en el mundo actual a Jesucristo, muerto y resucitado para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Este itinerario es el encuentro personal con Cristo Vivo en la Palabra de Dios y en la Eucaristía para salir de nuevo con alegría y esperanza a la misión. Este encuentro es la base y la fuente para la conversión misionera de nuestra Iglesia.

Como a aquellos dos discípulos, también a nosotros nos invade con frecuencia la tristeza porque dudamos que Cristo ha resucitado, y está vivo y presente en medio de nosotros. Con frecuencia nos atenaza el desánimo ante la aparente ineficacia de nuestra acción evangelizadora en un contexto de increencia e indiferencia, y de alejamiento de la Iglesia y el enfriamiento de tantos bautizados. Este contexto nos desconcierta y no encontramos el modo de anunciar el Evangelio al hombre y la mujer de hoy.

Hoy como entonces, el Señor resucitado sale a nuestro encuentro y camina con nosotros, especialmente cuando nos sentimos perdidos y desanimados. Como entonces Jesús nos habla en la Palabra de Dios para que se encienda nuestro corazón. Jesús es la Palabra viviente, la única que puede abrasar, iluminar y trasformar el corazón. Leamos con atención la Sagrada Escritura; escuchemos al Señor resucitado que nos explica su sentido. Dejemos que Él encienda nuestro corazón, nos ilumine y nos trasforme.

Hoy como entonces, Jesús sale a nuestro encuentro de un modo único en la Eucaristía,  en el Pan partido y compartido con nosotros, sus discípulos de hoy. El se hace nuestro alimento nos atrae a sí y nos une a él y a los hermanos, para encender  nuestros corazones todavía más, impulsándonos a retomar el camino sin demora para comunicar a todos la experiencia única del encuentro con el Resucitado.

En este día del Domund tenemos especialmente presentes en nuestra oración  a tantos misioneros y misioneras. Mostremos también nuestra solidaridad fraterna con nuestra generosa aportación económica en la colecta de este día.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Jornada de oración por la paz

13 de octubre de 2023/1 Comentario/en Cartas, Cartas 2023, Noticias destacadas, Obispo /por obsegorbecastellon

A todo el Pueblo de Dios en Segorbe-Castellón

Queridos diocesanos.

En los últimos días estamos viviendo con mucho dolor y especial preocupación los actos terroristas y los acontecimientos bélicos en Israel, en la franja de Gaza y países cercanos, que se unen a las guerras en Ucrania y en otras partes del mundo. Estas guerras, conflictos y actos terroristas provocan destrucción y la muerte de miles de vidas humanas inocentes y el sufrimiento de sus familias. Van más allá de los límites geográficos. Afectan a toda la comunidad internacional.

Ante tanta destrucción, muerte y sufrimiento que provocan la guerra y la violencia, como Iglesia no podemos permanecer en silencio, sino que hemos de alzar la voz en defensa de los más débiles e inocentes y, sobre todo, hemos de trabajar y orar por la paz. En este sentido el papa Francisco, en el rezo del Ángelus del pasado domingo, exclamó con fuerza: “¡Que los ataques y las armas se detengan, por favor! ¡Comprendan que el terrorismo y la guerra no conducen a ninguna solución, sino sólo a la muerte y al sufrimiento de muchos inocentes! La guerra es una derrota: ¡toda guerra es una derrota! ¡Recemos por la paz en Israel y Palestina!”

Acogiendo la llamada del Papa pido a todos los diocesanos rezar con insistencia a Dios por la paz en el mundo. Además convoco a toda la Iglesia diocesana el próximo sábado 21 de octubre a una Jornada de oración por la paz en Israel y en Gaza, en Ucrania y en el mundo entero, invitando a todas las personas de buena voluntad a unirse a esta Jornada.

“En este mes de octubre – siguió diciendo el papa Francisco el pasado domingo – dedicado, además de a las misiones, al rezo del Rosario, no nos cansemos de invocar, por intercesión de María, el don de la paz sobre los numerosos países del mundo marcados por guerras y conflictos”. En este sentido invito a todos los fieles de la diócesis a que el próximo sábado nos unamos para dirigir nuestra humilde oración del Rosario a nuestra Madre, Reina de la Paz, para invocar de Dios este gran don para todas las situaciones de guerra, de conflicto y de violencia en el mundo.

Así pues pido a los sacerdotes que exhorten a los fieles a vivir esta Jornada de oración el próximo sábado 21 de octubre, que inviten a las comunidades a reunirse en las iglesias antes de la Eucaristía vespertina del sábado -o por la tarde del sábado- para una vigilia de oración rezando el Santo Rosario por la paz; y que tengan en cuenta esta intención en la celebración de las Misas de ese día e introduzcan en la oración de los fieles  una petición implorando de Dios el tan necesario don de la paz.

“Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios” (Flp 4,6). Presentemos a Dios nuestra humilde y confiada petición por la paz; oremos con humildad y perseverancia para construir cada día y en todo ambiente una auténtica cultura del encuentro y de la paz.

