29 de noviembre, Vigilia para Jóvenes
Jóvenes que rezan: una generación que redescubre el amor de Dios
En un mundo marcado por la incertidumbre y los desafíos globales, cada vez más jóvenes están redescubriendo el amor de Dios, hallando en la fe una respuesta tanto a sus inquietudes personales como a las de su generación. Movidos por el anhelo de sentido y fortaleza, estos jóvenes encuentran en itinerarios de formación, grupos de oración, encuentros y retiros una conexión profunda con Dios y con la Iglesia.
En este camino, descubren su papel y misión como portadores de esperanza en un mundo herido que clama por la luz de Cristo. Resulta conmovedor ser testigos de cómo el Señor sigue cuidando de su viña y de cómo tantos corazones jóvenes responden a su llamada, acercándose a Él con valentía y amor renovado.
Las parroquias y los movimientos eclesiales desempeñan un papel fundamental en este renacer espiritual. Propuestas como vigilias de oración, encuentros juveniles o actividades que combinan música, adoración y reflexión se han convertido en imanes para quienes buscan una experiencia de fe auténtica y transformadora.
Este resurgir espiritual tiene nombres y rostros concretos. Helena de María, de 18 años y vinculada a la Casa de Misericordia explica que “la oración es el camino que me permite estar unida a Dios. Es la forma que Dios ha dispuesto para que pueda ofrecerme a Él y también, para poder descubrir Su voluntad en mi vida”. Gracias a la oración, añade, aumenta en ella la fe y la esperanza, “de forma que, reside en mi corazón, la certeza de que Dios saca un bien mayor de la incertidumbre y el dolor”. En palabras como estas, se refleja cómo la fe proporciona la fortaleza necesaria para enfrentar las adversidades.
También Laura Basiero, de Effetá, comparte que “la oración es un diálogo con Dios, ya no solo recitar oraciones sino hablar con Jesús, mi mejor amigo y contarle mi día”. Además, en los momentos difíciles, “saber que sus planes son mejores que los míos, me da consuelo. Abrazar la cruz, como decía Santa Teresa de Calcuta, hasta que duela, me ayuda a acercarme más a Él”.
Para Francisco Javier Vilarroig, de 20 años, “la oración es aceite en el motor; cuando la dejo por un tiempo, noto que mi alma chirría un poco y se hace mucho más complicado hacer la voluntad de Dios. Por el contrario, cuando rezo, cuando hago una visita al Santísimo después de la universidad, siento la fuerza del Señor que me da paz”. Francisco considera que el rechazo actual hacia la fe ha dejado a muchos sin rumbo. Sin ella, «sin este propósito sólido, estamos perdidos», añade.
En estos tiempos complejos, los jóvenes que rezan son un signo de esperanza. Su testimonio inspira a creer que, incluso en medio de la incertidumbre, hay espacio para redescubrir lo esencial, el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, pero también que la Iglesia, con ellos, sigue teniendo futuro.
Adrián Ruedas, de 28 años y miembro del Camino Neocatecumenal, siente la vocación al sacerdocio y, si Dios quiere, pronto ingresará al seminario. Para él, la oración “es el abrazo de Dios, el momento de descanso y mi refugio. Cuando veo que todo tiembla a mi alrededor, Él siempre está ahí para escucharme. Ser devoto de María me ha ayudado mucho a amar la oración”.
Del mismo modo, Alejandra Corredera, de 22 años, destaca la dimensión de intimidad y amor que encuentra en la oración. Para ella “es un diálogo de corazón a corazón con nuestro Dios y Padre”. Ello le “permite entrar en sintonía con Él, recibir de su amor para poder vivir. Porque no hay vida sin amor, y no hay amor sin Dios. Y en medio de la incertidumbre, en medio de cualquier circunstancia sobrevenida, allí está Él, como roca firme para dárnoslo todo.»
«En medio de tanto ruido y de tantos estímulos, la gracia de la oración ha sido el lugar donde cultivar mi amistad con Dios diariamente, dónde cada día me ha ido y me va abriendo los ojos del alma para poder verLe en el prójimo”, explica otro joven, Sergio Escribano. “La oración ha sido alimento diario del alma que Dios ha utilizado para fortalecer y madurar mi fe, como el cordón umbilical de una madre alimenta y cuida a su bebé.»
Son solo algunos testimonios de jóvenes de nuestra Diócesis, que reflejan la acción de Dios. Tan diversos como personales, son un signo de esperanza. En ellos se revela que la espiritualidad cristiana no es una evasión, sino un pilar que les permite afrontar los retos de su tiempo. Inspirados por el diálogo con Dios y sostenidos por la comunidad, demuestran que el amor de Dios sigue transformando vidas y que, con ellos, la Iglesia tiene un futuro prometedor.
Vigilia en preparación del Jubileo
La Delegación para la Infancia y la Juventud, en colaboración con la Casa de Misericordia, invita a la primera Vigilia Diocesana de Jóvenes de este curso pastoral. El encuentro tendrá lugar el próximo 29 de noviembre, a las 21:00 h, en la Concatedral de Santa María de Castellón.
La vigilia, presidida por el Obispo D. Casimiro López Llorente, busca reunir a los jóvenes de la Diócesis en un espacio de oración y reflexión, preparándolos para el próximo Jubileo ordinario de 2025, bajo el lema “Peregrinos de Esperanza”. Además, se enmarca en la preparación para el Jubileo de los Jóvenes, que se celebrará en Roma durante el verano.
La Delegación de Juventud está organizando una peregrinación especial para este evento, programada del 23 de julio al 4 de agosto de 2025. Una oportunidad única para vivir la fe y la comunión junto a jóvenes de todo el mundo.
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