El presbiterado de Segorbe-Castellón gana el Jubileo
En el contexto de la Jornada sacerdotal celebrada con motivo de San Juan de Ávila, su Patrono
El Obispo de la Diócesis y una nutrida representación de los sacerdotes, diáconos y seminaristas de Segorbe-Castellón, han participado en la Jornada sacerdotal que, organizada por la Vicaría del Clero, se ha celebrado durante la mañana de hoy en el Seminario Menor diocesano de Segorbe, con motivo de la festividad de San Juan de Ávila que se celebra el próximo 10 de mayo.
La jornada ha comenzado con la oración de la mañana en la Capilla del Seminario donde, a continuación el Padre D. Emilio Lavaniegos, operario y Director de la Residencia Mosén Sol de Alquerías del Niño Perdido, ha ofrecido una conferencia bajo el título «La relación fraterna entre los presbíteros».
Tras una introducción con continuas referencias a San Juan de Ávila por su labor evangelizadora y su espiritualidad, se ha referido también a la afirmación de la Doctrina de la Iglesia respecto al «carácter esencial de la relación fraterna entre los presbíteros» afirmando que existe «un desajuste entre nuestra praxis y la Doctrina de la Iglesia, máxime desde la perspectiva de San Juan de Ávila, que fundamenta la santificación sacerdotal en la contemplación de Cristo y la configuración con él».
En su análisis, ha recurrido también al texto del decreto Presbyterorum Ordinis para abordar la relación entre los presbíteros que se funda, ha dicho, «en la común vocación y en la común misión». Así, se ha referido a la «íntima fraternidad sacramental» que según el texto conciliar describe la relación presbiteral, haciendo especial mención a las actitudes que deben prevalecer para superar barreras, centrándose en «la caridad fraterna, la oración y la colaboración» entre todos. Ha destacado que «la relación entre los presbíteros descrita por el decreto Presbyterorum Ordinis se corresponde a la dignidad sacerdotal y también respecto a la relación del presbítero con el obispo y con los fieles».
Lo que une a los presbíteros en la vida fraterna «no es para la observancia o para la realización propia, sino para trascendernos», es decir, «para caminar juntos hacia la santificación de cada uno», ha especificado. Y para este ‘caminar juntos‘ se ha referido a dos elementos: «al ideal que compartimos, que en la Diócesis de Segorbe-Castellón representan tantos sacerdotes que han vivido con fidelidad su ministerio; y el mal que compartimos, que también nos une cuando es reconocido y abrazado con humildad» animándolos a resolverlos desde las enseñanzas del Señor, «que nos ha enseñado a transformar el mal en fuente de bien, el árbol seco de la cruz en fuente de vida. De esta contemplación amorosa de la cruz y de sus fecundos resultados tenía experiencia San Juan de Ávila».
Finalmente se ha referido a las actitudes que edifican el presbiterio, citando expresamente la gratitud, anhelar el bien del hermano, exhortarse para tomar iniciativas, sostenerse y alentarse, custodiar para procurar el bien de los demás, tejer relaciones ante la fragilidad de las relaciones humanas, servir a la fraternidad y permanecer ante la dificultad. Tras la charla se les ha regalado a todos un libro que, bajo el título “Como un hermano querido” es una guía que ayuda a la construcción de relaciones armónicas en el ejercicio del ministerio presbiteral.
«Soy yo quien os ha elegido»
Tras la conferencia los sacerdotes, diáconos y seminaristas, junto al Obispo de la Diócesis, han peregrinado en procesión, desde la Capilla del Seminario Menor Diocesano, hasta la S.I. Catedral Basílica de Segorbe donde han celebrado una Eucaristía que ha estado presidida por D. Casimiro, ganado así el Jubileo.
La homilía de nuestro Obispo ha puesto el énfasis en la cita del Evangelio de San Juan: «Soy yo quien os ha elegido» (15,16) poniendo en valor que «nuestra vocación y nuestro ministerio son un don gratuito y amoroso del Señor», por lo que hay que dar gracias cada día siendo conscientes de que tanto en los años de ministerio sacerdotal como en el tiempo de formación «todos vamos experimentando que el Señor nos enriquece en nuestra pobreza y fortalece en nuestra fragilidad».
