La Catedral de Segorbe acoge la Vigilia Pascual: “Ante los ojos de una humanidad alejada de Dios brilla la luz de Cristo Resucitado”
«¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el Crucificado?. No está aquí. Ha resucitado»
Estábamos de luto, esperando junto al sepulcro, donde yacía la tumba de Jesús para desconsuelo de los apóstoles, que creían que todo había acabado ya. Hemos pasado el día en oración y en actitud vigilante hasta la celebración de la Vigilia Pascual, que ha tenido lugar en la Catedral de Segorbe presidida por nuestro Obispo D. Casimiro. Es la más grande y santísima noche del año, en la que el Señor resucitó.
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Las mujeres van al sepulcro donde Jesús estaba enterrado y ven que no está su cuerpo. Un Ángel les comunica que ha resucitado. Van donde está la Virgen con los apóstoles y les dan la gran noticia. El desconsuelo de la noche se transforma en inmensa alegría que rápidamente transmiten a los demás. Es la solemnidad de las solemnidades y nuestra Pascua: la Resurrección de nuestro Salvador Jesucristo según la carne. Ya somos verdaderamente libres al quedar rotas las cadenas de la muerte, y ascender Cristo victorioso del abismo.
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En la celebración ha tenido lugar el lucernario y el pregón pascual; en la liturgia de la Palabra hemos hecho memoria de todas las intervenciones de Dios en favor de su pueblo; hemos renovado las promesas bautismales y, en muchas parroquias se ha administrado el Bautismo a los nuevos cristianos. La celebración de la Eucaristía ha sido el punto culminante de la Vigilia Pascual.
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El Obispo ha comenzado la homilía con las palabras del ángel a las mujeres: «¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el Crucificado?. No está aquí. Ha resucitado». “¡Cristo vive!, Aquel, a quien creían muerto, está vivo. La muerte ha dado paso a la vida; a una vida gloriosa para no morir más. La luz de Cristo irradia sobre la faz de la tierra y disipa las tinieblas de la noche, las tinieblas del pecado y de la muerte”, ha dicho D. Casimiro.
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“Este es el centro de nuestra fe – ha recordado – este es el centro de la fe de la Iglesia, que hoy anunciamos con renovada alegría. Dios ha resucitado al Señor de entre los muertos y le ha constituido Señor de cielos y tierra”. También hoy, “ante los ojos de una humanidad alejada de Dios brilla la luz de Cristo Resucitado”.
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También ha indicado la importancia de la renovación de las promesas bautismales y de la renuncia “a Satanás y a todas sus obras y seducciones para seguir firmemente a Dios y sus planes de salvación”, que nos ofrece una nueva vida “inmortal y eterna”, libre de la esclavitud del pecado y “en servicio constante del Dios vivo y de los hermanos”.
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“Confesemos de verdad nuestra fe en el Padre Dios, en su Hijo Jesucristo, en el Espíritu Santo y en nuestra madre la Iglesia”, ha añadido, y que con nuestras palabras y nuestra vida “ayudemos a que cuantos nos son cercanos se sientan estimulados al encuentro con el Resucitado”, ha exhortado
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