Por una conducción prudente y responsable
Queridos diocesanos:
Cercana ya la fiesta de San Cristóbal, patrono de los conductores, y al inicio de las vacaciones del verano, cada primer domingo de julio, celebramos en la Iglesia en España la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico. Con este motivo se nos invita a tomar conciencia de la urgente necesidad de esmerar nuestra prudencia y responsabilidad en la carretera y en la calle. No podemos, en efecto, ignorar que nuestras imprudencias pueden causar desgracias a uno mismo y a terceros.
Para este año se ha elegido como lema la frase del libro de Tobías: “No hagas a nadie lo que tú aborreces” (Tob 4, 15). En este bello libro, Tobit da una serie de buenos consejos a su hijo Tobías, que debe emprender un largo viaje para que se comporte dignamente ante Dios y ante los hombres. Se trata de consejos prácticos que tienen plena vigencia también en nuestros días, como el amor a los padres y a la familia, rezarle todos los días al Señor y cumplir sus mandamientos; ir por el buen camino, socorrer al pobre según tus posibilidades, huir de la fornicación y formar una familia como Dios manda (cf. Tob 4, 1-21). En este contexto, le dice Tobit a su hijo Tobías: “Si sirves a Dios en verdad, él te recompensará. Pon cuidado, hijo, en toda tu conducta, compórtate con educación. No hagas a nadie lo que tú aborreces. No bebas con exceso, no te aficiones a la embriaguez” (Tob 4, 14-15). Estos antiguos consejos siguen siendo válidos también hoy y lo son especialmente en relación con el tráfico tanto para conductores de todo tipo de vehículos, incluidos los monopatines, como para los viandantes.
En primer lugar, si somos personas creyentes, es una buena y cristiana costumbre rezar antes de iniciar un viaje; es decir: tener un breve momento de oración en que pidamos a Dios por un buen viaje y que Él oriente nuestra conducta y nos ayude a respetar sus mandamientos, en especial el quinto: no matarás. “La vida humana, dice el Catecismo de la Iglesia Católica, ha de ser tenida por sagrada; solo Dios es Señor de la vida” (n. 2257).
Además, en el tráfico hemos de conducir y de conducirnos con prudencia y responsabilidad, no tanto por miedo a las sanciones o a la pérdida de puntos, sino porque somos responsables de la vida y de la integridad física, propia y ajena: de quienes viajan con nosotros, de los otros conductores y sus acompañantes, de los viandantes. Conductores y peatones tenemos por igual sagrados deberes que cumplir al circular o transitar por la carretera o por la vía pública. Y decimos sagrados, porque su fin es la protección de la vida humana. También los peatones deben evitar ponerse o poner a otros en peligro de accidente, siendo diligentes en cumplir las normas de circulación a fin de evitar y disminuir estos riesgos.
En el tráfico es necesario comportarnos también con educación, respetando no solo las normas de tráfico sino las reglas elementales de convivencia. Con frecuencia se puede observar que hay quien piensa que la carretera, la calle o la acera son sólo suyas, que sólo existe o transita él. El libro de Tobías nos exhorta a ser delicados, educados, humildes, a no hacer a nadie aquello que uno mismo aborrece, a no conducir con soberbia, arrogancia o prepotencia, saltándose las normas de tráfico o poniendo en grave peligro la propia vida y la de los demás. “Causar la muerte a un ser humano es gravemente contrario a la dignidad de la persona y a la santidad del Creador” (CICa. 2320).
Conducir y conducirse con prudencia y responsabilidad implica evitar la bebida, las drogas, el uso del móvil cuando se conduce, y todo aquello que puede hacer que nuestro camino y el de los demás no sean seguros y pueda terminar en accidente. No podemos olvidar que la vida y la salud física son bienes preciosos confiados por Dios: debemos cuidar de ellos racionalmente teniendo en cuenta las necesidades de los demás y el bien común.
El cumplimiento de las normas de tráfico no es optativo. Nos obligan también moralmente a todos por igual. Solamente cumpliendo todas las normas de circulación en nuestras calles y carreteras podremos tener una movilidad segura, que evite atentar contra la integridad de las personas y de las cosas.
Aprovecho la ocasión para desear a todos los que tienen relación con la conducción y el tráfico una feliz fiesta de San Cristóbal.
Con mi afecto y bendición,
+Casimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón
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