Liturgia Penitencial en la Concatedral de Santa María durante las «24 horas para el Señor»
Las «24 horas para el Señor» de modo presencial se han retomado a las 09:00 de esta mañana con la Liturgia Penitencial que ha presidido D. Miguel Simón, párroco de Santa María, acompañado por David Barios, Vicario de la parroquia, y Ángel Cumbicos, Secretario Particular. La ceremonia ha precedido a la exposición del Santísimo Sacramento y a la celebración del Sacramento de la Confesión, que se desarrollará a lo largo de todo el día.
La ceremonia se ha iniciado con un saludo inicial y la monición de entrada para dar paso a la Liturgia de la Palabra y la aclamación del Evangelio: «Honor y Gloria a ti, señor!» (1, Jn 2,5). A continuación se ha procedido al «examen de conciencia» y al recogimiento en oración para «reconocernos necesitados de la misericordia del Padre».
Tras la celebración litúrgica de la Palabra y la preparación al Sacramento de la Confesión, se ha expuesto el Santísimo Sacramento en el Altar Mayor de la Concatedral donde permanecerá durante todo el día de hoy hasta que se proceda a su reserva a las 20.00 horas de esta tarde en que concluirán estas «24 horas para el Señor» con la celebración de la Eucaristía presidida por D. Casimiro.
Ante Él numerosos feligreses seguirán esta jornada de oración y adoración, tanto de forma presencial como telemáticamente pues la Adoración se está retransmitiendo en directo por el canal de YouTube de la Diócesis, pudiendo acceder a través de este mismo enlace:
Adoración al Santísimo Sacramento en la Concatedral de Santa María (en directo)
Cabe destacar, que todas las horas de Adoración en Santa María se han cubierto de modo que el Santísimo Sacramento no estará solo en ningún momento de la jornada gracias a los feligreses que, tanto de la Parroquia de Santa María como de otras parroquias de la ciudad, así como de asociaciones, comunidades o apostolados de la Diócesis se han sumado de forma presencial a esta celebración.
También desde las 10.00 de la mañana y hasta las 20.00 h de esta tarde, en el claustro de Santa María se ha previsto celebrar confesiones, facilitando así que los feligreses que lo deseen puedan acceder al Sacramento de la Reconciliación.
¿Por qué debo confesarme?
En un día como hoy, la Iglesia nos invita a participar en el Sacramento de la Reconciliación, a prepararnos ante el Señor en oración y adoración sirviéndonos del Ministerio Sacerdotal para recibir el perdón de Dios.
El Papa Francisco, en la Audiencia General del 20 de noviembre de 2013 hacía una hermosa reflexión acerca del perdón y resaltaba tres elementos. El primero de ellos es que «el protagonista del perdón de los pecados es el Espíritu Santo«. En su primera aparición a los Apóstoles, en el cenáculo, Jesús resucitado hizo el gesto de soplar sobre ellos diciendo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos» (Jn 20, 22-23). El Santo Padre advierte que «el soplo de Jesús, acompañado por las palabras con las que comunica el Espíritu, indica la transmisión de la vida, la vida nueva regenerada por el perdón. Pero antes de hacer el gesto de soplar y donar el Espíritu, Jesús muestra sus llagas, en las manos y en el costado: estas heridas representan el precio de nuestra salvación. El Espíritu Santo nos trae el perdón de Dios «pasando a través» de las llagas de Jesús».
En segundo lugar, Jesús da a los Apóstoles el poder de perdonar los pecados. «Dios perdona a todo hombre en su soberana misericordia, pero Él mismo quiso que quienes pertenecen a Cristo y a la Iglesia reciban el perdón mediante los ministros de la comunidad» y a través del ministerio apostólico recibimos la misericordia de Dios, «mis culpas son perdonadas y se me dona la alegría», asegura el Papa. Esta dimensión eclesial del perdón «es un don, una atención, una protección y también es la seguridad de que Dios me ha perdonado». Por ello, el Papa nos anima a «no cansarnos de ir a pedir perdón porque Dios nos perdona siempre, no se cansa de perdonar».
Por último, recibimos el perdón de Dios a través de los sacerdotes que «se convierten verdaderamente en instrumento de misericordia, donándonos el amor sin límites de Dios Padre». Es cierto, asegura el Papa Francisco que «Dios escucha siempre, pero en el sacramento de la Reconciliación manda a un hermano a traerte el perdón, la seguridad del perdón, en nombre de la Iglesia». Y así, nos dice el Santo Padre, «a través del sacerdote, recibimos un nuevo abrazo que nos regenera y nos permite volver a levantarnos y retomar de nuevo el camino. Porque ésta es nuestra vida: volver a levantarnos continuamente y retomar el camino».
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