Encañonado en la cabeza, se jugó la vida «porque soy cristiano»
Un adolescente encañonado en la cabeza por un miliciano del Daesh se niega a recitar el acto de fe musulmán. Tras unos interminables minutos de tensión, otro soldado dice que le dejen pasar el check-point en medio de la nada de un Irak devastado. Cuando el periodista y escritor Fernando de Haro le preguntó al muchacho por qué arriesgó así su vida, él le responde: “Porque soy cristiano”. Muchas otras historias como esta fueron hilando la conferencia organizada ayer por la Universidad Cardenal Herrera-CEU en una jornada dedicada a la persecución de los cristianos.
Desde la experiencia directa de los reportajes y libros escritos, Fernando de Haro fue describiendo el panorama de la violencia contra la fe cristiana: “Hay quien la explica por la particularidad de los monoteísmos, las religiones o un nihilismo imperante. Más bien yo creo que la globalización despierta miedo ante el otro. Entonces se crean identidades conflictivas del diferente y surge la violencia”.
El ponente explicó que la persecución de los cristianos no es algo exclusivo del yihadismo islamista, ya que también se ejerce, por ejemplo, una violencia grande en India, de mayoría hinduista: “Es un país de moda, exótico, con el que todo el mundo quiere hacer negocios, pero la realidad es una sociedad muy cruel donde pervive el sistema de castas”. En contraste, De Haro transmitía el testimonio de los conversos parias: “He descubierto un Dios que me quiere, gente que me trata con dignidad”.
Egipto, Irak, Siria, Nigeria, China, son otros de los escenarios del drama de las minorías cristianas perseguidas con el objetivo de desestabilizar los gobiernos locales, controlar la población o sencillamente porque el cristianismo rompe la esfera única de poder y religión: “Siempre ha sido así, y lo sigue siendo en el siglo XXI. Con los populismos actuales se vuelve a identificar la esfera religiosa con el poder, y se persigue las minorías que lo cuestionan, como el cristianismo”.
Perdón, caridad y fidelidad por respuesta
La respuesta de las comunidades perseguidas, sorprendentemente, es de perdón, caridad y fidelidad sin fisuras: “Esos cristianos no son diferentes a nosotros. No son héroes ni gente moralmente intachable, pero su fe y su identidad coinciden”. De ahí reacciones como una comunidad en el Cairo, Egipto: mientras dos niñas esperaban los novios para una boda en la iglesia, fueron asesinadas por dos radicales. Con los cadáveres aún calientes, el párroco interpeló a los fieles a no vengarse porque “los cristianos vivimos el perdón”. Nadie se tomó la justicia por su mano, aunque todos sabían quien lo había hecho y dónde vivían.
Por todo ello, Fernando de Haro aseguraba que “estas personas son un tesoro para nosotros. Y lo primero que tenemos que hacer es recoger, escuchar y mirar la belleza de esta gente. Con ellos el cristianismo vuelve a ser una forma excepcional de vida, algo por lo que vale la pena entregar la vida”.
Décimo aniversario de la UCH-CEU en Castellón
La Universidad Cardenal Herrera-CEU organiza durante este curso diversos actos a la sombra de su décimo aniversario en la provincia. El día de ayer se dedicó a la persecución de los cristianos. Fernando de Haro fue el invitado de la conferencia de la tarde en el Casino Antiguo de Castellón. Por la mañana, se proyectó en el salón de actos de la universidad el documental “Remant: diez mujeres sirias”, que narra el testimonio de su sufrimiento, el amor por su país, su relación con Dios, las razones de su fidelidad y los motivos de su esperanza.
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