Magdalena Vicent, misionera diocesana en Japón: «para salir de esta situación se necesita mucha oración»
Magdalena Vicent tiene 84 años y es de Burriana. Pertenece, desde 1955, a la Congregación de las Misioneras de Cristo Jesús, comunidad que nació junto al Castillo de San Francisco Javier (Navarra) en 1944.
Fue destinada a Japón, país al que llega el 25 de diciembre de 1965, concretamente a la ciudad de Onoda, provincia de Yamaguchi, zona evangelizada por San Francisco Javier, y en la que durante 40 años ha desarrollado su misión en el colegio de segunda enseñanza y en la cooperación con la Iglesia local y diocesana. Aunque la hermana explica que “he colaborado con lo que Dios me ha ido poniendo delante durante la misión, como acompañar a emigrantes o visitar a los presos”.
Al llegar la jubilación fue destinada a la ciudad de Nagareyama , provincia de Chiba, aunque la parroquia está en un pueblo cercano llamado Toyoshiki, lugar en el que se encuentra desarrollando una importante misión de pastoral con los fieles y con aquellas personas que desean acercarse a la Iglesia para conocer a Jesucristo.
¿Cómo vives las noticias que te llegan desde España?
Una se alegra de que bajen el número de afectados y de muertes, y junto a ello se desea que todo se convierta en Bien, pero el panorama no lo veo muy optimista… Se percibe ambiente de tensión, no hay unión para poder salir de verdad cuanto antes de esta situación, sintiéndonos un solo pueblo, con hermandad y ayuda mutua, aunque seguro que sí que hay muchos que desean y viven esta realidad.
Veo que para conseguirlo ¡se necesita MUCHA ORACIÓN!, ya que solo Dios puede cambiar los corazones, empezando por los nuestros…
Leí un artículo que me gustó mucho y lo conecté con lo que el Papa Francisco ha repetido varias veces sobre el dicho español: Dios perdona siempre, los hombres unas veces sí y otras no, pero la Naturaleza no perdona nunca. Pienso que tendríamos que amarla y cuidarla más.
¿Cómo es la situación actual en Japón?
Aquí los números a todos los niveles son bajos, pero también estamos como todo el mundo, confinados, aunque el modo de aplicarlo o de vivirlo no es como en España. En primer lugar no está permitido «la prohibición» de salir de casa, por ejemplo, y se recomienda no salir, o salir lo menos posible y siempre con mascarillas, no hay multas ni castigos…
Para hacer cumplir las prescripciones se adopta el llamamiento a ser conscientes y a la responsabilidad. Se intensifica y se insiste diariamente a través de todos los medios de comunicación, con altavoces de los ayuntamientos etc… a ser solidarios, a cooperar en guardar lo prescrito por las autoridades, se puede decir que están trabajando intensamente por el bien común, capaces también de pedir perdón. Es un tiempo de paciencia, pensando que es algo que compete a todos…, para salir cuanto antes de esta terrible y anormal situación. Con todo, hay quien se salta las reglas, con los consecuentes resultados negativos.
¿Cómo está viviendo esta situación la Iglesia japonesa?
Aquí las iglesias no están cerradas, pero no hay Eucaristías, ni reuniones, ni actividades parroquiales… Esto ha hecho que, aquí en Tokyo, el Sr. Arzobispo recomendase a los fieles vivir la Eucaristía a través de Internet.
¿Cómo estás viviendo tu fe durante este tiempo?, ¿cómo estás viviendo este tiempo pascual?
Me siento en paz, con confianza, ya que estamos en las mejores manos. Dios siempre saca Bien de todo, y su Amor nunca puede fallar, ahora tampoco, y como Él y con Él, deseando un mundo más unido, más hermano. Esta experiencia tan única, tan universal, no puede quedar en balde, nadie puede quedarse impasible ante ello. Estoy segura de que Dios hará vibrar los corazones de todos para poder tener un mundo distinto, un mundo mejor en el que vivamos más felices, Dios nos lo quiere dar… Esta es la Gran Esperanza llena de Confianza.