Con mi afecto y bendición,

+ Casimiro López Llorente

Obispo de Segorbe-Castellón

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Diócesis Segorbe-Castellón

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Programa "El Espejo de Segorbe-Castellón", en COPE Castellón, del 08-12-2023
La imagen de la Virgen de los Desamparados ha visitado esta mañana la pedanía de Benitandús, en el municipio de Alcudia de Veo, con motivo de la restauración y bendición de su capilla, dedicada a la Mare de Déu. Han acudido números fieles de todos los pueblos de alrededor, así como autoridades locales y provinciales.
El Espejo de Segorbe-Castellón 01-12-2023 en COPE Castellón
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20 minutos atrás

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#Adviento #Sacerdotes “No podemos dejar de lado a las personas, porque nuestro ministerio es para ellas”.🙏Los sacerdotes de la Diócesis de Segorbe-Castellón han participado esta mañana en el retiro de Adviento en el que ha predicado D. Miguel Navarro Sorní, sacerdote de la Archidiócesis de Valencia y Doctor en Historia Eclesiástica, ayudando en las meditaciones 🕯 🕯 ... Ver másVer menos

D. Miguel Navarro en el retiro de Adviento para sacerdotes: “No podemos dejar de lado a las personas, porque nuestro ministerio es para ellas” - Obispado Segorbe-Castellón

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#VigiliadeJóvenes #Castellón

👩🧑⛪ El próximo día 1 de diciembre tendrá lugar la Vigilia Diocesana de Jóvenes, organizada por @dele.infa.juv_segorbecastellon en colaboración con Equipos de Nuestra Señora Jóvenes, y a la que están invitados todos los jóvenes de todas las realidades de la Diócesis.

🗓 1 de diciembre
⌚ 21:00 h.
⛪ Concatedral de Santa María, Castellón.
#MártiresDiocesanos #AñoJubilarMariano100Lledó #MártiresDiocesanos #AñoJubilarMariano100Lledó 

🙏 ✝ #Castellón acogerá el próximo viernes una Vigilia de Oración a los Mártires Diocesanos, organizada por la Delegación para las Causas de los Santos.

🗓 17 de noviembre
⌚20:30 h.
📍 Basílica de Ntra. Sra. del Lledó
#JornadaDiocesana #PrimerAnuncio Cientos de pers #JornadaDiocesana #PrimerAnuncio 

Cientos de personas participaron el sábado pasado en la Jornada Diocesana del Primer Anuncio, que supuso un gran regalo, un nuevo Pentecostés para nuestra Diócesis, para nuestras comunidades parroquiales, movimientos, asociaciones, cofradías, para todos nosotros - obispo, sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos.

"Estamos llamados a anunciar con obras y palabras a Jesucristo, muerto y resucitado"
#JornadaDeOraciónPorLaPaz 🕊🙏 Ante los acon #JornadaDeOraciónPorLaPaz

🕊🙏 Ante los acontecimientos bélicos y de terrorismo que se están viviendo en distintas parte del mundo, nuestro Obispo D. Casimiro, en comunión con la Iglesia Universal, nos convoca a todos, mañana sábado 21 de octubre, a una Jornada de Oración por la Paz.
#DOMUND2023 #Borriol @omp_es 🌎🙏 El próxim #DOMUND2023 #Borriol @omp_es 

🌎🙏 El próximo viernes 20 de octubre, Borriol acogerá una Vigilia de Oración con motivo del Domingo Mundial de las Misiones, DOMUND 2023, organizada por la Delegación de @misionsegorbecastellon. Se celebrará a las 19:30 h. en la Iglesia de Santa María ❤👣
#PastoralUniversitaria #JornadaDeOraciónPorLaPaz #PastoralUniversitaria #JornadaDeOraciónPorLaPaz #PrimerAnuncio

 ✝ 🕊 La @pastunics ha organizado una peregrinación a la cruz del Bartolo, en el Desierto de las Palmas. Será el próximo sábado 21 de octubre bajo el lema “Las hojas que no se marchitan” 🌄🥾

💪💪💪¡Participa! 🚶🚶‍♂
La Diócesis junto a la comunidad aragonesa de Cas La Diócesis junto a la comunidad aragonesa de Castellón honran a la Virgen del Pilar

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La Guardia Civil @guardiacivil062 celebra la festi La Guardia Civil @guardiacivil062 celebra la festividad de la Virgen del Pilar

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Eucaristía y procesión de antorchas en la Romería de Segorbe al Santuario de la Cueva Santa

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La Policía Nacional @policianacional celebra la f La Policía Nacional @policianacional celebra la fiesta de los Santos Ángeles Custodios

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Solemne Eucaristía en la fiesta principal de la A Solemne Eucaristía en la fiesta principal de la Asociación de Hijas de María del Rosario @rosarieresdvr 

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🌍⛪♥️ Eucaristía por la Jornada Mundial d 🌍⛪♥️ Eucaristía por la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado

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⛪🎉 La Diócesis honra y venera a su Patrona, ⛪🎉 La Diócesis honra y venera a su Patrona, la Virgen de la Cueva Santa

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