En sus palabras ha recordado la invitación que el Papa Francisco, les hizo a él y al resto de obispos durante la visita ad limina el pasado enero, «exhortándonos a la cercanía a Dios, a los hermanos obispos, a los sacerdotes y al Pueblo de Dios», una exhortación que hoy D. Casimiro ha extrapolado a los sacerdotes, diáconos y seminaristas invitándolos a esa cercanía «con Dios, con el Obispo, con los hermanos sacerdotes y hacia el pueblo».
El ejemplo de San Juan de Ávila
No han faltado las referencias a San Juan de Ávila cuya figura resulta «ejemplar y atrayente todavía hoy», ha dicho D. Casimiro, porque «puede iluminar los caminos y los métodos a seguir en la vida eclesial y en la misión pastoral de estos tiempos de cambio de época». Se ha referido a las orientaciones del Concilio Vaticano II, la Exhortación Apostólica Pastores Dabo Vobis de S. Juan Pablo II y las indicaciones del Papa Francisco por hallar en San Juan de Ávila, «el modelo acabado de un sacerdote evangelizador que encontró la fuente de su espiritualidad en el ejercicio de su ministerio, configurado con Cristo Sacerdote y Pastor, pobre y desprendido, casto, obediente y servidor».
En palabras de D. Casimiro, el Apóstol de Andalucía (como se conoce a San Juan de Ávila), resulta «un apóstol infatigable, entregado a la misión, predicador del misterio cristiano y de la conversión, padre y maestro en el sacramento de la penitencia, guía y consejero de espíritus, discernidor de carismas, animador de vocaciones sacerdotales, religiosas y laicales, innovador de métodos pastorales, preocupado por la educación de los niños y jóvenes». Por todo ello, tanto los presbíteros como quienes se preparan para serlo, ha enfatizado nuestro Obispo, «encontramos en él un modelo del verdadero apóstol, y un ejemplo vivo de la caridad pastoral como clave de la espiritualidad sacerdotal, vivida diariamente en el ejercicio del ministerio sacerdotal».
Recordando la petición del Papa Francisco a los sacerdotes «para vivir de verdad nuestra condición de pastores», D. Casimiro ha hecho hincapié en la necesidad de la Iglesia de hoy, «de pastores que, día a día, den lo mejor de sí mismos en favor de sus ovejas», o dicho de otro modo, ha enfatizado, «pastores que amen de tal manera a la gente que les ha sido encomendada, que estén dispuestos en todo momento a dar la vida por ellos. Sacerdotes que no huyan nunca de su dedicación al rebaño, vayan las cosas bien o, por el contrario, los resultados se hagan esperar». Con palabras cariñosas, como padre y hermano, el Obispo ha recordado que «no somos asalariados, que se buscan a sí mismos o que buscan su comodidad, su ascenso en el escalafón o sus intereses personales. El buen pastor no se esconde en horarios egoístas ni en tareas que no le son propias. El buen pastor está siempre disponible y en sintonía con todo el presbiterio diocesano, con el Obispo y con la comunidad diocesana».
También les ha hecho meditar respecto a la tentación de caer «en la desilusión y el pesimismo» e instándose así mismo y al conjunto, ha invitado a no caer en la tentación «de buscar las lisonjas humanas, de compararnos con los demás, o de quejarnos continuamente culpando siempre a los demás o a la situación que vivimos» poniendo el énfasis en que «la riqueza del presbiterio diocesano lo es por su diversidad y por el don de la unidad que cada sacerdote está llamado a vivir y construir en torno al Obispo junto con el resto de los presbíteros». Para ayudarse a superar esas tentaciones ha recurrido al ejemplo de San Juan de Ávila, que «cuidó su vida de oración, en estrecha unión con Dios Padre», y se mantuvo fiel al estudio, a través de «los Santos Padres, los comentarios a la Sagrada Escritura y las reflexiones teológicas de los eruditos de su tiempo hicieron de él luz del mundo y sal de la tierra«.
En la homilía no ha faltado su agradecimiento a Dios por el don del ministerio ordenado a quienes celebran sus bodas sacerdotales, así como su felicitación y agradecimiento «de corazón por tantos años de entrega admirable y abnegada». También ha elevado oración fraterna por los hermanos sacerdotes fallecidos en este último año (D. Joaquín Domínguez Esteve, D. Luis Gascó Molina, D. Amado Segarra Segarra, D. Domingo José Galindo y D. Fco. Javier Iturralde Pachés) para que «el Buen Pastor les conceda la gracia de habitar en su casa por años sin término», ha concluido.
Tras la Eucaristía, se han unido en una comida fraterna que ha puesto el colofón a la celebración.
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